Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Lost paradise. por black_phenix

[Reviews - 100]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Buenos días, noches, mañanas, atardeceres y etc de prefijos utilizados para este tipo de saludos. XD. Lamento la tardanza (Tarde, ¿verdad?),peo aquí esta el capitulo, espero les guste.

Calmando tormentas.






“Si el dolor dice basta; el alma grita adelante....”
Heart. 







Lo miro una vez más a la cara, intentando no reaccionar violentamente como estaba seguro que haría, algo completamente común en ese tipo de situaciones. En un principio estuvo reticente a tener que entablar algo con esa persona frente a él, pero no podría mostrarse de aquella manera tan explosiva frente a Mcgonagall, aunque esta no estuviera ahora allí. Tampoco la anciana directora sabía nada sobre lo ocurrido en aquel tiempo. Sólo Snape se hacía una idea; y Dumbledore lo sabía todo. Suspiro mientras miraba aquella estúpida sonrisa, entre triste y tímida, que le expresaba tan abiertamente. No podía creerlo, en verdad que no…. Y mucho menos podía creer que este tuviera algo como eso entre sus brazos. Nunca se lo hubiera esperado de él. Pero las personas tienen que crecer, ¿no?





—Después de once años, tengo la oportunidad de verte de nuevo, viejo amigo—su voz salió cansada, cosa que lo hizo tensarse de manera extraña. Harry no se había preparado del todo bien para recibir de esa forma lo que ese sujeto le decía. Aunque este demostraba muchos sentimientos de nostalgia entre las notas expuestas.





—Debo decir que el sentimiento no es mutuo, señor Weasley —Ron, para su sorpresa, no mostro signo alguno de turbarse ante sus cortantes y vacías palabras. Pensó que reaccionaria extrañamente cuando le hablara de manera nada amigable, como se sorprendió Snape que alzo las cejas con ligereza. Dumbledore sólo tenía esa bonachona sonrisa que dejaba entrever que sabía todo lo que ocurrió y lo que ocurriría. Maldito viejo—. Veo que no le sorprende en absoluto mi tono de voz. —Estaba empleando un tono bastante hostil para gusto de cualquiera, mas sin embargo, Ronald lo miraba con una sonrisa extendida, mientras mantenía en sus piernas, meciéndose, a un niño de no más de 5 años. El cual lo miraba extrañado y algo asustado.





Ron negó y le extendió, aún más, la sonrisa: —No me sorprende. Imagino que me odias mucho…




—Bastante. —Tajante mientras entornaba la mirada.




—Yo también estoy enojado, no contigo, por supuesto. —Le regalo un vago gesto de tranquilidad que realmente comenzaba a perturbar la fría calma que Harry había desarrollado. Como le hubiese gustado que Dobby lo ayudara, pero debió quedarse en el salón para iniciar la clase en caso de que tuviera que pasar mucho tiempo antes de su regreso.






— ¿Y quién tiene ese placer, si se puede saber? —Aunque odiaba admitirlo, ver a Ronald de aquella manera le atizo el corazón en cierta forma. Se veía tan cansado, y demasiado paternal. Quería gritarle, golpearle. Quería saber por qué había obrado en su contra aquella noche. Todos esos sentimientos bullían como un mar tormentoso que no podía ser controlado, pero no quería que el niño que este cargaba se viera introducido en una pelea que no merecía observar. 





—Mejor que nadie lo sabes: La señorita Granger y mi pequeña hermana. —Harry lo miro con gesto sorprendido, pero se recompuso inmediatamente, adoptando una actitud defensiva—. Harry…, aquella noche en que te fugaste de Hogwarts y no volvimos a saber más de ti, fue realmente dolorosa para mí. Eres como un hermano pequeño para mí, y me resulto desconcertante el que te marcharas como lo hiciste esa noche sin decirnos o explicarnos nada…





—Tú mejor que nadie debes conocer las razones para mi partida. —Musito bruscamente, frunciendo el ceño. Ron suspiro y un gesto de ligera seriedad se apodero de él.






—Debo decirte que, ciertamente, lo sé. Y si no estoy mal, tú estás confundiendo cierta cosa de aquello.





— ¿Qué podría estar yo confundiendo de esa noche, señor Weasley? —Apretó los puños en torno de los brazos de la silla, tratando de calmarse. Albus hizo una pantomima a Severus para que no interrumpiera, como parecía planear hacerlo.





—De lo que se habló, pienso que absolutamente nada. Estas en lo correcto al albergar rencor con los que auspiciaron esa conspiración en tu contra. —Se recargo del respaldo y acomodo al pequeño pelirrojo contra su pecho, quien tenía su pulgar en la boca, chupándolo con timidez, observando la extraña interacción de su papi con ese hombre—. Recuerdo perfectamente el que me hubieses dicho que el hurón era el padre del bebé que esperabas. ¿Cómo reaccione ante eso?





—Según recuerdo, actuaste como eras, y como se esperaba: Bastante violento a mí parecer. —No noto cuando el tono pasó a ser casual. Ron asintió y dibujo una pequeña sonrisa en sus labios.





—Sí, pero he de decirte que toda esa actitud hostil murió hace mucho. —Su rostro fue un mar de tristeza que confundió bastante a Harry: estaba cambiando de humor con bastante frecuencia en lapsos de tiempo espontáneos —. Volviendo al tema; sé que has de odiarme, pero no tienes razón para ello.





