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Lost paradise. por black_phenix

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Notas del capitulo:

Sinceramente, lamento hacerlos esperar. Problemas con mis musas. Las muy tacañas no me querian dar ideas. En fin, sólo dare el aviso de que quizas no actualice ninguna de mis historias sino hasta dentro de dos semanas. Problemas con mi mundo real.

 

Gracias por leer.

 

The Shadows of Noon.

 

 

 

 

 

 

 

 

“Un libro jamás debe ser juzgado por su portada, puedes encontrarte a un fiero león entre sus páginas”.

 

 

 

 

 

 

 

 

Hogwarts, salón de D. C. A. O, 11:34 am.

 

 

 

 

Un corto y muy leve suspiro escapo de sus finos labios con perenne suavidad, a lo que se dejaba caer hacia atrás en su cómodo asiento, abstraído en el artículo del diario amarillista en sus manos. Sus ojos releyeron las palabras con un brillo dividido entre la diversión y el enojo, fijándose principalmente en los gestos entre elegantes e incitantes  que hacía la imagen, repitiéndose una y otra vez. La bella pelirroja parecía ansiosa de darle un guiño coqueto, darle un beso e invitarlo a la cama, de decirle muchas cosas sucias al oído. Increíble, se dijo, lo que puede provocar una simple fotografía. Alzo sus labios en una sonrisa irónica, mientras lanzaba sin cuidado alguno El Profeta hacia la crepitante chimenea, cual dicha llama se torno azul. Las hojas se quemaron con lentitud, algo que de alguna manera le hizo deleitarse hasta quedar completamente satisfecho.

 

 

 

 

 

—Así que has vuelto, Ginevra Weasley, ¿eh? —Murmuro para sí, con un tono entre indiferente y enojado. Realmente no podía creer el descaro de la Weasley al decir tales bajezas a los malditos periodistas, que de inmediato los habían relacionado por su antiguo noviazgo en el colegio, antes de que la guerra explotara. Noticia que había ido de viaje por todo el Mundo Mágico. En realidad no le importaba lo que se dijese, o lo que particularmente ella dijese, dado que no había forma alguna en que volvieran a tener algo que los relacionase de nuevo. Y menos cuando ella fue una de las auspiciadoras del casi asesinato de sus hijos nonatos—. Hay que ver lo idiotas que pueden ser algunas personas. Esto no es algo que debería  sorprenderme…

 

 

 

 

—No es como si no fueras acosado y casi violado todos los días como para que te sorprendas por la noticia de que tu ex–novia ha vuelto y ha apuntado sus ojos a tus bolsillos. Creo que extraño seria todo lo contrario—Dobby hizo acto de aparición junto a una bandeja con varios bocadillos y dos tazas de café. Harry sonrió de lado, divertido por el filoso comentario del elfo. Para gusto de Harry, Dobby se había soltado un poco más desde que habían llegado a Hogwarts. El elfo acostumbraba a ser reticente cuando había muchas personas alrededor, cosa que no terminaba de ayudarle a desenvolverse como él así lo quería. Ahora sus comentarios se habían hecho incluso más filosos que antes, con eso de estar rodeado de estudiantes indecentes y promiscuos—. Disculpa por ser un poco insolente con esto, Harry, pero esa chica en verdad se comporta como una verdadera zorra.

 

 

 

 

 

Harry alzo las cejas, con las comisuras de sus labios extendidos tras la taza de café: —No es mi problema el cómo decidas decirle, Dobby, y tampoco es como si estuvieras diciendo alguna mentira al respecto. Lo único que te pediría es que tuvieras un poco más de cuidado al decir eso, y mucho más delante de Ronald. Por muy desentendido que este de su hermana, sé muy bien que continua preocupándose por ella. Si no lo hiciera ya no sería Ronald Weasley. —Le advino, sonriendo, mientras dejaba la taza de café sobre el escritorio. Dobby se encogió de hombros. Ese gesto del elfo nunca dejaría de hacerle gracia—. También te puedo asegurar que no eres el único que piensa de esa manera de la tan honorable jugadora. La última clase que tuve, la de los Ravenclaw y Gryffindor de quinto año, estuvo todo el rato cuchicheando y mirándome entre temerosos, enojados y algo celosos. —Dobby le dio una mirada significativa, que Harry respondió haciendo un gesto indiferente. No es como si estuviera mintiendo, se dijo, lo que realmente daba miedo es que estuvieran celosos de ella por haber tenido algo conmigo. Controlo un leve escalofrió que le vino por el pensamiento de sus estudiantes acosándole—. Pues, como decía, al parecer la no tan muy señorita Ginevra Weasley  ha mantenido sus ojos en cuantiosas fortunas a lo largo de los años. No hace unos tres años atrás tuvo un amorío de corto plazo con el jugador búlgaro retirado, Víctor Krum, quien es el dueño del equipo para el que juega. Al parecer sus diferencias y gustos eran bastante distintivos. No duraron ni un año en romper. Y el último con el que estuvo relacionado era un tal Ilgraham Stophel, un empresario mágico de gran éxito, que si no recuerdo mal es uno de los accionistas de la empresa automotriz, The Wolf Fang, que tenemos en Estados Unidos. Mantenían una relación estable desde hacía algunos años, pero al parecer las cosas no eran tan buenas como se vislumbraban ante la prensa. No hace un par de meses que terminaron por que Stophel la encontró en su propia cama revolcándose con su secretario, que resulto también ser su amante. Algo complicado debo decir. 

