Voy caminando por las calles de Sicilia, una de las ciudades más hermosas de Italia. Estoy pensando en todo lo que tuve que pasar para llegar a encontrarte. Yo, Lovino, soy un joven escandaloso, terco, mimado y con un carácter de los mil demonios, me he llegado a preguntar y por esta última razón, la gente se aleja de mí.
Detuve mi paseo, entre a una cafetería, ordene un capuchino y me dispuse a ver mis alrededores, pero a la vez a analizarme, ver que estaba mal conmigo.
Debo admitir que tengo una gran suerte para conseguir pareja, el problema es mantenerla. Pero son tres los que me han marcado mi ser, dos se encuentran en mi pasado y uno en mi presente.
Gilbert Beilschmidt, joven heredero de origen alemán, alto, bueno cuerpo, sin olvidar ese trasero, ojos rojos, cabello plateado, su actitud rebelde, egocéntrica y altanera. Me gustaba su apasionada forma de tomarme, sin ningún miramiento, me besaba con si no hubiera un mañana.
Al momento de hacer el amor, sus mordidas estaban presentes en mi cuello, mis tetillas, las marcas de sus manos algunas veces llegaban a convertirse en moretones por las ocasiones que lo hacíamos muy rudo.
Pero no todo con Gilbert era sexo apasionado y desenfrenado, debía enfrentarme a la realidad que le rodeaba, en mi mano izquierda estaba mi dolor, su argolla de matrimonio.
Él se encontraba casado con una importante heredera húngara, su nombre sin equivocarme es Elizaveta, se casó por compromiso, por subir su posición, pero no podía separarse de ella, lo cual me dejaba a mí, en las sombras.
Sabía muy bien que era un escape a su vida monótona y falsa, pero nunca seriamos nada más que amantes, pero aun así, pienso en momentos que si te llegue a amar, aunque eso es cosa del pasado. Por ello me aleje de ti… Me dolió debo admitirlo.
Lo último que supe de ti es que estas con un pianista de reconocimiento mundial, pero al igual que tu, se encuentra tras un matrimonio arreglado, tal vez con él, si puedas ser honesto contigo mismo.
Siguiendo por el paso de mis recuerdos amorosos, por no decir relaciones. Me llega a la memoria, un hombre alto, fornido, tez oscura al igual que sus ojos, cabello y barba castaña, actitud peleonera, competitivo, tenía un obsesión con ser el mejor, me trataba con amabilidad y amor, me cuidaba, pero era muchísimo más grande que yo, la diferencia de edades, nos hizo una pareja algo diferente, sin olvidar su origen turco, lo cual lo hacía algo especial y único a mis alrededores, su nombre: Sadiq Annan.
Es pelador callejero, vive de las apuestas, llego a mi país, siendo joven con la esperanza de buscar un destino mejor que los que hay en su lugar de origen.
Me encantaba la forma en la que me besaba, sus labios eran suaves, lo cual no hacia juego con el resto de su cuerpo, el cual se sentía áspero, diferente pues tenía muchas cicatrices, que le daban ese toque de hombre malo, con la que me conquisto.
Sus besos sabían a cigarro, su piel también desprendía ese olor, al momento de hacerlo, era rudo, pero no le gustaba dejarme marcas, decía que mi piel es perfecta, que sería un pecado marcarla, me besaba con pasión, siempre cuidando de no lastimarme, en cambio yo le dejaba mordidas, arañazos, marcas, las cuales a veces las podía ver en sus peleas.
Nos separamos, por que se regreso a su país, vio que en Italia, solo era un inmigrante mas, me pidió que me fuera con él, no acepte, porque me dio miedo el compromiso que sería irme con él a lo desconoció, con lo cual me hizo pensar; “lo deseo, pero no lo amo”.
Hoy en día, mi presente se llama: Antonio*, es un restaurantero español, que a diferencia de Gilbert y Saquid, es un hombre de bien, honesto, tranquilo, amable y no por que los otros no lo sean, solo que este hombre me conquisto con su dulce sonrisa, su mente abierta, sabía que con el sentaría cabeza.
Antonio es un hombre de bien, no es casado, tiene una profesión honesta, se gana la vida trabajando arduamente, es perfecto en todos los sentidos, físicamente es un poco más alto que yo, delgado, ojos verdes, tez moreno claro, labios delgados.
En cuanto a su personalidad, pues como dije: Alegre, honesto, divertido, trabajador, tranquilo. En resumen es perfecto, tan bueno que a veces digo: “No lo Merezco”, “Antonio, bótame y busca alguien mejor”.
Llevamos seis meses saliendo y aun no lo hemos hecho, lo cual es nuevo para mí, Antonio quiere ir lento en ese aspecto, pero en un par de días me mudare con él, lo cual también es nuevo.
Sé que Antonio mi ama, lo veo en su mirada, en su trato y por ello quiero que me deje, no lo merezco, cada vez que nos vemos, siento mariposas, me enamore de él, lo sé.
Veo a Antonio, a lo lejos, se acerca a mi mesa, me besa con ternura en la mejilla, se sienta enfrente de mí, sonríe y simplemente saca una pequeña caja de su bolsillo, me pregunta.
- ¿Me harías el honor de casarte conmigo?-.
- ¿Qué?-. Pregunto con sorpresa, mis lágrimas empiezan a salir involuntariamente.
- Si, te amo desde el momento en que te vi-. Me dijo, con lo cual hizo que lo abrazara.
- Si, acepto-. Respondo y lo beso con pasión.
Aun tengo miedo, sé que no lo merezco, pero debo luchar por encontrar mi felicidad, se que lo amo, de eso no hay duda. Muchos dicen que hay que pelear para encontrar el amor verdadero, otros que este llega solito, en mi caso, ciento que fue el destino el que me llevo a tenerlo ahora, rodeándome con sus brazos.
Tengo temor de perderte, no me dejes, mi Antonio.