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Cazadores por The Original Sasuke Uchiha

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Notas del capitulo:

Ahora a informarnos un poquito.

Capítulo Cinco

 

El Pasado del Caza Recompensas

 

 

E

l rico aroma del té de manzanillas recién hecho le recibió a medio día. Acababa de despertarse entre los brazos del azabache quien aun parecía estar sumido en su sueño, un sueño apacible según podía percibir en su faz. Se incorporó solo un poco para extender una de sus manos hacia la mesita que estaba cerca de la cama, donde había una bandeja con dos humeantes tazas de té, no vio a nadie alrededor por lo que imaginó que había llegado allí de la misma manera que ellos. Se inclinó de espaldas al cabecero y tomó una de las tazas mientras observaba la habitación iluminada por la claridad del día, que se colaba a través de la ventana de cristal que permanecía cerrada. Mientras tomaba el contenido de su taza un suspiro escapó de sus labios. Un movimiento a su izquierda le hizo botar en su sitio y casi derramar el líquido caliente sobre su cuerpo. Bryan se había aferrado a su cintura como si fuese a escapar en cualquier momento.

 

— Jackie…—  le escuchó murmurar en sueños y conmovido se inclinó para besar sus cabellos. Dejó la taza vacía en su lugar y volvió a su posición, entre los brazos del azabache quien se había despertado ante sus movimientos.

 

— Lamento haberte despertado. — aspiró el aroma de su cabello mientras su compañero hacia lo mismo, cuando le miró a los ojos este también le secundó y cuando acarició su mejilla el azabache también le imitó. — ¡Deja de hacer eso! — le reprendió con falsa molestia mientras pellizcaba uno de sus hombros. — ¿Aún estás agotado? — le acomodó sobre su pecho desnudo mientras continuaba brindando caricias a su cabeza, masajeándole suavemente y peinando los sedosos cabellos con sus dedos.

 

— La verdad es que me dormí hace poco. Digamos que el Cenit y yo tenemos una relación recíproca de convivencia, mientras estoy en la cama absorbe energía de los seres vivientes que la habitan y, cuando estoy fuera de la torre, me brinda energía. — explicó el azabache mientras aspiraba la fragancia afrodisíaca que expedía la piel del pelilargo, una fresca esencia a miel y menta.   

 

Faltando solo unos minutos para el medio día, Jack se incorporó de la cama dejando al azabache quien dormía plácidamente sobre el mullido colchón, cubriendo solo su trasero desnudo y dando una panorámica completa de su bronceado cuerpo, mientras yacía recostado boca abajo. Luego de asearse probó pasando su mano por las paredes de la recámara donde descubrió varias puertas; una le llevaba hacia el exterior de la recámara donde había un enorme pasillo blanco y desierto. Caminó por unos minutos hasta que se encontró en una encrucijada; el pasillo se dividía en siete. Sin querer tentar su suerte decidió volverse para cambiarse, ya que solo estaba cubierto por una bata de baño, sin embargo descubrió que estaba perdido. Tardó unos veinte minutos en darse cuenta, tras haber caminado por todo lo largo del pasillo descubrió que tras de él, el mismo camino que había transitado, se dividía también. No había notado eso cuando salió de la recámara. Unos ruidos le alertaron, parecían ser los pasos de alguien pero, no logró esconderse antes de que el causante del mismo le descubriese. A su lado, en un espacio de la pared, una puerta se abrió, dando lugar a una figura esbelta, cubierta solo por una bata de baño. Medía unos 1, 87 de estatura, igual que él, de piel blanquísima, cabello negro y liso así como una expresión disgustada en el rostro que le hizo percatarse de inmediato sobre la identidad del sujeto.

 

— ¿Joven Brawn? — el chico en cuestión parecía un tanto aletargado. Le vio frotarse los ojos y cubrir un bostezo, sumado al hecho de que expresaba un ceño levemente fruncido, le hacían demostrar una faceta adorable que el pelilargo estaba seguro guardaría en su memoria siempre.

 

— Buenos días, Jack. — el rubio apareció por otra puerta, era el único que iba vestido, con su traje militar de manchas verdes, como siempre. — Buenos días Brawn. Iré a ver si el almuerzo está listo; hoy nos levantamos un poco más tarde y nos perdimos el desayuno. — comentó sonriente mientras se perdía por otra puerta.

