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Cazadores por The Original Sasuke Uchiha

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Notas del capitulo:

Tiempo sin acualizar, aqui el tercer cap, la semana que viene subo el lemmon.

Capítulo Dos

Caza Recompensas



Zohar era una hermosa ciudad pero ahora es solo una sombra de lo que fue. Las personas se recluyen en sus casas a causa de los monstruos que gobiernan la noche, incluso de día se les ha visto. Que un árbol posea una hoja verde es todo un acontecimiento y la gente se le queda viendo desde las ventanas de sus casas, incluso se han negado a soltar las hojas secas.

Han pasado cuatro años ya, desde la última vez que había visitado mi ciudad natal. Allí crecí hasta llegar a la pubertad, cuando decidí marcharme con un grupo de forajidos. Mis padres habían fallecido a causa de los Wizards  y no tenía ningún pariente por lo que mis posibilidades de sobrevivencia, en una ciudad donde solo sobrevivían los más fuertes y los débiles, bajo el cuidado de alguno, eran nulas, por lo que decidí marcharme, ser independiente y volverme más fuerte para acabar con esos monstruos que destruyeron todo. Lo único que lamenté haber dejado a tras fue a mi bella Zora, la chica de la cual me enamoré desde pequeño. Aún recuerdo las peleas con los chicos de la escuela, ella era muy popular y los capitanes de clubes, así como todos los chicos de la escuela, andaba tras de ella. Tuve varios encuentros con el capitán del club de football quien se había empecinado conmigo y eso que la chica ni siquiera me dirigía la mirada cuando estábamos en la escuela, en nuestro vario participábamos juntos, en varias actividades y, con eso era suficiente para mí. Sin embargo ella ya no está aquí, así como los demás chicos tampoco.

Escuché rumores sobre un traslado a la base Winzamost donde prestaba servicio como soldado militar. Todas las fuerzas militares del país estaban en constante combate contra los Wizards por lo que normalmente el que se iba no volvía; era un milagro que una víctima de un Wizard quedara viva e incluso que dejara algún miembro completo, un dedo era lo más que podía esperar el familiar de algún caído y, no un dedo completo.

Recorrí toda el área en busca de algún conocido pero, solo quedaban mujeres, niños y algunos ancianos o futuros ancianos si no es que algún ataque les impedía llegar a serlo.

— No se preocupen más, la ciudad no está en peligro; el perímetro está rodeado y dudo que los Wizards lleguen hasta acá. — unos altoparlantes estaban colocados en cada poste del tendido eléctrico para servir de comunicación a los ciudadanos y de alerta en dado caso de posible ataque. Ese era el único medio de comunicación, fuera de algunas radios portátiles con las cuales una que otra persona portaba para estar informado. Aunque la ciudad tenía sus propias fuentes de comunicación preferían utilizar solo los altoparlantes a distancia ya que los Wizards podían captar las ondas sonoras y las altas ondas de radio sin embargo, aunque contaban con la protección del perímetro nadie quería salir de su hogar y evitaban provocar cualquier ruido.

— Esto es una ciudad fantasma. — escuché a alguien murmurar tras de mí. Un aroma dulce empapó mis sentidos hasta nublarlos por completo, quedé idiotizado por unos segundos, hasta que sentí al dueño de esa fragancia avanzar. Giré y le vi pasar de mí como si no estuviese, era extraño que no notara mi presencia siendo la única persona presente en las calles, por no decir en toda la ciudad. Dejó caer un volante y tras dar una mirada a todo el lugar se desvaneció. Parpadee confuso, tal vez mis ojos me estaban engañando o mi cerebro me estaba dando una mala jugada, era comprensible; no había dormido en dos días mientras me dirigía hacia acá desde la ciudad central, no cuando el camino estaba infestado de esos monstruos.

Un tanto dudoso recogí el volante que el desconocido había dejado caer y leí un anuncio en él; alguien ofrecía una cuantiosa recompensa por cazar a la cabeza de los Wizards, una fortuna que ningún ser vivo poseía para este tiempo, de tantos ceros, incluso, sentía que me provocaba una hiperventilación. No podía dejar pasar esa oportunidad, total mataba dos pájaros de un tiro; lograría mi venganza y una insuperable recompensa por ello.

