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Cazadores por The Original Sasuke Uchiha

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Capítulo Nueve


 


Desliz


 


 


 







D







urante toda la semana había ensayado con su cuerpo, logrando maravillas con él, a veces incluso accedía a los caprichos del rubio; en salir vestido y transformado de chica cuando iban de compras. Hasta en una ocasión habían salido con el azabache y este le había obligado a pasar por su esposa mientras Lance hacia su papel de hijo. Jack se las había tenido que apañar mientras estaban en el exterior pero, al volver al Cenit le había cobrado al azabache toda su frustración. Milagrosamente, luego de haberse adaptado a su nueva habilidad, las molestias habían desaparecido, así como los extraños malestares. Su apetito había cambiado, reduciéndose considerablemente a solo una comida al día, al igual que los demás, solo tomaban té durante el día y unas horas después de levantarse tomaban el desayuno, el cual había pasado a ser la única comida en todo el día. Sus horas de sueño, sin embargo, habían aumentado; pasaba la mayor parte del tiempo durmiendo, cuando no estaban de caza o visitando a sus amigos militares. Sin embargo, la atmósfera pacífica había cambiado cuando el Cenit se había trasladado al Valle Letus. Bryan no podía olvidar el pasado por más que quisiera y, eso les ponía tensos a todos.


 


— Sin duda no podemos esperar más para terminar con esto. Ella hará la invocación y será inevitable después de todo. — Los capitanes, así como ambos comandantes, estaban en el campamento y Bryan había decidido hacerles una visita.


 


— ¿Saben? Empieza a molestarme que fuera de la intimidad alguien sepa sobre mis debilidades con la temporada de celo. — masculló medio molesto y sarcástico el azabache quien, extrañamente, se había notado irritable toda la semana.


 


— Yo me encargo de ella. — masculló igual de molesto el castaño, en respuesta todos solo pudieron enarcar una ceja; la tensión era palpable entre esos dos.


 


— ¿Problemas en el paraíso? — murmuró Spinel a su comandante mientras observaba de reojo a la pareja.


 


— Lance, Jack y yo nos encargamos de ellos mientras tú te encargas del nido. — sentenció Brawn mientras miraba retador a su padre, quien solo bufó molesto.


 


— Al parecer algunos se levantaron del lado equivocado de la cama. — Milliardo observó de reojo a los habitantes del Cenit; mientras los mayores se veían tensos e irritados, el menor se veía de lo más entretenido.


 


— Si ocurre cualquier cosa tendremos unos planes extras. — finalizó el comandante mientras observaba a sus compañeros.


 


Luego de terminar con las tácticas, los habitantes del Cenit volvieron a su hogar. La pareja fue de inmediato a su recámara mientras los hermanos se iban al salón.


 


— Esto se va a poner feo. — murmuró el menor, preocupado.


 


— No te preocupes, tengo todo contemplado. — aseguró el pelinegro.


 


 


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— Jack, no me hagas repetírtelo nueva vez. ¡Puedes ponerte en peligro si haces eso! ¡Incluso estarías vulnerable ante mí y yo perdería el control! — dijo molesto el azabache mientras acorralaba al castaño contra la pared.


 


— Pues confiaré en que no lo hagas pero no esperes a que me quede de brazos cruzados viéndote vulnerable ante ellos. — respondió decidido el castaño.


 


— ¡Entiende de una vez! ¡Esto no es un juego! ¡¿O acaso lo haces por ella?! ¡Ya está condenada! ¡No podrás salvarla! — Bryan sabía que con eso estaba llegando demasiado lejos pero, no podía controlar su preocupación y, la pronta fecha del inicio de su calvario estaba cerca.


 


— ¡Por lo menos haré el intento! — gritó Jack en el mismo tono. — Lo haré y mataré a esa desgraciada. Lo siento mucho pero, ella ya me ha hecho mucho daño y no se lo perdonaré. — mencionó dolido el castaño mientras se liberaba del agarre del mayor.


 


— Jack… ¡Jack! — pero ya era tarde, Jack había salido de la torre tras tomar su mochila, con sus pocas pertenencias. Bryan salió tras de él pero ambos chicos le habían cerrado el paso.


 


— Si en realidad no le quieres hacer daño será mejor que desistas. — le advirtió el menor y el azabache tuvo que volver sobre sus pasos. — Yo me encargaré de protegerle. — emitió, para que el mayor pudiese irse en paz o por lo menos se calmara un poco. Luego de esto ambos hermanos se despidieron, prometiéndose reencontrar en el nido. — Paciencia, Brawn. — dijo sonriente mientras desaparecía.


