Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Yasashii Higeki por Manabuu

[Reviews - 10]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

 

Bueno, últimamente ando loca y enamorada de esta pareja de la cual hay material, hablo de videos, etc.

Pero sobre todo, es más un tributo a YASASHII HIGEKI, la canción que me abrió las puertas al mundo de los sueños de Kuroyume.

El estilo es: primer capitulo o type A desde el punto de vida de Mao y el segundo y último type, el B, desde Kiyoharu. Ambos se desplazan por el pasado y presente de ambos músicos y se funden en las últimas partes de cada type.

Sin más espero que les guste y comenten si pueden, aquí el link de ambas versiones. La de SID y la de Kuroyume:

http://www.youtube.com/watch?v=lDcAfZx5e8A

http://www.youtube.com/watch?v=RAWi5GKWWuo

 

Manabuu!

A leer!

 

Notas del capitulo:

Sweet irony...

 

Yasashii higeki - Type A

 

 

Aún recuerdo mi reflejo en aquel espejo destartalado apoyado en el rincón más alejado del sol, de la habitación que albergaba los objetos desechados y viejos en casa de la abuela. A menudo huía ahí para soñar contigo, muy a menudo me refugiaba ahí para escapar del mundo que buscaba devorarme, yo era diferente, por desgracia.

Pero por instantes, de pie frente al cristal, yo podía resguardarme con el sonido tibio de tu voz. En medio de las sombras y los destellos yo abría mi boca y ambicionaba emerger aquel amor y admiración que me provocaban tus palabras, intentaba una conexión, deseaba ofrecer algo valioso y rescatable de mi odiosa existencia.

Te deseaba.

Estirando los brazos buscaba alcanzarte, mi cuerpo se contorsionaba con la melodía que dabas a esas cosas a las que te dirigías, mi garganta fuertemente cerrada simulaba susurrarte esas mismas palabras, la intensidad necesaria la manifestaba en mis miembros,  aún mi boca estaba paralizada... Yo tenía miedo, como nunca antes...  no obstante sentía que podía seguirte en aquella habitación oculta de todos, donde nadie podía interrumpirme o escuchar los chasquidos que hacía la carne de mi cuerpo que poco a poco iba consumiéndose en el desconcierto y el dolor.

Quería entregarme a ti.

Quería ser como tú.

Alguien que alzase su voz sin pánico. Que pudiera llegar al clímax y arrastrar a los demás de igual modo, a un mundo nuevo y perplejo.

Yo no lo intenté, solo soñaba, sin embargo parecía que mis anhelos tenían vida propia o labios ajenos a los míos. Ellos sin consultarme soltaron sus gritos al exterior.

Y todo salió desastroso.

Ser el nuevo en una clase desconocida... Hasta ahora no he querido entender esos motivos ocultos que hacen que los humanos busquen atormentar a otros, pero cuando fui yo el blanco me urgió saberlo. Ya que no encontraba explicaciones racionales, no concebía por qué yo y por qué así.

 

First moment: el color de la nieve teñida de rojo...  

 

Mis piernas no aguantaban más, a cada tropezón que daba, el impulso por vivir hacía que aún sangrando volviese a levantarme, mis manos desgarradas, mis uñas doliendo, no perdía el tiempo y corrían cojeando. Sabía que me atraparían, ya que siempre lo hacían...  pero deseaba seguir respirando, por lo que buscaba adelantarme y quedar más cerca de casa para refugiarme y olvidar todo hasta el día siguiente.

¡Ahí, ahí va!

Los ojos locos, era arrastrado contra mi voluntad, podía ver el rastro de mis uñas arañando la nieve y sus puntapiés venir volando contra mí.  Eran inteligentes al no lastimar mi rostro, pero el resto del cuerpo pagaba las consecuencias. Sin saber a qué atinar, ellos solo me golpeaban furiosamente, no importaba el lugar, debían descargarse con el diferente, el diferente que no les hacía nada.

¡¡Esto es por amanerado, por marica, que muera el marica!!

Evitaba las lágrimas, me sorbía las mucosidades asustado, desesperado. Si lloraba todo empeoraría. Como aquella vez en las duchas en donde no pude moverme sino hasta el anochecer, las aberturas en mis piernas eran tales que pensé que no podría volver a caminar, sin embargo no fue así.  Por lo que sobre todo, llorar estaba vedado, sin embargo el dolor se me escapaba por lo ojos, era irremediable y los gritos sin voz que emitía no ayudaban a mitigar nada. ¿Les causaría alegría desnudarme y seguir lastimándome?

 

Respuestas fugaces pasaban iluminando mi rostro compungido, ninguna era conveniente, ninguna acertada, todas se fundían en un caldo sin nombre que iba macerándose entorno a mis costados, y subiendo hasta mi cerebro, ansioso de trasmitirle la realidad que surcaba mi vida en esos trece años de existencia. La anormalidad por la que me hacían pagar en esas sesiones se contrastaba con sus ojillos grotescos, y sus manos deformes que  me sostenían para que no huyera, pero después sentía que todo se volvía absurdo, los ecos de sus risas se perdían por la tarde blanca y moribunda, el tiempo congelado por el invierno parecía aliarse a ellos.

¡¡Mira como llora la niñita, mira como llora, maldito canalla!!

Cuando se cansaban ya era costumbre embarrarme con nieve, el traje rojo que me hacían vestir a la fuerza ya había perdido el sentido de humillación, al contrario era un respiro porque sabía que todo había terminado, por ese día.

Muerto de frío y miedo los veía irse mofándose de mí, de lo ridículo que era, de lo pestilente que se elevaba hasta sus sanas narices. Encorvado en un ovillo ocultaba mi rostro, secaba lágrimas que se esparcían, no pudiendo hipar siquiera.

No tenía voz...  me la habían arrebatado... 

¡Y ya sabes, si hablas te lo cortamos, te vamos a cortar esa cosa inservible, maricón!

Hundido, asentía.

Cuando el sonido se mitigaba y solo mi respiración era audible, me levantaba como podía y me vestía desesperado, tomaba mi bolso cubierto de orín y huía a casa a encerrarme en la habitación sin ser visto por alguien. Los llamados de mi hermana para que bajara a cenar no eran respondidos. Tenía demasiadas obligaciones con las heridas y los desgarros. Una ducha tibia en la oscuridad, mis llantos ahogados no eran descubiertos...

Casi a medianoche escapaba a la cocina por un bocado y regresaba a encerrarme.

Rehacer los deberes, estudiar...  ya no podía.

Agotado, daba vuelta al casette de música y me perdía con la dulce voz de quien añoraba. Susurrando lento en el silencio...  me decía que al despertar tendría que seguir viviendo y corriendo.

