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Lost paradise. por black_phenix

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Notas del capitulo:

Lamento bastante mi ausencia en la publicación de este y mi otro fic, pero realmente se me ha hecho bastante difícil publicar algo últimamente. no había podido subir el capitulo por una que otra cuestión de no saber como moldearlo: había decidido reescribir este porque no me gusto cuando lo releí. Espero y les agrade.

 

 

Impactos de la mañana.

 

 

 

 

 

 

“Cual diamante brillante,

Caen desde las ventanas de tu alma,

Creando caos y disconformidad,

Pena y tristeza,

Cariño inexorable que mueve montañas

Y despeja caminos.

Porque sólo tus lágrimas mueven mi alma.”

 

 

 

 

 

 

 

 

Sorprendido, se quedó observándolo fijamente durante vagos segundos, que a su vez, para ambos, resultaron ser casi horas completas donde sus respiraciones estaban completamente detenidas. Harry no sabía que decir o hacer, pero de algo estaba completamente seguro: debía salir de ahí a como diera lugar… Y rápido. Dejo su cara de sorpresa abandonada, y dio dos pasos hacia adelante, esquivando estoicamente la mirada plateada que lo observaba con aire conspirador.

 

 

 

 

 

 

Cuando había salido aquella noche a dar un paseo nocturno a causa del poco sueño que tenía, jamás espero encontrarse con Draco Malfoy vagando por los pasillos del castillo. Hubiese hasta querido besarse con Zabini si era necesario con tal de evadir una situación similar. Pero no tenía tanta suerte, ¿verdad? Sin decir la más mínima de las palabras, se encamino por el pasillo, pasando de largo la hermosa figura que estaba causando estragos en su persona. Estragos de odio y amargura que acongojaban sus pensamientos. Era mejor no decir nada, porque le sería imposible mantener la boca cerrada a cal y canto para no gritarles sus mil verdades a ese desgraciado. Pero, como dijo, no tenía tanta suerte.

 

 

 

 

 

 

—Esos son los modales que les muestra a sus alumnos, profesor—el tono burlón lo hizo detenerse. Malfoy estaba jugando con fuego, y él deseoso de incinerarlo. Endureció sus verdes ojos tal cual hielo sin sentimientos y giro el rostro con impasibilidad.

 

 

 

 

 

 

—Oh, señor Malfoy. Disculpe mis modales, pero es que lo vi tan poca cosa para siquiera detenerme a saludarle—dijo mordaz, cosa que impresiono a Draco, pero que no dejo vislumbrar. Harry estaba actuando como una víbora, venenosa en todo aspecto y sentido de la palabra. Malfoy quedo con las palabras trabadas, jamás espero ese tipo de comentarios de su interlocutor.

 

 

 

 

 

 

Lo mejor que pudo hacer fue poner una sonrisa de superioridad y sarcasmo. No quería quedar del todo mal parado ante la situación.

 

 

 

 

 

 

—Ya veo, su problema con la miopía aun persevera después de tanto tiempo. Y yo que pensé que el que estuviera sin lentes era un claro signo de mejora de su parte, pero creo que todo el mundo se equivoca, al menos una vez. —Harry le devolvió la sonrisa de manera asesina. Hasta parecía que se preparaba para atravesar al rubio  con cualquier cosa que se le pasara por la mente, (y estaba seguro que la mano que temblaba sosteniendo la varita no se movería para hacer un simple y amigable Diffindo). Quería cortarlo a la mitad o degollarlo y dejarlo desangrándose en el bosque prohibido, con la arácnida amiga de Hagrid.

 

 

 

 

 

 

—Oh, por Merlín, mire la hora. Debería estar terminando mi ronda e iniciando las preparaciones para las clases de mañana. Y yo aquí perdiendo mi valioso tiempo en algo insignificante. Debo disculparme por mi falta de tacto señor Malfoy. Pero que digo, bastardos de su calibre no necesitan eso. Debo entonces pedir disculpas por usar un lenguaje inapropiado para las sabandijas. Sin su permiso, me retiro. Espero su visita no dure mucho tiempo, su presencia en el castillo es perturbante. —Le regalo una de esas angelicales sonrisas suyas e hizo una leve inclinación antes de perderse por el pasillo consiguiente. El pulso lo tenía a mil y sus venas tenían una temperatura única. Estaba hirviendo, sí, pero de rabia. Estaba que se comía vivo a cualquier cosa que terminara de destrozar la delgada línea que componía su autocontrol. Con la sonrisa aun plasmada en su rostro, se dirigió al salón más cercano, pero el más alejado de donde había dejado con cara de mármol a Malfoy. Al encontrar uno en el segundo piso, se adentró y puso los hechizos pertinentes. Al solo sonido del Silencius terminando de colocarle,  bombarda tras bombarda agitaba la habitación de un extremo al otro.