— ¡Claro que la tengo! —Se levantó de golpe y lo miro con odio. ¿Cómo podía decirle eso si él mismo los escucho?—. Confié en ustedes y me traicionaron, planearon asesinar a mis bebés y luego tratar de atarme con una poción de amor para quedarse con el legado de mis padres. 





El helado tono exalto al pequeño, quien se refugió aún más en los brazos de su padre. Ron le dio un beso en el pelo y le sonrió, calmándole con algo susurrado en su oído. Harry le observo sorprendido, pero aun así le miraba con ese odio que siempre se había guardado contra ellos, sólo para ser liberado en su contra.




—Harry…—Ron suspiro y lo miro con esos tristes ojos azules que le perturbaron desde que entro en la oficina y lo descubrió allí sentado, esperándole con aquel hermoso pequeño sentado juguetonamente entre sus piernas. Al parecer Ron había hecho muy bien su vida por lo que lograba vislumbrar. Tenía un traje Muggle de corte perfecto, de una marca bastante exclusiva, en un tono grisáceo oscuro con una corbata azul metálico que resaltaba sus ojos—. Aquella noche no era yo mismo, ¿sabes? —Continúo—. Tú mejor que nadie me conoces, o conocías. ¿Cómo crees que me callo la noticia de que mi mejor amigo, casi mi hermano, estaba enamorado de Malfoy, nuestro enemigo y mucho más, que esperases un hijo suyo?





—Esa no es razón para actuar tan egoístamente. Estamos hablando de quitarle la vida a un niño que no había nacido aún, Ronald. ¿Comprendes? ¡Quitarles la vida a mis hijos! —Se paseó por el despacho como un león enjaulado, conteniendo sus fauces sólo porque aquel pequeño no tenía culpa de nada. Ciertamente, de no haber estado ese niño allí, y de Harry no adorar a los niños, hubiera desgarrado la garganta de Weasley. Ron soltó una suave risilla que capto toda su atención—. ¿Qué tiene tanta gracia?





—Eso…—se apresuró a aclarar—. No tenía idea del que si yo me emborrachaba, pondría en peligro la vida de tus hijos.




Harry abrió la boca con gesto indescifrable. Frunció el ceño interrogativo, sintiendo como su corazón empezaba a desbocarse: —Explícate. —Exigió con los labios hechos una fina línea, totalmente pálidos.





—Harry, nos dijiste a nosotros tres que esperabas un hijo de Malfoy la misma noche de graduación, que lo amabas y que, bueno, tal vez se casarían. Dije, hace un momento, que me conocías mejor que nadie, y que también sabias que no soportaba al hurón, y aún hoy día no lo soporto. Mi mejor amigo se acostó con él y esperaba un hijo suyo; ¿Cuál sería la mejor forma de sobrellevar toda esa información que nos soltaste de repente? —La expresión de Harry era de incredulidad pura y Ron esbozo una sonrisa, aunque austera, un poco más alegre—. Tú te quedaste preparándote en la torre para asistir a la fiesta, no nos dijiste como le dirías. Yo, por mi parte, para sobrellevar la carga de tan alta información, me puse a beber como loco. Para serte más exacto, tan solo recuerdo los primeros veinte minutos de la fiesta. Después de ese punto, ya estaba hasta las cejas de alcohol, asintiendo a todo lo que me decían como un completo tarado.






Harry se dejó caer en la silla aún sorprendido por lo que Ron le decía, su corazón detenido por la sorpresa. No podía creerlo, tenía que estar bromeando o tendiéndole una trampa. No podía creer que un odio de once años se desvaneciera de forma tan rápida, como si le hubieran echado un balde de agua fría y lo despertaran de una pesadilla, o bueno, parte de ella.






—podría decirte lo mismo bajo los efectos del Veritaserum, si así lo quieres, Harry. —Potter hundió su rostro en sus manos, exaltado en gran manera por esa revelación. Siempre creyó que su mejor amigo le había traicionado de la manera más vil y cruel, y que se merecía el peor destino de todos por haber confabulado contra su vida y la de sus hijos de esa manera. Su corazón punzo dolorosamente al darse cuenta.






—Como… Ron—levanto el rostro y le miro bastante confundido, mordiéndose el labio—, ¿Cómo sabes lo de esa noche si estabas borracho? ¿Cómo llegaste a imaginar que yo la había escuchado?





—Ciertamente, estaba borracho, pero no se me notaba (tú tampoco te diste cuenta). Al parecer habían mesclado el ponche con el alcohol y una poción inhibidora que retrasaba los efectos del mismo en el cuerpo, pero no así en la mente. Algo para distraer a la directora y no centrarla en descubrir cargamento ilegal—Explico mientras acomodaba al pequeño entre sus piernas, puesto que se estaba quedando dormido—. Las chicas, Granger y Ginny, al día siguiente, cuando estaba consciente del todo, me abordaron preguntándome si sabía dónde estabas. Todas tus cosas habían desaparecido. Cuando nos dimos cuenta de que habías huido, algo que uno de los elfos nos lo dejo dicho por parte de un mensaje de Dobby, el cual no quería preocupar a la directora por su desaparición, ellas comenzaron a despotricar sobre un plan fallido que habían armado con esmero. Al parecer, ellas creían que yo les apoyaba en eso al cien por ciento por lo de la noche anterior. Cuando me dijeron todo lo que habíamos hablado esa noche, todo encajo como un puzle. Era normal que tú te fueras si hubieras escuchado dicha conversación. Y sabes mejor que nada que las pérdidas que tuvimos en la guerra fueron suficientes para hacernos a todos madurar. Bueno, a gran parte de nosotros. La lógica se hizo parte de mi vida por esas austeras marcas psicológicas en nuestras vidas. 





