Roderich Edelstein, mejor conocido como Austria, se encontraba practicando en su amado piano, hacia eso todas las tardes, pero esa en particular decidió que seguiría practicando hasta la noche, cosa que hizo, ya eran pasadas las doce de la noche, pensó que era el momento para irse a descansar.
Al momento de llegar a su habitación, tuvo una sensación de preocupación, a la cual no le hizo mucho caso, abrió la puerta e intento prender la luz, pero no pudo, la luz no encendía.
- Ash, el foco se fundió, mañana lo cambiare-. Dijo el austriaco, mientras entraba en la habitación oscura.
Ya adentro del cuarto, cerró la puerta y se dirigió a su cama lentamente para evitar una caída, pero no dio ni dos pasos cuando sintió como le colocaban una mano sobre su boca y otra lo agarraban de la cintura.
- Calladito, te ves más lindo, ahora pórtate bien y la pasaras bien-. Dijo una voz conocida pero a la vez misteriosa, Roderich no podía identificarla.
- Mhm, mhn-. El austriaco no podía hablar.
El desconocido empujo al pianista hacia la cama y se posiciono sobre él, Austria seguía asustado y no se defendía, además de que no podía ver nada. El desconocido empezó a desvestir a Austria quien seguía inmóvil.
Ya con el abrigo y la camisa lejos del cuerpo del oji violeta, el atacante empezó a estimular los pezones del artista y a besar con cuidado y dedicación el cuello de Roderich, los besos seguían un camino de pasión que empezó en el blanco cuello, continuando por los pezones los cuales ya estaban totalmente erectos debido al estimulo anterior, los dejo húmedos, además de proporcionarles unas deliciosas mordidas que hicieron al austriaco emitir un gemido placentero, era lo primero que salía de la boca del pianista desde que empezaran.
Su agresor al ver esto, comenzó a quitarle el resto de la ropa, hasta dejarlo totalmente desnudo, comenzó a besarlos muslos de Austria, en lo que sus manos masajeaban el miembro del pianista, lagrimas salían lentamente de los ojos violetas de Roderich y de sus labios salían gemidos que intentaba callar.
Al notar la resistencia de su pianista, el atacante se dispuso a llevar la humanidad del austriaco a su boca y moviendo de arriba hacia abajo empezó a lamer todo el tronco de Roderich, al cual comenzó a gritar de lo bien que se la estaba pasando.
En pocos momentos Roderich se corrió en la boca de su agresor, cosa que hizo a este último besar en la boca al pianista para que compartieran la esencia del músico. Fue pasional, lujurioso, cargado de hambre y desesperación. Cuando se separaron por falta de aire, la saliva le escurría al agresor.
Se llevo dos dedos a la boca para lubricarlos, cuando estos estaban listos los llevo a la entrada del pianista y los introdujo para aflojar la estrechez de Roderich.
Al ver un ligero aumento en la dilatación en el austriaco, el atacante se bajo los pantalones e introdujo su duro miembro en Austria, lo cual hizo gemir de dolor y placer a este último, el agresor empezó a embestir con fuerza al austriaco, quien soltaba gemidos de placer y dolor, su entrada escurría sangre, después de varias tortuosas y placenteras estocadas nuestro agresor se corrió en el pianista, salió del cuerpo de este.
Con un dedo limpio parte de su esencia que corría con la sangre de Roderich por el muslo del músico, se lo llevo a su boca y saboreo el producto de su ataque.
- Sabes delicioso, debemos repetirlo más seguido-. Dijo mientras se vestía.
Roderich solo respiraba y observaba a su agresor pero aun no lo identificaba, el atacante comenzó a dirigirse a la ventana, los rayos de la luna se colaron en el momento en que este movía las cortinas para abrir las ventanas y salirse, los ojos del austriaco se esforzaron en visualizar al criminal, pero para comprobar que su agresor era nada menos que Gilbert Beilschmidt, la personificación de Prusia.
Gilbert antes de salir por la ventana, volteo a ver a su señorito para comprobar su estado, el cual decidió fingir estar dormido para no levantar ninguna sospecha, el prusiano a ver dormido a Roderich salió de la habitación.
El pianista al ver partir al albino se dirigió a su baño para ver los resultados del ataque.
- Ahora si Gilbert, te convertirte en un monstruo que no solo invade mi cama, sino también mi corazón, me voy a desquitar.- Se decía a si mismo, mientras veía su reflejo en el espejo.