Capitulo 3
Después de dejar a Wheller en su casa, Seto se dirigió a su habitación, para tomar una ducha y limpiar su cuerpo. Desde que habían salido del motel llevaba impregnado en las fosas nasales el aroma de Wheller, era molesto.
Se desvistió y se metió a la bañera, relajo su cuerpo entre la espuma, pero nada quitaba el aroma, se refregó el cuerpo mil veces, casi podría decirse que se quería arrancar la piel.
Después de ver que por más que tallara no iba a poder sacarse el aroma a Wheller de su cuerpo, salió de la ducha, seco su cuerpo con calma, se puso solo un pantalón de seda azul rey y se dirigió a su cama.
Se acomodo de costado abrazando una almohada y quedo profundamente dormido…
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Su cuerpo permanecía cómodamente acostado sobre la amplia cama, sentía un suave vaivén que comenzaba a subirle la temperatura a su cuerpo…
Abrió lentamente sus fieros ojos, pasa visualizar aun rubio desnudo con los ojos cerrados y el rostro sonrojado, que frotaba sus caderas contra la pelvis de él, haciendo que la temperatura subiera como jamás se imaginó.
-ah, Ahh- gemidos salían de los labios de ambos.
Se vio a si mismo tomando al rubio de las caderas para producir más fricción entre ellos, fue recorriendo sus manos desde las piernas hasta el trasero para masajearlo lenta e intensamente una y otra vez, mientras se enderezaba y aferraba ese cuerpo delgado, oliendo su pecho, recorriendo con su nariz hasta el cuello donde paso su lengua, haciendo que su aliento caliente estremeciera al rubio que seguía columpiándose encima de él.
-Más, quiero más Seto-
Sus manos no dejaban de acariciar ese cuerpo, siempre creyó que el cuerpo de Joey era escuálido delgado sin ninguna gracia, pero en ese momento tenía a su merced un Joey bien proporcionado, brazos y abdomen ligeramente marcados, unas hermosas piernas y una piel suave.
-Como ordenes MI Cachorro!-
Se posiciono encima del rubio para besarlo demandantemente, lamiéndole, chupándole y mordiéndole cada parte del cuerpo, dejando marcas visibles por donde pasaba, bajó lentamente hasta el miembro del rubio, donde lamio la punta para degustar ese sabor, creía que sería desagradable, pero le pareció delicioso, lamia y succionaba despacio viendo como Joey se retorcía y gemía de placer, eso lo encendió de sobre manera a tal grado que metió de lleno el miembro del rubio en su boca y comenzó a probarlo.
Jamás se imagino así mismo en alguna parte de su vida lamiendo con tanta devoción el miembro de otro hombre, pero realmente le estaba….
Gustando
El rubio se sentía desfallecer quería a Seto dentro, se separo de él y se puso en cuatro mostrando su entrada.
-Amo, quiero sentirlo dentro- decía mientras una cola y unas orejas peludas hacían aparición.
Seto quedo anonadado al escucharlo decir semejantes palabras, ¿Dónde había quedado el orgulloso perro?
No lo sabía ni le importaba pero le agradaba demasiado el manso cachorrito a su entera disposición.
Tomo a Joey de las caderas y se adentro a ese cuerpo que se sentía arder, estaba tan apretado, tan delicioso pero sobre todo tan…
Caliente
Vio como las orejitas estaban hacia tras mientras él se movía dentro de ese cuerpo delgado.
Joey no dejaba de gemir ni decir –amo, más d.dentro, ah, ah, más, más ah- mientras impulsaba su cuerpo contra el del moreno.
Definitivamente le calentaba demasiado esa faceta del rubio de cachorrito que necesita de su amo, tan dentro y tan profundo.
Comenzó a arremeter con más rapidez y fuerza la entrada de “su cachorro”, se sentía desfallecer, cuando los inundo la placentera sensación del orgasmo.
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Abrió sus ojos de golpe, ¿Qué demonios había sido ese sueño?, ¿Por qué había soñado que se jodía al perro de Wheller?, pero lo que le asusto fue ver que había mojado sus pantalones y que tenía una endemoniada erección.
-Genial!- se dijo molesto consigo mismo.
Fue a baño a volverse a bañar, pero realmente pensando las cosas…
Ese había sido el sueño más caliente que había tenido en su joven vida.
-¿Qué me has hecho Wheller?, creo que eh perdido la cabeza-
–Aunque…- decía en voz alta –No parece nada malo que seas mi lindo y manso cachorrito- y soltaba una carcajada.
-Prepárate Wheller, desde este momento le pertenecerás a tu amo Seto Kaiba- Salía de la ducha con su típica sonrisa de triunfo total.
Salió de su habitación para poner en marcha el primer paso de su plan.
Toco una puerta y desde dentro se escucho –Adelante-dijo una voz de niño.
-Quiero que me de el correo del perro de Wheller!- soltó sin más.
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Instituto Domino 7:30 am.
Por los pasillos se escuchan unos pasos que van a prisa, creyendo que ya había entrado la maestra hace media hora, abrió de golpe la puerta y se topo con bolitas por todos lados, conversando.
Se adentro al salón pasando a lado de la butaca de Seto, le temblaban las piernas, creyó que jamás lo volvería a ver a la cara.
Pero….
-Buenos días cachorro- un susurro dirjido a él.
Joey solo abrió los ojos como platos y regreso a ver a Kaiba, este le sonreía discretamente mientras lo miraba con el rabillo del ojo.
-¿Qué pasa cachorro?, No piensas darle los buenos días a tu amo?- en el mismo tono bajo.
El rubio planto la mano molesto en el pupitre de Kaiba, para tener su completa atención.
-no sé qué demonios pretendes Kaiba, pero que te quede bien claro que tu y yo no somos amigos y muchos menos soy tu cachorro, ¿entendiste imbécil?- le susurro despectivamente a la cara.
-Wheller, te espero en la entrada a la hora de la salida, no vayas a faltar perro- fue lo último que le pudo decir al ver que sus amigos iban al auxilio de Joey.
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Instituto Domino 2:30 pm.
No se logro concentrar en todo lo que resto de las clases por culpa de Kaiba.
¿Qué demonios le querría decir?
-¡Vaya Wheller, justo a tiempo! Y yo que creí que te tendría que esperar por más tiempo- dijo el castaño mientras se encontraba recargado en el árbol de afuera de la escuela.
-Que es lo que me querías decir Kaiba, suéltalo de una vez y no me hagas perder mi tiempo- dijo Joey molesto
-Impaciente como siempre Cachorro, está bien si tanto mueres de curiosidad te lo diré- soltó mientras esbozaba una sonrisa.
-¡Quiero que seas mi pareja de sexo!- dijo sin más.
Joey solo quedo atónito ante semejante oración
¿A que quería jugar Kaiba esta vez? No quería ni imaginarlo, de pensarlo se le erizaban los bellos.