Harry se dejó caer hacia el respaldo, no sabiendo con qué cara mirar a su amigo. Joder, lo había culpado y odiado por cosas que no merecía. Suspiro y miro por el rabillo del ojo el cómo Ron mecía y le sonreía a su durmiente pequeño. Era una imagen hermosa, como cuando él mismo había cargado a Elliot y Morgan cuando se hacían los mimados: — ¿Quién es la madre, Ron? Pensé que era hijo de Hermione cuando lo vi. Siempre pensé que terminarías casándote con ella.




Ron le regalo una gallarda sonrisa, obviando mostrar agrado o desagrado por la mención de su viejo amor de colegio: — ¿Te acuerdas de Lavender Brown?




— ¿En serio? —No se lo podía creer. Había tenido un hijo con la chica que vivía encelándolo a cada rato. Ron, después de asentir confirmando lo que Harry pensaba, hizo un gesto bastante triste.





—Este pequeño se llama Hugo. El más grande, el cual está en una escuela Muggle por el momento, se llama Alex. Entra el año que viene a Hogwarts. —Parecía demasiado alejado con sus expresiones, consumido por una tristeza bastante grande, una que punzaba cada vez más su consciencia—. Ella… Ella murió luego de que tuvo a Hugo. Complicaciones por el parto. No hubo manera de salvarla…





Harry lo miro apenado y se acercó para abrazarle. Había sido demasiado injusto al ni siquiera darle oportunidad de defenderse: —Lo siento tanto, Ron. En verdad lo siento. Ese día muchas cosas pasaron. No fue sólo la traición de Ginny y Hermione, también lo fue la de Malfoy. 





—Me entere de ella por los cuchicheos que se armaron luego de que desapareciste. Muchos comentaron las palabras de Malfoy en la fiesta de graduación, antes de que te fueras. El rumor se había expandido a todas las casas—Ron poso una ávida y tenebrosa sonrisa que sobresalto a Harry —. Obliviate el recuerdo donde decías lo de tus hijos a esas dos víboras. —Snape y Harry tenían la boca por los suelos, y Dumbledore hacia ademan de pronto soltar una carcajada. ¿Era ese Ronald Weasley, el mismo glotón que conocía, el chico que no pensaba coherente si Hermione Granger no se lo decía? —. No podía permitir que ellas se valieran de eso para cualquier cosa tonta que se les ocurriera. —Se encogió de hombros—. Sabes bien que Granger se las hubiera ingeniado para sacar provecho de eso. 





—Me dejas sin mucho que decir, amigo mío. —Le sonrió amistosamente—. Bueno, ya que hemos solventado nuestros problemas, ¿Qué has hecho de tu vida? —Estaba realmente curioso de eso. Ron se veía mucho mejor que la última vez que lo vio. No se veía resquicio de ese inmaduro chico sin moral o ética. No, ahora era un gallardo hombre que exudaba educación por cada uno de sus poros.





—Lavy era una pura sangre, Harry. No tenía idea de nada de eso hasta después de haberme casado con ella, siempre se dio a notar que era hija de Muggle’s, o en su defecto, que uno de sus padres lo fuera. Sus padres, lamentablemente, murieron en la guerra, y para sobrellevar la carga que suponían los negocios de su familia tuve que especializarme en finanzas. Ella estudio para periodismo, ya que yo le pedí que estudiara lo que deseara, y yo podría hacerme responsable de todo lo concerniente a la familia. Eso incluía tomar clases de etiqueta entre otras cosas. —Hugo se removió un poco y Ron lo acomodo mejor—. Tengo varios negocios alrededor de Gran Bretaña mágico, y ayude a costear la expansión de sortilegios Weasley, del cual está a cargo George, quien se casó con angelina Johnson y tienen dos hijos. —Ron suspiro—. Jamás se recuperara de la muerte de Fred, pero la sobrelleva. 






—Es lamentable, pero me alegro de saber que se encuentran bien. —Harry se levantó luego de ver el reloj en la pared del frente, se le iba a hacer tarde para la segunda clase—. Veámonos en tu próximo tiempo libre, el fin de semana; así te presentare a los gemelos. Trae a tu otro hijo, estoy seguro que se llevaran bien.






—De acuerdo. —Acomodo a Hugo entre sus brazos, colocando su cabeza en su hombro, y abrazo a su viejo amigo; feliz de haber resuelto aquel problema de antaño. Camino hacia la chimenea de la oficina, despidiéndose de Dumbledore y Snape, quien gruño un poco—. Por cierto, Harry, deberías de ver la señora Andrómeda, está muy enferma desde hace un tiempo y siempre estuvo esperando tu regreso. —Harry asintió mientras él pronunciaba el nombre de su parada: “Weasley Manor”.









