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Sayonara ga ienai por Lovely Paranoid

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Notas del fanfic:

¡Mi segunda propuesta a Amor Yaoi!

Quise subir éste fic ahora que estoy por acabar el primero que hice ya que tuvo una buena aceptación. Espero que éste sea tan bien recibido como el anterior.

Muchisimas gracias por leerlo!

Notas del capitulo:

¿Primer capítulo de mi segundo fic? Ni yo me lo creo. Gracias de ante mano por cliquear sobre el nombre de mi fic, por favor, denle una oportunidad.

 

Sayonara ga ienai

 

Prólogo

 

Suave mentira

 

By

 

Lovely Paranoid

 

 

 

 

Nunca pensé que podría ser tan terrible. Jamás se me pasó por la cabeza que mi obsesión fuese a tal grado. Era un éxtasis. Me alcoholizó la idea perderlo y por ende corrí lo más rápido que pude intentando agarrarlo más me fue imposible, mi mano resbaló y cuando se volteó a mirarme ya estábamos muy lejos el uno del otro, mirándonos a la distancia como si nuestros semblantes ya no significaran nada. Allí fue cuando entendí que lo había perdido. Cuando me resigné y lo dejé marchar. Lo dejé ir lejos de mí. Acepté mi perdida e intenté resignarme, pero, aun no consigo olvidarlo completamente. He de aceptar que sigo, tal como ahora, pensando en él.

Aun cuando me diga incontables veces a mí mismo “ya deja de mentirte”, “ya deja de ilusionarte”

De aquello ya va tiempo...No me pregunten porque hago mi mayor esfuerzo por olvidarlo. Trato con todas mis fuerzas de enterrar su singular rostro, por ocultar sus ojos lacios y sus labios gruesos y sedosos. Y lo estoy consiguiendo, últimamente mi vida ha ido de maravilla, es decir, no tendré la vida de lujo que cualquiera podría desear, pero me conformo diciendo que vivo con mi amigo de la infancia y que tengo una vida novedosa. Trabajo, estudio y me divierto. No tengo espacio para relaciones sentimentales otra vez…No más…Me prometí a mí mismo conservar la dignidad. Y de ello, orgullosamente confieso que no he fallado jamás.

—Hey vago, ¿Cuándo piensas cortarte esa maraña de cabello que traes sobre tu cabeza? Ya ni siquiera te veo los hombros.

Rodé los ojos y me rasqué la cara. Temprano a eso de las seis de la mañana nos habíamos levantado con la intención de salir a trotar pero debido al frío habíamos preferido quedarnos en casa con nuestra amada calefacción.

—Qué exagerado eres, Reita—Me quejé—. Si fuera por eso tu cabello, rubio y tintado, por otro lado, iría por tu poco atractivo trasero.

Me reí internamente, sabía que el rubio odiaba los chistes sobre su trasero.

—¡Cómo te atreves a reírte de mí hermoso y redondito trasero! Tú que no tienes y te sientes los huesos al sentarte…

Con el pijama arrastrando me giré y le sonreí con el cepillo de dientes entre las muelas. Con un ademán le indiqué que lo ignoraba y que poco me importaba su comentario y me metí al baño para enjuagar mi boca. Muy friolentos podíamos ser y no salir a trotar ese día pero por lo menos no me iba a quedar en la cama ni Reita tampoco, después de todo en una hora más igual tendríamos que levantarnos e ir a trabajar.

—No importa—Rezongó el rubio desde la sala de estar.

Me reí y escupí la pasta de dientes de mi boca y me enjuagué un par de veces para luego mojarme el rostro. Me miré y di cuenta que mi rostro se veía más delgado quizá producto del ejercicio novedoso—trotar y hacer abdominales—.

Me cambié de ropa e hice mi habitación con calma para que me dieran cerca de las siete. Tomé desayuno junto con Reita quien, de mejor humor me habló sobre sus planes con su novio de ir el fin de semana fuera. Realmente me sentí feliz por ellos ya que ellos se merecían una salida ahora que su novio, Ruki al fin podía tener el dinero ahorrado que necesitaba para montar su tan afamada tienda de Tatuajes y Piercings…No entiendo cómo alguien como él, acabado de salir de la Universidad como Diseñador Gráfico prefería ganarse la vida rayándole la piel a la gente con una aguja…pero bueno, el enano es un buen sujeto aun cuando no comprenda sus intereses empresariales…

—¿Qué harás solo? —Quiso saber el rubio terminando su café—¿Te traerás a algún…?

