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Otra vez, ¿cuántos más? Una nueva oportunidad por Paz

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Notas del capitulo:

Os pido disculpas por el tiempo que he estado sin actualizar, en parte ha sido porque me he quedado bloqueada con los diferentes fics y cuándo podría decirse que podía continuar, un virus atacó a casi todos los ordenadores de mi trabajo, siendo yo una de las pocas afortunadas que se salvó, lo que en parte me perjudicó porque todo el trabajo cayó sobre mis hombros, dejándome sin tiempo libre para poder escribir. El sábado me puse a terminar este capítulo y hoy tras revisarlo he decidido subirlo, finalmente no serán dos capítulos…, ya no haré pronósticos sobre la cantidad. Espero que lo disfrutéis.

Otra vez, ¿cuántos más? Una nueva oportunidad

Basado en Slam Dunk de Inoue Takehiko, cuyos derechos de autor le pertenecen

By Paz

Capítulo 2: Un largo camino hacia lo desconocido

Aunque se sentía apesadumbrado por los acontecimientos que le habían llevado a tomar la decisión de abandonar Japón, tenía que reconocer que estaba disfrutado al máximo ese viaje, si bien a poco de emprender vuelo se quedo dormido, recuperándose, no solo del cansancio físico sino también de la tensión que le había supuesto descubrir la traición de Akira.

Fue muy agradable la atención a bordo, el personal estaba pendiente no solo de su comodidad, sirvieron deliciosos platillos que hacían las delicias del  paladar más exigente. Todo lo encontró exquisito. Podía solicitar bebidas sin limite, y aunque ya no era un deportista, tenía cuidado de no maltratar su cuerpo con excesos, por lo que solo bebía refrescos o zumos.

Él y los que estaban en aquella área del avión fueron atendidos a cuerpo de rey, lo que le hizo sentirse satisfecho con esa nueva experiencia, aunque sabía que de no ser por Rukawa no hubiera pasado por su mente la idea de viajar fuera de Japón, ni siquiera para conocer a sus parientes más próximos y que vivían en el extranjero, en sus respectivos países.

La llegada a la ciudad de San Francisco, fue toda una novedad para él, y cuando creyó que habían llegado a su nuevo destino, Rukawa le hizo saber que tenían que tomar otro avión, sin embargo, se trataba de un jet privado, donde Rukawa fue recibido como si fuera el dueño, mucho después en viajes posteriores supo que lo era, entonces pensó que la gente de allí era muy atenta y servicial.

Al pie de la escalerilla, esperaba una joven que tras darle la bienvenida le indicó a Rukawa que todo estaba disponible para salir apenas embarcaran, comunicándole que el equipaje ya estaba a bordo.

Apenas traspasó el umbral de la portezuela, supo que aquel no era un avión convencional, quedo deslumbrado al ver el diseño del interior de la cabina, paredes semi-traslucidas que daban la impresión de mayor amplitud, muchos sofás, algunos de ellos miraban en una misma dirección, otros estaban situados de manera que quienes allí se sentaran podían verse las caras, con una mesilla en medio, un diván que ocupaba más de cinco metros de largo, todo se veía moderno y funcional, frente a él un mostrador donde estaba ubicado el bar. Tras una pared traslucida estaba ubicada una sala de reuniones, supo que había un piso superior por un tramo de escaleras que ascendía, al pasar, aunque dirigió una rápida mirada no distinguió que sala estaba allí ubicada, excepto un sillón tapizado en negro.

Salieron al encuentro de Rukawa, dos personas jóvenes, hombre y mujer, que tras saludar a Rukawa con respeto, le fueron presentados, Mss. Harris, ejercía el cargo de relaciones públicas y Mr. Fergusson, su secretario, al escucharlo, miró a su compañero, arqueando una ceja a modo interrogativo, estaba seguro que le había dicho que necesitaba un secretario.

-Luego te lo explico -dijo Rukawa que entendió su gesto- Discúlpame un momento, he estado ausente bastante tiempo y tengo algunos asuntos urgentes que atender. Ponte cómodo, -una joven azafata se acercó- Ella te atenderá en todo lo que necesites.

-Tranquilo, también yo tengo algunos asuntos que tratar. -dijo palmeando su maletín.

Ocupó un sillón con una mesilla acoplada, sacando su portátil para tenerlo listo para usar, si bien no lo encendió hasta tener la seguridad que no iba a ocasionar interferencias con el instrumental a bordo.

Les vió dirigirse a una mesa ubicada en el otro extremo de la salita, desde allí  observó, mientras esperaba, en que Rukawa estaba situado de manera que sus subordinados quedaron situados frente a él, habían comenzado a hablar, siendo escuchados con una expresión concentrada.

Mr. Fergusson había apoyado sobre la mesa, unas serie de carpetillas que iba entregando a su jefe, supuso que le estaba poniendo al tanto, porque Rukawa las abría, las ojeaba con atención y volvía a cerrarlas, dejándolas apartadas a su derecha, supuso que el trabajo que Rukawa tenía que ser muy absorbente.

La reunión se prolongó durante bastante tiempo, por entonces, él también se distrajo con su trabajo, porque la empresa con la que estaba trabajando no aceptó su renuncia y le ofrecieron que siguiera trabajando para ellos, todo lo que tenía que hacer iba a ser a través de la red, y durante el tiempo que él dispusiera, pensó que podría hacerlo, si el trabajo que le ofrecía Rukawa no era a jornada completa. Ahora dándose cuenta que Rukawa tenía secretario, pensó que su trabajo iba a ser más sencillo.

La preciosa azafata se desvivía en hacerle agradable el viaje ofreciéndole comida, bebida y revistas para leer, cuando acabado su trabajo apagó su portátil.

-Sakuragi... -escuchó que le llamaba.

Se apresuró a ir a su lado agradecido por ser tenido en cuenta, empezaba a aburrirse estando solo.

-Dime...

-¿Tienes conocimiento acerca de tratados y leyes internacionales comerciales?

-Podría decirse que conozco el tema... -dijo sin mostrar el menor atisbo de extrañeza por su pregunta.

-¿Que otros idiomas... -preguntó y al momento de expresarse titubeó inseguro- ... hablas? -concluyó.

Le miró dubitativo, llevándose su dedo índice a su patilla, rascándose pensativo como si se sintiera metido en un callejón sin salida.

-Olvídalo -se apresuró a retirar su pregunta para no avergonzarlo.