Meses pasaron...  horas continuas con la misma historia.

Visitas frecuentes a la enfermería del secundario me hacían sudar frío, correrías por los pasadizos blancos me salvaban de los golpes camuflados, lo importante era correr, solo eso... Y más tarde, la habitación en donde nos encontrábamos se hacía cada vez más inmensa y punzante. Los surcos demacrados que hundían mis ojos lo decían mudos cuando me miraba en el reflejo. Pero la música de la radio casetera portátil seguía sonando una y otra vez, hilando deseos y contratiempos. A veces encontraba la carita arrugada de la abuela mirarme impactada, era entonces cuando salía disparado y volvía a casa. Aunque mi abuela había perdido casi toda la audición del oído izquierdo, no sé cómo hacía para percatarse de mi presencia fantasmal.

Fue aquella vez, era media tarde y después de merendar y despedirme de la abuela, con la radio casetera bajo el brazo y unos dulces en la otra, había cerrado ya el portón de madera cuando mis reflejos me jugaron una mala pasada. Confiado no miré a ambos lados de la calle, tres pasos siguieron y empujado caí a un lado de poste de luz.

Eran ellos.

Me habían seguido.

Está vez mi rostro no interesó y un fuerte golpe me dio en toda la mejilla derecha, las lágrimas saltaron, un ruido estridente y el casette destrozado provocó un gemido y un no tímido en mí.

Las risas se elevaron, lo estaban haciendo polvo. Reían y deshilaban la cinta, el viento soplaba y sus risas se iban con él a un ritmo lento y uniforme. Los puntapiés no se hicieron esperar y yo sufría por ser descubierto por la persona que me dejaba hacer el loco en su casa, no quería me viera así, por lo que sin saber cómo, logré deshacerme del círculo en el que me apresaban.

Corrí escurriendo sangre por la boca, cayéndome buscaba llegar a un lugar con gente, sus burlas se aproximaban, volví a levantarme y no pensé... no pensé, tal solo me aferré a un par de piernas que habían aparecido salvadoras.

-¡¡Váyanse, váyanse o llamo a la policía, malditos degenerados!!

Llorando fui dejado a un lado, pero alcancé a ver como un muchacho con  un bate de béisbol en la mano hacía ademanes con una clara intención de acertarles en la cabeza.

-¿Vas bien? ... demonios, espera, no te vayas, voy a traer agua, no te vayas, ten el bate, ¡no te vayas!

Pero me fui.

Asustado y avergonzado me alejé de ahí, obviamente dejé el bate a un lado en el suelo y emprendí la huída. Saqué fuerza de donde ve a saber solamente Dios... 

Al estar a salvo en mi habitación observé la caja de mi casette...  me habían arrebatado incluso la voz de Kiyoharu-san.

Estaba solo... solo, muy solo en un sueño oscuro en donde nadie acertaba conmigo.

Pasé una etapa desagradable, no soportaba la idea de regresar a estudiar por lo que empecé a faltar en silencio, o a veces me quedaba para el listado y después me desaparecía como podía. El miedo ya no me dejaba en paz, incluso en las clases cualquier movimiento o trato hacía mí era rechazado. Bajo ningún concepto debía permitir que se inmiscuyeran en mi vida.

Nadie era seguro, absolutamente nadie.

Todos eran un peligro sin nombre, todos me dañarían de alguna u otra manera.

Hasta que alguien dio conmigo...  en el momento en que más huía, en el momento más oscuro, no pude hacer nada para alejarme, porque probablemente ese día, ambos nos habíamos sumergido en ese sueño oscuro y tenebroso.

Ese fue nuestro primer momento...  el primer momento verdadero.

 

First moment: Febrero trajo nuevas fragancias en el aire...

 

El sol de ese día era curiosamente helado, a pesar de la brisa tibia que soplaba, era un hecho que aún la primavera no se asomaría aún cuando los intentos del clima así lo hacían ver.

No había ido a clases.

Un moretón en mi muñeca no me dejaba de doler al intentar escribir, por lo que vi innecesario ir a la escuela. Solo perdería mi tiempo y correría riesgo en alguno que otro ataque. Por lo que escapé a un parque alejado y en medio de todo lo verde ocupe espacio en una banca de piedra debajo de un árbol que intentaba florecer, lo miré con pena. Hacía mucho frío como para que se envalentonara a dar sus primeros brotes... 

Miré mis manos y las junte en mis piernas, las observé largo rato.

Estaba empezando a mentir en casa. Con la radio casetera se inició todo, no pude evitar que los ojos se me aguaran de la rabia que sentía. Eleve la mirada y me compadecí del árbol y de mí mismo.

Una brisa se coló por mis calcetines azules, cerré los ojos... aún recordaba su voz...  su voz cantando y mi reflejo moviéndose al compás de la música.

Estaba solo...  cuando hablé.

Pero no me escuché...  

-¿Era el viento o tú cantabas?

Caí al suelo del susto, aterrorizado retrocedí sin mirar a la persona que me hablaba, necesitaba empezar a correr ahora mismo.

-Cálmate, mira susto que me has dado tú a mí y ahora... 

Abrí los ojos y noté que no era alguien conocido. Lo vi sentarse tranquilamente en la misma banca que hasta hace poco yo ocupaba y ofrecerme una lata de té.

-¿No quieres? Ten.

Rojo de la impresión no tuve más remedio que aceptarla y tomar asiento a su lado, pero dejando un espacio bastante prudencial.

-¿No puedes abrirla? ¿Te la abro?

Negué.

-Nah que te la abro, la mía estaba muy dura, mira como me dejó el dedo y al parecer tu mano no anda bien.

Me la quito de las manos y en un abrir y cerrar de ojos me la volvió a tender.

La bebí apenas, estaba más preocupado por el tipo raro que ahora jugaba con la lata vacía a mi costado.  No sé cuanto tiempo transcurrió, pero al rato él se fue sin agregar nada más.

Quede intrigado, mas no le busqué cinco pies al gato, y me fui a casa apurado.

Los demás días volví a perderme por las calles, cualquier lugar era mejor, el estar rodeado de gente o multitudes me salvaba de ser víctima, por lo que buscaba lugares transitados. No obstante mis pies volvieron a encaminarme a ese parque vacío.

Al llegar fui directo a sentarme bajo ese árbol que quería ganarles la partida a los demás floreciendo primero. Inhalé fuertemente el aire y llené mis pulmones, mantuve la respiración en stop durante un largo plazo, la sensación de ahoga siempre me había agradado, pero la provocada por mí, no por otros.