 

— Ah, buenos días. — Jack sonrió ante lo fresco que se mostraba el rubio.

 

— Solo debe hablar y el Cenit le escuchará. — Jack percibió que el pelinegro le observaba indiferente, nueva vez, volviendo a su comportamiento habitual aunque, se veía mejor si esos lentes. — ¿Alguna duda concerniente con la estructura, funcionamiento y mecanismo del mismo? — Jack le miró curioso y no dejó pasar la oportunidad.

 

— ¿Por qué el desgaste de energía en la mañana? — preguntó empleando el mismo tono que su interlocutor.

 

— El Cenit mantiene un sistema de equilibrio entre sí y sus ocupantes, solo absorbe la energía necesaria un día a la semana, la misma cantidad que necesita proveer para calefacción, mantenimiento y los servicios básicos como lavandería, cafetería, limpieza, iluminación y agua, así como el orden e información actualizada. — Jack enarcó una ceja ante eso y el pelinegro procedió. — Claro que el cuerpo de un humano normal no puede proveer la energía necesaria yo he provisto de energía durante la noche. —                

 

— Podría decirse que el Cenit es Bryan mismo. — el rubio volvió por la misma puerta que había desparecido minutos antes. — Ah, cierto ya el almuerzo está listo. ¿Le esperamos? —

 

— No, él continuará descansando. — el pelinegro siguió al más grande, el cual se dirigía hacia otra puerta que había abierto en una de las paredes. — Vamos a almorzar. —

 

— Él estaba protegiéndome de sí mismo. — pensó Jack para sí, mientras meditaba en que se sentía igual o más enérgico que antes. Sin penar siquiera en cambiarse siguió a los chicos que ya habían desaparecido tras la puerta y apareció en el comedor donde había ingerido sus alimentos el día anterior. Efectivamente había considerado que había un pasadizo para llegar allí ya que, de no ser así, tendría que depender siempre de que el azabache le llevase al lugar, además los otros dos siempre estaban antes que ellos, imaginaba que lo hacían a través de esa puerta.

 

Luego del almuerzo los chicos le dieron un tours por la torre, cabe decir que pasaron horas en eso ya que la misma era inmensa y aparentemente interminable. Al llegar al último piso observó el final de las escaleras de caracol, era el último piso y solo había dos puertas, una frente a la otra y estas sí poseían cerrojo.

 

— ¿Y esta…? — intentó cuestionar a los otros dos pero, estos se encontraban sumidos en sus pensamientos mientras se observaban retadoramente entre sí.

 

— Volvamos al tercer nivel. — el rubio asintió de mala gana y le hizo señas a Jack para que le siguiese.

 

— Él ya debe estar en el salón. — Lance tomó la mano del pelinegro y a la vez hizo lo mismo con Jack. — De este modo llegaremos más rápido. — y, creyendo que Bryan era el único con la facultad, sintió la familiar sensación de la transportación.

 

Llegaron a un enorme salón que no había visto. El lugar se veía esplendido. Ricamente decorado con colores cálidos. Con pocas figuras decorativas que estaban sobre una chimenea inmensa que había en el lugar; serpientes, dragones y una variedad de felinos, incluso la gigantesca alfombra sobre el piso de la estancia parecía de piel de tigre.

 

— Es sintética. — comentó divertido el rubio, al captar los pensamientos del pelilargo quien asintió dudoso.

 

— Bueno ¿qué tenemos en la agenda para hoy? — la imponente figura del azabache se hallaba frente a ellos, vestido con un traje completamente negro, como siempre. Con pasos pausados se acercó al grupo, caminando entre los muebles del gran salón. Despeinó los cabellos del rubio y besó la frente del de lentes quien, sin Jack percatarse, se los había colocado. El pelilargo observó como el azabache le daba los buenos días a los demás y se acercaba a él con una sonrisa boba para luego darle un beso de telenovela que le robó el aliento, provocó una risa traviesa en el rubio y un bufido en el pelinegro. — No tengo compromisos durante el día de hoy pero podríamos interactuar entre los cuatro y así conocernos más. — invitó a los más jóvenes a tomar asiento en el amplio mueble del salón mientras él hacia lo mismo en su sofá favorito. Una bandeja hizo aparición sobre la mesita de centro, con cuatro tazas de té humeante.