Mi mirada lo hizo cortar su frase, evidentemente sabía que me molestaba.

—Es cierto—Suspiró—, aun sigues con tu cinturón de castidad—Se burló.

—Ja, ja…—Reí sin ganas.

—Podrías venir con noso…

—¡Ni de broma! —Lo atajé antes de que pudiera decir algo más. Irme a ser la quinta rueda no me resultaba más atractivo que quedarme solo un fin de semana.

—Cierto…podría resultar algo incómodo…

Lo miré de reojo. Al parecer, él sobrellevaba más el peso de estar saliendo con Ruki, quien alguna vez fue mi novio…No entiendo porque no lo supera. Yo mismo los junté.

—Mmm…quizá—Dije intentando algo nuevo—. Quizá Ruki vuelva a caer ante mis encantos.

Instantáneamente, apenas terminé mi frase, el rubio escupió su café con leche matutino y salpicó parte de la pared, su ropa, mi ropa, mi cara y la alfombra…Quise golpearlo pero luego recordé que yo era el causante del tal desastre por lo que atiné a reírme de él.

—Mal comentario—Dije mientras buscaba un trapo y comenzaba a secar mis manos.

—Mal comentario—Repitió—. Tú no tienes encantos.

Le lancé la cuchara.

Me reí.

—Sabes que no será así—Le dije para tranquilizarlo—, ése maldito enano es la mitad de mi porte y, además, lucen bien juntos. Además—Continué encogiéndome de hombros.

—Ya dijiste además.

—Cállate y déjame seguir.

—Está bien.

—Además—Sonreí algo melancólico—, Ruki jamás podrá perdonarme. Él jamás me perdonara por…

—Ya, ya—Me contuvo Reita—. Te comprendo. Deja tu escuálido trasero aquí durante tres días mientras yo y mi novio nos divertimos fuera—Dijo levantándose para limpiar el desastre—. Te buscaré un novio de paso.

—He estado pensando en ser monje…

He estado pensando…sería monje si no estuviera contigo.

—¿Sucede algo, señor virginal?

—No nada…—Dije negando con las manos—mejor limpiamos este desastre.

Eludiendo como siempre los recuerdos puse a trabajar mi cuerpo y mi mente en otro tipo de cosas. Quizá así, poco a poco, los dolorosos recuerdos se fueran disipando en mi mente…Como desearía poder olvidarlo todo. Me duele tener que despertar todas las mañanas solo. Me duele tener que olfatear en la almohada el olor a su perfume cítrico y vivaz. Me daña. Me hiere. Me lastima.

Porque jamás podré verlo. No volveré a sentir sus manos alrededor mío, no tendré su mentón reclinado en mi hombro. No tendré sus risas en mi oído, no tendré…no lo podré tener a él a mi lado otra vez...

Quisiera borrarlo de mi memoria. Realmente…aun lo amo. Aun no puedo superarlo.

—¡Idiota porque estás tirando los palillos por el sumidero! —Escuché desde la realidad a Reita regañarme. Nuevamente, mi mundo se desconectaba de la tierra, un mal hábito que aún no puedo corregir.

—Lo siento…

—Sabes…—Murmuró el rubio de la bandita a mi lado intentando arreglar el desperfecto que había dejado producto de la poca lucidez que tengo cuando me vuelo en mi mente—he pensado mucho últimamente. El que no hayas querido mudarte de éste departamento y el que me hayas hecho venir a vivir aquí, a arrastras, es…

—Por favor—Le pedí—, no te hagas el importante. No me ha gustado nunca vivir solo.

Él rodó los ojos.

—Oh sí, entonces ¿Eso significa que ya has cicatrizado tu herida? Porque, cada vez que digo su nombre tú…

—¡No sigas! Maldito insensible, trasero gordo y celuloso…me largo.

—¡Eso! Arranca. Sólo eso has podido hacer—Me reprochó justo cuando mi cuerpo se topaba con la salida de la cocina del departamento—. Tú aun lo amas.