-No estoy seguro que idioma prefieres que conozca. -Dio la impresión de estar apenado, aunque se permitió curvar sus labios en una sonrisa medio socarrona y confesó ocultando el regocijo que sentía, pues no había olvidado el papel de tonto que había desarrollado durante sus años juveniles- Soy multilingüe. Aparte del nativo, hablo y escribo inglés, francés e italiano, puedo llevar una conversación en alemán y ruso, -su tono de voz seguía teniendo ese deje de pesar que ponía en la entonación de sus palabras- sin olvidar gaélico, tengo nociones de danés y holandés, pero ni lo hablo bien y menos leerlo. -concluyó con modestia.

-¿No se ha olvidado de ninguno? -preguntó con sorna Mr. Fergusson. La mala impresión que había recibido al conocerle quedaba de manifiesto por primera vez.

-Gracias... ahora que lo dice, sí. Chino. -vió que la sonrisa se borraba del rostro del hombre al escucharle.

-Por de pronto es suficiente con el inglés. Tus conocimientos serán apreciados en su justo valor. Tenemos clientes en la Europa del este y con un intérprete se pierde mucho tiempo y a veces las frases se malinterpretan al traducirse. -dijo ocultando la sorpresa que había recibido al oírle. Se preguntaba como era posible que tuviera tantos conocimientos, cuando ellos se conocieron no destacaba por ser un chico listo. Le entregó las carpetillas que tenía sobre la mesa- Me interesa mucho conocer tú opinión, no es algo urgente, puedes tomarte el tiempo que quieras.

Para sus dos acompañantes fue evidente que aquel no era un trato de jefe a subordinado. Mr. Fergusson fue consciente que allí tenía un nuevo rival. El destello de ira en su mirada fue tan rápido que Mss. Harris pensó que se lo había imaginado.

-De acuerdo... -accedió, estaba deseoso de comenzar enseguida a trabajar, Rukawa con su comportamiento acababa de hacerle saber que iba en serio cuando le ofreció un trabajo a su lado y satisfecho se volvió para dirigirse a su cómodo asiento, empezaría a echarle una mirada para enterarse que negocios estaban llevando a cabo.

En ese instante el jet hizo un brusco movimiento, con seguridad había caído en una turbulencia. Fue tan inesperada que le tomó dando un paso, por lo que casi pierde el equilibrio tambaleándose, algunas carpetas escaparon de sus manos, se quedo quieto con la mirada fija en las carpetas que caían y en las hojas que se separaban y se desparramaban a su alrededor.

Tras él escuchó una interjección nada educada de Mr. Fergusson, enseguida Mss. Harris se incorporó de su asiento predispuesta a ayudarle a  recogerlas, el hombre se mantuvo incólume en su puesto, como si pensara que arreglara él solo su propia torpeza.

-Por favor no toque nada... -hizo un gesto con la mano para detener su movimiento- Todo esta controlado, Mss Harris. Se lo agradezco, pero no es necesario. -su mirada nada amistosa se posó unos segundos en el hombre, su comentario estaba fuera de lugar, observó que la mirada de Rukawa también expresaba disgusto, solo que no iba dirigida a él.

Se acuclilló alrededor de los papeles dispersos, dejando las carpetillas que se habían salvado del desastre sobre el piso, alineó las que se habían caído  comenzando a recoger sus correspondientes hojas, guardándolas dentro de su respectiva carpeta, al mismo tiempo que procuraba seguir el orden número de cada página. Diez minutos después ya recogidas y ordenadas amontonó las carpetas en el mismo orden en que le fueron entregadas. Se incorporó dispuesto a continuar su interrumpido camino hacia donde había tomado posesión de un asiento.

-¿Qué ha sido eso? -preguntó Rukawa tan perplejo como sus acompañantes.

Hanamichi se volvió con una sonrisa y dijo dos simples palabras que sonaron con presunción cuando se volvió hacia Mr. Fergusson, acababa de dejarle abochornado, no era por presumir, pero él debió haberse mordido la lengua antes de soltar aquel exabrupto.

-Memoria fotográfica. Ahora si me disculpan me voy a dormir. Buenas noches. -se despidió. Llegó hasta la mesilla donde estaba su portátil y allí dejo las carpetas. Antes que hiciera ademan de ocupar el asiento que había elegido para echarse a dormir ahí, se fijó que la joven que le atendía se acerca hasta  él.

-Por aquí, por favor.

Le guió hacia el pequeño tramo de escaleras, se detuvo al pie de la escalinata.

-Es arriba, ahí tiene todo lo necesario.

-Gracias. -Era consciente que no podía acostarse tal como solía hacerlo, por ello decidió hacer las cosas bien, deseando no mostrar esa noche la naturaleza de su forma de dormir- disculpe, necesitaré uno de mis bolsos, ahí tengo mi ropa de dormir.

-No es necesario, en el primer cajón de la cómoda encontrará pijamas, y en el aseo todo lo que pueda necesitar -dijo amablemente- Pero si prefiere,  pido que suban su bolso.

-No, por favor, me arreglaré.

-A la cabecera de la cama se encuentra el cuadro de mandos, puede escuchar música o la radio, o si lo prefiere una película. Si tiene alguna duda o necesita cualquier cosa llámame.

-Creo que no será preciso. -dijo comenzando a ascender.

Apenas vió el amplio dormitorio quedo deslumbrado, aquello era demasiado, la cama casi ocupaba todo el espacio con una mesilla de noche, con una lámpara  Tiffany, del otro lado, estaban las ventanillas, se asomó por una de ellas y vio que la tarde había dado paso a la noche, las estrellas brillaban tan próximas que daban la impresión que si estiraba la mano podía agarrarlas.

Como queriendo asegurarse que el invitado quedara satisfecho subió tras él, se dirigió hacia la cómoda, abriendo y cerrando el primer cajón tras mostrarle una colección de pijamas, enseguida se dirigió hacia una pared que disimulaba una puerta.

-Aquí esta el aseo y la ducha.

-Gracias. -sin su ayuda no hubiera advertido que allí había una puerta, pues se abría con una leve presión en un punto exacto del intrincado dibujo con que estaba decorado aquel dormitorio.

-Si necesita cualquier cosa a la derecha del cabecera están los mandos, puede escuchar música o la radio, o ver una película, -le explicó como manejar los distintos botones- Este otro es para llamarme a mi.

-Gracias. -repitió reteniendo en su mente la distribución de todo.

Al quedar solo dio un suspiro de alivio, no era bueno sentirse en tensión,  Abrió el cajón de la cómoda encontrando lleno de pijamas dentro de sus correspondientes bolsas, lo que indicaba que estaban sin estrenar. No tenía preferencia por ningún color en especial, así que agarró el que tenía al alcance de la mano, con él se dirigió al aseo. Fue sorprendente encontrar wc y bañera en un mismo habitáculo. Había bebido demasiado y se sentía a punto de explotar, por lo que fue lo primero que hizo apenas traspasó el umbral, luego se desnudó y se metió dentro de la ducha, era una gozada disfrutar de un viaje así, cuando salió se seco y se puso el pijama, le quedaba un tanto corto, pero bueno, no podía ser demasiado exigente, junto al lavabo vió unos cepillos guardados en sus fundas y sacó uno de ellos para cepillarse los dientes.