 


 


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Habían pasado dos semanas ya desde que abandonara la torre y, se encontraba a cuatrocientos metros del gran Valle Letus, donde se encontraba el nido de esos monstruos. Lance se había quedado a su lado desde su salida y, le daba la confianza necesaria como para creer que podría soportarlo. Una semana más y terminaría su entrenamiento para lanzarse sobre ellos.


 


— Recuerda que nuestros objetivos son solo ellos dos, yo iré abriendo camino para que tú puedas llegar hasta donde Albión. — ambos repasaban las tácticas una y otra vez mientras se mantenían alertas ante cualquier movimiento de los wizards. — ¿Te encuentras bien? — preguntó al ver que el castaño se notaba algo pálido.


 


— Estaba practicando como contener el aire. — Jack no era bueno para mentir y eso lo notó el rubio. No podía hacerle desistir de acompañarle puesto que no podía dejarle allí y, luego que atacaran el nido todos los wizards se dispersarían en la zona y estaría vulnerable ante ellos. No le quedaba de otra que velar sobre él.


 


— Intenta descansar. — le aconsejó. La verdad es que había notado que el castaño había pasado la última semana devolviendo hasta lo que no tenía y, se notaba un poco débil. — Yo velaré por ti hasta que él vuelva. — susurró.


 


Llegado el tiempo, ambos se infiltraron en la base, logrando camuflarse con sus habilidades de transformación y asimilando el aroma de los monstruos mismos. Sin embargo, aunque el plan parecía ir bien, Jack se encontró con la intervención de Albión, nueva vez.


 


— Has vuelto a mí, hermosa criatura. Mi reina me ha ordenado capturarte así que sé un buen chico y ven conmigo. —


 


— Como si fuese a dejarme. Primero muerto. — escupió Jack mientras desenfundaba su espada y atacaba. Había mejorado sus habilidades con las armas y con la espada misma pero, Albión era muy fuerte y había podido anular todos sus ataques. Dos horas intentando derribarle y sus fuerzas habían menguado considerablemente hasta hacerle caer de rodillas al suelo, debilidad que Albión aprovechó para dejarle inconciente.


 


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— Creo que con esto he hecho mi parte. — Antalon había colocado varias minas en todo el campo, alrededor de las bodegas pero, aun no encontraba la cámara que llevaba al nido, mientras los chicos se infiltraban en la base. Notó con extrañeza que un grupo de wizards se concentraba en el segundo nivel y, algunos se desplazaban alrededor de una bodega aparentemente abandonada. — Allí están los huevos de la reina. — comentó con emoción. — Charlie, he encontrado algo interesante, fuera de la ubicación de los huevos, hay un depósito extra en donde ellos concentran la seguridad; la tercera bodega en el área oeste. — comunicó el rubio al comandante, quien ya se encontraba rodeando la base.


 


— Ok, te dejo el trabajo de destruir los huevos, yo iré a la bodega. Los chicos ya están dentro y no creo que él tarde en llegar. Si llega a hacerlo será mejor que abandonemos el lugar, yo te avisaré. — le comunicó el pelinegro a través de la radio.


 


— Bien. No me gusta esto pero, no hay de otra. — el rubio se adentró en la fortaleza y se dirigió directamente hacia el nido, mientras barría con su látigo de púas a los monstruos que se cruzaban en su camino.


 


 


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Bryan estaba fuera de la torre, abriendo el camino para que los escuadrones avanzaran hacia el nido mientras el escuadrón de Spencer esperaba a su lado. Muchos wizards se habían congregado en los alrededores, sin poder acercarse a más de quinientos metros, por causa del Cenit pero, esperando cualquier desliz por parte del azabache para lanzarse sobre él y subyugarle.


 


— ¿Crees que soporte? — Spencer preguntó al comandante Milliardo mientras este se preparaba para partir.


 


— Es el cazador después de todo. Solo no le quites el ojo de encima. — Fuery marchó con sus hombres rumbo al nido.


 


— Les guiaré hasta la entrada, después no se metan en mi camino. — comunicó Brawn mientras avanzaba al frente y todo mundo asintió.


 


 


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Despertó aletargado, sintiendo como algo frío recorría su espalda y, al esclarecerse su visión notó, que estaba en una habitación vacía, recostado de espalda al suelo, atado de manos y pies, con sus piernas separadas y sus manos atadas por encima de su cabeza.