 

 

 

 

 

 

Varias de las sillas que reposaban al fondo del salón, (como lo hacían en todos los salones en desuso), transfiguradas en figuras de madera con la apariencia de Draco Malfoy, terminaron convirtiéndose en polvo. ¡Maldito fuesen los jodidos dioses que predestinaron ese encuentro entre ellos dos! Hubiera estado feliz de sólo tener que quemar la fotografía que saliera en los diarios. Sus ojos expresaban todo el odio que profesaba hacia Draco, y los muñecos destruidos y esparcidos como si de un asesinato en serie se tratase, auguraban las múltiples calamidades que le ocurrirían al maldito rubio oxigenado si se pasaba de la raya y crispaba sus nervios como estuvo a punto de hacer.

 

 

 

 

 

 

Se dejó deslizar contra el muro tras de sí, permitiéndose mostrarse débil en la oscuridad de aquel desolado salón. Las malditas imágenes del engaño que sufrió pasaban por su mente una tras otra, de manera consecutiva e interminable. Le estaba afectando demasiado. Hubiera preferido jamás regresar, pero se lo había prometido a los chicos. Y no le tenía mucha confianza que se dijera a los estúpidos magos adolescentes del castillo. Al menos, en la escuela Muggle, podía tener a raya a todos esos pedófilos que querían algo con sus bebés: nada que un simple repelente modificado no arreglara. Pero con los magos era algo completamente diferente, su maldita magia los protegía contra los repelentes de personas.

 

 

 

 

 

 

 

Te amo…

 

 

 

 

 

 

Sostuvo su cabeza, tratando de sacar esas palabras de ella. Son falsas, se decía, no puedo confiar de nuevo, ¡me engaño, me mintió, me uso! ¡Olvídalo, no lo ames! Aquel día estaba grabado a cal y canto sobre su cuerpo, y Elliot y Morgan eran la prueba más contundente de que aquello ocurrió. Fue tan hermoso y especial, fue como subir al cielo y tocar las estrellas que adornaban el universo, pero nada podía ser tan bueno. Draco le enseño que si bien en un instante podía estar en el paraíso, al otro podía estar sufriendo en el peor infierno jamás habido. Aunque su caso fue similar en ambos planteamientos. Y su destino fue distinto: se hizo mortal. Dejo de soñar con ángeles, y los demonios dejaron su mente, simplemente se hizo de la realidad que lo rodeaba y piso la tierra en aquel momento. Se hizo padre soltero, se hizo un ser solitario que estaba conforme con el amor de sus hijos.

 

 

 

 

 

 

No quería a nadie más en su corazón: ya bastante destruido lo tenía como para confiar de nuevo y que se hiciera añicos.

 

 

 

 

 

 

Lanzo un Reparo generalizado y quito los hechizos, dejando escapar un suspiro abatido antes de encaminarse a su cuarto a tratar de dormir. ¿Por qué tenía que aparecer ahora, después de que había estado tan feliz de haberse encontrado con su muy querido ahijado? Sí, esa tarde, en la clase que impartía a los de segundo año, se había cruzado con Theodore Lupin. Era tan hermoso, muy parecido a su padre, y con algunos rasgos similares a su madre (sin contar que era un Metamorfomago, que de por sí ya era raro).  Él acostumbraba a enviarle regalos en los días de navidad y fiestas especiales, incluido sus cumpleaños; y ambos habían querido conocerse en persona. Lo único que lo había impedido eran las circunstancias que separaban a Harry del mundo mágico.

 

 

 

 

 

 

 

—Quizás y debería invitarlos a todos a comer en mi cuarto, así se familiarizan. —Dijo para sí, olvidándose por completo de que se había cruzado en algún momento con el bastardo de Draco Malfoy.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

—23—

 

 

 

 

 

 

 

 

Lo observo alejare y no pudo ni decir ni hacer nada para impedirlo. Sus manos temblaron ligeramente y su seño se frunció de manera alarmante. ¡Lo habían insultado con todo el descaro del mundo! Ese maldito de Potter había osado decirle aquellas palabras en su propia cara como si estuviera hablando con un niño. Su mandíbula se apretó y sus ojos relampaguearon de forma escabrosa. Aunque, ciertamente, tenía la culpa por no saber hablarle: cuestiones de némesis pasados, quizás. No, no era eso. Ese maldito sentimiento de nuevo lo obligaba a actuar de esa forma.