Cuando concluyó su aseo vio que, solo podía tratarse de la joven azafata quien se había ocupado de abrirle la cama. Se metió entre las sábanas y se corrió hacia el extremo contrario, desde allí veía un trozo de cielo, las estrellas se veían tan próximas que daba la impresión que con estirar la mano podía agarrarlas.

 

 

Estaba dejándose vencer por el sueño, dándose cuenta que ya no conseguía concentrarse en el contrato que tenía delante de sus ojos lo cerró, guardándolo en su maletín y cerrándolo, lo bajo de la mesa apoyándolo en el piso enmoquetado.

Se echó hacia atrás en el sillón, cerrando los ojos, recordó que tenía una amplia cama, donde podría dormir sin molestar a Sakuragi, trago saliva al pensar que podía compartirla con él. Decidido se levantó cruzando el largo de la cabina y pasando por delante de sus asistentes, a los que tuvo que insistir para que se fueran a descansar. Los sillones estaban en posición horizontal, la azafata se había ocupado de cubrirles con unas mantas.

Fue entonces que rememoró lo ocurrido horas antes y pensó que tenía que pararle los pies, por comodidad y porque en algunos aspectos era bueno, dejaba pasar su comportamiento abusivo, no era tonto como para no darse cuenta de lo que pasaba entre sus empleados, su jactanciosa vanidad, sus arribistas ansias de poder, intentando pasar por encima de todos, sabía que eso era bueno, porque se esforzaban en su trabajo, mientras no le afectaba a él o a la empresa podía disculpar la actitud de Fergusson. Ya había tomado una decisión, no iba a permitir que su actitud fomentará el descontento y molestara a Sakuragi, no cuando era consciente que con el tiempo el pelirrojo sería su pareja y nadie se metía con lo que era suyo.  

No se dio cuenta que estaba parado junto al hombre dormido, cuidando para no despertarles reanudó sus pasos hacia las escaleras que subió hasta ver la larga figura de Sakuragi que ocupado el extremo más alejado, esta tumbado de su lado derecho con el rostro vuelto hacia las ventanillas cuyas cortinillas estaban bajadas, dejando en penumbra el dormitorio, solo permanecía encendida la luz de emergencia.

Fue verle y la expresión adusta de su rostro cambio transformándose, de haberle visto cualquiera hubiera pensado que aquel hombre no era el mismo que todos conocían.

A oscuras se metió en el aseo para cambiarse, al salir dejo su ropa cuidadosamente apoyada sobre el sofá, después se inclinó en el borde de la cama, apartando la ropa y con cuidado se metió dentro dándole la espalda.

Estaba quedándose dormido, cuando percibió que Sakuragi empezaba a removerse se volvió hacia él abriendo los ojos, al principio creyó que estaba despertándose, pronto advierte que sigue dormido, sus bruscos movimientos tienen un sentido, lo comprende cuando le ve sacar el brazo por fuera de las sabanas y tirar algo que sostiene en la mano, luego medio se incorpora y se quita la chaqueta del pijama, solo entonces, se vuelve a acostar quedándose tranquilo.

Saber que Sakuragi está desnudo en su cama le provoca un tirón en la entrepierna, traga saliva con dificultad, por primera vez en su vida fue incapaz de conciliar el sueño, tiene que echar mano de todo su autocontrol para no excitarse.

 

 

Se dio cuenta que comenzaba a despertar, su mente percibió el calor que emanaba de su cuerpo, la suavidad de la sabana que se adhería a su piel dándole una tibieza acogedora.

Sacó una mano de debajo de la ropa y levantó un poco la cortinilla que velaba la luz del nuevo día, entreabrió los ojos un rayo de sol que penetraba por la abertura le deslumbró, bajo los parpados, poniéndose boca abajo, fue entonces cuando el roce de la tela le hizo darse cuenta que otra vez había vuelto a hacerlo.

Dejo escapar un gemido de frustración, durante la noche, en sueños se había despojado del pijama que se había puesto en consideración que no estaba solo, sin embargo, no soportaba nada que le oprimiera o apretara y esa noche indudablemente se lo había quitado. Giró el rostro temiendo encontrarse acompañado, pero no, estaba solo. Dio un suspiro de alivio.

Escuchó el sonido de la puerta al abrirse y con excesiva brusquedad se tapó con las sabanas hasta la cabeza, queriendo hundirse avergonzado bajo la ropa y no dejándose ver hasta que dejará de escucharle moverse por la habitación, abriendo y cerrando puertas y cajones. La curiosidad pudo más y despacio fue apartando de su rostro la tela que cubría sus ojos, entreabriéndolos apenas.

 

 

Tras una relajante ducha que le despejó por completo, salió del aseo llevando puesto un albornoz, apenas lo hizo se fijo en el destello de luz que iluminaba el espacio, luego su mirada se dirigió hacia Sakuragi, encontrándole tapado hasta la cabeza. Estaba tan quieto que supuso que estaba conteniendo la respiración, decidió embromarle un poco para su diversión, después de todo él la hizo pasar el resto de la noche sin poder pegar ojo. Se dirigió al armario y abriendo las puertas de par en par una luz del interior le mostró media docena de trajes y una fila de camisas blancas, se demoró un buen rato mirando de reojo hacia el pelirrojo que permanecía quieto, se inclinó para abrir un cajón de donde sacó un boxer, de otro un par de calcetines negros, metió suficiente ruido como para despertarlo, más Sakuragi no daba señales de "despertar", fue en ese instante cuando observó que empezaba a mostrar su cabeza, dejando parte de su frente a la vista, en segundos sus ojos quedarían al descubierto, le dio la espalda y despacio se quitó el albornoz que dejo hacer a sus pies con despreocupación, un sofocado gemido fue su recompensa, se quedo unos segundos quieto, luego se inclinó hacia el sillón donde había dejado sus cosas, recogió su boxer, levantó un pie y luego el otro, subiéndolo con lentitud hasta ajustarlo alrededor de su cintura, se demoró un poco más antes de darse la vuelta mostrando su torso lampiño, de músculos marcados, aunque ya no jugaba, solía practicar natación todas las mañanas en el gimnasio que había montado para sus empleados, había descubierto que trabajaban más a gusto sabiendo que podían disponer de un rato de ocio y que cada uno empleaba como mejor le parecía.