 


— Veo que has despertado. Tengo unos planes para ti, hermosa criatura pero, primero quiero saber tu nombre. — Jack se sentía ido, como si estuviese drogado; su cuerpo no le respondía y su mente parecía embotada.


 


— Jack… es mi nombre. — susurró inconcientemente mientras Albión acariciaba cada parte expuesta de su piel. Entre la confusión, el castaño pudo percibir como la figura acorazada daba espacio a la piel y, frente a él se mostraba un joven con la misma apariencia del azabache, solo que su cabello era castaño como el suyo. Su rostro revelaba tristeza y su mirada era nostálgica.


 


— Jack. — su nombre fue susurrado con dulzura como a él le gustaba pero, no de los mismos labios que disfrutaba escuchar.


 


— Bryan…— gimió adolorido cuando sintió algo dentro de sí removerse. Al instante sintió como algo se abría paso en su entrada y no dudó ni un segundo en reconocer de qué se trataba. — No…— sus palabras quedaron ahogadas cuando aquel intruso empezó a moverse frenéticamente dentro de su cuerpo. Intentó por todos los medios no gritar ante la intromisión pero, el dolor era demasiado. — ¡Bryan! — gritó con dolor por ultima vez mientras sus ojos se anegaban en lágrimas.


 


— Lo siento. — emitió con voz dolida el otro castaño mientras se retiraba de su interior y se derramaba sobre él. Sintió como retiraba sus cadenas y le alzaba en brazos; toda su fuerza de voluntad se esfumaba y, su capacidad de percepción se bloqueaba así como su sistema nervioso; su mente se había desconectado y su cuerpo yacía desmayado en los brazos del otro, quien había vuelto a recubrirse en su coraza. — Debía hacer esto para poder asegurar su victoria, Jack. Tal vez no me perdone por todo lo que he causado pero, era necesario. Ahora escucha lo que tengo que decirte…—


 


 


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Bryan sintió como si una daga se clavase en su pecho y, temió lo peor. Un grito ahogado escapó de sus labios cuando, por haber bajado la guardia, un grupo de wizards le rodeó y su cuerpo empezó a brillar.


 


— Esto es…—  Spencer observó asombrada como empezaba la ceremonia de apareamiento; el macho destruía a los otros y traspasaba el pecho de las hembras que repudiaba. Toda una cacería. No pasó mucho para que todos sucumbieran ante el último ataque del cazador, quien ser alzó victorioso y lanzó un grito que más bien sonó a un aullido. Luego pasó entre los cuerpos mutilados mientras estos se tornaban en cenizas.


 


— Mi hembra. — siseó mientras se abría paso entre los soldados que estaban al límite del área restringida. Todos miraron a Spencer quien estaba en shock, tras la escena que había presenciado de la destrucción de los wizards. El cazador se había esmerado en destruirlos uno a uno, como dándole tiempo a los demás de hacer lo suyo pero, al parecer se había cansado de esperar. Cuando Spencer había vuelto en si era tarde; el brawn había desaparecido de su vista.


 


— ¡Debemos avisar a los demás! ¡Rápido! — ordenó.


 


 


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Intentaba salir de su estado de shock pero, su cuerpo parecía desconectado de su mente; no le respondía. Cuando pudo pensar con claridad hizo uso de todas sus facultades para bloquear su mente de todo, para así no herirse con los recuerdos de los últimos acontecimientos. Con horror descubrió que se encontraba en una habitación, sobre una cama, donde estaba la reina de los wizards que había tomado forma humana, su amiga Zora desnuda frente a él y, el hijo de la reina frente a ellos.


 


— No sabia que teníamos tan buen prospecto, Albión. — su risa se le antojó fría y sádica mientras sentía como acariciaba su piel expuesta. — ¿Cuál escogerás Al? Tu padre no tardará en volver y podría tomarte la delantera así que aprovecha. — la reina se acercó a su hijo.


 


— Pues aceptaré gustoso sus decisiones, madre. — la reina no pareció satisfecha con la respuesta puesto que lastimó a su propio hijo con uno de sus látigos.


 


— Dejemos que ellos se entretengan, entonces. — Milena salió remolcando a su hijo mientras este observaba de reojo a Jack.


 


Al salir estos, Zora se acercó a Jack, cual felino a su presa. Lamió sus orejas mientras acariciaba su cuerpo.