-¿Te quieres ahogar? Estás morado.

Abrí los ojos y tosí de la impresión.

Era él de nuevo. Solo que ésta vez me tendía una lata de coca-cola.

La abrí sin contratiempos y en silencio me largué del lugar.

No volteé, ¿para qué había ido yo a aquel lugar?

Sorbí de la lata, ¿quién diablos sería esa persona?

Ese día al llegar a casa y después de almorzar no cesé de interrogarme por un buen rato sobre la identidad del desconocido que al parecer tenía por fetiche ir regalando bebidas a personas sentadas en el parque. Incluso llegué a garabatear en un cuaderno una posible historia trágica sobre un asesino de doble personalidad, por el día era un muchacho bonachón y de noche líder de un grupo de matones que hacían desmanes con inocentes chiquillos que iban a comprar soba a la tienda de la esquina.

Sonreí con cara de bobo y volví a olvidar el asunto, el fin de semana me la pasé encerrando en donde lo de la abuela, así que no buscando refugio en el exterior armé mi propia muralla de defensa en la habitación olvidada. Limpié con ahínco, fregué el parqué y lo enceré hasta que brilló en la oscuridad, quite las telarañas de los costados, rocié aerosol con aroma de lavanda y pulí el espejo...  pero no pude escuchar la voz de la persona que me ayudaba a olvidar el odioso exterior. Era un hecho, tendría que buscar un trabajo para comprar una nueva radio casetera, pero a mi edad sería en verdad fastidioso...  aunque de todos me apetecía probar.

Inicié una lista de actividades para el lunes y entre ellas estaba el buscar empleo.

No iría a la escuela.

Al llegar el aclamado día y pasando las horas mis esperanzas infantiles se vieron cortadas como cuando el jardinero pasaba con la podadora y dejaba tupidito el césped crecido.  Nadie quería emplear a un niño. Que la edad promedio es quince, qué todavía no estás en instituto, necesito una aprobación de tus padres, no necesitamos personal de tu edad, debería estar estudiando ahora, llamaré a tu escuela... y miles de cosas más.

Un asco y aún más, porque me tocó correr como demonio que ve monje al divisar caras conocidas y terroríficas.

-¿No vas a la escuela?

Di un salto hacia atrás.

¡De nuevo él! ¿Acaso era un acosador?

-Tengo sed, ¿tienes sed?

El mundo en que vivía a partir de entonces tomaría un nuevo rumbo, aunque aún yo no era conciente de aquello.

Las veces en que no iba a clases me escapaba al parque y de la nada aquel chico se aparecía. Sin querer habíamos impuesto un horario en común y a pesar que la conversación no daba más que tres frases por ambas partes, el silencio en el que nos quedábamos no era molesto.

Podía permanecer en tranquilidad, olvidando eventos desastrosos.

-Se ve horrible ese moretón.

No intentaba ocultar nada, pero tampoco estaba dispuesto a dar explicaciones sobre lo que ocurría en mi vida.

-¿Duele?

-No.

Mentía como siempre o tal vez, después de todo, el dolor físico ya estaba marcado en mi cuerpo, lo que dolía era otra cosa, mucho más profunda.

No pude huir. Y de nuevo la misma paliza de siempre se había posado sobre mi cuerpo con la misma furia.

-¿Estabas cantando? ¿Sería de nuevo el viento?

Refunfuñaba y miraba a otro lugar. Era una mala costumbre mía el hacer que mi anhelo saliera de mí con una voz ajena.

Los días pasaban... las tardes llegaban...

Yo pensé que lo tenía todo bajo control. Pero me engañaba, nada lo estaba entre mis pequeñas manos mugrientas de anhelo.  Ni siquiera el desconcierto de mis padres, su desilusión al escuchar quejas sobre mi comportamiento extraño y las constantes faltas, aquello los enojó, sin embargo, pienso que lo que más les indignó fue el ver que no tenía las suficientes excusas sabias para engañarlos por más tiempo.

Me aguanté la intolerancia, mas no consentí el encierro en casa sin salir ni siquiera para casa de la abuela.

No estoy seguro de lo que me impulsó a gritarles a ellos, pero la bofetada de mi padre me lo dejó en claro. No estuve dispuesto a callar o consentir una nueva clase de maltrato. Solo salí huyendo de uno de os cuantos refugios que me quedaban.

Era tarde y el sol tan horrible como siempre, había empezado a brillar sobre las cabezas de los transeúntes. Corrí sin pensar, no obstante mis pies ya sabían el camino.

Parado frente a la banca vacía contemplé el árbol y tuve rabia de su osadía.

-Llegas temprano.

Me mordí los labios.

No quería verlo, mas, ya estaba ahí y no cabía de otra que permanecer y aguantar en mutismo lo que no podía expresar con palabras.

-Es un árbol estúpido.

Lo dije muy lentamente, arrastrando las palabras una a una.

-¿Mmm? Y porqué será estúpido ¿no? Yo lo veo bastante saludable... a comparación de los demás que andan raquíticos.

-No estamos ni marzo y él ya empezó a florecer.

Solté fuertemente. 

Mantenía los puños apretados con fuerza.

-Pues no le veo el probl...

-¡Claro que hay un problema, es una estupidez buscar ser diferente al resto, solo te traerá disgustos y frustraciones, solo harás que los demás te devoren a su antojo y que después quedes como un imbecil! ¡Es un estúpido árbol, debería de conformarse de florecer a la par del resto!

Ni la tibia brisa del viento logró secar el sudor que emergía de mí.

-¿Y por qué debería ser igual que el resto? Eso es aburrido.

-¡¿Aburrido?!

Grité.

-Sí, aburrido y tonto. Yo creo que este árbol es bastante valiente al florecer antes de tiempo. No es igual que los demás...

-¡No es...!

-No deberías de poner tus frustraciones en otros...

-¡Cállate imbecil!

Retrocedí asustado, tenía que volver a huir... ¡de nuevo, de nuevo!

-Este árbol no tiene miedo y por eso, el mundo lo recordará.

Detuve mis pasos nervioso...  el suelo contenía millones de puntitos grises... 

-Va a florecer y se llenará de verde para cuando ya estemos entrados en marzo, mientras que los demás apenas y tendrán sus primeros retoños por ese tiempo... cuando la gente camine por aquí alzará la cabeza y dirá, qué bello árbol, es el más hermoso y frondoso de todos, vengamos a resguardarnos del sol bajo él...  Tú también deberías de hacer lo mismo, florecer antes de tiempo hará...

-Te matarán antes de tiempo.

Escupí con furia, mis ojos aguados lo miraban como en un espejismo.