 

 

 

 

 

 

 

Paso una mano por su rostro, acariciando el puente de su nariz. No podía creerlo, se había puesto nervioso y había echado a perder el maldito primer encuentro que se producía desde hacía once años. Mierda, si sigo de esta manera puedo decirle adiós a cualquier afiliación entre ambos, se dijo dando media vuelta para dirigirse hacia los aposentos de los Slytherin.  Ciertamente, le había cautivado en desmedida el cambio que había sufrido Potter. Por los dioses, estaba buenísimo. La fotografía en el periódico no le había hecho ningún honor a su persona. Meneo la cabeza un poco contrariado; no debía de pensar de esa manera de Potter,  lo que hubo entre ellos había terminado hacia años, y era una cuestión imposible siquiera plantearse un comienzo cuando el hombre en cuestión lo odiaba hasta la misma medula.

 

 

 

 

 

 

 

 

Doblo en una curva y bajo por las escaleras más próximas hacia el área de las mazmorras. La mayoría del castillo, la que había sufrido más daño durante la guerra, había sido remodelada durante su reconstrucción.  Lo que antes fueron los pasillos de las mazmorras, se convirtieron en un verdadero laberinto a pedido de los mismos estudiantes. El pedido fue aceptado dado que de esta forma ellos tendrían menos peligros en sus propios dominios y no tendrían que preocuparse de que algún miembro de otra casa intentase algo en sus propios terrenos. Aunque seguían habiendo pasillos, algunos de los originales, que seguían guiándolos directamente hacia la sala común.

 

 

 

 

 

 

 

Cuando por fin llego a la puerta falsa en el muro, murmuro la contraseña y bajo directamente hacia el corredor de los cuartos de primer año. Tenía ganas de ver a Scorp, y quizás de paso pudiera conocer a los muy famosos hijos de Potter.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

—24—

 

 

 

 

 

 

 

 

Scorpius, Morgan y Elliot estaban compartiendo un momento ameno. Se habían puesto a jugar Snap explosivo dado que no tenían sueño, y como no les agradaban del todo sus compañeros de Slytherin (aunque los propios alumnos pensaran lo contrario), y preferían estar en sus habitaciones que en la sala común, pareció la opción más lógica y menos aburrida a tomar. No podían dar algún paseo nocturno debido a las constantes revisiones que se encargaba Dobby de dar durante la madrugada. Además, era la primera vez que jugaban ese tipo de juegos, por lo que les era interesante.

 

 

 

 

 

 

 

Tenían al menos una hora en ello. Scorpius les había explicado las reglas al completo, permitiéndoles algunos juegos libres como demostración antes de iniciar sus batallas para ver quién era el mejor. Aunque, para su total sorpresa, era Morgan quien llevaba más juegos ganados.

 

 

 

 

 

 

Antes de que se dispusieran a jugar la sexta ronda, alguien toco a la puerta. Los tres se giraron con caras de curiosidad, pero fue Scorpius quien decidió abrirla, poniendo su cara de malhumorado aristócrata (como les había dicho cuando les explico el porqué de hacer esas caras frente al profesor de pociones, arrancando unas cortas carcajadas en sus compañeros). Scorpius puso cara de sorpresa al encontrarse del otro lado de la puerta a su serio padre.

 

 

 

 

 

 

—Buenas noches, padre, ¿ocurre algo? —Le dio paso a la habitación. Draco de inmediato escruto con sus bellos ojos a los dos chicos en la cama del centro. Se había quedado casi sin aire al verlos. Eran preciosos. Ciertamente habían heredado la belleza de su padre. Pero había algo extraño en ellos, algo que por la tenue luz de la habitación no lograba descifrar.

 

 

 

 

 

 

 

—Buenas noches, Scorpius, chicos. —Educación ante todo—. Realmente no pasa nada, simplemente estaba hablando con tu padrino sobre algunos asuntos sin relevancia alguna, y decidí pasar a saludarte antes de regresar a la mansión. —Le explico mientras se acercaba a la cama con los jóvenes Potter—. Mucho gusto, soy Draco Malfoy, el padre de Scorpius. Espero y se esté comportando como debe.