 


— Vamos, Jack. Sé que habías deseado esto por mucho tiempo. — susurró con lujuria en su oído mientras desabrochaba el cierre de su pantalón y ella se desnudaba por completo. — No te vas a arrepentir. — Jack recordó todo lo que Albión le había dicho de camino a la recámara.


 


— “Debes aparentar estar dispuesto a todo y estar preparado para cualquier evento no previsto. Ella seguro te dejará a solas con Zora pero, debo advertirte que tu amiga ya no es; ha aceptado ser la reina de los wizards y ya no tiene oportunidad de recuperar su vida ni su cuerpo. No temas. Debes tener valor y ser capaz de dejar tu pasado enterrado.” —


 


Sintió como la chica tomaba su miembro en sus manos y se empalaba ella misma sin embargo no sentía nada y, con su expresión indiferente se lo hizo saber. Observó a la que antes había sido su amada y, se convenció de que solo había vivió esposado al pasado, era hora de dejarle ir. Tomó el cabello sedoso de la pelinegra e intercambió las posiciones pero no se movió. En un descuido de la pelinegra, tomó en su mano derecha su espada, que estaba detrás de él, en suelo, y, mientras la pelinegra se encontraba sumida en el orgasmo, de una sola estocada la clavó en su pecho y se incorporó, con expresión indiferente, hacia la salida de la recámara. Cubrió su cuerpo con su ropa, que estaba desparramada en el suelo de la habitación y, siguió su camino hacia la puerta, por donde se habían perdido la reina y su hijo. Al llegar a la puerta misma esta se abrió y, con asombro percibió que ambos estaban en una lucha encarnada. Albión había logrado acorralar a la reina, quien había retomado su forma monstruosa, contra la pared del pasillo y le hizo señas para que acabase.


 


— Ahora o nunca. — No llegó a dar la estocada puesto que su movimiento se detuvo al percibir como la reina traspasaba el cuerpo de su propio hijo y se lanzaba sobre él.


 


— ¡Maldito! —  siseó peligrosamente la reina mientras se lanzaba sobre Jack. Este tomó una de sus armas, que había podido recuperar con ayuda de Albión y le disparó todas las municiones a la bestia pero, solo logró acertarle algunos golpes y él estaba en desventaja.


 


Mientras él luchaba con la reina e intentaba defenderse de sus ataques, los hermanos barrían con todo a su paso. Un grupo de soldados se encargó de rodear la torre pero no se adentraron al nido, que se ubicaba bajo el edificio central de la base.


 


Estaba exhausto y, milagrosamente en pie. La reina asestaba golpes contra su cuerpo como si se tratase de un muñeco de trapo. En un instante cayó rodando y colisionó con la pared, tras recibir un fuerte golpe de parte de la reina que le hizo chocar de espaldas contra el muro. Sintió como algo se desgarraba en su interior y sangre escurría no solo de su frente y boca, sino también de entre sus piernas, sin embargo no podía bajar la guardia mientas estuviese conciente; ese monstruo le tiraba a su cabeza y, si se descuidaba en solo un segundo, esta estaría separada de su cabeza sin darse cuenta. Empezó a marearse y su corazón pareció detenerse por un instante, su pecho convulsionaba y una arcada le hizo escupir sangre. En ese mismo instante la reina lanzó una de sus pinzas que logró rosar su costado y desgarrar su camiseta pero, él había reaccionado a tiempo y clavado su espada en el centro de su pecho para luego retirar la hoja y asestarle un golpe que arrancó dos de sus pinzas, así como un alarido agónico por parte de la reina, que le hizo retroceder. Sintió que su vista se nublaba y perdía el equilibrio. Logró sostenerse de la pared misma a la que había sido lanzado y, con su vista nublada, pudo ver como la reina se retorcía en el suelo. Su coraza parecía translucir por instante como si quisiese volver a su forma humana y mutar. De sus seis brazos solo le quedaban cuatro y apenas podía sostenerse sobre sus dos patas. Las pinzas de sus brazos se contraían y flexionaban con rudeza mientras le observaba con furia con esos ojos negros tan profundos. Todo su cuerpo acorazado se asemejaba al de un escarabajo rojo gigante y no pudo más que admirar tan enorme espécimen. Se burló de sí mismo; estaba en desventaja y solo se ponía a admirar a su enemigo mientras su cuerpo parecía quebrarse y querer drenarse desde abajo. Con horror entonces observó como de entre sus piernas un chorro de sangre emanaba e intentó transformar esa parte de su anatomía pero, ya no le quedaba la energía suficiente y sintió como la inconciencia le vencía mientras observaba como la reina intentaba aprovechar esa ventaja. En ese momento llegaron Brawn y Lance quienes lograron acabarla con sus armas. El pelinegro no se detuvo hasta haberla desmembrado a balazos.