 

— Cierto, quisiera saber más acerca de nuestro invitado. — Jack notó un brillo de desconfianza en los ojos del chico de lentes pero, decidió dejarlo de lado.

 

— No creo que haya algo interesante que saber de mí pero, no tengo ningún problema en responder sus dudas. — Jack se encogió de hombros mientras tomaba el contenido de su taza.

 

— ¿Cuáles son sus razones para enfrentarse a los Wizards? ¿Por qué se arriesga tanto? — preguntó el rubio antes de que el pelinegro lanzara algún comentario mordaz.

 

— Cierto. Debe haber alguna razón poderosa como para que se arriesgara a venir a este lugar en busca del cazador. ¿Acaso cree que él esté dispuesto a ayudarle en su empresa? Es algo estúpida la ingenuidad, ¿lo sabía? — pero el pelinegro no se quedó callado. Jack bajo sus cejas mientras observaba su taza vacía, entre sus manos.

 

— La ignorancia puede ser un don, a veces, Brawn. No debes prejuzgar a las personas, además no sabes si recibirá la ayuda que desea, todo depende de su verdadero deseo. — el azabache tomaba una segunda taza de té, con sus ojos cerrados y una pose serena, como si nada le preocupase.

 

— Los Wizards atacaron la ciudad donde vivía cuando tenía once años, en ese atentado perdí a toda mi familia e incluso a mis amigos. En Zohar quien no tiene familia es abandonado a su suerte y yo no esperé para abandonar el lugar. Quería hacerme más fuerte para proteger a la única persona que me importaba, la única de mis seres queridos que había quedado milagrosamente con vida. Me uní a un grupo de forajidos y durante años viajé con ellos por diferentes lugares mientras aprendía a ser hombre. — Bryan dejó que una sonrisa traviesa adornara su rostro. — Entrené por varios años hasta que decidí convertirme en un caza recompensas, abandoné a mis compañeros para volver a mis tierras pero, ya era tarde; la ciudad se había convertido en una sombra de lo que fue y yo me había convertido en un renegado. En el camino recogí información sobre los Wizards; sus áreas de concentración, su sistema de organización así como su método de reproducción y su capacidad destructiva. Logré descubrir su ubicación con ayuda de algunos militares quienes me advirtieron sobre la imposibilidad de entrar a esta torre pero, estaba decidido a lograrlo. Quiero destruir a la reina, ese es mi objetivo principal y el segundo es cobrar la recompensa por su cabeza. —

 

— ¿Y qué harás luego de lograr tu misión? — Bryan dejó la segunda taza sobre la bandeja y esta desapareció junto a las demás. En su voz y en su mirar se notaba seriedad.

 

— Bueno… soy un caza recompensas, luego de esto seguiré mi camino. — comentó dudoso el pelilargo.

 

— Ingenuo. Todo el que se arriesga a enfrentarse a los Wizards y, en especial a atacar a la reina tienen casi el mismo destino; no sobreviven o su vida da un giro total, de estos últimos son pocos ya que ella misma se encarga de eliminar a todo el que se acerque a su nido, solo los que le sirven para sus propósitos pueden sobrevivir y, su destino es peor que la muerte. — comentó el pelinegro, con un tono preocupado.

 

— Aun así, a parte de mi vida no tengo nada que perder y el que no arriesga no vive. — Jack inclinó su cabeza hacia atrás, mientras los dos menores observaban al azabache, quien parecía taladrar al pelilargo con su mirada. 

 

Jack sintió un estirón en su vientre y recordó que el azabache no les había podido acompañar en el almuerzo por lo que intentó observar alguna muestra de insatisfacción en su faz pero, en vez de eso observó irritación.

 

— Bueno, Brawn y yo iremos a hacer algo, nos vemos en un rato. — el rubio tocó el hombro de su compañero mientras desaparecían ambos del lugar.

 

— ¿Aún estás agotado? No nos acompañaste en el almuerzo…— Jack se sintió más cómodo sin la presencia de los chicos por lo que decidió acortar la distancia tan solo un poco.