-Probablemente. Este árbol dormirá antes de tiempo, pero la gente lo recordará y sabrá que será el primero en despertar del invierno...  Ser diferente no es tan malo después de todo.

-¡Tú no sabes nada, no sabes nada de ser diferente y solo hablas de estúpidos árboles que no viven y sufren y que no son maltratados por todos!

-Pues prefiero hablar de estos árboles y no de alguien patético como tú que solo está huyendo. Eres un cobarde, así que no te metas con la valentía de este árbol...  tú que ni siquiera puedes alzar tu voz para hablar...  ¡te niegas siempre!, te he escuchado, pero no a ti, sino a eso que llevas dentro, lo hago todo el tiempo que vengo en silencio y te callas, tienes algo hermoso en ti y lo matas, ¡ya me gustaría poder cantar igual que tú!

Corrí.

¿Qué sabía él?

Era grande, alto...  no como yo, una cucaracha moribunda siendo apuñalada de a pocos por esos tipos que no me dejaban respirar.

¿Qué sabía él?

No tenía seguro noches solitarias, podía hablar o tener amigos, ser amado por sus padres.

¿Qué sabía él?

Acaso tenía una idea de lo que era ser arrastrado hasta lo oscuro y ser orinado con porquerías... 

No.

Nadie sabía.

Ser diferente era lo peor del mundo.

Él no sabía lo mucho que rogaba día con día el ser normal, el poder ser igual que el resto y perderme entre la multitud para impedir que me captaran o que se burlaran de mí o de mi manera de caminar, o sentarme o reír... 

No sabía nada.

Llorando llegué al portón de madera.

No esperé e introduje la llave. Estaba seguro que a esa hora la casa estaba desierta. La cerré de un portazo y corrí hasta la habitación...  

¡¡Me dolía ser así!!

Sin voz...   ¡¡No era un cobarde!!

¡No me habían dejado otra elección que callar!

¡No era un cobarde! ¡¡Yo no había pedido ser diferente!!

Caí llorando... 

Y entonces elevé el rostro y vi mi reflejo, tan patético como siempre... 

No me habían dado a escoger... 

... pero yo deseaba hacerlo...

Ni siquiera sé porqué lo hice...   no pude escucharme tampoco...  

Eleve mis manos hasta mi reflejo destartalado...  y abrí mi boca.

Con la música en mi cabeza, con su voz en mi cabeza, yo hablé...  mirándolo solo a él en mi cabeza, entre las sombras y la luz, yo me entregué a lo que me provocaba su voz...   En medio de sus guantes violetas, sentí sus manos entrelazarse con las mías, y los contornos de su piel susurrando con los míos propios, a cada paso suyo, un paso mío, a cada mirada insinuante suya, una voraz de la mía...   incluso ese eco hermoso en su voz, yo busqué imitarlo al cansancio. El movimiento suave de sus caderas, el cabello a la luz rosa... 

Era una dulce ironía.... 

 

Porque no eran para mí esas palabras, no. Eran para él... dichas desde el fondo mugriento desde donde día a día me ahogaba. Si había algo rescatable en mí, era su voz...  y lo que significaba para mí su vida...  Si podía ofrecer aquello, entonces valía la pena seguir corriendo a contra reloj. Si me habían quitado y destrozado su voz, entonces, por lo menos la mía seguía viva escondida, pero viva para cantarle...  

Impulsé mis pulmones hasta hacer que mi rostro se sonrojara, mi pecho se infló sin miedo y mi voz salió, solo para él y nuestro enlace invisible desde el espejo y mi mente. Bailé para adormecer los miedos... bailé para olvidar que mi mundo seguía esperando al cruzar el umbral...  pero por lo menos en aquel momento, era solo nuestra dulce tragedia, vista desde mis ojos, vista desde los suyos... 

 

Sweet irony...

No hay una excusa para un rostro feliz.
Mientras tanto, el tiempo corre en nuestra contra.
Last moment: incluso hasta los colores de Febrero se terminan... 
Incluso ahora, lo que me intriga eres tú, quien se funde en el viento.

Ésta última melodía, para tus ojos, no es mas que una tragedia demasiado suave...
Una dulce ironía, en mis ojos se refleja una comedia demasiado triste.
Esta tragedia demasiado suave ha cubierto tus ojos.
Esta comedia demasiado triste ha nacido de los míos.

Sweet irony... 

Sweet irony...

Sweet irony...

Sweet irony.

Acabé apoyado sobre mi reflejo...  cansado.

Con la garganta seca y temblorosa. No podía sostenerme en pie, así que resbalé hasta quedar sentado. Enjugué en sudor que se escurría por mis sienes y después de un rato me animé a levantarme.

Miré hacia la puerta, aún el día estaba claro.

Tendría que volver de nuevo.

Me levanté lentamente y dando un paso lento a la vez alcancé el marco. Aquí nos separábamos, susurré en un hilo de voz, volvería luego...  pero supuse que por un tiempo sería demasiado difícil aventurarme a salir. Bajé la cabeza, aquello me entristecía, no obstante un peso enorme parecía haberse desbordado de mí...  sonreí sin querer y elevé la vista...

-¡Qué, qué haces aquí! - grité sin poder contener la sorpresa.

No podía ser cierto, de pie frente a mí estaba ese... 

-Nada en especial. Ayudo a la abuela que vive aquí de vez en cuando, ya sabes, con las bolsas de compras.

Me ruboricé instantáneamente. El piso se me movió y más cuando vi a mi abuela acercarse más feliz que nunca.

-Ne abuela, ya me voy- me sentí aliviado, por lo menos él se iba y obvio que tenía que irse, tenía que largarse, ya no era suficiente solo con encontrármelo en el parque, ¡sino que también aquí!

-¿No te quedas a merendar? Quédate con nosotros, Mao-chan también se queda ¿no?

¡Volví a sonrojarme!

-Ma-sa-o, Masao. Abuelita, no me digas así.

-No digas tonterías, siempre vas a ser mi Mao-chan. Verdad que canta muy bonito, ¿no? - le miré horrorizado, ¡no que no podía escuchar bien!, ¡había sido engañado!

¡Definitivamente era el infierno!

¡Cómo me había escuchado, era el fin, ah diablos!

-Mao-chan siempre viene y canta la misma canción, pero está vez le ha salido muy bonito.

El chico frente a mí a pesar de poner cara de incrédulo no pudo evitar reír un tanto. Lo odié en verdad y más cuando dijo que sí se quedaba con una sonrisa gigante.

-Por cierto, me llamo Ha-ru, ¡Haru! - Me tomó del hombro - ¡solo Haru!