 

 

 

 

 

 

—Lamentablemente —comento Elliot rodando los ojos de manera cínica. Cierto que le había impresionado el hombre cuando lo vio entrar y presentarse; ¡si era la viva imagen de Scorp! Aunque, ciertamente, tenían rasgos que los diferenciaban bastante. Además, estaba el hecho de que frente a ellos se encontraba su papá, aunque no lo reconocieran realmente como tal cosa.  Si el hombre había hecho sufrir de esa forma a su padre, no merecía siquiera tener ese título. Incluso, por la manera regida en que notaban que Scorp se estaba comportando,  imaginaban que el sujeto era un completo bastardo.

 

 

 

 

 

 

 

— ¿Disculpe? —pregunto Draco, algo sorprendido por la respuesta. Scorpius estaba tras él, con expresión indefinida.

 

 

 

 

 

 

—Eso, que lamentablemente se está comportando. Casi siempre anda con esa cara de aristócrata estreñido, como si tuviera que ocultarse de algo. —Draco hizo un gesto de molestia, había recordado lo que ese maldito espejo le había dicho en la mañana—. Pido disculpas, pero es simplemente que nos han educado de manera tal que podamos enfrentar todo lo que se nos ponga delante sin siquiera tener que ocultar nuestra molestia. No tenemos ni debemos ser displicentes simplemente porque un idiota desea entablar buenas relaciones con nosotros. Y quizás piense que hablamos demasiado grande para nuestra corta edad. Muchos nos lo han dicho. Pero le aseguro que nuestra comprensión y velocidad de aprendizaje es bastante grande. Además, nuestro padre y nuestra nana se han encargado de educarnos a la perfección.

 

 

 

 

 

 

 

Draco se quedó en silencio, esos chicos eran potencialmente peligrosos, más aquel llamado Elliot. Lo notaba en esa fiera mirada que le estaban mandando como si conocieran un secreto del cual él estaba al tanto, pero no recordaba.  Carraspeo algo incómodo, podían parecer verdaderos ángeles en apariencia, pero ocultaban demonios debajo de ella. Eran algo parecido a la imagen perfecta del hijo prodigo de un Malfoy. Meneo la cabeza sacándose esas ideas de la mente.

 

 

 

 

 

 

—Sera mejor que me retire, ya es bastante tarde. —Se dirigió a la salida, acompañado por el pequeño Scorpius. No es que estuviera huyendo, pero algo le impedía siquiera plantarles cara a esos dos. Scorpius salió con él y se despidió en el pasillo.

 

 

 

 

 

 

 

— ¡Guau, chicos, son mis héroes! —Scorpius regreso con una gran sonrisa en sus labios. Elliot y Morgan lo observaron algo extrañados, preguntándose por qué —. Bueno, ustedes son las primeras personas que conozco que le han plantado cara al gran Draco Malfoy y han salido airados.

 

 

 

 

 

 

—No es algo muy difícil, y no entiendo de a que hay que tenerle miedo. Es simplemente otro mago más, que pueda tener algunos contactos no es algo muy importante para nosotros. —Morgan asintió, dando un largo bostezo de por medio. Era cierto, era bastante tarde, y se sentía extraño. Bueno, habían visto a su padre y habían sido decepcionados en todos los aspectos. Se habían esperado cualquier cosa, menos que realmente fuera un gilipollas frio y descorazonado. Scorp no se merecía siquiera ser tratado de esa manera tan lejana y fría. Era como si realmente no le importara tener un hijo y que este no fuera más que un suvenir que lo hacía ver mejor.

 

 

 

 

 

 

Ciertamente, su papi había hecho la mejor elección al largarse del mundo mágico.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

—25—

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Horriblemente para Harry, la mañana había llegado demasiado rápido para su propio gusto. Aun no se encontraba del todo recuperado de la maldita situación acontecida en la noche donde el infortunado encuentro entre Draco y él se produjo. Se lo había comentado a Dobby,  y este lo había ayudado a mitigar gran parte de su instinto de héroe asesino.

 

 

 

 

 

 

Se había tardado más de la cuenta en el baño, tomando aquella ducha relajante que acostumbraba a tomar en los días de mucha presión. Era uno especialmente preparado por el pequeño elfo con un conjunto de hierbas curativas. Después de estar listo, se dispuso a cambiarse, con una sonrisa  en los labios. Ya había logrado olvidarse  de aquella maldita desgracia. Al menos por ahora.