—14—







 ¡Deberían estar avergonzadas por su comportamiento! Por Merlín, es de Harry de quien hablamos. —Las miro como si no las conociera.





— ¡Por eso mismo, Ronald! —Grito exasperada Ginny después de terminar de escuchar a su hermano—. Es Harry Potter, ¿no lo entiendes? Se iba a olvidar de nosotros un día. Se iba con Malfoy y nos abandonaría. A nosotros, sus amigos. Su familia. Es algo impensable y… ¡y esos adefesios que carga en el vientre! —El semblante de Ron se volvió oscuro e hizo sobresaltar a las chicas.





—No vuelvas…—alzo la vista, con sus azules ojos destellando odio en su más pura expresión—. No vuelvas a hablar de los hijos de Harry de esa forma. ¡Me importa una mierda que Malfoy sea el otro padre! Estamos hablando de los hijos de Harry.




—Déjalo, Ginny, luego entrara en razón —Hermione tomo del brazo a la pelirroja, girándose para marcharse. Ron, al no poder creerlo del todo, hizo lo más doloroso que jamás creyó hacer en su vida. Les apunto con la varita por la espalda, susurrando:






— ¡Obliviate!






Miro a su pequeño durmiendo mientras esbozaba una sonrisa y acomodaba el pelo que tapaba su rostro. Recordar el cómo su hermana y la chica que más amo en la vida se convirtieron en ratas traicioneras fue doloroso. Jamás creyó que la siempre recta Hermione Granger haría algo de tal índole, o que su pequeña y dulce hermana tendría tal avaricia nublando su juicio. Nunca se arrepintió de obliviatarlas: fue lo mejor. Eso se había dicho en su momento. Y ver que Harry había hecho una vida llanamente feliz, alejada de todo aquello, lo hizo comprender por completo que de verdad fue necesario. Beso la frente de Hugo y coloco un hechizo de alarma por si este llegaba a despertar. Dentro de poco tendría que ir a recoger a Alex al colegio.







Salió de la habitación, enviándole una sonrisa cariñosa antes de encaminarse a la oficina que usaba en su casa como cede principal de los negocios. Nunca recibía a nadie, no le gustaba del todo tener visitas indeseadas e incórdiales. Si tenía que resolver algún asunto con las compañías Muggle’s o mágicas a su cargo, simplemente los citaba en un restaurante y dejaba a los niños a cargo de su siempre sobreprotectora abuela. Merlín, el salto que daría Molly cuando se diera por enterado que Harry había vuelto. No creía que lo supiera, no aún, no era de su agrado leer El Profeta





Nunca se supo la razón de la huida de su amigo del mundo mágico, y aunque él la supo, prefirió callar para no acarrearle problemas que él ya no necesitaba. También, como último acto de amor hacia Hermione y Ginny, no dijo nada sobre su complicidad. Pues, también había supuesto que si decía algo Hermione podría darse cuenta de la verdadera razón de Harry para huir. Cuando llego a la oficina, se dejó caer tras su escritorio, donde estaban algunas plumas y varios tinteros. Y allí, en una esquina, reposaba la foto de su difunta esposa.





Soltó un suave suspiro. La extrañaba mucho. Realmente se le había hecho difícil tener que criar a Hugo sin su ayuda, y hacerse cargo de un conflictivo Alex de cinco años. Le dio una sonrisa triste a la fotografía que lo saludaba con una más brillante y viva. Si bien había aprendido algunos trucos con Alex durante el tiempo que Lavy había insistido en instruirlo en cuidado de niños, tuvo que sacar un Master con el pequeño Hugo. Los primeros meses fueron un total infierno (no mentía en nada). Las noches en vela, los días ajetreados llenos de documentos que siempre retrasaba por poner en primer lugar su estado como padre. Era más importante para él sus hijos, como todo Weasley debía tener en cuenta. Suerte que tenía la ayuda de algunos elfos domésticos, y de su pequeño Alex, sino habría parado loco.





Dejo los documentos que estaba sosteniendo al ver la hora: debía ir a recoger a Alex al colegio. Al fin se había desecho de una carga que pesaba demasiado en su pensamiento. 







—15—







Elliot, Morgan y Scorpius habían estado en su primera clase de historia sobre la magia, llegando rápidamente a la conclusión de que era la cosa más aburrida que podrían haber escuchado en sus cortas vidas. El maestro, el profesor Anderson, era alguien que tomaba su tiempo para describir con desmedido detalles la historia de los centauros, no prestando mucha atención a sus estudiantes cuando se sumergía en un tema súper detallado. Puede que sus padres le hubiesen enseñado el respeto a sus mayores y toda la cosa, pero era imposible no caer como moscas cuando el hombre empezaba a contar cosas sobre sucesos sumamente aburridos.





— ¿Realmente debemos tomar esa clase? —Pregunto Elliot con un rostro cansado: había sucumbido ante la sedosa voz del profesor. Un sueño bastante placentero.





—Para nuestra desgracia, ¿o es fortuna? Bueno, el caso es que podemos dormir durante una hora más durante su clase. —Respondió Scorpius, encogiéndose de hombros. Morgan saco una libreta negra, bastante pequeña a percepción de Scorpius, que no tenía idea de que era eso—. Oye, Morgan, ¿Qué es eso?