Sin querer o queriendo ambos ya estábamos sumergidos en ese sueño oscuro. 

 

Next moment: cambios en el color de Febrero...

 

 

La nieve ya estaba totalmente extinta.

Los pajarillos a menudo revoloteaban por la fuente seca y se posaban encima de las piedras extrañas que rodeaban el jardín. El sol ya no se ocultaba con nubarrones oscuros...

Mi voz había emergido mágicamente.

Haruki o Haru, como le gustaba que le llamasen, resultó siendo alguien fuera de serie.

-Estás obsesionado con Kiyoharu-san. ¡Eres toda una fangirl!

Desde aquel encuentro, él se convirtió en algo así como las horas, o los segundos. Las personas no podían vivir sin que el tiempo los ajustara, en mi caso, Haru, no me dejaba vivir en paz...  siendo sincero, no nos dejábamos vivir en paz.

-¡Eso no es cierto!...  a ti también te gusta, lo dijiste cuando lo viste con ese traje de piel la otra vez en el...

A pesar que toda su vida había vivido en Tokio, por asuntos de trabajo de su padre, tuvo que mudarse aquí, a Fukuoka. Según él, no le pesaba el cambio, total estaba en su tiempo sabatino, pero yo le decía más bien, su tiempo de vago. A pesar de haber culminado el instituto todavía no se decidía a qué seguir para el futuro, y aunque para mí era puro palabrerío, su familia se lo tomaba con calma, sin presionarlo, ya que decían que si lo hacían su hijo podría buscarse cualquier cosa y después dejarlo. Yo no coincidía con esos planteamientos, pero como a mí no me afectaba solo asentía en silencio.

-Eso es porque tú me has infectado de tanto Kiyoharu por aquí, Kiyoharu por allá y Kuroyume a la vuelta de la esquina - y el reía cuando me enfadaba - ¿vas a intentar conquistarlo algún día?

-¡Ya cállate! - y él corría y yo detrás... 

Ya era común el vernos en infantiles maneras.

La abuela ya no nos decía nada. Después de todo, en una "asamblea familiar" mis padres en un acto desesperado me cedieron como castigo a vivir confinado con ella. Aquello no pudo causarme más felicidad. Era mucho más práctico volver en una maratón desde la escuela hasta aquí que a mi casa. Por lo que rara vez era blanco de aquellos tipos, no obstante siempre me iba con cuidado.

No deseaba que nadie más supiese al respecto.

Sin embargo, supongo que aquello no se puede tapar con un dedo, al igual que el sol.

Por muchos esfuerzos que realicé los días temibles me iban acorralando poco a poco sin cederme más opción que aceptar las palizas en los baños o en el patio trasero, cerca de donde guardaban las colchonetas para educación física. 

-¿Vas a seguir así? - Haru me mirada serio con sus grandes ojos cafés - ¿por cuánto más?

-Déjame en paz - no podía agregar nada más.

-Ya casi eres un hombre y sigues con lo mismo - volví a insistir él.

-Ya te dije que cuando vaya al instituto todo cambiará, ya no iré a esa escuela y por fin...

-Eso es mentira- insistía de nuevo, y yo aunque lo negara lo sabía - te buscaran allá, ¡tienes que defenderte! Esa sarta de maricones no tiene ni un gramo de lo que tú sí llevas dentro. Por cierto estuve averiguando algo sobre...

-Ah no, ya empiezas de nuevo con lo mismo, te dije que no - Haru tenía la loca idea de hacerme cantar en una banda como a de lugar - Haru, en qué quedamos la otra vez...

-¡En nada!, un talento como el tuyo desperdiciado en más clases, ni hablar hombre, y no me vengas con eso de que se me va a cambiar la voz, aún si se te cambia la voz seguirá siendo genial y yo seré tu manager porque no le atino a ningún instrumento y como corista pues la cago, hombre, así que yo seré tu representante - yo reía molesto, solo escuchándolo, porque Haru era feliz alucinando cosas sin sentido - y por esto te digo que ya tienes banda.

-¡Haru!

-Es un hecho, y por si faltara poco ellos también le jalan a Kuroyume, si hasta parece alucinógeno universal esto, ¡qué cosa, que si la abuela me oye, seguro me pregunta qué jalan...

-¡Ya párale! - reía yo, era imposible enojarse con Haru, simplemente imposible.

-Y dejando de lado eso, empieza a cantar de una vez, que te oigo.

-¡No molestes!

-Vamos Maonyan, sé que quieres cantar tu ¡sweeet irony!

Y reíamos en medio de la tarde fresca y de ese sol que nos doraba la piel, la vida en aquellos momentos nos invitaba a cultivar sueños, sin embargo en mi interior me rehusaba a ellos, pero era Haru el que poco a poco colaba esas ideas que luego se volverían mis propias metas.

Muchas veces he pensado que hubiese sido de no haberte encontrado... 

¿Sería lo que soy hoy?... o habría terminado muerto por algún lugar, despojado de toda humanidad... 

Lo pienso y temo al destino... pero más que todo a los caminos que se nos presentan, las decisiones que se tejieron ante mis ojos, cómo habrían llevado a mi vida...  ¿cómo?

Mis pequeñas manos ya no eran las mismas que a mis trece años, mi espalda erguida, mis piernas sueltas y mis ojos, definitivamente había mudado y se volvían mayores día  a día. Fue con esas manos en crecimiento que pude aprender a defenderme sin lastimar a nadie, como esa vez en la oscuridad...

Ya había anochecido y mi camino a casa se hizo dificultoso, estaba retrasado, y las calles solitarias. Debo admitir que el escenario me atemorizó, las veces en que pasaba malos ratos, por lo general sucedían cuando había luz, así que la oscuridad me llegó a dar miedo, pero sabía que estaba cerca, solo unas cuadras más y por fin podría calmarme.

Sin embargo, esos caminos que nos pone la vida son tan raros e intricados que a simple vista uno no los entiende, incluso después de años o muertos, yo pienso hay veces en que jamás podremos darles una explicación.

-¡Miren quién anda por aquí! - los vellos de mis brazos se erizaron de improviso.

No tuve necesidad de ajustar la vista o intentar reconocerlos. Eran ellos.

-¡Está temblando, jajaja, mira cómo tiembla! - Retrocedí en silencio, ajusté la mochila en mi espalda - pronto Sakaguchi se irá al instituto, maldito pendejo, ¡hay que darle un regalito de despedida!

Abrí la boca, pero solo salió aire de mí.

No estaba nada bien, está vez no era como las demás... lo sabía, podía sentirlo, no era igual e intempestivo como las veces anteriores... 