— Este es el mejor trabajo pagado que un caza recompensas puede desear. — doblé el volante y lo guardé en uno de los bolsillos de mi pantalón para luego encaminarme al edificio abandonado que años atrás había sido mi vieja escuela, allí lograría descansar unas horas hasta recobrar las energías suficientes y, luego de conseguir algunas municiones, partir rumbo a mi destino: La Bodega de Windemberg.


Continuará…





Capítulo Tres

Encuentros


Habían pasado cinco días desde su última visita a la taberna y ya deseaba volver pero, estaba dividido entre el querer y el deber; por un lado estaba la transición de información, que aunque no le gustaba mucho el tener que pagar con ciertos favores a su confiable fuente, era un mal necesario ya que los demás chicos estaban muy lejos de su cama. Por otro lado estaba el reencuentro con sus “queridos amigos” del ejército, había accedido desde hace años a darles una mano de vez en cuando pero cuando estuviese dispuesto y ahora solo deseaba descansar un rato. Sin embargo unos ruidos en la planta baja le alertaron. Se suponía que había llevado a unos invitados pero estos estaban descansando en la segunda planta, como podía percibir gracias a sus agudos sentidos; los latidos de ambos chicos estaban entre sesenta a sesenta y dos por minuto y, sus respiraciones… Parecían bebes cuando estaban dormidos, los muy desgraciados. Al notar que ninguno de los dos estaba dispuesto a despertar tuvo que, a regañadientes y luego de luchar contra sí mismo, levantarse de su cómoda cama.

En el camino hacia las inmensas escaleras de caracol, iba debatiéndose entre bajar y despertar a los muy malditos para que ellos se encargasen del no invitado, volver a subir de inmediato y continuar su siesta o ir él mismo y darle una grata bienvenida a aquel visitante que se atrevía a profanar su humilde hogar. Se preguntó porqué aún no había instalado un elevador en la torre pero, se recordó a sí mismo que, era más difícil para los demás adentrarse en su morada y más divertido para él verles intentarlo. Como si de practicar esquí se tratara se deslizó por los bordes de las escaleras, bajando a toda velocidad, sin duda alguna si iba a bajar debía divertirse por lo menos y eso era diversión. Una sonrisa de satisfacción se dibujó en su rostro mientras bajaba a toda velocidad y empezaba a transmutar.


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Había usado todas sus facultades mentales para poder entrar pero, al final, la condenada puerta había cedido con tan solo inclinarse sobre ella cuando ya estaba cansado de intentar abrir o en últimas instancias, volar la enorme puerta pero, nada había servido y terminó deslizándose hacia el suelo. Sin esperarlo la muy maldita se había abierto, logrando que cayese de espaldas y se golpeara fuertemente la cabeza con la base de una escalera que parecía no tener fin. Esta estaba en el centro de la estancia y alrededor había muchas puertas, observó que hacia arriba también había puertas dispuestas en todo alrededor como si de habitaciones se tratase.

— ¿Pero cómo rayos llegaré a una de esas? — observó que ninguna de ella tenía picaporte y la escalera estaba muy alejada de ellas. Solo las del piso inferior eran accesibles. — Bueno no puedo llamar a esto piso inferior ya que no veo otro piso, aunque hay tantas puertas. — rascó su nuca en señal de confusión y se dirigió a una de las puertas que tenía al frente. — Esta debe llevarme a algún lugar. — intentó abrirla pero no tenia ni manija así que sacó una cuchilla. — No queda más que forzarla. — se encogió de hombros y procedió a realizar su operación. Un clic le avisó que había logrado su objetivo, abrió la puerta y en su interior, asombrado descubrió que…— ¿No hay nada? ¿Solo un puto piso vacío? — cerró la puerta de un manotazo y se encaminó hacia las demás, en alguna de ellas debía encontrar lo que buscaba y no había más remedio que buscar desde allí ya que era imposible acceder a las demás.

Al final había abierto todas las puertas y ninguna daba a ningún lugar, es más hasta en varias ocasiones solo le había llevado al exterior pero, se suponía que la torre era enorme y ancha, debía haber por lo meno un puto piso en la parte superior del edificio.