 

 

No pudo evitar dejar salir un gemido cuando le vió despojarse del albornoz mostrando aquel trasero de formas perfectas, aquellas caderas, aquellas piernas que sostenían un cuerpo esbelto, de espaldas a él, vió como se demoraba, al inclinarse mostró la separación entre sus nalgas, una apretada línea que le provoco un tirón en su entrepierna, apretó los labios para no delatarse, no llegara a pensar que le gustaba espiarle, nunca antes le había pasado por la imaginación que Rukawa poseyera tal belleza y tuvo que reconocer que si en el pasado, ellos hubieran tenido una aventura amorosa, no le hubiera dejado escapar fácilmente, la lentitud de sus movimientos le tenía hipnotizado, o más bien idiotizado, y cuando le vió alzar los brazos por encima de su cabeza, como si necesitaba desperezarse, le dió la razón a sus ojos poseía una musculatura de infarto.

En ese preciso instante, se escucharon voces en el piso de abajo y lamentó ver como Rukawa se apresuraba a vestirse y desaparecer de su vista al descender las escaleras. Oyó los saludos, dándose cuenta que todos estaban levantados. Si por él fuera se hubiera quedado más tiempo en la cama, no era cuestión de seguir allí.

Apenas salió de la cama dio un par de zancadas metiéndose dentro del aseo. Si se le ocurría volver a subir no tenía modo de explicar que no solía despertarse en ese estado, tampoco podía decir que Rukawa le había dejado en ese estado. Aunque si se diera el caso no podía saber que él era el causante de su estado

Mientras permanecía bajo el chorro del agua fría, dejo que su excitación disminuyera sin su ayuda, le resultaba vergonzoso masturbarse pensando en su futuro jefe, futuro no, se rectificó a si mismo, ya lo era.

Tres cuartos de hora después se reunía con los demás, les encontró alrededor de una mesilla redonda, con el desayuno dispuesto, ocupó la silla libre a la derecha de Rukawa, sin querer analizarse se alegro que del otro lado estuviera Mss. Harris.

El distendido ambiente que había pareció enrarecerse cuando Mr. Fergusson comenzó a hacerle preguntas indiscretas, al cabo de un rato fue evidente que intentaba forzarle a hacer alguna declaración que pudiera perjudicarle ante Rukawa.

-Mr. Rukawa nos ha contado que se conocen de hace tiempo. -empezó diciendo apenas había empezado a servirse después que la servicial azafata le preguntará que iba a beber y llenara su tazón con el te solicitado.

Sakuragi no apartó la mirada del plato ubicado delante de él, donde una variada cantidad de bollos de aspecto delicioso se le estaban ofreciendo descaradamente, tomó uno de ellos, como si no hubiera escuchado el comentario y lo degustó con fruición.

-¡¡Exquisito!!... -exclamó, el entusiasmo en su tono de voz disminuyó al añadir adusto- Si él lo dice será porque es así.

-Nunca antes había mencionado su nombre -expreso como si dudara de esa amistad que parecía haber surgido de improviso.

-Me extrañaría que lo hiciera -y como queriendo cerciorarse giró el cuerpo para mirar a su ex compañero, quien empezó a sentirse inquieto por la fijeza de su mirada, le sentía como si pretendiera desnudar su alma- No..., no ha cambiado. Es el mismo de siempre. -y como si ese comentario fuera intrascendente volvió su atención a los bollos, comiendo un par de ellos en dos bocados.

Rukawa estiró los labios en una tenue sonrisa.

-¿Dónde trabajaba antes? -preguntó directamente Fergusson con la mirada fija en quien consideraba un advenedizo rival. 

Rukawa entrecerraba los ojos mirándole con una frialdad que irradiaba temor. Ni siquiera él se hubiera atrevido a hacerle una pregunta tan directa, Fergusson estaba siendo grosero y maleducado, y esa era una falta muy grave, en su cultura ese era un comportamiento inadecuado.

Mss. Harris que lo notó se dio cuenta que su compañero se estaba extralimitando y disimuladamente por debajo de la mesa le dio un ligero puntapié para acallarle.

Más el hombre ignoró el golpe creyendo que se debía a un movimiento involuntario de alguno de los presentes, su mirada no se apartaba de Sakuragi que comía como si él no existiera, ignorándole. Ese detalle le irritaba más aún que su inesperada presencia.

Cuando la mirada melosa se posó en él, se afianzó en sus pensamientos, era un don nadie presumido y arrogante, y no sería el primer hombre que apartaba del entorno de Rukawa, muchos se habían sentido atraídos por su porte, sin ver más allá de su cuerpo, él en cambio, le conocía bien, había pasado muchas horas juntos, conocía cada uno de los negocios que llevaba a cabo, se dejaba aconsejar por lo que él decía y eso era muy importante para él, porque le hacía saber que era imprescindible. Que Rukawa acabaría dándose cuenta que no solo le necesitaba, sino que podía llegar a ser su pareja. No en vano se había esforzado durante esos cinco años en alcanzar aquel status, ser su primer secretario, disponer de un despacho, contiguo al de su jefe, teniendo bajo sus ordenes, tres secretarios, consideraba que los hombres eran más eficientes que las mujeres, además que sus preferencias iban encaminadas hacia ellos, y aunque luchaba por conquistar el corazón de Rukawa, no por ello dejaba de lado sus apetencias manteniendo una discreta aventura con él más joven de sus asistentes.

-No me ha respondido. -insistió.

-Donde yo estuviera trabajando no es algo que le interesara saber. -respondió finalmente Sakuragi.

-Comprendo... -vió que alzaba una ceja incitándole a hablar- No trabajaba y al reencontrarse se compadeció de su situación.

-¿Qué le hace pensar así? -Preguntó Sakuragi con una sonrisa burlona- O, ¿acaso piensa que Rukawa-san  -se expreso con formalidad al mencionarlo- no ha investigado mi pasado laboral? -le constaba que no se rebajaría a ese extremo, pero no le importo inducir a engaño a ese presuntuoso que se sentía por encima de él.

-No he querido decir eso -se apresuró a decir mirando hacia su jefe, quien inmutable asistía a la conversación que intentaba llevar, su silencio le animó a continuar, estaba seguro que con tiempo acabaría descubriendo algún secreto que amenace su presencia en la empresa, sin ser consciente que la única que estaba en peligro era la suya- Solo digo que es extraño.

-Miss Harris... -se volvió hacia la joven que asistía silenciosa al debate planteado por su compañero- Discúlpeme, si estoy siendo irrespetuoso, supongo que lleva trabajando para Rukawa-san bastante tiempo...

-Tres años... -le interrumpió.

-Y dígame, si quiere hacerlo. Mr. Fergusson... -le lanzó una mirada de soslayo- ¿también se ha interesado por su pasado laboral?