 

 

 

 

 

—El Mundo Mágico es complicado por sí solo, Harry, y más por sus antiguas leyes y los pocos cambios que hace el Ministerio de Magia. Para los magos lo primordial es su descendencia, luego de eso cada pareja puede hacer, en caso de que no exista cariño o amor, lo que se le pegue en gana con sus vidas.  Como te dije, el Mundo Mágico ha aceptado pocos cambios a lo largo de las eras: como el retiro de leyes que abalaban de alguna forma la poligamia, que era muy usada hasta que los magos sangre pura la catalogaron como indecente, promiscua e inmoral (eso porque se enteraron que los Muggle’s la utilizaban). Ese fue el primer paso para que las familias nobles comenzaran a tener sus fachadas de familias felices que siempre usan. Lo que ahora es nombrada como “La máscara de Slytherin” —Harry alzo las cejas completamente sorprendido. Dobby sonrio de esa manera muy suya, donde su sonrisa se extendía de oreja a oreja en una forma muy perturbadora—. Los elfos domésticos siempre han tenido que saber sobre muchas cosas para estar preparados por si algo se le llegaba a ofrecer a sus amos. Por supuesto, esto no es de conocimiento público. Si lo fuera, los elfos serian considerados como una amenaza por su conocimiento. Lo único malo es esa actitud auto-inflexiva  que nos gastamos cuando sentimos que hacemos algo mal.

 

 

 

 

—Oh~ —Exclamo con algo de sorpresa—. Por cierto, Dobby, ¿para quién es la otra taza? Pensé que era tuya.

 

 

 

 

—No. Esa es para el señor Weasley, que está en la oficina de la directora terminando de hablar alguna cosa. Me cruce con sus hijos de camino hacia acá. Se dirigían hacia las mazmorras, de seguro a visitar a los gemelos.

 

 

 

 

—Se han hecho muy buenos amigos en poco tiempo. Me alegro—murmuro, con la mirada perdida en el techo. Dobby le observo con algo de pena. Harry no había hecho ningún amigo en los años que estuvo oculto, puesto que había perdido la confianza para relacionarse con otros de esa manera. Razón principal del porque nunca había hecho pública su relación con las empresas. Al menos, se dijo al notar la sonrisa puesta en aquellos labios, existen los buenos amigos como el señor Weasley—. Oh, sí, Dobby. Con relación al Contrato Mágico, ¿encontraste el problema?

 

 

 

 

 

Dobby se tenso de forma imperceptible. Aun no le había explicado nada de eso a Harry, y según entendía de los gemelos ellos querían mantener eso en secreto hasta al menos descubrir de qué iba toda la cosa. Trago algo forzado, sonriendo con nerviosismo. Nunca le había mentido a Harry, y el contrato lo prohibía estrictamente. Esos dos se la pagarían después de eso. Mira que obligarle a mentirle a su amo.

 

 

 

 

 

 

—Mmm… No. que va. Resulto ser un residuo común del anterior contrato. Como estuve un tiempo sin amo, y obtuve un amo sin preparativos previos con mi magia, esta dejo un leve hueco que me unía aun al antiguo contrato, el cual entraba en efecto cuando estuviera cerca de uno de los Malfoy. No es algo de lo que hay  que preocuparse. El hueco desaparecerá eventualmente. —Harry noto algo extraño en ese comportamiento evasivo, pero no dijo nada al respecto. Si Dobby no quería decirle lo que sucedía, no recurriría al contrato; eso sería muy hipócrita de su parte. Además, confiaba plenamente en el criterio de este. No por nada lo había estado ayudando todos esos años con el manejo de sus empresas y el cuidado de sus hijos—. B-Bueno, Harry, me retiro. Quede… ¡Quede con Winky para enseñarle algunas cosas…! Con eso de que debo prepararla antes de que realicen el contrato. Sí, eso… bueno, no vemos luego.