 

 

 

 

 

 

— ¿Te encuentras mejor, Harry? —Pregunto Dobby, con un rostro entre serio y preocupado. Le había molestado escuchar lo que Malfoy le había dicho a su amo. Ciertamente, quería vengarse como aquella vez que mando a volar a Lucius por intentar herir a Harry el día que lo libero. Harry se giró y le dio una de esas enormes sonrisas suyas y asintió.

 

 

 

 

 

 

—Estoy más relajado y “ese” asunto ya no me molesta del todo. —Le respondió con tranquilidad, estirándose tal cual gato. Mando con un hechizo los libros que emplearía en las dos primeras clases al salón de Defensas Contra las Artes Oscuras, y salió de su habitación rumbo al gran comedor. Tenía ganas de ver a los chicos, y se aseguraría de esta vez no gemir mientras comía.  Dobby se puso a caminar a su lado, suspirando más aliviado.

 

 

 

 

 

 

 

Ciertamente, pensando que nada podría arruinarles la mañana, nunca esperaron encontrarse con esa situación una vez entraran al gran comedor. Todas las miradas se habían girado a observarle, con más pasión que antes. Inclusive sus hijos se sentían terriblemente mal en ese ambiente donde ellos parecían ser la presa de los animales salvajes que allí habitaban.  Muy desconfiadamente, Harry se dirigió hacia la mesa de profesores, los cuales lo observaban de igual manera que los alumnos.

 

 

 

 

 

 

Zabini tenía una expresión extrañada, como si no pudiera creerse algo y hubiese resuelto un gran misterio. Incluso Mcgonagall lo miraba de manera intensa, como en esos tiempos cuando se escaqueaba por las noches y ella sospechaba que lo había hecho. Se comenzó a sentir culpable sin siquiera saber que mal había osado  hacer.

 

 

 

 

 

 

 

—Buenos días, profesora Mcgonagall —saludo al tiempo que tomaba asiento en la mesa junto con Dobby—. ¿Ha ocurrido algo? ¿Los gemelos han hecho algo por lo que deban ser castigados?...

 

 

 

 

 

 

—No, Harry, no es nada de eso—Potter ya estaba que chillaba como nena por la intensidad en esas miradas en su persona. Mcgonagall hizo un gesto pensativo y luego añadió: — Aunque ciertamente pasa algo, para que todos terminaran de esa manera.  Se ha publicado un artículo verdaderamente choqueante para muchos, el cual te concierne enteramente. —L directora subió sus cejas de manera permisiva mientras le extendía El Profeta. Suspiro calmando su auto acelerado pulso y se dispuso a leer la portada que lo tenía a él con un esmoquin de gala Muggle:

 

 

 

 

 

 

 

¿Una gran revelación?

 

 

 

 

 

Leyó en la portada, poniéndolo completamente nervioso. Esperaba que no fuera nada sobre el asunto de que el gesto a sus hijos. Vio unas letras pequeñas y cursivas debajo del título. Se dispuso a leerlas antes de continuar:

 

 

 

 

 

 

 

Este articulo esta cien por ciento confirmado y verificado, lamentablemente la fotografía principal fue creada a base de montaje dado que no podemos obtener de ninguna manera alguna entrevista con el héroe del mundo mágico.

 

 

 

 

 

 

 

 Yo, como su colaboradora, prometí que obtendría una  entrevista con el reaparecido héroe; pero respetando los límites a los que podemos llegar para las cosas he dejado esto por el bien del señor Potter, no obstante, todos estamos intrigados de cómo fue la vida de nuestro gran héroe desde el instante en que desapareció. Me avoque todo este tiempo en mover a mis fuentes para adquirir dicha información llevándome una sorpresa de imaginaciones estratosféricas.

 

 

 

 

Como lo leen, fue una sorpresa bastante impactante.

 

 

 

 

 

 

Pues, comencemos por el principio. Cuando Harry Potter desapareció del mundo mágico hace más de once años, se inmergió en el mundo Muggle, llevándose consigo parte de la fortuna Potter y Black para hacer su vida un poco más cómoda. Se dedicó a estudiar finanzas en la real academia londinense antes de partir nuevamente sin dejar rastro alguno de su existencia, tomando el resto de la carrera (abandonada a mitad de año) por correo y obteniendo el título de magna cum laude (no se esperaba menos de su magnificente persona). De este momento en más, no se supo nada del señor Potter. Su modo de vida, de que trabajaba, con quien se casó y tuvo a sus gemelos, hasta que una fuente anónima nos proveyó de información que nos hizo imaginarnos el resto de la cuestión. 