—Es una libreta. —Respondió Elliot a lo que doblaban en una esquina—. Es como los tontos pergaminos, pero más práctico y se usa para anotaciones, como por ejemplo; nuestros horarios de clase. Cada uno tiene una y así no tenemos que sacar a cada momento de la mochila todos los libros para saber que nos toca. ¿Qué nos toca ahora, Morgan?





—Nuestra siguiente clase es… mmm… Defensa Contra las Artes Oscuras. Nos toca papá—ambos hicieron un mal gesto que Scorpius considero preocupante; después de todo, era un héroe de guerra quien les daría clase, y no cualquier héroe, sino Harry Potter. De improvisto se vio tragando con sequedad al imaginarse lo estricto que podría llegar a ponerse el profesor Potter—. Aquí dice que el aula está en el segundo piso, tercera habitación; siguiendo el corredor lateral del área oeste. —Morgan alzo ambas cejas, en un gesto sorpresivo. Scorpius se había sorprendido de encontrar a un chico menos taimado y ma avivado cuando se encontraban solos, según suponía, porque cuando estaban en compañía el joven Potter actuaba de manera muy tímida. Y, sinceramente, eso era más peligroso que enfrentarse a un abierto agresor como demostró Elliot la noche anterior. Ni siquiera a la hora del desayuno los de Slytherin le dirigieron la palabra, o en su más recóndito defecto, la mirada—. Sinceramente, este castillo es bastante complejo. Aquí dice que debemos subir por las escaleras movibles.




Scorpius frunció el ceño: —Lo dices como si fuera la primera vez que lo has visto…






—Porque así es—respondió Elliot cruzando los brazos tras la nuca mientras se apresuraban a encontrar las escaleras que los llevarían al segundo piso—. Nosotros transfiguramos los horarios en las libretas. Como dije, es más práctico de este modo. —puso su dedo pulgar pulsando bajo su barbilla, pensativo—. Scorp, saca tu horario—Malfoy no replico, haciendo lo que este pedía. Elliot saco su varita (sintiéndose inmensamente feliz de usarla por primera vez) e hizo las florituras necesarias, transfigurando la pequeña hoja en una pequeña libreta de color negro, con el nombre de Scorpius escrito en plateado. Los ojos plateados (casi azules) del pequeño se agrandaron sorprendidos, y pronto se encontró ojeando las páginas que contenían indicaciones y anotaciones—. Las anotaciones e indicaciones de donde está cada salón fue obtenido por parte de Dobby, él se encargó de hacerla, la libreta me refiero, para ayudar a papá según la nueva constitución del castillo y nos dejó hacer un duplicado con nuestros horarios para no perdernos.





—Gracias—les sonrió. Pronto se vieron cruzando una gran puerta, observando con desorbitante estupefacción el como todas escaleras cambiaban de lugar locamente.





Bueno, era momento de probar algo diferente en adrenalina. Suerte que no fueron muy débiles en la montaña rusa cuando la visitaban.







—16—







Con evidente enojo arrugo la carta en sus manos y la azoto en el suelo, exageradamente, le prendió fuego con un conjuro ligeramente más poderoso de lo normal, convirtiéndolo en cenizas y luego pisoteándolas. Cuando su respiración se calmó, corrió hacia la licorera y se preparó un vodka a las rocas. Suerte que la carta era simplemente una copia, la original terminaría como esa una vez estuviera en manos de su padre. ¿Cómo podía ser posible? Esos malditos Inefables debían estarse equivocando.






Trago de golpe todo el líquido, sintiendo el ligero escozor en su garganta y el ligero calor en sus intestinos que comenzaba a intensificarse, haciéndolo calmarse y suspirar para destensarse. Volvió a sentarse tras su escritorio, aun rumiando maldiciones contra magnates e hijos de puta que ponían todo en su contra. Cuando su padre entro en la estancia, su ceja se alzó en evidente estupor por verle maldecir de esa forma, dejando todo sentimiento de frustración al aire.





—Es la segunda vez que te encuentro de esa forma, Draco. Pero esta vez muestras más de la cuenta tus emociones, ¿Qué ha ocurrido? —Draco lo invito a que primero tomara una bebida de su preferencia, la más fuerte que le gustara, optativa que termino, no sin una mirada confundida, en un vodka solo.





—Sin rodeos en el tema: ha llegado la carta con la información obtenida por los Inefables que contrataste. —Lucius asintió, sintiendo el golpetear de los nervios en su mente, y las dudas asaltadas del porqué de la exaltación de los nervios de su hijo; los cuales hábilmente deslizo al fondo. Draco suspiro y se pegó otro trago antes de continuar: —La noticia es nada alentadora, padre. —Le extendió el sobre negro que reposaba en su escritorio (el original). Lucius, con su remarcable elegancia, dejo su vaso en la superficie liza del escritorio y desdoblo la carta, para parsimoniosamente leerla. Draco fue testigo de lo inescrutable. Su padre alzaba las cejas a medida que la lectura avanzaba y su rostro se tornaba bastante sorprendido—. Veo que has entendido el nivel de mi frustración, padre. Aún ahora no logro asimilar que lo que ahí viene escrito sea verdad; pero no puedo dudar de un Inefable, sus palabras, aun compradas, tienen toda credibilidad dado que no se les permite mentir bajo ningún término. —Sus dedos bailotearon en la superficie del escritorio mientras sus ojos aún se mantenían entre el enojo y la incredulidad.