 

 

 

 

 

Harry soltó una leve risilla por la manera tan obvia de escaquearse que Dobby tenía. Parecía que le era un suplicio siquiera intentar mentirle. Se compadecía de lo que fuese que estuviera haciéndolo mentir.

 

 

 

 

 

—Un Galeón por el significado detrás de esa sonrisa. —Ron se adentro al aula, dirigiéndose directamente hacia el escritorio, ocupando asiento en uno de los costados, en la silla que Dobby acostumbraba utilizar. Harry le saludo con cordialidad, extendiendo una sonrisa a lo que le apretaba la mano.

 

 

 

 

 

—No es nada. Sólo que Dobby está tratando de ocultarme algo, pero le resulta difícil revelarse contra el contrato mágico Amo/Sirviente para hacer tal cosa. Es la primera vez que lo intenta, y estoy seguro que algo tienen que ver los gemelos. No haría tal cosa por otra persona que no fuesen esos dos. —Ron alzo una ceja por la sonrisa que reposaba en sus labios—. No puedo negar que tengo curiosidad, pero no me inmiscuiré. Ya me contaran cuando se les entre la gana, o cuando algo les haya salido mal. Y, dime, ¿de qué hablabas con la directora?

 

 

 

 

 

—La curiosidad malto al gato. —Dijo con solemnidad, completamente serio. Harry sonrió, pero al ver que Ron no bromeaba opto por su arma secreta—. ¡Oh, por Merlín! ¿Aun usas eso? Ten en cuenta que soy padre soltero, ese tipo de artimañas dejaron hace mucho tiempo de funcionar conmigo. —Harry tenía ojos de perro puesto para matadero. Ojos grandes, brillantes y con los verdes que eran le daban un aire de ternura y soledad—. No… No te funcionara, Harry. Así que déjalo estar.

 

 

 

 

 

—Oh, vamos, Ron. Ni que te le hubieras propuesto a McGonagall para ser su nuevo conyugue. —Un escalofrió los recorrió a ambos de pies a cabeza. Ron le dio una mirada envenenada mientras Harry reía desconsolado por la indignada mueca en el rostro de su amigo.

 

 

 

 

 

—Gracias por dejar imágenes tan perturbadoras navegar por mis pensamientos. —Dijo sarcásticamente, dándole un largo sorbo a su café—. Con lo de McGonagall—un leve estremecimiento—, sólo estuve pidiéndole un permiso especial para mis hijos. El que yo venga de visita es algo común, dado que te visito a ti, pero mis hijos son otra cosa. Ellos se adentran y exploran terreno escolar que no deberían sino hasta que entren a Hogwarts, y pasan bastante tiempo en territorio Slytherin para gusto de cierto gilipollas.

 

 

 

 

 

—Sí. Cierto gilipollas que te trae desde hace unos días de cabeza. —Harry sonrió cuando la nariz de su amigo se arrugo en un gesto asqueado e indignado. No hacia menos de cuatro días desde el encuentro con el jefe de Casa de Slytherin y Ron se produjo, donde al parecer Blaise Zabini desarrollo cierta fijación por Weasley, dado que lo había estado acosando desde entonces, literalmente, cosa que indignaba en sobremanera al pelirrojo. Harry no creía nada de eso —. Oh, Ron, por Merlín. Deja de negar el que Zabini te atrae de cierta forma, y que el asunto es lo mismo a lo inverso, y se nota a kilómetros. ¿Qué te hace querer rechazarlo? ¿No eras tú el que quería iniciar una nueva relación, y que particularmente fuese con un hombre?

 

 

 

 

 

—Es que me saca de mis casillas con eso de que se crea mejor que nadie y que puede tenerme a sus pies cuando se le dé la reverenda gana. ¡Y ese gilipollas no me gusta! —Harry soslayo la mirada por el gesto tan infantil de su amigo—. Incluso se las ha ingeniado para caerles bien a los pequeños… Incluso les pidió permiso para comenzar a salir conmigo. ¡Incluso Hugo me dijo que debía salir con él, que me daba todo su apoyo! —El rostro de Ron reflejaba una indignación fingida, puesto que sus mejillas coloradas desmentían todo aquel falso enojo.