 

— Anoche ingerí la energía suficiente a través de ti. — contestó indiferente el azabache sin apartar la mirada de sus ojos y logrando que el pelilargo se ruborizara al recordarlo; Bryan depositaba pequeños besos por toda su piel y se detenía en su clavícula, Jack ladeó su cuello para darle mayor acceso pero no esperó a que el azabache le mordiese hasta que sintió como su sangre era succionada y el simple hecho le provocaba un placer indescriptible.

 

— No sabía que eras un vampiro —

 

— No lo soy. — contestó estoico el mayor.

 

Un momento de silencio le siguió a esto hasta que el pelinegro decidió romperlo.

 

— ¿Por qué te empeñas en ello? ¿Por qué no valoras tu vida? — Bryan se incorporó y avanzó hacia el pelilargo.

 

— Porque quiero recuperarla. Entre las informaciones que recogí supe que Zora, la chica de la cual he estado enamorado desde los ocho años, está entre ellos; fue secuestrada por la misma reina según militares y, no puedo quedarme de brazos cruzados sin saber…— Jack cerró su boca de repente al notar la irritación en los ojos del azabache que ya estaba frente a él y con claras muestras de estar controlándose para no lanzarse contra él. — ¿Bryan…? ¿Te encuentras bien? —  se incorporó, quedando a solo centímetros del cuerpo del otro y, colocando su mano en la frente del otro, con un poco de dificultad al ser este tan alto.

 

— ¿Ese es tu verdadero objetivo? — Bryan quería poseerlo allí mismo pero, se había jurado a sí mismo no hacerle daño, además ya lo había decidido.

 

— Por lo menos dime dónde puedo encontrarla e iré por ella y luego volveré, volveré a ti. — la mirada suplicante en los ojos miel le hicieron vacilar un momento pero, solo soltó el aire de sus pulmones y se serenó.

 

— Si es así deberías partir hoy mismo; son trece días de viaje al valle donde se esconden los Wizards y su líder. Debes seguir el camino del sol desde aquí y en trece días exactos estarás frente a su puerta, antes de llegar encontrarás un campamento donde se encuentra la verdadera ubicación del nido; en un mapa con las iniciales J. C. El comandante Charlie Fuery es quien posee este mapa y es con él que debes presentarte. Pero no te dejaré ir si no me prometes que volverás tan pronto como termines con tu búsqueda en ese lugar. — Bryan apretó fuertemente su agarre en los brazos del pelilargo quien se había aferrado a los suyos.

 

— Lo haré; lo prometo. — Jack le miró confundido, por una parte quería que él le detuviese; que le impidiese ir a esa peligrosa misión pero, aún persistía esa duda en su pecho que no desaparecería hasta encontrarse con ella.

 

— Ok. Te enviaré fuera de la barrera del Cenit, no te detengas por ningún motivo y ten mucho cuidado. — le tomó de la mano y lo llevó al centro del salón donde lo alejó de sí para luego besar sus labios de forma hambrienta y mordisquear sus labios hasta hacerle sangrar un poco. — Quiero que confíes en mi, Jack porque yo confío en ti. — besó su frente mientras le hacia desaparecer de su vista.

 

— Yo…— Jack no pudo terminar ya que en un instante estaba a cuatrocientos metros de distancia de la torre. — ¡¿No podía esperar un mísero segundo?! — gruñó molesto. — Ni siquiera me deseó suerte…— para su satisfacción cargaba con sus armas. Sonrió divertido; más adelante estaban los Wizards, esperándole.

 

 

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— Vance, encárgate de vigilarle. Esa será tu misión. — una sombra se presentó tras el azabache e inmediatamente escuchó el mandato se esfumó. — Ya he tomado mi decisión, Milena. — su faz se tornó melancólica mientras observaba el exterior, a través de la ventana de cristal del salón. La lluvia había cesado ya pero, aun permanecía el cielo cubierto de las densas nubes negras. — Ahora… ¿qué respuesta me tendrás? — un extraño brillo surcó por sus ojos, revelando un iris ovalado, a semejanza de los ojos de una fiera salvaje.

 

 

 

Continuará…

 


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