 


— Eso es por hacer de mi vida un infierno. — siseó molesto el pelinegro.


 


— Jack ¿te encuentras bien? — Lance corrió en auxilio del castaño quien a penas pudo mantenerse en pie unos segundos y se desmayó en sus brazos. — ¡Jack! — gritó al verle caer desmayado y al notar la sangre que escurría entre sus piernas.


 


— Lance, llévale al campamento para que le atiendan ¡ya! — le ordenó el mayor mientras se preparaba para lo peor. — Él se acerca y no dudará en atacar. — el menor asintió y desapareció enseguida. Brawn escuchó el silbido que anunciaba la llegada de su progenitor. Escuchó como los soldados se retiraban a toda prisa ya que habían sido alertados de su presencia. Observó por una de las ventanas como los soldados se apresuraban a salir de la fortaleza y un personaje extraño que salía del sótano de la base le llamó la atención pero, decidió pasar por alto aquello y dejarle para después; tenía algo más urgente de lo cual hacerse cargo.


 


Tan solo pasaron cinco minutos cuando el azabache se apareció en la estancia. Observó a su primogénito y luego los cuerpos desfallecidos en el suelo, de entre los cuales reconoció a su hijo y a su anterior hembra. Su conciencia escapó y sus instintos tomaron el control. Toda la base estaba en llamas en tan solo unos segundos y Brawn tuvo que salir de allí.


 


— ¡Bryan! ¡Basta! ¡Ya todo terminó! — intentó hacer que el azabache volviese en sí pero la furia le había cegado y no dejaba que nadie se acercase, entonces no tuvo más opción. — Papá, por favor. Vuelve con nosotros. — susurró conciente de que al usar el apelativo él le escucharía y, efectivamente así fue. — Jack solo se defendió. — intentó explicarle. — Creí que le habías escogido como tu nueva hembra pero, creo que me equivoqué, aun cuando estaba esperando a la nueva cría…— calló al sentir como la energía de su padre se desplegaba para volver a concentrarse.


 


Observó a su alrededor como toda la estructura de la base se había desintegrado bajo las blancas llamas, señal representativa del poder destructivo de su padre. El valle estaba cubierto de la oscura ceniza y, ningún wizards se encontraba a la vista; habían sido incinerados. Observó entonces a su padre, quien había aparecido frente a él para protegerle de sus propias llamas. En sus ojos percibió que había recuperado el control nueva vez y eso le alivió, sin embargo notó la mirada dolida de su progenitor y, entonces se acordó de los otros dos.


 


— ¿Dónde está? — Bryan sentía un enorme nudo en su pecho, estuvo a punto de herir a su nueva hembra y dejó que le maltrataran.


 


— Lance le llevó para darle atención. — le comunicó el pelinegro y de inmediato ambos se transportaron al campamento.


 


 


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Pasaron unas horas en las cuales los mejores médicos de la división habían trabajado con Jack, intentando estabilizarle.


 


— ¿Cómo está? — preguntó el pelinegro al rubio cuando este salió de la carpa donde atendían al castaño.


 


— Al parecer presenta señales de violación, su rodilla derecha dislocada, varias costillas fracturadas así como su brazo derecho y… aun están intentando estabilizar al feto. Logré traer algunos equipos del Cenit pero no sé…— Lance no pudo evitar soltar un suspiro desalentado.


 


— Todo estará bien. — aseguró Fuery mientras tocaba con su mano el hombro de su amigo.


 


Bryan pudo pasar a ver a Jack unas horas después, cuando al fin pudieron estabilizarle pero, aun estaba inconciente.


 


— No me dejes, por favor. — sus ojos se anegaban en lágrimas mientras acariciaba una de las mejillas de su amante con las yemas de sus dedos. Sintió su piel fría, en contraste con la calidez que siempre emanaba y, su corazón casi se detuvo cuando Jack dejó de respirar. — ¡Jack! — su grito alertó a todos y los médicos del lugar le pidieron que se retirase. El azabache accedió medio ido. Su Jack había dejado de respirar y si moría él también; ya estaba cansado de tanto sufrimiento y, la vida sin Jack no sería vida.


 


 


Continuará…


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