 

 

 

 

 

 

—Según recuerdo, Remus y Sirius me comentaban mucho que mi padre tenía esa misma actitud con mamá. Quería atraerla usando y resaltando lo que todo el mundo veía en él, cosa que mamá literalmente odiaba. Zabini no parece pensar diferente. Le interesas, y parece que es real. Si de algo te sirve, lo investigue un poco con los estudiantes y algunos docentes. Aseguran que es el más responsable de los profesores, y que nunca ha tenido pareja desde que ingreso aquí como profesor, tampoco se ha escaqueado para tener encuentros o roces de índole sexual—Ron se removió algo incomodo por la sonrisa divertida de Harry. Puede que Zabini le gustase un poco. Siempre le había atraído ese chico, de alguna forma, desde sus tiempos de colegiatura. Sentimiento que había permanecido muerto, desde que se caso con Lavy,  hasta que se reencontraron aquella mañana—. Vamos, Ron, que hasta Neville reconoce que el chico es un pan de Dios. A ver, dime, ¿qué fue lo que te regalo hoy?

 

 

 

 

 

Ron le dio una mirada de pistola, con las mejillas levemente encendidas. Rebusco en el bolsillo de su simple y galante túnica, hasta sacar una cajita d terciopelo azul: —No sé porque se toma tantas atribuciones que no le he permitido. —Murmuro mientras abría la caja y dejaba ver un hermoso anillo con runas, con un zafiro azul en el centro, sostenido por dos fauces de serpientes. Harry hizo un gesto de sorpresa—. No te sorprendas. Aunque es caro, y es de mi completo gusto, Zabini se tomo las molestias de modificarlo y convertirlo en un traslador. En el momento que me lo ponga me llevara, al mismo tiempo que a él, a algún lugar paradisiaco para disfrutar de una amena cena para un día especifico. Precisamente este domingo. Al menos eso es lo que explica su carta.

 

 

 

 

 

— ¿Y no te parece suficiente con eso? No cualquiera se toma tantas molestias para un polvo ocasional, Ron. Si él hubiese querido eso te lo hubiese dicho de frente, o te lo hubiera planteado de alguna manera antes de siquiera comenzar a darte regalos caros—Alzo las cejas de forma sugestiva—. Al menos dale el beneficio de la duda. Quizás y las cosas resulten bien para ti…

 

 

 

 

 

 

—Se la daré…—dijo con el ceño fruncido, mirando a Harry con desaprobación por la mueca desolada que había hecho—, cuando tu decidas por fin terminar todo este estúpido asunto que has decidido dejar inconcluso. Habla de una maldita vez con Malfoy y resuelvan sus problemas. No lo hagas por ti, si no quieres, pero me parece bastante injusto que Elliot y Morgan se vean limitados en su relación con su hermano pequeño porque tú no te decidas, por fin, a darle un final a esa vieja historia. Cuando confirmes que eso realmente pasó por labios directos de Malfoy, en ese preciso momento te darás la oportunidad de amar de nuevo, de comenzar una nueva relación con alguien que realmente te aprecie. ¡Joder, hermano, que lo necesitas!

 

 

 

 

 

—Es difícil…—musito con suavidad luego de que Ron callara. Sabia a la perfección que su pelirrojo amigo tena toda la maldita razón, su propio subconsciente se lo vivía gritando—. Es difícil enfrentarse a la realidad, Ron. En el momento que lo escuche decir todo aquello sentí que mi mundo se había derrumbado cuan falso era, pero más de la mitad de las piezas quedaron fijas en el rompecabezas que habíamos armado. Lo que vi y escuche fue a distancia, jamás con su mirada fija en mi. Por lo que me he sentido de alguna manera protegido. Pero si le hago frente, sé con perfección que me autodestruiré.

 

 

 

 

 

—No sabrás hasta que no intentes… No insistiré. Sólo… Sólo piénsatelo. —Cuando Harry pareció recuperarse un poco, sonrió, tronándose el cuello antes de dar un pase de varita al escritorio, haciendo que todo sobre este desapreciara y fuera reemplazado por algunos pergaminos en blanco y unos tinteros—. ¿Te parece si comenzamos? Ya tenemos las posibles respuestas para las ocurrencias de los entrometidos reporteros esos, sólo falta hacer tu discurso.  La presentación en el ministerio  es en dos días y nosotros que no podemos terminarlo….

 

Harry asintió en silencio, sumergido en ciertas ideas tontas donde Draco le decía que todo era mentira y podían volver a juntarse de nuevo.