—Esto es… sorprendente. —Hablo luego de extensos y tensos minutos en silencio. Draco suspiro, ya logrando controlarse por completo.





— ¿Que haremos con esta información? Ciertamente, no podemos usarla en nuestro beneficio de ninguna manera. No estamos tratando con cualquiera, padre; y lo sabes bien. —Detuvo el golpetear de sus dedos en su dedo índice y se recargo más de la silla—. Te puedo asegurar que no habría manera de acercarnos en lo más mínimo a él. ¡Mierda! ¿Quién lo hubiera imaginado?






—Tranquilízate, Draco. No todo está perdido. —Musito Lucius, recuperando algo de color mientras soltaba la carta sobre el escritorio y arremetía con una mirada cargada de odio hacia ella—. La información sigue siendo valiosa de todos modos. Debe haber alguna manera de poder utilizarla: y no hay manera de que dejemos perder esta oportunidad por nada del mundo. Aunque sea él, sigue siendo lo que buscábamos.






— ¡Es Harry Potter del que hablamos! —Estallo ante la indiferencia de su padre en el tema en cuestión. Merlín, estaban hablando de alguien que lo odiaba (Más a él que al resto de su familia). No podrían ni acercarse un maldito milímetro a él; no a menos que tuvieran la plena seguridad de no ser maldecidos hasta la muerte. Lucius le hizo un gesto con la mano para que se calmara.






—Aunque fuera Harry Potter. Draco, los Malfoy persiguen el poder, anhelan poseerlo sin importar los medios o quien sea que lo tenga. En este caso, Potter es quien lo posee en plena conciencia. No sólo es poderoso mágicamente hablando, ahora mismo es el magnate más poderoso e influyente en el mundo y el mundo mágico incluido. Y si hablamos de nuestro mundo, su poder se extiende más allá por ser quien derroto al señor oscuro. —Su padre tenía razón en todo aquello, pero, mierda, no dejaba de escandalizarse por esa información. Nunca hubiera imaginado que Potter era a quien por tanto tiempo habían estado tratando de localizar. Era algo impensable; Potter siempre se mostró reacio a adoptar algo concerniente a un empleo tan influyente. Dejo escapar el aire que retenía—. Si jugamos bien nuestras cartas, Draco, posiblemente podamos tener una oportunidad. Potter regreso como maestro para estar cerca de sus hijos, imagino que no querrá ser atosigado por los medios si alguna vez esta información se llegara a revelar.






—El chantaje no ayudara en nada nuestra situación, padre. A Potter pueda que no le importe que todo esto sea dicho a la prensa, como puede que le importe… Aun así, padre, si lo chantajeamos podríamos cavar simplemente nuestras tumbas con respecto al tema. —puntualizo Draco, mientras se alzaba algo incómodo y comenzaba a caminar por su oficina. Lucius tuvo que aceptar que su hijo tenía razón en el tema; Potter nunca fue razonable con las situaciones y siempre reaccionaba violentamente… ahora que lo recordaba. Si querían llegar a algún sitio, debían seleccionar cuidadosamente los pasos que darían, y como lo harían.





—No creo que podamos usar a Scorpius y los hijos de Potter en este asunto. —Las esperanzas se desinflaban según avanzaban. No había manera de acercarse a ese hombre.






—Me dejare caer por Hogwarts esta semana: quiero evaluar posibilidades según el trato recibido por parte del objetivo en cuestión. Sino encuentro hostilidad alguna, pueda que podamos llegar a algún acuerdo, mas sin embargo, si no logro nada acercándome por ese tipo de medio, tendremos que recurrir a medidas desesperadas. —Lucius asintió. No que le agradase del todo tener que ver cara a cara a Potter (si es que la situación se presentaba), pero era mejor que nada —. Scorpius puede que sea de mucha ayuda más adelante si no logramos avanzar con esta medida. Son unos pocos meses hasta diciembre, padre, y si jugamos bien nuestras cartas, quizás podamos atraer a nuestra presa a la telaraña. Debemos fomentar esa amistad que, según Scorpius, están comenzando a tener.






Una tosca sonrisa se apodero de los labios del hombre. Era normal sentirse orgulloso de su hijo, este había heredado a la perfección su carácter; y estaba empezando a encontrar como beneficiarse de todo de la manera más eficiente posible. Draco era el perfecto Malfoy.








—17—







Harry los miro sorprendido por un instante: no era normal, para nada, lo que estaba viendo en esos momentos. Comparado a todo lo que había pensado; no es que llegara demasiado lejos en sus suposiciones, lo que presenciaba era un tanto… extremo; a nivel de conciencia y tolerancia. Y le estaba empezando a enojar. El salón de clase tenía a los alumnos designados de primer grado de las casas de Slytherin y Gryffindor, cada cual ocupando sus puestos auto-designados, o que debieran estar ocupando. La clase estaba, por darle un nombre que lo describiera, en un caos indescriptible. Pueda que los Gryffindor odiaran a los Slytherin, si, lo comprendía, pero como profesor no lo consentía, pero lo que estaban haciendo crispaba y rayaba por completo el límite de su temperamento.