 

 

 

 

 

 

Después de desaparecer, el señor Potter fundo una empresa bajo el nombre de the Black Rose’s, he imaginamos que es en honor a esta persona: Sirius Black. La empresa fue una pequeña que con tan solo unos dos años de existencia comenzó a expandirse  como pólvora, logrando afiliaciones de gran importancia internacional. The Black Rose’s es una empresa contratista que avala muchos contratos nacionales con empresas de gran importancia. Incluso los gobiernos Muggle y mágicos han utilizado los servicios de esta compañía. Pero la cosa no acaba aquí: una vez la empresa comenzó a tener grandes ingresos el señor Potter comenzó a tomar posesión de empresas pequeñas,  haciéndolas crecer en poco tiempo utilizando a The Black Rose’s como intermediario para esto.

 

 

 

 

 

 

Por ello, actualmente el señor Potter cuenta con más de la mitad de las empresas, de todos los países,  en todo el mundo. ¿Por qué razón nadie había podido dar con esto? Sé que muchos se han de hacer esta pregunta que es muy fácil de responder. Como el señor Potter deseaba paz y tranquilidad, su nombre se mantenía oculto. Logrando de esta manera su cometido. El señor Potter es el encargado de seleccionar a los empleados de todas sus empresas, eso incluyo a los directores que actúan como mascaras para cada una de sus empresas, logrando así un mayor rendimiento en conjunto con un sistema de seguridad que impediría  incluso a magos de alto nivel investigar algo sin tener que Obliviatar a miles de Muggle’s al mismo tiempo. Por lo que, actualmente, Harry james Potter Evans es el magnate más grande en la historia de este mundo.

 

 

 

 

 

 

Lamentablemente, en lo que respecta a la vida privada de nuestro salvador, no tenemos mucha información, ni acerca de su vida amorosa ni de quien era la madre de los gemelos,  pero tenemos información concreta, y estamos bastante seguro de algo: es soltero. Logramos investigar su estado civil, logrando dar con que el señor Potter no está casado de ninguna forma, Muggle o mágica.

 

 

 

 

 

Así es, queridos lectores, el ser más guapo de este mundo, y el más poderoso tanto económica como mágicamente está disponible para quien logre conquistarlo.

 

 

 

 

¿Quién se dará un tiempo para lograrlo?

 

 

 

 

 

 

 

Al terminar de leer tuvo miedo, mucho miedo. Cuando miro entre las hojas y se fijó en todo el salón del gran comedor, deseo estar en su pequeño castillo en York. Rápidamente se levantó pidiéndole silenciosamente a Dobby que le enviara el desayuno al cuarto al igual que la de los chicos. Salió del gran comedor, no antes sin darle una de esas miradas a Elliot para que lo siguiera. Cosa que no tardo en suceder. Todavía era temprano y tenía oportunidad de al menos comer tranquilo, y si dejaba a los pequeños con aquellas bestias codiciosas no tendrá muchas oportunidades de ello.

 

 

 

 

 

 

 

— ¿Cómo pudieron dar con eso?—Elliot  estaba muy contrariado. El conocía todo sobre el sistema de seguridad que su padre había desarrollado para que ningún mago se diera cuenta de su existencia oculta en las empresas; se lo había comentado Harry mismo un día que tuvo curiosidad de ello.

 

 

 

 

 

 

—Ni idea, amor, pero lo que si tengo entendido es que tendremos muy serios problemas desde ahora. —Scorpius miraba la interacción entre celoso y curioso. Harry lo miro con una de esas sonrisas plenas que sólo usaba con sus hijos.

 

 

 

 

 

 

— ¿Qué tipo de problemas les dará esto, profesor? Después de todo, el que sea un magnate tan influyente no es algo malo—Scorp intervino queriendo saciar su curiosidad, pero realmente se había comportado impolíticamente —. ¡Perdón, no fue!...

 

 

 

 

 

 

Harry le dio una mala mirada: —No tienes que comportante tan serio conmigo, Scorpius, no es como si me agradara ser tratado tan seriamente. Además de que eres un niño y debes comportarte como tal, deja la seriedad para las fiestas de gala y para cuando quieras declararte a alguien. —Ese último comentario hizo que las pálidas mejillas de Scorp se tiñeran un poco—. Respondiendo a tu pregunta, sí, traerá muchos problemas.  Bastante graves a mi percepción.