 

 

 

 

 

Je~... Incluso soñar era doloroso.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

—37—

 

 

 

 

 

 

 

 

La habitación estaba iluminada, como tantas otras, por la luz tenue que se colaba por las ventanas artificiales puestas en las mazmorras, dándole un toque entre rustico y elegante. Bastante acogedor.  En cierto caso, el escenario era curioso. Las tres camas, endoseladas con cortinas de un verde pragmático, estaban ocupadas por sus respectivos dueños y allegados. En la primera cama, aquella que quedaba más cerca de la entrada, se encontraban Morgan y el pequeño Alex (que no hacia menos de veinte minutos que había arribado junto a su pequeño hermano). En la cama del centro se encontraban, bastante cerca para peculiaridad de cualquiera, Scorpius y Teddy, quien se había prácticamente mudado a Slytherin. Y en la última, pero no menos importante, se encontraba Elliot, siendo acompañado por Hugo, quien estaba jugando Spider, en la laptop.

 

 

 

 

 

El silencio era participe entre todos. Elliot se encontraba leyendo una carta, dejándoles a todos con los nervios a flor de piel. Si no tenían el apoyo de esa persona, todo podía darse por acabado. Después de largos y tensos minutos, Elliot alzo el rostro, con una gran sonrisa plasmada en sus labios.

 

 

 

 

 

—Tenemos al tío Ron de nuestro lado. —Con eso, un suspiro en conjunto se dejo escuchar. Habían enviado una carta a Ron, quien se había ganado de forma extraña su confianza, para contarle con lujo de detalles sus suposiciones con respecto al problema que venía desde hacía días aquejándoles. Al parecer él también se sentía desconcertado por algunas lagunas entre las historias—. Sólo nos queda comenzar el plan.

 

 

 

 

 

—Ser mejor hacerlo mañana mismo. El sábado papá tiene que hacer esa entrevista junto con nosotros en el Ministerio de Magia. —Morgan soslayo la mirada de forma aburrida y fastidiada. No le gustaba darse a notar mucho, y con eso que su papá había prometido con el Ministro inglés su existencia se haría más participe en la jodida sociedad mágica. Qué bien, se dijo con sarcasmo, más malditos acosadores para nuestro repertorio. ¿Por qué coño no Salí parecido a un ogro? —. Debemos de avisar al tío Ron para que se prepare, y tu Scorpius debes enviar la carta al señor Malfoy. Los Trasladores ya están preparados, sólo es cuestión de programar el lugar al que los llevara y  de tomar los lugares que nos toca a cada uno. ¿El tío Ron dice que lugar nos sería más útil de todo el castillo?

 

 

 

 

 

Elliot volvió su vista a la carta en sus manos, asintiendo con rigidez.

 

 

 

 

 

—Dice que el Sauce Boxeador, que se encuentra cerca de los jardines, cubre una entrada secreta que lleva hacia una casa abandonada fuera del pueblo, cerca del bosque prohibido. La Casa de los Gritos. Sólo hay que ponerle un Petrificus Totallus, o presionar un nudo que está cerca de las raíces. Nadie lo conoce, puesto que es uno de los secretos del castillo mejor guardados. —Sonrió  no del todo contento, pero al menos satisfecho —. Es más que suficiente para lo que requerimos. 

 

 

 

 

 

 

—Ten en cuenta, Elliot… —intervino Teddy, algo preocupado. Su cuerpo se notaba bastante tenso—, que mi padrino nos dejara sin culo en el momento que descubra algo de esto. Según entiendo ellos dos se cortarían la yugular con sólo una mirada. Y teniendo en cuenta que Harry es el puto salvador del Mundo Mágico, esto sería algo a lo que estuviese acostumbrado. Se nos escaparía como si de un juego se tratase, o nos atacaría cuando bajemos la guardia.

 

 

 

 

 

 

—Es por eso que tú y tus poderes de Metamorfomago entran en la cuestión, mi querido Teddy. —Scorpius sonrió de manera oscura, haciendo que Teddy sintiera escalofríos. Elliot y Morgan sonrieron de la misma manera. Scorp rebusco bajo su almohada, sacando una revista—. Como puedes ver, ya teníamos previsto esto por si cavia la posibilidad de que los necios de nuestros padres no entraran en razón. —Comenzó a hojear la revista, parando con una pequeña exclamación en una de las hojas—. Como puedes observar, este tipo de productos es esencial para nuestros planes. Lo malo es que somos menores de edad como para siquiera pedirlo, o salir a comprarlo. Por eso te necesitamos….

 

 

 

 

 

 

— ¿Sortilegios Weasley? —Musito incrédulo al leer de que tienda provenía lo que comprarían.