—¡Sí! ¡Aun lo amo! —Grité—¡Aun amo a ése imbécil! ¡Aun lo quiero!

Reita sonrío, contento por tener la razón.

—Es por eso que mi relación con Ruki nunca pudo funcionar, porque nunca pude olvidarme de él, porque cada vez que lo besaba pensaba en él, porque cada vez que lo respiraba y lo escuchaba esperaba que fuera él quien estaba allí conmigo, porque cada vez que discutíamos me frenaba pensando que discutía con él…estoy enfermo…a pesar de todas las cosas, a pesar de que él…

Me detuve netamente para respirar. Sólo por eso. Porque, perfectamente pude haber seguido…Aun tenía demasiadas cosas que gritar desde mi pecho, tenía tantas cosas reprimidas que deseé  tener los pulmones lo suficientemente amplios como para respirar una sola vez y poder soltarlo todo. Todo…Quizá así, lo deje ir un poco, sólo un poco.

—¿Mejor? —Preguntó mi mejor amigo observándome con tranquilidad desde la cocina.

Maldito, estúpido, sabelotodo, cara de iguana, trasero obeso…

—Estoy seguro que sí—Dijo al ver que no le respondía.

No lo miré, en ese momento fui demasiado orgulloso como para querer reconocer que ciertamente él estaba en lo correcto, por lo que, mientras ocultaba una desgarradora sonrisa de “he perdido ésta vez, tarado” me levanté y me orillé al quicio de la salida de la cocina.

—Sólo un poco.

Reita sonrió, no lo vi pero estoy seguro de que así fue.

Tomé mi bufanda y me la enrollé al cuello luego de tomar mi bolso y salir de la casa directo a la universidad.

Las partituras que me había estudiado la tarde anterior las había dejado en la carpeta que guardaba el mi bolso, por lo que, recompuesto en el metro, tipié el tempo de las notas en mis piernas como si verdaderamente estuviera interpretando la canción.

La música clásica nunca fue mi favorita, tengo que reconocerlo, pero mientras estudio en mi cuarto año Ejecución Musical Mención en Violín no hay otra cosa mejor que pueda tocar.

Cerré los ojos un segundo y cuando los abrí para levantarme de mi asiento en el vagón lo vi.

Con su cabello lacio y oscuro sobre su cuello grueso, fuerte y perfecto.

Me quedé petrificado, tanto así que no fui capaz de bajarme en la estación correspondiente sólo para poder respirar el mismo aire que él. Que mi espejismo.

Cerré los ojos otra vez. Él desaparecería si lo así lo hacía. Y así hice, los cerré, y al abrirlos él ya no estaba.

Mi espejismo se había ido y ahora debería esperar quizá cuanto para volver a bajarme en la estación correspondiente y llegar tarde a mi clase de Violín.

Me armé de valor y estupidez y me abría paso de entre la multitud buscando desesperadamente a alguien que ya no existía. A alguien que me había abandonado y se había alejado de mí con una mueca de fastidio, a alguien quien se apartó de mi lado sin querer tomar mi mano nuevamente, a alguien a quien jamás pude odiar ni dejar de amar…

Maldición…

Allí estaba nuevamente, la razón de mi delirio. El comprobante, la nota que decía claramente “ESTÁS DEMENTE” en mayúscula y en negrilla. ¿Por qué? ¿Cómo es posible? Seguí caminando, me adentré en la multitud una vez más, completamente empecinado en tocarle el hombro, empecinado en enfrentar mi verdad y decirme a mí mismo “basta”, pues ¿Qué conseguiría tocando el hombro de mi fantasía? Él no podía amarme otra vez. Él no podía darse vuelta y mirarme como alguna vez lo hizo, él no podría ni siquiera decirme que me largara o que por lo menos siguiera con mi vida…porque eso es lo que hubiera hecho él en mí…en mi lugar.

Me paré frente a mi espejismo. Me paré frente al amor de mi vida y allí rodeado de gente, intenté tocar el hombro del hombre que amé y murió en un accidente de auto hace poco más de un año.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Espero lo hayan disfrutado tanto como yo lo disfruté al escribirlo.

n_n 

Nos leemos! Gracias por leer!


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