-¡Hay que hacerlo hombrecito, a ver si con eso su abuela le deja de dar por detrás!

Pasé saliva, las sombras se movían entorno mío...  debía correr...  ¡tenía que huir!

Tropecé cuando dos de ellos se abalanzaron y me tumbaron. No podía gritar, la noche me quitaba la voz y me hundía las garras en el cuello. Intenté zafarme, intenté detener los golpes... me veía perdido...  pero cuando los vi abrirme de piernas... entonces, entonces ya no lo soporté, porque sabía lo que vendría y entonces, era un hecho, yo ya me quedaría vacío... 

No sé que hice, porque en verdad no lo sé, por más que busco recordarlo una y otra vez, no logro saberlo, pero sé que corrí y que otros tantos aparecieron por detrás para impedir que huyera, era un hecho... ya no podría huir. Haru tenía razón, ellos vendrían a buscarme hasta el fin del mundo, no me dejarían hasta que estuviese muerto y mi voz arrojada y rota, inservible...

Ya no quería perder más...  ya no quería huir... si iban a matarme o destrozarme, por lo menos yo... 

-¡¡NOO!!

Por lo menos yo, yo me defendería...  con mis propias manos,  y gritaría con mi voz, si la iba a perder, sería escuchándola hasta el final...

-¡Gritó nooo,  agárrenlo, mierda, agárrenlo!

Con mis puños, con mis pies...  yo busqué defenderme, con mi voz gritar, escucharme... porque eso probaba que aún vivía, mientras ella siguiera viva, yo aún tendría esperanza de volver a casa... 

-¡Ah sí que volviendo a joder la existencia por aquí ¿no?, buenos para nada, conchasumadre, ahora van a ver, al fin vamos botar la basura! , ¡levántate Mao, levántate y ven aquí!

Corrí como pude, era Haru, me coloqué como pude a su costado y de los otros tantos que no reconocía. 

-Al fin vamos a tener un diez contra diez, porque solitos con uno si la cagan ¿no?

En medio de la oscuridad, con los bates de béisbol que tenían los chicos que acompañaban a Haru observé con asombro cómo los que por años me martirizaron salían huyendo despavoridos, algunos cojeando, otros arrastrándose...  Seguía oscuro, pero yo podía ver con claridad, mi corazón aún latía como loco y mis piernas temblaban tanto que no pude evitar caer sentado.

Los demás me imitaron.

-Ne, que ya nos vamos Maonyan, ya debemos irnos, tampoco es seguro quedarnos aquí - yo solo asentí - muchachos gracias, mañana se pasan por la tienda y comemos unos bollos de arroz, que nos vamos, Maonyan, ¡apura!

Haru me tendió la mano y yo la tome sin decir gracias o algo más... 

Simplemente mi voz estaba cansada, pero a salvo.

En medio de la oscuridad, yo aún no me creía lo ocurrido, pero la voz parlante de Haru no dejaba de recordármelo, de decirme entre ánimo y risa lo idiotas que se veían los otros huyendo, lo cansado que estaba y que yo debería cederle mi futon... tantas cosas que no vienen al caso, pero que en ese momento se volvieron sustanciales... 

La tranquilidad de a pocos se expandía por mi cuerpo...

Pero Haru, ¿aquello sería la dulce ironía del destino?

¿Lo sería?

 

 

Last moment: incluso hasta los colores de Febrero se terminan...

 

Fueron momentos duros ¿no?

Pero esos pasaron, igual que el cambio de las estaciones.

Con mi voz flotando en el ambiente y los susurros calmos de aquellos que me oían, me sentí perteneciente a un lugar en común con el mundo. No todo estaba podrido, no.

-¿Entonces Maonyan podría ser su vocalista? - le miré intrigado y los miré ansioso.

-Nos gusta como canta y nuestro vocal nos mandó al diablo.

-¿Y qué ganamos si es vocalista?

-¡Haru! - grité.

-¿Qué? Los managers hacen esto, déjamelo a mí - él me palmeó la espalda con ese toque tan extraño en él - Masao-kun es muy talentoso, ya tenemos otras ofertas, además, él podría formar su propia banda - le miré impaciente - pero creemos que por el momento podría servirle y ayudarle el que este en tu banda.

-¿Pues eso no era a lo que queríamos llegar?

-¡Ya lo sé, hombre, pero tú acabas de arruinar mi discurso de manager, así no se juega eh!

La irreverencia de Haru era contagiosa, todos no querían más que tenerlo al lado y reír, deseaban sus palabras y su risa rara elevarse por los vapores del café a donde usualmente frecuentábamos.

Incluso yo llegué a sentir esa debilidad hacía él. A pesar de ser amigos de hace años, solo después de aquella vez en que él prácticamente me había salvado la vida con esos amigos que no sé de donde consiguió fue que experimenté ese deseo extraño que no era agradecimiento.

En medio de la noche, observando las piedras impuestas por el capricho del escultor que había diseñado esa obra de arte, la cara de Haru se pintaba en mis ojos y entonces todo daba vueltas...  Por primera vez sentí una soledad distinta y no dañina, yo no deseaba huir de esos sentimientos repentinos, sino que al contrario, deseaba rememorarlos mil veces, ya que era Haru el que los incitaba. Sin saberlo bien, frases sueltas se filtraron en mi cabeza, las canciones que cantaba, las canciones que simulaban parecían no servirme del todo, había algo más... era algo que intentaba desprenderse de mí... como un nacimiento.

-Yo creo que estás enamorado y demonios, no puedo creerlo, estás siendo infiel a Kiyoharu-san.

-Haru, cállate.

Molesto murmuraba cosas para mí, enfadado por la suspicacia que él tenía por mi manera incluso de sentar... maldito Haru que todo lo intuía a la perfección.

-Cántame entonces algo... 

-¿Qué? - preguntaba crispado, ya se estaba volviendo costumbre los cambios bruscos de conversaciones con él - qué tontería hablas.

-Que me cantes algo, no sé, cualquier cosa que te apetezca...  - lo veía echarse de panza en la alfombra y sobar su pie desnudo contra la madera.

-¿Por qué debería hacerlo?

-¿Cómo que por qué?... 

Y el juego de las preguntas infinitas se iniciaba con terquedad.

Interrogantes al aire...  preguntas enfadosas, interrogatorios sin número que terminaban conmigo tarareando cualquier musiquilla que se prendía de la nada.

Y nuestra intimidad enlazada sin respuesta.

Me agradaba Haru.

No sé si de una forma diferente, no lo sé, pero me gustaba tenerlo al lado, zumbando molestosamente, escuchando sus intentos de entonación, riéndome por lo desafiado que era.

