Había ido con mi amigo Francis al lugar de moda, era un antro, estas zonas de diversión en donde la gente baila al ritmo de la música, en donde se sirven bebidas, un sitio en el cual no se puede entablar ningún tipo de conversación. Odio estos lugares, simplemente no van conmigo.
- Anímate, Ivan. Estas muy aburrido-. Dice mi amigo Francis mientras agarraba de la cintura a una chica que acababa de conocer.
- Seguro-. Le conteste con unos ánimos de funeraria.
- Oye, te dejo ahorita regreso, voy a bailar con esta linda jovencita-. Decía Francis, a lo que la chica solo se reía y así ambos desaparecieron en el mar de gente.
Estaba a punto de pedir de pedir otro ruso negro*, comienzo a visualizar a otra persona que al igual que yo, tenía una cara de incomodidad, hartazgo, cansancio.
Un joven de ojos violetas, tez blanca, delgado, estatura mediana, porte elegante, la visión de la perfección. Una parte de mi, se fue desilusionando cuando lo vi con un joven más delgado y menudo que él, ojos color almendra, intentaba sacarlo a bailar, el joven se veía bastante animado, tu solo le sonrías algo forzadamente, parecería que no quisieras desilusionarlo.
Así estaba yo, desilusionado, abatido, la única persona que me había llamado la atención; tenía novio.
Era demasiado bueno para ser verdad, hasta que vi una escena que me hizo bastante feliz, el joven que intentaba sacarte a bailar se estaba besando con otro joven, solo que este era más alto, rubio, ojos azules y complexión más gruesa, ellos eran los novios y el joven que robo mi atención era solo el amigo agregado, por así decirlo.
Muy bien, esta decidido, iba a hablar con él, me estaba acercando y conforme avanzaba más me gustaba lo que veía.
Ahí estabas, tomando una copa de vino tinto, note que te la habías terminado, es mi oportunidad, si no es ahora no será nunca.
- Tráigame otra copa de vino-. Dijiste llamando la atención del bartender, hasta tu voz es hermosa y melodiosa.
- Enseguida-. Te respondieron.
Al momento de que te la estregaron, estabas a punto de pagar, cuando me adelante y lo hice.
- ¿Cuánto es?-. Pregunte al momento de dejar un billete de 500 euros sobre la barra.
- Son 3 euros-. Contesto el bartender, recibiendo el billete-. Ahorita le traigo su cambio, señor-. Termino de decir, dejándonos solos.
- Eso, no es necesario-. Me dijiste muy apenado.
- No te preocupes, por cierto soy Ivan Braginski-. Me presente caballerosamente.
- Mucho gusto, mi nombre es Roderich Edelstein-. Te presentaste.
- El gusto es todo mío-. Te dije, mientras tomaba tu mano y la besaba, tú te sonrojabas.
- Aquí está el cambio-. Dijo el bartender, interrumpiéndonos.
- Gracias-. Le conteste secamente, quien al ver mi mirada, casi salió huyendo.
Roderich tomo la copa de vino y comenzó a tomar un trago, yo hice lo mismo con mi bebida.
- Por conocernos-. Dije al momento de volver a alzar mi trago, intentando hacer un brindis.
- Pero, ni siquiera nos hemos dicho hola-. Me contestaste, mientras sostenías tu copa con nerviosismo.
- Pues en ese caso. Hola-. Te dije y sonreí.
- Hola-. Me contestaste, alzaste tu copa la cual choco con la mía y tomamos nuestros tragos.
Nos sonreímos, nos miramos a los ojos y nos fundimos en un apasionado y hermoso beso, soltamos las copas, las cuales se estrellaron en el piso, rompiéndose al instante, tus manos estaban sobre mi pecho y con mi brazo derecho te rodeaba la cintura y con el izquierdo tomaba tu nuca para profundizar el beso, sentía tu lengua bailar con la mía, nosotros estábamos parados pero danzábamos con nuestras lenguas.
Ha sido el mejor “Hola”, que me han dicho desde que nací, el “Hola” con el que nos dimos nuestro primer beso.