 

 

 

 

 

—El tío George nos ayudaría, pero no creo que debamos inmiscuirlo en esto por si algo llegase a salir mal. —Dijo Alex, con inocente voz.

 

 

 

 

 

 

—Así es, ya tenemos suficiente con el grupo que hemos armado como para seguir inmiscuyendo personas importantes para papá en todo este enredo. Si algo sale mal sólo nosotros nos llevaremos los regaños, no queremos que papá termine resentido con alguno de sus viejos amigos. —Morgan suspiro—. Por eso queremos que tú, Teddy, te transformes en cualquier adulto para que compres esas. Nadie sospechara de nosotros de esta forma.

 

 

 

 

 

 

—Rueguen a Merlín para que todo esto resulte como queremos. —Dijo resignado. Los chicos se sonrieron—. Aun tengo una duda: ¿si es para mañana, cómo obtendremos todo para hoy?

 

 

 

 

 

 

—En eso, mi querido Teddy, entra esto en acción. —Elliot abrió un viejo pergamino, amarillento y algo empolvado—. Es el Mapa del Merodeador.  Logre convencer a papá de que nos lo prestara, jurando que lo cuidaría como un tesoro. Este mapa muestra todo el castillo y sus habitantes, incluyendo pasadizos secretos. Y estoy interesado en uno en particular.

 

 

 

 

 

— ¿Cuál? —todos le miraron con asombro.

 

 

 

 

 

 

—En uno que nos llevara directo al pueblo. —Sonrió con chulería, acariciando la cabeza de un animado Hugo, que estaba absorto en la laptop—. Papá me comento de él, pero no me dijo donde estaba. Si queremos que todos nos salga viento en popa, debemos de aprovechar ahora que el tío Ron esta con papá en el salón de Defensas. Tenemos que ponernos manos a la obra…

 

 

 

 

 

 

Con un asentimiento general, todos salieron de las habitaciones.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

—38—

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Draco dejo furibundo El Profeta sobre la mesa del salón de té, impresionando en soberbia manera a unas muy confundidas Astoria y Narcisa. Sus ojos, de un azul plateado, parecían fundidos en rabia. La adusta dama, a quien le era dirigida aquella mirada asesina, se sintió tragar por el sofá. El rubio y platino cabello de Draco parecía ponerse en punta, como un dragón que está a punto de atacar. Resoplaba por la nariz en un gesto amenazante.

 

 

 

 

 

— ¿Qué ocurre, Draco? ¿Por qué miras de esa manera a Astoria? —Pregunto Narcisa, confundida. Draco no desvió la vista de su presa, pero contesto.

 

 

 

 

Astoria ha de saberlo a la perfección, madre. Después de todo, es algo concerniente a sus hobbies—su tono de voz fue frio, causando un estremecimiento en ambas damas. La señora Malfoy intento hacer las cosas un poco mas calmas, pero un furibundo brillo en los ojos de su hijo le advino para que no lo intentara siquiera. Antes de que Draco continuara hablando con su tono amenazante, Lucius hizo acto de presencia, con la misma expresión  de rabia contenida que Draco, quien casi estaba segura que comenzaría a lanzar bolas de fuego como un colacuerno húngaro bastante enojado.

 

 

 

 

 

—Lucius, ¿qué está pasando aquí? —Clamo Narcisa,  con su ceño fruncido, levantándose para acercarse a su marido. Lucius hizo un elegante gesto con su mano para que tuviera paciencia. Con esto Narcisa detuvo toda replica, dejándose caer nuevamente, con elegancia, sobre el sofá. Draco y Lucius miraron a Astoria de modo significativo.

 

 

 

 

 

 

—La única cosa que te pido, Astoria, y es la primera estupidez que haces. —Alzo su orgullosa barbilla, mirándola desde arriba con un brillo peligroso en sus ojos y con los labios fruncidos en una suave línea que demostraba cuanto se estaba conteniendo para no sacar la varita y maldecirla hasta saciar sus ganas—. Parece que aun no te das cuenta, ¿eh? —Musito en baja voz con sarcasmo—.  “La prestigiosa, elegante  y actual dama Malfoy, esposa de la joven cabeza de familia, Draco Malfoy,  es encontrada por uno de nuestros más confiables reporteros revolcándose con otro”. —Recito, apunto hacia el diario sobre la mesa.  Narcisa soltó un suave gemido, mirándolos atónita. Astoria palideció con rapidez. Tomo nerviosa El Profeta y comenzó a leer, perdiendo a cada segundo el poco color que le quedaba. Sus ojos se desviaron hacia los acusadores de su esposo y suegro—. ¿Sabes a la perfección lo que esto significa, cierto, Astoria?