-Mao... 

Una noche, en que hacía un raro calor para la temporada y ambos comíamos nuestros tazones de udon fue que por instante pensé que tal vez...

-Di...  - sorbí fuertemente, tanto que la nariz me goteó.

-¿Verdad que serás famoso? - le miré en silencio y seguí masticando la tortilla de huevo.

-No sé.

-¿Cómo que no sabes? - él dejó los palillos sobre la mesita portátil que teníamos - se supone que debes de estar seguro.  Demonios, este muchacho, no voy a estar siempre para recordarte que tienes que ser famoso y darme una cuantiosa pensión.

Reí de buena gana y lo dije sin pensar... ah Haru, sin pensar si quiera.

-Ni que vayas a convertirte en mi esposa y manager, ¿eh?, jajaja, qué gracioso, solo piensas en el dinero, eres un avaricioso.

¿Lo recuerdas Haru?

Dime que aún lo recuerdas, sabes, mis sentimientos han cambiado con el tiempo, ha habido momentos en los que al final de un camino he olvidado tu nombre, así como tu rostro, pero siempre, cuando estoy solo... hay una luciérnaga pequeña que me trasporta a Fukuoka,  al jardín de piedra y a lo tontos que éramos en aquel entonces...

Haru...  hasta pienso en cómo reirías al verme ahora...

Dirías, "por fin estás cantando algo para tu amor eterno, para el idol que más amas, para Kiyoharu-san, recuerda presentármelo y decirle que yo te descubrí, deja esa cara de bobo cuando lo tengas al lado, quiérete un poco y hazle saber a ese pedazo de hombre que te corresponda" Sé que lo dirías así... Haru, lo sé... 

¿Fue una ironía aquello?

¿Me escuchaste cantar en ese momento verdad? Aunque solo eran treinta personas, para mí en ese instante era el mundo entero... pero no podía ver tu rostro.

-¡Estaré abajo y gritaré que te amo como buen manager!

Pero no podía verte y eso me dejó de importar, porque sabía que estabas ahí.

Con mis manos tibias y asustadas elevé mi voz, canté sintiendo mi estómago muy duro, las luces de colores que nosotros mismos instalamos no dejaban de parpadear y mi cabello cubría mi ojo izquierdo, tú decías que se me veía bien, pero después... ya no pude hallarte... 

¿Cuándo te perdí?

He pensando muchas veces que yo debía estar ahí para ti, como tú conmigo.

¿Pero por qué no funcionó esa fórmula?

El destino me había separado de ti y yo ni siquiera lo sabía.

Cantando ahora puedo imaginar tu rostro riendo, puedo reír y decirte canto esto... estoy cantando esto... estoy cantando una de las canciones de la persona que admiro y deseo.

¿Estás escuchándome?

Debí escuchar tu aliento esa noche.

Lo siento... nunca lo dije.... gracias, tampoco lo dije.

El tiempo me ha enseñado a hacerlo, mas hay veces que anheló regresar a esa noche y salvarte aún muriendo yo.

Personas como tú son una dulce ironía.... 

Porque eso significó tu desaparición también.

No tuve valor, fui cobarde...  no quería volver a verte así, no así, tan callado y dormido. Por lo que me encerré donde siempre y canté las cosas que nunca antes te dije... 

Frente al espejo destartalado me dije a mismo que tendría que avanzar solo desde ahora, ya no estaba Haru para apañarse el problema por mí, estaba diciendo adiós a esas tardes risueñas en donde no existía nada más que sueños de papel. Mis sueños debían cumplirse... ya no solo por mí, sino por los demás.

Cantando ahora... en medio de la cámara de sonido, elevo mi voz y estremezco mi cuerpo como antes...  me veo en la habitación lejana del sol, hablando y cantando solamente para él. El Kiyoharu de hace veinte años atrás me invita a cantar más fuerte... cierro los ojos y mi voz enfurece a las paredes... 

 

Si yo te pudiera ver también, solo un poco más.
Sorry, I´m late, aunque eres egoísta,
pero a pesar de ello, solo pude asentir.

Oh, fue por casualidad que se acercaron el uno al otro.
First moment: El color de Febrero está fragante en el aire.

Si pudiera aumentar las cosas que me permito poco a poco,
podríamos pasar el tiempo limitado, sin obstáculos.

Oh, nuestra respiración, es el blanco invierno.
Next moment: cambios en el color de Febrero.
Incluso ahora me tiñen totalmente,
y el viento  se funde en mi corazón.

Ésta última melodía, para tus ojos, no es mas que una tragedia demasiado suave...
Una dulce ironía, en mis ojos se refleja una comedia demasiado triste

No hay una excusa para un rostro feliz.

Oh, mientras tanto, el tiempo corre en nuestra contra.
Last moment: incluso hasta los colores de Febrero se terminan... 
Incluso ahora, lo que me intriga eres tú, quien se funde en el viento.

Ésta última melodía, para tus ojos, no es mas que una tragedia demasiado suave...
Una dulce ironía, en mis ojos se refleja una comedia demasiado triste.
Esta tragedia demasiado suave ha cubierto tus ojos.
Esta comedia demasiado triste ha nacido de los míos.

Sweet irony... 

 

Mi cuerpo adolescente, casi niño vuelve a emerger y la sonrisa rota de esos días ya está tirada a un lado, ahora, hay una nueva y aquello, espero, te haga sonreír desde donde estés mirando.

Siente como las palabras han tomado vida propia.

Para ser más fuerte, Maonyan ya no huyas... solo enfunda tus manos y sigue... sigue ya sin mí.

Al abrir los ojos logro sentirme ligero...

Al salir de la cabina escucho los aplausos de los técnicos de sonido, sonrió como un niño, doy media vuelta y Yuya-kun me da la mano mientras que murmura que todo ya está listo, le sonrió y le doy un abrazo...  no sería nada sin la banda que formamos... 

-Mao-kun ha estado especialmente emotivo hoy. Nunca lo habíamos visto interpretar con tal pasión.

-Seguro que pensaba que haríamos un video promocional, jaja.

Me sonrojo y salgo...  el aire me hará bien, unos días oculto son lo mejor...

-¡Mao-kun!

No obstante mis planes para escabullirme parecen irse al caño. Enmarco una risita en la cara y le hago frente.

-Vaya sorpresa, Kiyoharu-san...  pensé que...  - tartamudeo - bueno que...

-En realidad no iba a venir, pero me pasé un rato, ¿ya grabaste? - doy un suspiro, menos mal y él recién llega sino... demonios, vuelvo a sonreír - em, sí, ya lo hice.

-Ya veo....  ¿ya sales? Que tal si vam...