-No... -dudó unos segundos antes de seguir hablando, era consciente que el propio Fergusson estaba pisando sobre arenas movedizas sin darse cuenta, lo que ella dijera no podía perjudicarle más- No le interesa lo que las mujeres hagamos.

-¡Ah! -empezaba a tener sentido aquella arrogante conversación, supo que le estaba viendo como un rival. Se sorprendió porque en ningún momento, excepto esa mañana, había visto a Rukawa como un posible candidato a recomponer su corazón roto. Es más, se había hecho el firme propósito de cerrar su corazón a cal y canto al amor. Mr. Fergusson había lanzado su sedal contra una presa demasiado escurridiza y temía perder el control que creía poseer. Nunca antes había creído que Rukawa fuera gay, pero si ese pensaba que tenía alguna oportunidad con él, debía serlo. Comenzaba a comprender su actitud no le importó ayudarle a que siguiera hundiéndose, después de todo él no comenzó ese debate. Solo un estúpido no media sus propias fuerzas antes de lanzarse contra él. Sin conocer la fuerza de su contrincante y peor aún mostrarse ante Rukawa tal como era realmente.

-¿Ha ido mencionar la Y-COM*?

-Por supuesto, es una empresa que comenzó a funcionar en la década de los noventa, una fusión para el intercambio de seda de Yokohama con el intercambio de capullos de Maebashi. -Replicó con suficiencia- Mas adelante abarcó otros productos.

-Exactamente.

-¿Y...? -inquirió pretendiendo parecer interesado.

-Sabrá entonces que estas corporaciones precisan de empresas con una enorme experiencia en bolsa de valores que garanticen la necesidad de diversificar su cartera de inversiones, que ofrecen tarifas muy competitivas desde el primer contrato, ya sea para opciones, de contratos futuros o CFDs, por supuesto no se exige una cuenta mínima ni devengaran gastos en materia de comisión de mantenimiento.

-No sigo su razonamiento...

-¿Ha oído hablar de COJMOFF*?

-Es una empresa multinacional con filiales en todo el mundo, está especializada en bolsa de valores. Su actividad principal es la compensación y liquidación de futuros y opciones sobre el índice bursátil, también se especializa sobre acciones.

-Sí, se trata de una empresa que dispone de una enorme y variada disponibilidad de expertos en la materia con lo que sus clientes obtienen una mayor rentabilidad, especialistas que no necesitan estar en una oficina, sino que desde la comodidad de sus hogares pueden llevar a cabo operaciones a través del móvil o teléfono, scanner o internet. -era consciente que Fergusson seguía perdido añadió- Ya tiene la respuesta que buscaba. -le dirigió una mirada con falsa modestia, ese tipo continuaba fastidiándole el desayuno iba a conseguir que perdiera el control.

Mr. Fergusson se quedo mirándole ofuscado y ofendido, esos sentimientos solo duraron unos segundos, los que necesitó para pensar que una vez más estaba presumiendo, era imposible que alguien que hubiera trabajado para esa empresa dejara su puesto para ser un simple secretario.

Se levantó, dando por concluida aquella conversación, convencido que ninguno de los presentes había dejado de advertir que solo era un advenedizo. Cegado por su obsesión creyó ver que la mirada de Rukawa aprobaba su comportamiento, que había abierto los ojos respecto a ese trepador. Podía sentirse tranquilo, uno más que engrosaba la lista de despedidos.

-Voy a continuar con mi trabajo -dijo a modo de despedida.

Mss. Harris también se levantó dejándoles solos.

Rukawa desplazó su sillón, de ese modo no tenía que doblar la cabeza para verle. Sakuragi estaba muy tranquilo, parecía calmado, como si ese ataque hacia su persona le hubiera pasado desapercibido, sin embargo, había notado que tenía un tic que delataba su nerviosismo, su contrariedad, si Fergusson hubiera continuado, no dudaba que el carácter de Sakuragi hubiera entrado en erupción, lo que le sorprendía era el control que mantuvo durante esa conversación. Aún recordaba los cabezazos que solía dar cuando algo le molestaba.

Viéndole comer como si nada pasara pensó que Sakuragi había tenido razón en una de sus afirmaciones, nunca actuaba por impulsos, esperaba que con el trato diario llegaran a conocerse mejor ayudándole a curar su corazón herido.

En una ocasión había leído un artículo de una serie de puntos referentes a cómo sobrevivir a una relación rota, era algo así como diez pasos para olvidar a tu ex, verdad era que estaba refiriéndose a parejas heterosexuales, pero algunos de esos puntos podían aplicarse a Sakuragi, por de pronto él había hecho posible que unos cuantos de esos pasos fueran efectivos, evitándole primero, tener que llamar a un amigo para no tentarse y llamarle a él, aunque ese caso no se daría porque Sakuragi se sentía muy herido, segundo, caer en la tentación de cenas románticas con su ex, en el caso que el otro quisiera recuperarle y él se dejara tentar, tercero y cuarto eran muy parecidos, indagar acerca de él, a través de redes sociales, aconsejable darse de baja para evitar que amigos comunes le hablen de él o viera fotografías donde él este, quinto, romper sus fotos, hacerlo de un modo contundente, rotundo para evitarse dañarse a sí mismo mirándolas, solo así dejaría atrás los recuerdos, sexto, redecorar la casa, ese punto estaba fuera de discusión, él se había ocupado de darle la oportunidad de cambiar, nada de lo que vieran sus ojos podía recordarle a ese desgraciado, en su casa tendría ocasión de conocer otros aromas, ver otros objetos, olvidando así los recuerdos que tuviera, séptimo, no entrometerse en sus nuevas relaciones, ese punto, no se daría porque fue por esa razón que Sakuragi rompió con él, octavo, búscate a otro, ahí entraba él, haría todo lo posible para conquistarlo, noveno, no te acuestes con él, indudablemente esa posibilidad no iba a darse, él había puesto de por medio un océano para que no sucediera y decimo, borra su número, si se estaba dispuesto a llevar a cabo todos esos pasos solo quedaba borrar toda forma de contacto con su ex, si aparece en la puerta de tu casa, no le abras la puerta y si te pide una cita, no te duches, no te pongas guapo, lleva tu peor ropa para desanimarlo. -ese último punto le hizo sonreír.

-¿Te ocurre algo? -preguntó Hanamichi porque le vió como ido y sin embargo sonreía.

-Solo pensaba... ¿has acabado?

-Sí, ha sido todo delicioso.

Se levantó yendo hacia la mesilla donde estaban las carpetillas que tenía que leer, dispuesto a enfrascarse en su lectura.