 

 

 

 

 

 

— ¡No me puedes hacer eso por un mero desliz, Draco! —Bramo llena de preocupación. Draco estuvo a punto de cortarle el cuello con un Diffindo. Suspiro, recuperando el aplomo de entre la rabia que clamaba por emerger y destruir todo a su paso. Su rostro se volvió inexpresivo y sus ojos se volvieron los acostumbrados témpanos de hielo.

 

 

 

 

 

—Te lo advertí en el momento mismo en que nuestro matrimonio fue concertado. —Le recordó, tomando asiento en uno de los sofás individuales de la estancia. Lucius hizo lo propio, tomando asiento al lado de su esposa, la que entendía a medias lo que sucedía con lo poco que estos hablaban. Ella misma no estaba al tanto de ciertos sucesos concerniente al matrimonio de su propio hijo—. Has manchado el apellido Malfoy de muy mala forma, y espero entiendas que esta será la última vez que eso suceda. —Astoria negó, todavía pálida. Draco no mostro el más mínimo atisbo de compasión hacia ella—. Te advertí que tuvieras cuidado cuando te involucraras con tus amantes. Pero al parecer has hecho oídos sordos ante mis palabras. —Astoria apretó los puños, conteniendo las ganas de soltar la lengua en un reproche indigno de su parte—.  Ya comencé las gestiones para nuestro divorcio.

 

 

 

 

— ¡No! —Bramo, levantándose y caminando hacia su esposo—. No permitiré que me hagas esto, Draco. —Draco alzo una de sus rubias cejas, cuestionándole dicha afirmación—. Si te divorcias de mi, revelare todo sobre el nacimiento de Scorpius.

 

 

 

 

 

 

Draco sonrió en un gesto suave y burlón: —Parece que lo has olvidado, Astoria. Pero descuida, te lo recordare con todo gusto. Si no mal recuerdo,  tú firmaste un contrato donde dabas tu palabra de jamás revelar nada concerniente a Scorpius o cualquier secreto concerniente a los Malfoy. —Su sonrisa se volvió un tanto oscura, sobresaltándola —. Lo que si no te había explicado es que ese contrato fue un voto Inquebrantable. Ya sabes lo que sucederá si dices la mínima palabra sobre eso, ¿cierto?

 

 

 

 

 

 

—No, Draco, por favor. No me hagas esto. Sabes que te amo, ¿no? —Se arrodillo frente a él. Draco se levanto, alejándose con un gesto asqueado. Astoria nunca le había agradado, y al parecer nunca le agradaría, de ninguna forma habida y por haber.

 

 

 

 

 

—Sera mejor que desocupes la mansión.  No te quiero por aquí, Greengrass. —Sin más que un leve gesto de despedida hacia sus padres, salió del salón, tomando camino directo hacia su oficina. Necesitaba con urgencia de un fuerte trago de whisky.

 

 

 

 

 

Astoria, al ver infructíferos sus intentos de detener a Draco, miro hacia sus suegros, con un gesto suplicante. Su rubio, largo  y lacio cabello caía elegante sobre su espalda, mientras su blanco vestido de seda hacia ondas en el suelo, muy parecidas al agua. Su figura frágil era hermosa. Pero aun así el señor Malfoy la miraba como si de una cucaracha se tratase, y Narcisa simplemente dejo el diario que había tomado sobre la mesa. No le dirigió mirada alguna. Se levanto parsimoniosa junto a Lucius, y enfilaron hacia la salida. Cuando estuvieron a punto de cruzar el umbral, se detuvieron. Narcisa giro el rostro un poco, dándole una mirada de soslayo, altiva y poderosa. Sin expresión alguna o movimiento alguno que delatase algún sentimiento en su bello perfil.

 

 

 

 

 

 

—Has caso a lo que te ha dicho mi hijo. Te quiero fuera de la mansión para esta misma tarde.

 

 

 

 

 

 

 

 

—39—

 

 

 

 

 

 

 

El mullido –clic– de la puerta de su oficina al ser cerrada llamo su atención. Con tranquilidad, levanto levemente el rostro de los documentos esparcidos por el escritorio, mirando por encima de los lentes a la gallarda figura que hacía muchos años que no veía. No hubo atisbo alguno de emoción, o la más mínima muestra de felicidad por su reencuentro. Aparto con ceremoniosa quietud los documentos frente a ella, arreglándolos con un pase de varita en una de las esquinas. Con un suave movimiento aparto su ensortijado cabello hacia atrás. Tomo la taza de café, retirando sus lentes,  dándole un leve sorbo antes de alzar una de sus castañas cejas.