 

 

 

 

 

 

Dobby se apreció al lado de ellos después de cumplir con el encargo  de su amo, comenzando a caminar a la par de Harry.

 

 

 

 

 

 

—A lo largo de estos años muchas personas han intentado contactar con Harry por medio de los directores de sus empresas para hacer negocios, muchos otros para saber su estado civil y si tenía descendencia. En otras palabras, ellos tres son como trofeos a reclamar por el mejor postor (razón por la cual Harry mantenía siempre en secreto su estatus). Y ahora que se sabe quién es el premio resulta inmenso. —Añadió el pequeño elfo mirando a Scorpius de soslayo—. Lo que quiero decir es esto: Harry Potter, gran héroe de todo el mundo mágico, el magnate más influyente en todo el mundo, está completamente soltero. Al igual que sus hijos. ¿Qué crees que ocurrirá de ahora en adelante? El dinero y el poder corrompen a los magos, y quien logre enlazarse a estos tres obtendrá mucho. Además —añadió con jocosidad para calmar un poco lo tenso del ambiente que se había situado entre ellos —, Harry dice que nunca dejar que sus pequeños se casen. —Harry murmuro un par de maldiciones por lo bajo para aquellos que siquiera intentaran algo contra sus bebés. Elliot y Morgan rodaron los ojos, su padre era tan sobreprotector. Unas cuantas sonrisas se asomaron en los rostros del grupo.

 

 

 

 

 

 

 

No obstante, Scorpius se había quedado helado. Si lo que Dobby le decía era verdad, se armaría la tercera guerra oscura entre las familias sangre puras para ganarse el buen ver de los hermanos Potter. Y si todo eso resultaba ser cierto…

 

 

 

 

 

 

 

—Papá lo sabía antes que muchos —murmuro ganando la atención de los demás. Scorpius lo miro apenado—. Anoche llego a visitarme, alegando que era para saber cómo me iba y que fue porque había estado hablando con mi padrino que decidió pasarse a verme. Lo conozco bien y sé que no hace ese tipo de cosas. Imagino que era para ver a Morgan y a Elliot para ver como proseguiría cualquier plan tonto para ganarse el visto bueno de usted, profesor. Y planea usarme a mí para eso. —Se sentía tan mal saberse sólo útil para los planes de negocios de su familia. Morgan y Elliot lo abrazaron de manera cariñosa al ver una lágrima resbalar por su mejilla y Harry apretó los puños. Maldito fuesen todos los Malfoy (quitando a ese encanto que resultaba ser Scorpius).

 

 

 

 

 

 

—Descuida, Scorpius, no es como si fuera a caer en los engaños de alguien que ha sido mi enemigo durante muchísimos años. —Le sonrió y le acaricio el pelo—. Bien, dejemos los bajos ánimos detrás y vamos a desayunar en mi habitación; de esta manera no tendremos todas esas miradas sobre nosotros. Por cierto, chicos, recomiendo que las comidas y cenas la hagamos por igual en mi cuarto. Tú también estás invitado, Scorpius.

 

 

 

 

 

 

Los cinco prosiguieron su camino hacia los aposentos de Harry, tratando de borrar la pesadez por los problemas que se les avecinaban.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

—26—

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Malfoy padre e hijo estaban que hervían vivos. Habían leído las noticias en El Profeta y era algo que no les alegraba en lo más mínimo. Se suponía que aquello debía de haber permanecido como un secreto pero alguien se las había arreglado para obtener la misma información que ellos, sino más. Lo que simplemente llevaría tiempo conciso y preciso  lograr, ahora se había convertido en una prueba a contra reloj. 

 

 

 

 

 

 

 

Ambos estaban en el despacho principal de la mansión, con sus ojos puestos sobre sus copas. Desde lo de El Profeta se habían encerrado ahí, sin dirigirse palabra alguna. Sus rostros compungidos eran la única prueba de cuan enojados se encontraban.

 

 

 

 

 

 

 

—No sé cómo obtuvieron la información, pero es algo bastante grave para nuestros planes. —Lucius dio un sorbo e inmediatamente mostro todo su enojo en una sola acción. La copa termino estrellada contra la chimenea y esta rugió estrepitosamente. Draco no pudo más que contemplarlo. Casi nunca, desde finales de la guerra, había visto a su padre tan fuera de control.