— ¿Hay alguien arriba? — gritó pero solo pudo escuchar su eco. — Vacío…— murmuró dudoso. Fue entonces cuando escuchó un extraño ruido, como algo deslizándose. De inmediato observó la escalera; había muestras de movimiento. Cuando pudo elevar su rostro se encontró con el rostro de una mujer que le miraba curiosa desde arriba. Estaba de pie sobre el borde de la escalera, manteniendo un perfecto equilibrio de su cuerpo. Vestía un hermoso vestido negro, al estilo Lolita pero qué más da, se veía hermosa a su vista. Sus ojos negros sin pupila y todo su pelaje de un color azabache de una textura gruesa y suave a la vista.

— ¿Te gusta mi cabello? — su voz cargada de sarcasmo le hizo volver a la realidad pero, antes que pudiese hacer algo la chiquilla se le adelantó, amenazando su cuello con una navaja, según pudo percibir por el filo de la misma que ya tocaba su piel. — ¿Quién eres? Y ¿Qué haces aquí? — sus ojos antes sin pupila, adquirieron un brillo salvaje, asemejándose a los fieros ojos de un lobo ante su presa.
 
— Jack es mi nombre y lo que haga aquí no es de tu incumbencia. — con maestría logró zafarse del aprieto y atrapar a su atacante contra la pared mientras le arrebataba la cuchilla y la colocaba en su cuello, los papeles se habían intercambiado un poco.

— ¿Vas a violarme ahora, Jack? — su nombre fue pronunciado en un tono que provocó un sonrojo en el caza recompensa. Le sintió acercarse a su cuello aun cuando el filo de la navaja estaba contra el suyo y estaba seguro que por lo menos le había hecho sangrar puesto que no había retrocedido ni un centímetro y la chiquilla había avanzado mas de diez para lamer su clavícula y, posteriormente, su oreja. — Me gusta tu sabor, estarás condenado a mí porque tu cuerpo desea pertenecerme y a partir de ahora…— le sintió murmurar en su  oído para luego retirarse.

— Deja el arma, ahora. — alguien siseó a su espalda y sintió el frío metal de un arma apuntarle directamente a la nuca. No le había sentido ni visto venir aquello por lo que tuvo que alzar los brazos antes de que su cabeza se divorciase de su cuerpo. — ¿Todo bien, señ…?— sin darse, cuenta ninguno de los dos, aquella chiquilla ya no estaba.

— Llévale a mis habitaciones. — se escuchó un eco en todo el lugar, una voz muy varonil y cargada de molestia. El soldado tragó grueso y asintió en obediencia para luego esposar al intruso. Le vio tocar el suelo, confiadamente pudo haberle pateado y escapado cuando se inclinó pero, algo le decía que se dejase hacer. El soldado, que parecía más una mole que otra cosa, ensució sus dedos de sangre y los llevó a sus labios para lamerlos ante la mirada asqueada del otro. Tomó a Jack de las esposas y desapareció.


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Jack había pasado por muchas situaciones embarazosas pero, esta vez lograría un record. Estaba desnudo, en una habitación enorme y con dos hombres frente a él. Atado de manos y pies, esclavizado a la pared.

— ¿No pudieron al menos atarme a la cama? — soltó sarcástico.

— Disculpa la falta de hospitalidad pero, no tenemos el permiso del dueño. — respondió con el mismo tono uno de los hombres frente a él. Entre ellos pudo reconocer al soldado que le esposó, su cabello rubio y esa cicatriz en uno de sus brazos lo delataban. El otro no tenía apariencia de soldado, si hasta usaba lentes y traje de corbata, más bien podría pasar por un funcionario del gobierno por ese tono ácido que había usado contra él, aunque él lo había hecho primero pero, tenia sus razones. El soldado pareció darle alguna señal al pelinegro que acomodó sus lentes y se acercó hacia donde estaba ya que ambos estaban al otro extremo de la habitación. — Joven Jack, ha profanado una propiedad privada sin el permiso del propietario. — emitió un poco más calmado el de lentes.

— Perdón, según tengo entendido esta es una torre abandonada, por lo tanto es de acceso publico. — bufó Jack mientras intentaba liberarse de las cuerdas que aprisionaban sus piernas.