En el centro del salón se encontraban sus hijos y Scorpius, y un exasperado Dobby tratando de calmar a la eufórica casa de los leones que los rodeaban y que arremetían en insultos, no solo al pequeño elfo, sino también contra Scorpius (no podían permitirse enojar a los bombones hijos del profesor). Harry no había podido darse la prisa necesaria para llegar al salón, pensando que Dobby, con su excelente manejo del vocabulario (sus amenazas eran legendarias para él y sus hijos), no creyó que tuviera problema alguno en controlarlos mientras él llegara. Pero se había olvidado por que los leones eran leones. Mayormente todos los Gryffindor eran unos jodidos temperamentales, él incluido; aunque hacia mucho había reparado ese problema.






Elliot mantenía detrás de si a Morgan y a Scorpius, buscando no armar un alboroto por algo que se podía simplemente arreglar con algunas palabras (emplear una maldición bastante fútil se le estaba pasando por la cabeza: pero teniendo a Dobby cerca le era imposible emplearlas). Realmente parecía estar llegando al límite cuando escuchaba a los estudiantes murmurar algunas estupideces contra Dobby, quien les impedía acercarse a los gemelos y al asustado Scorpius, quien, aunque no lo demostrara en su fuero externo, estaba al punto del colapso nervioso.






— ¡Quítate, maldito elfo de mierda! —Ese fue el límite para Harry, quien apretó la mandíbula y dejo libre una corriente de magia que espeso el aire en el aula. Todos los estudiantes se giraron cuando aquella voz, fría y que gritaba, por todos los medios, peligro, se escuchó retumbar por todo el salón con un eco oscuro.






—Siéntense—más cortante que un Diffindo. Nadie replico, apresurándose a tomar sus respectivos puestos. Harry cruzo el salón en varias zancadas una vez todos ocuparon sus puestos. Sus hijos y Scorpius se habían colocado en el lugar más lejano de la clase. Harry se sentó sobre su escritorio, con las piernas cruzadas sexymente, y los escruto con una fría barrida: sólo a los Gryffindor. Dobby sabía que no podía intervenir, ese era uno de los momentos donde Harry debía demostrar control absoluto sobre sus estudiantes—. Quiero que me expliquen, ¿Qué sucedió aquí? Y no es una petición.






Su voz salió tremendamente irritada, alertando a todos los implicados en el asunto. Un osado chico de cabello negro y sonrisa altiva (un pura sangre, posiblemente) levanto la mano. Parecía ser de ascendencia rusa. Harry le asintió y espero.






—Soy Pietro Belikov, señor. Con respecto a lo que encontró—lanzo una mirada hacia Scorpius y sonrió con cinismo: —Estábamos resolviendo algunas diferencias con Malfoy, pero este elfo—tono asqueado— y sus hijos nos impidieron arreglar nuestros asuntos. Sólo queríamos hablar—Harry lo identifico como el chico que había crispado su autocontrol cuando le grito aquello a Dobby. El chico le sonrió angelicalmente, y Harry se sintió asqueado completamente. ¿Es que demonios no aprendían de sus malditos errores? ¡Estúpidos magos y sus estúpidos prejuicios!





—Señor Belikov —al parecer no se esperaba el tono despectivo de los labios de Harry—, treinta puntos menos a Gryffindor —las quejas no se hicieron esperar. La mirada de Harry se hizo de hielo, uno que los callo a todos en un instante—. ¿Se creía que los complacería en sus estupideces sólo por ser Gryffindor, señor Belikov? ¡Olvídelo! Aquí no hay imparcialidad para ninguno de ustedes. Y ustedes—apunto a todo Gryffindor—; debería de quitarle treinta puntos menos por cada uno. Considérense afortunados. Y, sino me escucharon durante la selección, se los diré de nuevo: Dobby es mi asistente en esta materia, y tiene tanto derecho como yo para reducirles puntos. 





— ¡Pero es un elfo domestico! —Otro maldito Gryffindor educado en mundo mágico, pensó Harry después de escuchar la réplica despectiva.





— ¿Y por eso usted se cree con algún derecho de pisotearlo? —Enarco una ceja y lo miro como si fuera basura. No le gustaba hacer eso, pero estaban insultando a alguien verdaderamente importante para él y sus hijos, que por cierto, miraban a los Gryffindor con bastante molestia—. Dobby es mi asistente y punto. Usted no va a venir a decir quien imparte clases, y quien no, aquí. Me importa un comino que fueran educados para creerse superiores a otros; ustedes no son mejores que nadie. Insulte a Dobby, cuales quiera de ustedes—a este punto los miro con un brillo que los hizo sudar y casi morirse del susto—, y se las verán particularmente conmigo. Con respecto al joven Scorpius, espero ver cortesía; en esta y otras clases.






—Es un hijo de Mortifagos—Replico una chica tímidamente— y es un Slytherin. —Después de esto, todos murmuraron lo mismo mirando con bastante odio a Malfoy—, debería discutir con la directora para que cambie a sus hijos de casa—Harry la miro con bastante indiferencia.





—Y según ustedes; ¿a qué casa deberían pertenecer? —Cruzo los brazos y calmo su temple para observar a los Gryffindor con pena. Sinceramente, nunca llego a creer que su casa se fuera al traste, aunque si lo pensaba bien ellos eran así hasta antes de que se marchara, pero no tan abiertamente, una parte.