 

 

 

 

 

— ¿Y, que es lo que desea la estrella de Quidditch en el Departamento de Regulaciones para Criaturas Mágicas? —pregunto de forma tranquila. La chica frente a ella chasqueo la lengua de manera aburrida. Se acerco a paso sensual hacia el escritorio y tomo asiento en la silla vacía, cruzando sus desnudas piernas, exhibiendo con prepotencia las botas europeas de piel de dragón. Su corto y blanco vestido se acoto un poco en torno a las piernas, al tiempo que dejaba el bolso de D&G, que hacia juego con su cinturón,  en el asiento vacío a su lado. Cruzo sus manos frente a su rodilla alzada y sonrió, encogiéndose con un leve gesto de hombros.

 

 

 

 

 

— ¿Qué no se puede visitar a una vieja amiga? —increpo con burla.

 

 

 

 

 

—Mi queridísima Ginevra Weasley: tu no visitarías ni a tu madre en el día mismo de su funeral. —Dijo con seriedad y cinismo—. ¿Qué te hace creer que me tragare el cuento de que has venido a darme una visita social, aquí, en el Ministerio, después de casi ocho largos años? Tendría que ser con sinceridad una estúpida para tragarme tal belicoso cuento de hadas.

 

 

 

 

 

El pequeño bufido le hizo asomar una leve mueca de diversión en sus labios.  Ginny suspiro algo incordiada; no era de la que daba rodeos para las cosas.

 

 

 

 

 

—No eres divertida, ¿sabes? Creo que por eso sigues soltera y en espera. —Un leve brillo de peligro en los castaños ojos le abstuvo de añadir algo más al hosco comentario. Relajo un poco mas su postura, colocando sus manos en los brazos de la silla—. Bien, Hermione, vallamos al punto: quiero reunirme con Harry.

 

 

 

 

 

 

La asistente del Departamento de Regulaciones para Criaturas Mágicas bufo de manera introspectiva, rodando los ojos por lo dicho.

 

 

 

 

 

—Y crees que yo tengo algún tipo de contacto con él como para ayudarte, ¿no? —Un leve cabeceo le confirmo lo que esperaba. Una burlona sonrisa se expandió en sus labios—. Pues creo que estas perdiendo todo tu tiempo viniendo aquí por mí ayuda, querida. En los meses que Harry Potter ha estado en el Mundo Mágico no he tenido asomo alguno de su presencia por estos lares. No hace poco estuvo reunido con el Ministro en su oficina. Me entre por uno que otro rumor de fuente confiable. Puedo asegurarte que para el señor Potter no tengo nada de importante.

 

 

 

 

 

 

—Oh, vamos, ‘Mione, ¿crees que me tragare eso? —Musito de manera hosca y sensual—. Tú y mi tonto hermano eran sus mejores amigos. Es de sentido común saber que en algún momento recurriría a ti o a mi hermano para volver a verles.

 

 

 

 

 

Hermione rodo los ojos: —Y es de sentido común saber que si él se reunió con Ronald ya ha de saber lo que alguna vez intentamos. Por favor, deja de incordiarme. Tengo trabajo que hacer. No tengo tiempo para escuchar tus planes o darte consejos para lo que tal vez se te avecine si decides acercarte a Harry.

 

 

 

 

 

 

Ginny frunció los labios, pero no dijo nada. Se levanto y tomo sus pertenencias, acercándose hacia la chica. Se reclino sobre el escritorio y robo un beso de sus labios.

 

 

 

 

 

 

—Nos veremos en otro momento. —Le guiño un ojo de manera coqueta, mordiéndose el labio inferior—. Quizás podamos recordar viejos tiempos.

 

 

 

 

 

—No, gracias. —Ginny río con cinismo.

 

 

 

 

 

 

—Si no me puedes ayudar tú, quizás Ron si quiera.

 

 

 

 

 

—Te aconsejaría que no intentaras nada, pero veo que sigues tan necia como siempre. —Guardo silencio al tiempo que Ginny salía de su oficina, dándole una leve despedida con la mano, lanzando un beso al aire. Hermione suspiro. Esa chica se las vería negras cuando siquiera intentara tratar con Ronald. Mejor que ella no había nadie para saberlo.

 

 

Notas finales:

Un comentario no te quitara nada. ¿Vez?


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