Rukawa se dirigió hacia un telefonillo interno, había advertido que la posición del sol había variado durante los últimos minutos, por ello iba a informarse a que se debía el cambio de ruta.

-Buenos días, comandante -respondió a su saludo- ¿Qué novedades hay? -le escuchó unos minutos mientras asentía- De acuerdo, diríjase ahí si esa es su mejor opción. ¿Hay suficiente combustible? -En ese instante pensó que podían desembarcar en el aeropuerto más cercano- sabe que confío en su criterio. -Cortó la comunicación, vió que tres pares de ojos le miraban interrogantes- Tenemos un frente de tormenta. El comandante considera necesario evitarla, por lo que el viaje se alargara algunas horas más, cuando nos aproximemos al espacio aéreo de Chicago quedaremos bajo el control de sus controladores aéreos.

Sakuragi volvió su atención a la carpetilla que tenía abierta entre sus manos y se concentró en lo que leía, Rukawa ocupó su sillón tras el escritorio y también se ocupó de sus asuntos, su prioridad más importante era conseguir transporte para ser conducidos por carretera a su destino final, ese cambio de ruta le ofrecía una posibilidad en la que no había pensado al principio, en lugar de dirigirse a su apartamento en New York, irían a su casa en Staten Island, un lugar tranquilo y donde Sakuragi podía recuperarse del golpe recibido. Aquella era una buena solución, en el apartamento se hubiera sentido más solo, en cambio allí podía distraerse de muchas maneras. Una vez decidido abrió su correo y comenzó a enviar varios mensajes con las nuevas disposiciones, con la seguridad que serían cumplidas. 

Mss. Harris se entretenía leyendo un libro y Mr. Fergusson intentaba encontrar una fisura por donde penetrar en esa dura coraza que tenía ese pelirrojo, cavilando sobre el mejor modo de hostigarle sin descubrirse, no se daba cuenta que las miradas que dirigía hacia el pelirrojo a veces eran interceptadas por Rukawa que sacudía la cabeza con el ceño fruncido y una dura mirada que no presagiaba nada bueno.

Las horas pasaron cada uno inmerso en sus ocupaciones, ya fueran lúdicas o de trabajo, hasta que la azafata comenzó a disponer la mesa para servir la comida, cuando todo estuvo dispuesto, se fue acercando a cada uno para avisarles que podían ocupar su lugar en la mesa aprovechando para preguntarles cuál de los menús disponibles deseaban.

Al momento, dejaron todos para  acercarse a la mesa, más ninguno hizo intención de sentarse, hasta que su jefe lo hiciera.

Normalmente las compañías norteamericanas solían servir un gran menú que incluye carnes de gran calidad, ternera o pollo, una ensalada y helado, allí al ser un jet privado, la comida procedía de un catering al gusto del cliente.

Sakuragi al ser interpelado en ese sentido, quedo pensativo un instante, luego con una amplia sonrisa preguntó.

-¿Puedo acompañarla a la cocina y ver que tienen?

-Por supuesto, señor -respondió afable.

Desde su posición vieron como la azafata conversaba con Sakuragi y este acomodaba en dos montones las carpetas sobre su mesa de trabajo, cuando se dirigió a la cocina, Sakuragi siguió sus pasos, indudablemente hacia la cocina. Mss. Harris llevada por la curiosidad fue tras ellos ignorando el gesto de fastidio de su compañero.

-¿Dónde están los demás? -preguntó Rukawa quien al levantar la mirada de la pantalla de su portátil se fijó en el gesto irritado de Fergusson por lo que levantándose fue a su lado para saber que le incomodaba.

-Van a servir el almuerzo, al parecer Mr. Sakuragi necesita ver que es lo que hay -dijo con un acento venenoso- y Miss Harris le ha acompañado por solidaridad.

Mientras tanto en la cocina, Sakuragi miraba con atención los diferentes menús, todo se veía muy apetitoso, él podía darle un toque más atractivo.

-¿Tienen cuencos o platillos de postre? ¿Hoshi? Excelente!! -aprobó cuando la joven abrió un aparador enseñandole su contenido, en los cajones no solamente había cubiertos, sino también palillos sin estrenar.

En pocos minutos, Sakuragi fue distribuyendo los diferentes componentes de los menús en diversos platillos, dándole un toque oriental a todo, en los que destacaba el color de los diferentes alimentos, uno con trozos de carne guisada, otro con pollo asado, salchichas que troceo, uno con pimientos rojos, otro con zanahorias hervidas cortadas con forma de flor, tomates cortado en dados, ensaladas, rodajas de pepino y como plato principal arroz.

Mientras él se ocupaba se disponerlo todo, la amable azafata, que dijo llamarse Nancy volvió a la mesa quitando la distribución de tres de los platos y sus respectivos cubiertos ante la mirada curiosa de Rukawa, y la impertinente de Fergusson que ya no intentaba ocultar su irritación.

Mss. Harris cuando vió que allí nada más quedaba por hacer, fue a ocupar su asiento alrededor de la mesa.

No tuvieron mucho que esperar, Sakuragi llegó y se sentó con expresión satisfecha, Nancy lo hizo un par de minutos después llevaba consigo una carrito metálico, en cuyas bandejas había diversos platillos que fue dejando sobre la mesa, siguiendo las instrucciones de Sakuragi, al alcance de las tres personas que iban a degustar esa comida, también dejo una fuente con la comida que había solicitado Mr. Fergusson, quien no podía apartar la mirada de aquella variedad de platillos cuyos ingredientes se veían apetitosos, el colorido de los alimentos eran atrayentes a la vista.

-Humm... -Rukawa aprobó la cantidad y la cuidadosa entrega de alimentos, algo verde, verduras, algo blanco, arroz, algo rojo, tomates y pimientos, dos variedades de carne, salsas y caldo- Itadakimasu -exclamaron al mismo tiempo.

Solo entonces tomaron sus palillos y comenzaron a comer, Mss. Harris siguió su ejemplo.

Mr. Fergusson se había servido una carne guisada con patatas, zanahorias y guisantes, el típico menú que servían los catering para los vuelos de las diferentes líneas aéreas que surcaban el cielo sobre las ciudades americanas. Por cortesía hacia su jefe, no hizo ningún comentario para enterarse que había sido aquello que dijeron. Se sentía molesto cuando hablaban en un idioma que no comprendía y como si ese pelirrojo se hubiera dado cuenta comenzó a hablar en japonés, siendo respondido de igual modo, aunque la conversación no era muy fluida, frases cortas, dichas tras cortos silencios en los que los dos degustaban su comida, ajenos a la presencia de los demás, como si estuvieran los dos solos.

Al cabo de un rato, Sakuragi como si fuera consciente de su descortesía pidió disculpas a Mss. Harris incluyéndola en su conversación. En cambio a él continuó ignorándole.

