Ranma cuidaba del pequeño cerdito, el pobre de Ryoga no parecía mejorar en nada. sin embargo, él no era el único que estaba pasándola mal en esos momentos. Kuno Tatewaki se encontraba en su habitación totalmente encerrado, sin permitir el paso a nadie, ni siquiera a Sasuke, su fiel ninja torpe y a veces incompetente. Meditaba sobre lo sucedido, tratando de asimilar que la mujer que amaba y el hombre que odiaba eran la misma persona… ¿Cómo fue tan idiota para no haberse dado cuenta antes? No podía creerlo.
Recordad el beso que Ranma le había dado y frente a multitud fue tan humillante, pero al mismo tiempo muy confuso… ¿Qué debía hacer? Odiaba estar en esa situación. Lo mejor sería no salir a la luz pública nunca más, es más, no saldría de su auto confinamiento nunca.
Kodachi estaba igual o peor que su hermano Kuno. Odiaba inmensamente saber la verdad, la chica pelirroja que tanto odiaba resultó ser su amado Ranma. Odiaba a la pelirroja, estaba confundida entre su odio y su amor. Odiaba a Ranma mujer, pero amaba a Ranma hombre, dos sentimientos que ahora se mezclaban al saber la fatal verdad. ¿Qué debía hacer? ¿Debería odiar a Ranma por haberla engañado todo este tiempo? O ¿debería seguir amándolo a pesar de su pequeño defecto?
- mmmm… ¡No lo soporto! Esto es demasiado hasta para mí. Mi corazón esta dividido entre si debo odiar u amar a mi querido Ranma… esa odiosa chica y mi amado son la misma persona, no puedo dejar de odiar a la pelirroja, pero no puedo el no amar a Ranma, ¡Ah! Que dolor, esta es tan terrible, no me queda otra más que amar u odiar, y no pudiendo ninguna de las dos, es mejor la muerte.
Dijo totalmente exagerada. Trató de buscar una espada pero la única a su alcance era solo de vil madera. Enojada la arrojó con total enojo.
- ¡Maldición! Ni una muerte digna y poética puedo tener. Bien, entonces, no me queda de otra que tratar de superar esta situación. No puedo dejar de odiar a la pelirroja… pero mi amor por Ranma es más fuerte, y por ese amor no me importa que sea la misma chica odiosa a la que tanto odio.
Dijo ahora con fuego en los ojos.
Con Kuno.
- Mi hermana hace tanto alboroto.
Se levantó y con su puño golpeó la pared.
- Kodachi, cállate, trato de sumergirme en mi propio dolor y angustia por debatirme mentalmente por descubrir que mi amada chica de cabellos de fuego y el imbécil de Ranma Saotome son la misma persona.
En respuesta, escuchó un grito del otro lado.
- ¡Puedes revolcarte en tu miseria, pero no me callo, no tienes ningún derecho!
Kuno se enfado y una venita se hizo visible en su cabeza. Como odiaba a su hermana.
- Maldición, ¿Por qué no fui hijo único?
Pero mientras estos hermanitos trataban de dramatizar sus situaciones, alguien en verdad con serios problemas estaba postrado convertido en cerdito negro, mientras unas manos lo atendían con cuidado, y no era otro que Ranam, que seguía como mujer.
- Ranma, no te has duchado y podrías enfermar, si te enfermas no harás que P-chan mejore.
- Lo se, pero…
- Ranma, no te preocupes, se pondrá bien, ahora, ve y date un baño caliente para no enfermar. Anda.
- Si, de acuerdo.
Se levantó y fue a hacer lo que se le había pedido. Llenó la tina y se metió en ella. Su mente era un caos. por alguna razón su corazón se oprimía al ver a su amigo así. Era como si…
- Yo amo a Kuno…
Dijo ahora ya como hombre.
- Lo amo… pero… ¿Por qué siento que traicionó a alguien? Mi corazón me dice que algo no anda bien, pero no puedo comprenderlo… amo a Kuno… amo a Kuno, amo a Kuno… kuno, Kuno, mi amor…
Y con esas palabras se fue quedando dormido dentro de la tina.
Mientras, en una lujosa mansión. Aiko se encontraba sola en su habitación, sentada en el borde de su cama. No podía creer lo que había hecho. Casi estuvo a punto de asesinar a alguien… su frustración se hacía cada vez más difícil de controlar. Sin embargo, sabía que era su culpa. Ansiosa por recuperar a su amigo la felicidad que había perdido, trató de enamorar a eso tipo para que regresara con Kioma, pero su plan falló por culpa de ése estúpido cabezota que se cruzó en su camino. Si no se hubiese cruzado en su camino, ahora Kioma estaría feliz, por que tendría lo que tanto deseaba… a ese… chico…
Sus ojos se encendieron con enojo. Esto ameritaba venganza. Recordó entonces la tienda donde consiguió la pócima de amor…
- Bien… es hora de regresar.
Y así, Aiko trató de recostarse. Se sentía muy cansada.
Al día siguiente.
Ranma seguía preocupado por Ryoga. No quería separarse de su lado.
- Ranma. ¿no irás a clases?
- No Akane. Mejor me quedó en caso de que Ry… he, P-chan, despierte.
- Bien, entonces diré que estas enfermo. Nos vemos luego.
- Si, hasta luego.
Y regresó su mirada al cerdito. Con su mano acarició la cabecita del cerdito.
- Vamos, amigo, no te mueras, no me dejes… eres mi mejor amigo, te quiero, aunque realmente no te lo demuestre, se que no somos los mejores amigos del mundo, pero eres quien mejor me comprende… si te mueres… ¿A quien le contaré mis secretos, mis penas, mis alegrías? ¿A quién? Dime…
No pudiendo evitarlo, una lágrima salió de su ojo y cayó justo en la cabecita del pequeño animalito. El cerdito comenzó a reaccionar y entre abrió sus ojos para enfocarlos en su amado. Esas lágrimas, esas palabras, esos sentimientos… amaba a Ranma y la manera que sentía esa cálida mano sobre su diminuto cuerpo le decía que él aún lo amaba, pero entonces, ¿Por qué? ¿Por qué Ranma perseguía a Kuno? No pudo mantenerse despierto por mas tiempo y cayó en un profundo sueño nuevamente.
Mientras, Aiko regresaba a la tienda. Miró la fachada y en su mirada había una gran determinación.
- Bien, la hora de la venganza ha llegado y ahora, nada ni nadie podrá evitarlo. Prepárate, Kuno Tatewaki, por que vas a conocer el infierno.
Y con eso, se adentró al local mágico.