— ¡A Gryffindor! —Exclamo uno, un poco menos abstraído que sus compañeros, ya recuperándose del shock de escuchar a Harry Potter con un tono tan amenazador—. Usted es el heredero de Godric Gryffindor, lo dice la historia de Hogwarts, ellos también lo son. Deberían estar con nosotros y no con ese engendro de Mortifago. —Un tono asqueado mientras lo miraba.





—Veinte puntos menos para Gryffindor —las mandíbulas se le cayeron ante la indiferente manera de quitarle los puntos de su profesor—. Creo que ustedes se piensan que simplemente por ser Slytherin son magos potencialmente oscuros. —Ladeo una sonrisa que hizo estremecer a todo el mundo—. De Gryffindor, Ravenclaw, Huffluppuff, y, por supuesto, de Slytherin, salieron muchos magos que se convirtieron en Mortifagos. Así que no se crean superiores a nadie, porque puedo bajarlos de su pedestal con mucha facilidad. Estoy muy orgulloso de que los gemelos cayeran en Slytherin. Y antes de que alguno replique alguna cosa estúpida, la casa a donde el sombrero los envía, no los hace a ustedes, sólo revela parte de su personalidad. Huffluppuff es lealtad; Ravenclaw es inteligencia; Slytherin es astucia; y Gryffindor, de los cuales me siento muy decepcionado, es valentía. Godric Gryffindor debe de estarse revolcando en su tumba al ver qué tipo de personas fueron seleccionadas para su casa. 






Los Gryffindor se ruborizaron avergonzados. Sus padres siempre les habían instruido para no acercarse a los Slytherin que, según ellos, eran futuros magos tenebrosos que empleaban la magia para cosas terribles. Ciertamente les decepcionaría escuchar tal tipo de palabras de parte de alguno de sus familiares, pero escucharlo del mismo hombre que permitió un mundo mágico próspero y libre de muertes y asesinatos de seres como el señor oscuro, era diez veces mayor que toda la decepción de las voces de sus padres: —Lo siento. —Se escuchó pronunciar uno tras otro a los de la casa del león, haciendo a Harry suspirar y ocupar una sonrisa más sincera y calmada.






—No soy yo con quien deben disculparse. —Musito tranquilamente. El ambiente era moderado en ese momento. Los estudiantes se disculparon una vez más con Slytherin y con Dobby, dejando a Harry complacido—. Esta es nuestra primera clase y no hemos podido llevarla a cabo como corresponde, puesto que primero debía ser resorbida esta diferencia. No quiero volver a hablar de este tema de magos oscuros, o de Slytherin y Gryffindor discutiendo por estupideces. En esta clase se comportaran. Les dejare tarea y la discutiremos en la próxima clase: Quiero un informe sobre las imperdonables. Especifico y detallado; y una comprensión sobre el avada Kedavra y como eliminar su efecto luego de ser ejecutada en una persona. La clase ha terminado, pueden retirarse.






Todos salieron con rostros abatidos, aunque no tanto luego de que el profesor le sonriera con aquella expresión que los/las hacía suspirar a morir. Harry le hizo una señal a Elliot para que los tres se acercaran.





— ¡Eso fue excepcional, papá, estuviste de maravilla! —Elliot le dio una gran sonrisa complacida. Dobby rodo los ojos y se sentó en la silla detrás del escritorio.






—Me alegro yo de no encontrar a nadie muerto—bromeo removiéndole el pelo—. Scorpius, no debes sentirte culpable por esto que ha sucedido. Como ya te mencione, tú eres tú, no tus padres. Y si la gente no puede ver eso, que se vayan al carajo.






—Harry… —amonesto Dobby, enviándole una severa mirada de reprimenda por su vocabulario ante un niño. Aunque concedía que Harry tenia razón en lo que decía. El pequeño Scorpius parecía sentirse culpable de lo sucedido, por ello las palabras de Harry. Potter, para sorpresa de Scorpius, se ruborizo haciendo un puchero indignado por ser reprendido. Soltó una suave risilla, despejándose un poco el sentirse culpable.





Harry sonrió y le acaricio el pelo: —Sera mejor que se apresuren, su próxima clase está a punto de comenzar. Nos veremos en el comedor. Sean buenos chicos o los castigare; lo mismo para ti Scorp.






Los chicos se hicieron los ofendidos, y Scorpius se ruborizo. Después de asentir se despidieron y salieron a toda prisa a su próxima clase.





—Has demostrado ser un gran maestro, Harry, me siento orgulloso.





—Gracias, Dobby, pero esta ha sido sólo la parada inicial del problema. Estos son estudiantes de ingreso nuevo, me imagino como serán los que han convivido juntos durante todo este tiempo con palabras hirientes de por medio.






—Descuida. Te apuesto que las otras clases serán pan comido luego de este despliegue de control. Los pequeños Gryffindor correrán el rumor sobre Godric retorciéndose en su tumba y tu decepcionado de los Gryffindor de esta era por ser como son. —Desestimo, posando una sonrisa juguetona—. De lo que tienes que tener cuidado es de no ser violado en un pasillo. Todos están por ti.





— ¡Ampárame, Merlín!






Dobby se rio entre dientes por el dramatismo de su amo. Harry le acompaño con gracia, acordándose de la carta que había recibido en la mañana. Sacándola, se dispuso a leer. Esperaba que Shacklebolt lo ayudara en ese asunto.

Notas finales:


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).