-En realidad tengo asuntos pendientes, me disculparás, pero yo te llamaré, jeje... cuídate.

Lo dejo y huyo... sí lo sé, está mal, pero ahora lo que menos deseo es verlo... no después de haber recordado tantas cosas. Subo al taxi que me espera, el camino se me hace lejano, pero llego a mi departamento, subo las escaleras rápido y al solo abrir la puerta jalo mi maletín de mano rojo y la maleta de cuero verde y vuelvo a abordar el taxi. Unos días en la ciudad de los recuerdos...  en la ciudad de las estrellas, me hará bien.

Hay asuntos, muchos asuntos pendientes.

O eso creía al estar aún en Tokio.

El volver a Fukuoka ha sido un desmán en mi vida. No puedo tener un momento de descanso y no es porque los fans se hayan camuflado por las esquinas, o porque algún periodista lo sepa, no... 

-¡Tío Maonyaaan, déjanos peinarte!

-¡Tío Maonyaaaaan, juega con nosotras!

Mis sobrinas son mi infortunio.

Si huyo de ellas, ella me encuentran, conocen tan bien la casa de la abuela que ni siquiera los antiguos escondrijos me sirven.

No obstante... he podido darme una escapada para visitar a Haru.

Recién, ahora ya adulto lo he logrado hacer.

Frente al mar, el montículo verde es acariciado por la brisa marina... 

Ha pasado el tiempo Haru... Ha-ru...  ¡Haru! ... Haruki.

Las estrellas desde aquí siguen iluminando la ciudad...  ¿lo recuerdas?

Y yo sigo huyendo de vez en cuando para sentirme como en esos años.

Aún sigo pensando que fue una ironía el que te marcharás...  o el que te obligaran a marcharte.

Caminando solo, he vuelto al parque de siempre, sigue igual, sabes... incluso ese árbol, sigue ahí...  debe ser como tú. Los demás lo recuerdan y elevan la vista siempre para ver lo hermoso que es...

Paso casi todos los días ahí, mientras que mis sobrinas corren con el perro, yo me siento  y bebo una coca-cola...  de vez en cuando compro una más... es por si tienes sed. Siempre tenías sed.

-¡Maonyaaan!

-¡Maonyan, Masaoo!

-¿Qué? - miré enfadado a mi hermana, sus hijas no dejan de acosarme, estas vacaciones han resultado un espanto y todavía me sobran cinco días...  - ¿qué quieres ne-chan...?

-Sal a atender, apura que se me quema el guiso. ¡Sal!

-Y porque la abuelita  no sale... bah... - ella intenta darme un golpe, pero yo me escabullo, mi abuela apenas y puede ponerse en pie, jajaa, río, camino descalzo, recuerdo el gancho que las niñas me han trenzado en el cabello... no puedo sacármelo...  - ni modo.

Voy al portón y sin una pizca de sentido común, vuelvo a abrir sin mirar siquiera... 

-Demonios, no me digas que estás en plena orgía homo allá dentro...

-¡Mierda!

Él ríe en mi cara, me empuja y entra...

Boquiabierto lo veo avanzar...  ¡ah, diablos, yo sé que Haru, desde cualquier lugar en dónde este es responsable de esto!

-Esto es lo que un genial manager debe hacer siempre, así que cántame algo ¡ahora!

 

Fin del Type A.

 

 

Notas finales:

 

Hola a todos, hehee!, bueno mil gracias por esperar que volviera en Promesas inevitables, pero también vengo con nuevo fico, que aunque es un two shot pues para mí es muy significativo.

Yasashii higeki es una canción de Kiyoharu, obviamente, pero que salió como tributo de SID para el FUCK TE BORDER LINE el album en donde participan diversas bandas para homenajear a la banda KUROYUME. Bueno, simplemente, tengo que contar mi drama con Kiyoharu-sama, pues yo lo odiaba, y mucho y no por razones algo racionales, pero bueno lo odiaba, incluso hablaba cosas malas, raje ** mira a Misa-Misa, ahora ambas morimos por él, y ella más!!**  pero todo cambio curiosamente al escuchar este disco, el Fuck... y bueno, me dije, diablos Kiyoharu debe ser genial, total, los covers son buenísimos, algo del original debían tener, así que elegí la canción que más me gustó: YASASHII HIGEKI y la busqué en youtube * salvador de los desvalidos* y no le di bola, lo dejé cargar, me di todo el tiempo para buscar los audífonos y le puse play.

No tengo palabras para expresar lo que sentí cuando Kiyoharu abrió la boca y cantó.

Quede en shock...  lo ultra odié y lo ultra amé a la vez.

Me conquistó a la primera y dije... Manabuu eres una tonta, porqué no lo escuchaste antes y bla, bla... amé sus vibratos... amé sus tonos altos, amé sus movimientos, amé sus ojos, su voz, su pelo... y entonces dije...  SID hizo un gran trabajo al convertir una canción como el Yasashii higeki, que es bastante fuerte y persuasiva y desesperante en una canción, melancólica y dulce. La voz de Mao es hermosa y hace que todo cambie.

Al contrario de la versión original, en donde la música no tiene tanta potencia y es Kiyoharu quien hace arrancar la vibración y que todo se vuelva desesperante, pero con esto no digo que no sea buena, al contrario, en esa unión de contrarios se hace que la canción pegue tanto. Mientras que la de SID en la melodía es bastante enérgica, mucho y difiera bastante de su desempeño musical como banda, hace que sea en verdad un gran cover, la voz dulce de Mao hace un cambio asombroso y aunque Mao tenga la voz delgada al igual que Kiyo logró un sentimiento diferente y eso es de admirar.

Si ya sé, soy fangirl de SID y lo seré por siempre.

Bueno, amé esta canción y amo mucho más a Mao al saber que es ultra amiguito de don Kiyoharu-san y que se aman COMO AMIOS, aunque yo quiero que sea mucho más, haha.

Ah por cierto la traducción la hice yo * está en el fico en cursivas*, solo que no está fielmente, la tuve que adaptar para que se leyera agradablemente, entendí porque dicen que los traductores también son un par de novelistas, después de todo ellos tienen que escoger las palabras adecuadas para que el texto se vea y se entienda, sin arruinar tanto lo que en verdad se quiere decir.  En todo caso, fue mi primera traducción, así que me gano un perdón ¿no?

Bueno...Este es mi pequeño tributo a una gran canción y a ambas representaciones. Espero que les haya gustado y para cuando suba próximo capi de promesas inevitables subiré la segunda y última parte de este fico.

Espero sus comentarios! Un beso y hasta la próxima!

Manabuu 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).