Nancy estaba pendiente de cada uno de ellos, a solicitud del pelirrojo puso una botella de vino sobre la mesa, Sakuragi sirvió la bebida a Mss. Harris y a Rukawa, hizo intención de servir a Mr. Fergusson, más este negó, no solía beber con las comidas, pensaba que solo así Rukawa vería que era un buen tipo, que podía aspirar a ser su pareja porque no tenía vicios detestables. Nunca bebía en horas de trabajo, si bien, durante el fin de semana solía dejarse llevar por la tentación tomando un par de whiskies. Observó sorprendido que Rukawa servía vino al pelirrojo, preguntándose si él mismo no podía haberlo hecho, durante el resto de la comida no dejo de notar esa curiosa actitud, ninguno de ellos se servía a si mismo, que extraña costumbre, acabo diciéndose.

Aunque sus raciones de comida eran pequeñas, dieron cuenta de todos los platillos que tenían delante, además la azafata iba llevándoselos  a medida que se vaciaban siendo repuestos por otras raciones.

Al final de su comida, los dos tomaron en sus manos sus cuencos con caldo que aún se mantenía caliente y lo bebieron. Mss. Harris que no perdía detalle de sus actitudes, siguió su ejemplo.

De postre los tres se decantaron por flan.

-Gochisōsama deshita -exclamaron cuando concluyeron mirándose con expresión satisfecha.

Mr. Fergusson se levantó una vez que concluyó con una excusa que nadie se creyó, pero que dieron por buena, tal vez porque solo así se libraban de su presencia durante el rato que se mantuvo la sobremesa, en la que los tres disfrutaron tomando, Mss. Harris café y ellos té.

Mientras ellos prolongaban la sobremesa, una mirada airada no se apartaba del pelirrojo, sintiendo por primera vez que estaba perdiendo lo que tanto le había costado conseguir, aunque Mr. Rukawa no hablaba mucho cuando se trataba de conversar, estaba notando que sus miradas hacia su amigo tenían una expresión que no era capaz de identificar, dándole la impresión que tenía que darse prisa en deshacerse del pelirrojo. Tenía que encontrar alguna brecha que le permitiera el acceso a sus más oscuros pensamientos, estaba seguro que él no se libraba de tener algún trapo sucio para ventilar. Disfrutaría mucho cuando pudiera descubrir que ocultaba, porque no tenía dudas que era así, lo veía en su mirada, en esa mirada como furtiva, que a veces según a quien se dirigiera tenía un brillo diferente. Brillaba cuando se dirigía a Mss. Harris, sombría cuando se posaba en Rukawa, alerta cuando le miraba a él. Esos indicios le daban la seguridad que callaba algo. ¿Qué? No dudaba que lo averiguaría enseguida. Tenía medios para saberlo. Solo necesitaba estar en su oficina y ponerse en contacto con cierta persona que hacía algunos encargos para él, cometidos que él no podía llevar a cabo a riesgo de perder todo lo que había conseguido en esos años.

Ninguno de los tres parecía tener prisa en retomar sus correspondientes tareas, sobre todo le asombraba que Rukawa dejara su trabajo abandonado, era la primera vez que no lo anteponía a lo demás, seguía atento a la conversación que Mss. Harris y ese pelirrojo mantenían, como si nada más importaba.

La voz del comandante a través de los altavoces, avisó que estaban aproximándose al Aeropuerto de O'Hare y que ocuparan sus respectivos asientos mientras se procedía al aterrizaje.

La aproximación al aeropuerto se mantuvo durante la última media hora, Rukawa dejo que Sakuragi ocupara el asiento junto a la ventanilla, él ocupó el que quedaba a su lado, Mss. Harris ocupó uno de los asientos del otro lateral del avión, también junto a la ventanilla, Mr. Ferguson lo hizo detrás de ella, junto al pasillo.

Sakuragi se mantuvo durante ese tiempo mirando el exterior, asombrándose de la magnificencia del paisaje que se deslizaba ante sus ojos, desde aquella altura parecían casitas de juguete, como una maqueta con sus calles y casas, con sus coches circulando, parcelas rectangulares en cuyo verdor destacaban los tejados de las casas, que aumentaban de tamaño a medida que se iban aproximando, la tierra estaba cada vez más cerca, hasta que finalmente se sintió como el tren de aterrizaje hacia contacto con la pista y comenzaba carretear aproximándose a un hangar y deteniéndose a prudencial distancia.

Se soltó el cinturón y se dispuso a recoger su maletín, guardando su portátil, haciendo lugar a las carpetas que había recibido de Rukawa.

Nancy llegó trayendo sus respectivas chaquetas, entregándole la suya.

-Gracias..., ha sido un placer conocerte.

Minutos después Rukawa descendía las escalerillas, dirigiendo sus pasos hacia una limusina negra que se había acercado, cerca dos coches más esperaban. Media docena de hombres, todos vestidos de negro, esperaban junto a los coches, tres de ellos mantenían las portezuelas abiertas.

Rukawa se volvió deteniendo con su gesto a sus acompañantes.

-Mss. Harris, me tomaré un par de días libres, estaremos en contacto a través de videoconferencia, cualquier urgencia que me sea comunicada de inmediato.

-Le recuerdo que el viernes, le esperan para la firma de la escritura. Será a las nueve, y a las once tiene que encontrarse con Mr. Foster y su abogado.

-No lo he olvidado, dígale a Morrison que quiero que esté presente. -hizo un gesto a uno de los hombres que se acercó.

-Por aquí, señorita...

Mss. Harris le siguió tras despedirse.

-Sakuragi, espérame dentro, enseguida partiremos. -dijo sin volverse hacia él, que estaba ubicado a su derecha, en cambio su mirada estaba fija en Fergusson, cuando tuvo la seguridad que él no le escucharía comentó con frialdad- Quiero que vaya a la oficina, revise toda la documentación que tenga pendiente y la deje sobre su mesa, luego recoge todos sus efectos personales y se dirige a Caja donde le serán abonados....

-¿¿¿Qué...??? ¡¡Me está despidiendo, no puede hacerlo!! No le he dado ningún motivo... -su mirada se desorbitó al oírle, creía que estaba en medio de una pesadilla.

Rukawa dio un paso hacia él, bajando aún más su tono de voz que sonó acerada.

-Nadie... nadie ataca a Sakuragi y queda impune... debiste pensarlo antes de actuar como lo hiciste. Tu soberbia, tu engreimiento te ha perdido, pero no creas esto es un impulso por mi parte. Has sobrepasado demasiados límites conmigo, este ha sido el último. -Apartó la mirada de él, volviéndose hacia uno de sus asistentes- Cooper, ocúpate de él, acompáñale hasta la oficina y que la desocupe, que no se lleve nada que no le pertenezca. Que reciba la indemnización que le corresponda y que entregue también las llaves del coche.