— Usted es el primero que osa traspasar como la excepción a la regla, no tengo idea de cómo lo ha hecho pero sin duda nadie, sin el consentimiento de mi amo, puede entrar a este lugar. — su tono de voz iba suavizándose cada vez más y mientras se acercaba su faz se tornaba en una expresión indiferente. Con fuerza tomó su rostro en su mano y le observó detenidamente, por un instante sus ojos mostraron asombro para luego volver a su indiferencia habitual. — estarás en calidad de invitado así que no comas ansias, dentro de poco pasarás por una purificación y podrás andar libremente por el lugar. —

— Brawn. — el de cabello rubio amonestó a su compañero mientras este se ponía de pie.

— ¿Podrían al menos darme algo con lo cual cubrirme? — no pudo evitar el tono molesto, no entendía nada de lo que ocurría allí y no se sentía cómodo. El de lentes no detuvo sus pasos hasta haberse situado frente a su compañero quien rodeó con confianza su cintura, con sus enormes brazos mientras hundía su rostro en el cuello del otro. El de lentes ladeó su rostro para darle mayor acceso y lanzó una mirada extraña a Jack quien no podía creer lo que veía.

— Cubriré tus ojos si eso te molesta. — al instante sus ojos fueron cubiertos por una venda, no sintió unas manos colocárselas por lo que, con un estremecimiento, prefirió ignorar cómo fue colocada. Escuchó el ruido de una puerta abrirse y unos pasos adentrarse en la habitación.

— Pueden irse ya. — un intruso en la habitación le causó aún mayor desconfianza, no sabía a cual colocarle el adjetivo si a él mismo o al último visitante. La puerta fue cerrada sutilmente, provocando a penas un leve ruido. Sintió una corriente pasar a lo largo de su columna como un cosquilleo y, luego unos labios besar su clavícula mientras unas manos cálidas acariciaban su torso y espalda, retirándole de la fría pared. No supo en qué momento ocurrió pero, sentía la suavidad de un amplio colchón contra su espalda mientras su cuerpo era acariciado sin clemencia hasta hacerle perder el control. Sus manos ya no estaban atadas, al igual que sus pies y, vagaban libres por el cuerpo que yacía sobre él. Un cuerpo fornido, de músculos levemente marcados según podía percibir, de complexión y altura superior a la suya y, un cuerpo tan caliente. Sintió su miembro ser tomado con delicadeza y no pudo evitar tensarse. Sin embargo en poco tiempo se encontraba mordiendo sus labios para evitar gemir al sentir como era succionado por unos labios ardientes que le devoraban sin misericordia hasta hacerle venir. Dejó caer su cuerpo laxo sobre el colchón y colocó uno de sus brazos sobre sus ojos, los cuales había olvidado que estaban vendados, mientras recuperaba el aliento. Reparó en la ausencia del cuerpo que segundos antes había estado junto al suyo, percibiendo que la calidez que emanaba ya no estaba.

El ruido del agua al caer le sacó de su mutismo. Retiró la venda de sus ojos mientras se incorporaba de repente y observó que la habitación estaba vacía. Solo había una ventana en la habitación y estaba abierta, fuera estaba lloviendo pero, cuando se acercó solo pudo ver el otro lado de la torre y el agua caer a torrenciales entre el espacio que le separaba, un espacio similar al centro de la torre, donde estaba la escalera de caracol, incluso habían otras puertas a todo lo largo y ancho del lugar. Volvió su vista a la estancia y notó que había una puerta abierta, de allí provenía el ruido. Con cautela se acercó al lugar y luego de percatarse que no había nadie tras de él, cruzó la puerta. Al otro lado de esta había un enorme baño con jacuzzi y todo. Olvidándose de todo lo demás se adentró al agua sintiendo como su cuerpo se relajaba al instante. Sin embargo no pasó mucho tiempo allí, debía averiguar cómo salir de aquel lugar y encontrar a la persona que andaba buscando. Tomó una de las toallas que había tras su espalda y la colocó alrededor de su cintura mientras tomaba una más pequeña y secaba su cabello. Se acercó a uno de los espejos del lugar y observó su aspecto. Se veía renovado. Su faz no se notaba tan abatida por el sueño y no tenia ojeras. Ruborizado observó unas marcas en su cuello y en otras partes de su cuerpo así que, para no sentirse más avergonzado decidió cubrirse con una túnica de baño. Salió del cuarto y se dejó caer sobre la cama mientras masajeaba su cabello con parsimonia sintiendo como el sueño le embargaba y sin poder evitar que este le arrebatase a su mundo, calló presa de los fuertes brazos de Morfeo.


Continuará…


Notas finales:

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