 

 

 

 

 

 

—Tranquilízate, padre, no todo está perdido. Recuerda que Scorpius  es amigo de los hijos de nuestra presa. Nuestra oportunidad en la victoria está por encima de cualquiera que intente algo para ganarse su estima. —Pueda que estuviera en calma, pero ciertamente estaba nervioso a raíz de los acontecimientos. Jamás previeron que eso ocurriría. Potter no podía caer en otras manos que no fueran las suyas…

 

 

 

 

 

 

— ¿Esa conexión servirá de algo cuando el mismo Potter nos odia a muerte?—Le cuestiono de forma ruda—. Puede que logremos en algún momento hacer que el amor crezca con en ellos de alguna manera. — Se levantó y se encamino hacia la licorera para prepararse una Rusia imperial. Era similar al vodka, pero cuatro veces más potente.

 

 

 

 

 

 

—Potter me odia, eso lo tengo bastante claro… Y no, padre, no puedo permitir que Scorpius se enamore de los hijos de Potter, o viceversa. Eso es algo que jamás debe suceder—Lucius no comento nada  sobre lo del amor entre los chicos, pero lo dejo pasar. Tenía más curiosidad sobre otra cosa.

 

 

 

 

 

— ¿Qué ocurrió para que eso sucediera? A que Potter te odiara de esa forma, me refiero. Nunca me lo contaste, Draco. Recuerdo muy bien que me escribías sobre una posible amistad entre tú y Potter, pero súbitamente este desapareció —Lucius tomo asiento frente a él, un poco más auto controlado, pero con la molestia gritando en sus pupilas como raudos leones. Estúpido diario sensacionalista. Draco se reclino en el asiento y suspiro cansado.

 

 

 

 

 

 

—En aquel tiempo, después de que Potter logro sacarnos de un viaje directo a Azkaban a todos, me sentía bastante melancólico. Slytherin me daba la espalda por traidor y había perdido contacto con todos mis supuestos amigos. En fin, no tenía a nadie de mi parte. Ni siquiera Vincent me hablaba creyéndome culpable de la muerte de Gregory. Los días en Hogwarts comenzaron a ser un martirio insoportable que sólo podía sobrellevar emborrachándome en la torre de astronomía—hizo una pausa, mirando a su padre de soslayo viendo si le prestaba atención—. Y como siempre, nuestro amado héroe entro en acción. No sé si Potter creyó que estaba tramando algo, o estaba tan frustrado con mi vida que estaba planeando mi suicidio. Y tampoco sé cómo descubría que me movía por las noches por el castillo, pero desde la primera semana que comenzaba a perderme en la torre y algunas veces hasta faltaba a algunas asignaturas, Potter apareció frente con esa estúpida capa invisible.

 

 

 

 

 

 

—Una de las tres reliquias de la muerte…—comento Lucius con fastidio. Hizo un gesto con la mano para que Draco prosiguiera.

 

 

 

 

 

 

—A resultado de ese encuentro, muchos otros se produjeron. Potter era bueno calmando mis nervios y me hizo dejar la bebida a la tercera noche. Comenzamos a encontrarnos todos los días y una supuesta amistad comenzó a florecer. —Suspiro, los recuerdos lo golpeaban fuertemente a medida que avanzaba. Se sentía mal actuar como un maldito bastardo frente a su hijo, y haber actuado de aquella manera frente a Harry—. Luego esa amistad comenzó a ir por otro rumbo. —Lucius se tensó en ese mismo momento y Draco no pudo más que sonreír al ver que su amado padre se había dado cuenta sin siquiera tener que contarle toda la historia—. Con el tiempo comencé a ganar de nuevo la confianza de Slytherin, aunque no así con los que antes conformaban a mi grupo. La relación con Harry comenzó a avanzar. Primero  con besos y caricias, y al final terminamos acostándonos. Fui su primera vez—ausentemente una sonrisa sincera fue puesta en sus labios—. Y él, por supuesto, la mía.

 

 

 

 

 

 

Lucius se quedó sin habla. Sus manos se estrujaban la una contra la otra nerviosamente. Eso era… increíble. Y le resultaba totalmente imposible.

 

 

 

 

 

 

—Entonces, Draco, ¿es él? —Pasó una mano por el puente de su nariz y restregó con fuerza sus ojos. Draco no pudo más que suspirar dejando caer por completo la máscara de indiferencia que siempre portaba, para dejar paso al rostro más triste de todos. Lucius lo contemplo  sintiéndose enteramente culpable.

 

 

 

 

 

 

—Así es, padre, Harry Potter es el padre de Scorpius…

 

 

 

Notas finales:

Hasta luego...


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