-Sí señor.

Rukawa le dirigió una vez más su fría mirada que le dejo inmóvil de la impresión, sin palabras y sin poder reaccionar, nunca antes había experimentado algo así.

Rukawa se subió a la limusina que esperaba, en su interior Sakuragi se preguntaba sobre que estarían hablando, el rostro descompuesto de Fergusson le dio la respuesta, se recostó en el asiento esperando al  imperturbable Rukawa, quien dándole la espalda acortó la distancia que le separaba de Sakuragi, se introdujo dentro sentándose a su lado, la portezuela fue cerrada cuando se acomodó, momentos después el conductor circulaba por la pista hacia la salida.

Ninguno de los dos habló.

 

 

El viaje en carretera se hizo cómodo, dentro de la limusina disponían de comida y bebida fresca, Rukawa parecía estar cansado, como si la noche pasado no hubiera dormido y él se sintió culpable porque con toda seguridad le había quitado su cama, si bien era tan grande, que hubieran podido compartirla, apenas tuvo ese pensamiento, recordó en qué condiciones había despertado, miró hacia la ventanilla como si quisiera ocultar su rostro a su compañero cuyos parpados caían demasiado a menudo.

Finalmente, le quito de las manos el ordenador, dejo libre el asiento para que se recostara y poniéndose serio dijo.

-Descansa.

-No puedo... tengo que terminar de revisar ese contrato. Quieren que se firme antes de acabar la semana y...

-Yo lo haré por ti. Si tengo alguna duda te despertaré ¿sí?

Asintió agradecido. Apenas cerró los ojos se quedó dormido.

Sakuragi le miró un rato, se le veía tan tierno dormido, tan confiado a él que sintió que había tomado la decisión correcta.

Pasaron la noche en Cleveland, en un motel de carretera para continuar al día siguiente con rumbo desconocido, ya que por palabras de Rukawa se trataba de una sorpresa. Solo consiguió saber que formaba parte de uno de los distritos metropolitanos de Nueva York.

Rukawa deseaba que llegaran de día para que pudiera ver por sus propios ojos el lugar, por ello, hicieron noche en Cleveland luego de muchas horas de estar en la carretera, pero contando con el largo viaje que tenían por delante iban dos conductores que se intercambiaban cada seis horas evitando así el cansancio físico de estar pendiente de la carretera. La siguiente noche la pasaron en otro motel en las proximidades de Williamsport, muy próximo ya de su destino, llegarían a casa a primera hora de la tarde, después del mediodía.

Ellos también se turnaban para descansar, durante esos dos días Rukawa tuvo ocasión de conocer al auténtico Sakuragi, aquel chico que él había conocido ni siquiera se le parecía, aquella torpeza que le hacía tan atrayente y su inocencia eran una manera de ocultar su verdadero yo, ese que estaba vislumbrando cada vez que le oía hablar.

Sakuragi tenía el don de la palabra, se expresaba con fluidez, hablaba con conocimiento de causa, cual pregunta que le hiciera contestaba sin una duda, sin titubeos expresaba su parecer, comprendió que poseía unas cualidades que no eran adquiridas, sino algo innatas de él.

Quería saberlo todo de él, sin embargo callaba, aún era pronto para hacer preguntas. Sabría esperar el momento oportuno. Tantas horas juntos y sin otra cosa que hacer Sakuragi debió notar la curiosidad en su mirada y comenzó a hablar sin que le preguntara, lo que no consiguió Fergusson se lo dijo a él.

-Hace cinco años que comencé a trabajar con COJMOFF, al principio, era demasiado joven y no me tomaban muy en serio, les demostré de lo que era capaz de hacer, modestamente, mis conocimientos abarcan bastantes áreas, tal como dije poseo memoria fotográfica y cualquier cosa que leo soy capaz de repetirla, pero al mismo tiempo lo analizó todo, así que en el transcurso de los meses, hice un par de predicciones que se cumplieron, fue algo casual, una reunión de la empresa, me encontraba hablando con un compañero y un jefe me escuchó y cuando paso, me trasladaron a mi actual trabajo. Al principio, me asignaron dos o tres clientes, ahora mi cartera de valores abarca un amplio abanico de clientes, puede decirse que mis servicios son muy solicitados.

-¿Y lo has dejado todo?

-¿He dicho que lo he dejado? -sonrió al fijarse en la expresión sorprendida de su rostro, por una vez había conseguido que saliera de su imperturbabilidad- Aquí... -posó la mano sobre su portátil- está todo lo que necesito para trabajar. No pienses que tu trabajo no es apreciado, te agradezco que me dieras esta oportunidad y ten la seguridad que no te fallaré en las tareas que me pidas que realice.

Rukawa se limitó a asentir, luego volvió el rostro hacia la ventanilla y dijo:

-Ya estamos en casa.

En aquel momento el coche ascendió por un paso de adoquines traspasando una verja y adentrándose en una rotonda para finalmente detenerse.

Sakuragi ni siquiera esperó que le abrieran la portezuela, lo hizo él y salió al exterior, su mirada se detuvo en todo el entorno, luego se volvió hacia Rukawa.

-¿Vives aquí?

-Habitualmente, no.

-Me gusta... -y su mirada se perdió en el cuidado jardín y en aquel bosque de árboles que impedía ver la calle. El entorno era precioso.

Rukawa supo que había acertado al llevarle allí. Aquella era la casa que había comprado pensando en la persona de la que estaba enamorado.

Continúa en el próximo capítulo...

Paz

Notas finales:

Y-COM*: Yokohama Commodity Exchange (Y-COM) was a futures exchange based in Yokohama, Japan which operated from 1998 to 2006. The exchange was formed in 1998 from the merger of the Yokohama Raw Silk Exchange and the Maebashi Dried Cocoon Exchange. (Datos extraídos de Wikipedia).

COJMOFF* esta empresa no es real, fue creada por mí para este fic, Corporación del Mercado Japonés de Futuros Financieros (Corporation of the Japanese Market of Finantial Futures, sus siglas COJMOFF), tiene sucursales en todo el mundo y cambia una de las letras según el país al que pertenezca.

 

Diez pasos para olvidar a tu ex. Por Elle vie, 6 may 2011 12:00 Datos extraídos de yahoo, tendencias. Amor y sexo.

 

Itadakimasu: siempre se dice antes de comer, literalmente quiere decir "Voy a comer", pero puede traducirse como "servido" o "buen provecho".

 

Gochisosama: su traducción es "ha sido una buena comida", se dice después de comer.


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