El niño no dejaba de moverse y Lelouch sólo rodaba los ojos con desesperación al no poder controlar a su hijo en ese momento pero es que no era sólo eso lo que debía de hacer en esos instantes. Se tenía que encargar de todos los negocios que iba a dejar inconclusos o en manos de otras personas, debía de ver por el cuidado de su hogar, debía arreglar el desorden que estaba haciendo su hijo y tenían que estar en el aeropuerto en menos de 10 minutos.
-¡Suficiente!- gritó con el ceño fruncido y las manos sobre su cintura, viendo con dureza al niño que se había quedado como piedra al escuchar la voz de su padre en ese tono.-Este es el momento para que vayas por tus cosas en la habitación y las lleves al coche- dijo mientras seguía viendo a su hijo, quien simplemente asintió y salió corriendo del despacho de su padre, mejor huir que dejar que la ira cayera sobre su persona.
Lelouch suspiro pesadamente y después volvió a lo que estaba haciendo. Metió unos papeles a un sobre, después otros en otro y así hasta que la mayoría de los papeles sobre su escritorio desaparecieron de ahí. Los sobres los tomo y los guardo en una caja fuerte que tenía ahí, esos papeles nadie podía y debía tocarlos, así que lo mejor era que estuvieran bajo llave.
Escucho a lo lejos los pasos de su hijo y después volvió a dirigirse a su escritorio, los demás papeles los acomodo en un montón y sobre ellas puso una nota, diciéndole a su secretario que debía de acabar de acomodarlas y que después él las revisaría por completo. Después camino por el lugar hasta llegar a la entrada, en donde estaba una mesita con varias cositas, y ahí dejo otra nota pidiéndole a la señora que de favor cuidara de la casa mientras ellos no se encontraban. Su siguiente paso fue ir a ver si su hijo ya había hecho lo que le había pedido pues el repentino silencio era misterioso a esa hora.
-Papá ¿crees que nos encontremos con mi tía?-
La pregunta lo dejo plantado en donde estaba, justo fuera de la puerta del cuarto de su pequeño, con los ojos bien abiertos y la mandíbula casi abierta. Eso había sido tan repentino. Nunca tuvo la intención de tapar toda la verdad sobre su pasado por lo que al final le había contado sobre su querida hermana Nunnally, pero ahora todo era tan diferente. Él debía estar muerto, él no debía de seguir existiendo, él no podría regresar a tener una vida normal con las personas que más quiso en su vida.
-No lo creo hijo- le respondió mientras se acercaba a él y acariciaba su cabello. Su pelinegro lo miro con esos ojitos esperanzados y después asintió.
-Habría sido algo bueno- murmuró el menor para después tomar sus cosas y empezar a correr, bajando por las escaleras para dejar sus maletas en el coche.
Lelouch se quedó en donde se había detenido por segunda vez, su mente formulaba nuevos escenarios, nuevas esperanzas, nuevos deseos. Por un momento quiso detener a su hijo y decirle que el viaje no podrían hacerlo, que lo llevaría a otro lado para que se divirtiera mucho más, estaba dispuesto a comprarle el león que tanto le pedía pero no quería que nadie los encontrara. Pero su hijo tenía derecho a conocer a la familia que nunca tuvo oportunidad de ver.
-Papi, debemos irnos- comentó el niño mientras tomaba la mano de su padre y lo halaba un poco para poder llamar su atención.
Lelouch volteo a verlo y sonrió divertido.
-Es verdad, vamos, baja y espera dentro del coche, ahora voy- pidió mientras besaba su cabeza y después se separaba de él. Camino de nuevo por el pasillo, llegando a donde estaba su cuarto y de ahí tomando las maletas que llevaba de viaje, así como un portafolio en donde traía las cosas más importantes.
Se detuvo cuando estuvo un paso fuera de su cuarto, volteo la mirada deseando por un momento que nada de eso que sucedía estuviera pasando. Por un momento el miedo a la verdad comenzaba a abrumarlo.
Suspiro con algo de ansiedad y se dio la vuelta, caminando de nuevo por el lugar y repasando las cosas que debía de dejar arregladas para que nada malo llegara a suceder en la casa mientras ellos no estaban en el país.
-Papi ¿cuánto tiempo estaremos allá?-
Lelouch se acomodó junto a su hijo dentro del coche, pidiéndole al chofer que los llevara al aeropuerto y después abrazo a su pequeño, pellizcándole la mejilla para molestarlo un poco y escuchar el reclamo.
-Todo el tiempo que quieras sin que se interponga el momento de entrar a la escuela- dijo como respuesta mientras empezaba a acariciar su cabellera negra. De nuevo los pensamientos comenzaban a entrar en su cabeza, inundándolo de nuevas ideas y de recuerdos que quería dejar enterrados.
-En ese caso tendremos que estar ahí todo el verano- pidió mientras se acurrucaba junto a su padre, jugando con sus manitas mientras esperaba a que llegaran.-Sabes, es el primer vuelo que hacemos- comentó de pronto el niño, viendo por la ventana el paisaje.
Lelouch sonrió dulcemente en cuanto lo escucho y se movió para besar su cabello. Adoraba a su hijo, era lo último que pensó que tendría en el mundo pero sin esperárselo, fue su rayo de sol cuando más lo necesitaba, fue su última esperanza.
-Amor hemos ido a más lados- dijo y después se acomodó en el coche, tomando a su pequeño y poniéndolo sobre sus piernas, acariciando sus mejillas. De verdad amaba a ese niño con su aspecto pero con los ojos de su madre, una joven que se parecía demasiado a su antiguo amor.
El niño sonrió divertido y negó con la cabeza, dándole palmaditas en las mejillas de su padre para después voltear a ver hacía el paisaje.
-Hemos llegado, señor-
El auto se detuvo y el chofer bajo, abriéndoles la puerta para que ellos bajaran y ayudándoles con las maletas. Lelouch le agradeció a su chofer y después de darles unas instrucciones, hizo que su hijo tomara su maleta, agarrando las que él llevaba y después empezó a caminar por el lugar. Su hijo observo maravillado el lugar, viendo con ojos dilatados a todas direcciones y reteniendo la mayor cantidad de imágenes. Si era verdad que ellos habían viajado a muchos lados, nunca lo habían hecho cruzando continentes. Esa sería la primera vez que harían un viaje tan largo.
***
Ladeo la cabeza, viendo en dirección al asiento en donde se encontraba su pequeño dormido. Sonrió de nuevo y con un movimiento de su mano lo tapo bien con la cobija que le había llevado para ese vuelo.
Sin poder evitarlo tomo uno de los mechones que le cubrían el rostro a su niño y lo acomodo detrás de su cabello. Agradecía que su hijo tuviera su mismo aspecto y sus características, a veces odiaba el color de sus ojos pero sabía que eran parte esencial en ese pequeño consentido.
Suspiro un poco y volvió a arreglarle la cobija a su hijo, acercándose para besar su mejilla y después acomodarse de nuevo en su asiento. Sus ojos siguieron viendo en dirección al niño mientras dejaba que a su mente llegaran recuerdos de cosas muy lejanas, de un pasado atormentado por la vida de príncipes y reinos, de un tiempo en el que creyó lo tendría todo pero que no fue verdad.
Pronto sus ojos se cerraron y cayó dormido, soñando con el día en que se volvieron a encontrar después de estar separados siendo niños.