Le dolía verlo así y el no podía hacer nada. Lo observaba y notaba que cada día que pasaba se hundía en la soledad cada vez más y todo por él. Como deseaba que todo el odio, la tristeza y la soledad desaparecieran del mundo y así que él pueda ser feliz, pero… eso solo es un sueño de niños, una ilusión que nunca se cumplirá, porque conoce a este mundo y sabe que todos los sentimientos negativos nunca se acabarán.
Y aun así, le dolía, le dolía hasta el alma ver a la persona amada sufrir. Esa persona antes alegre, traviesa, hiperactiva, viva; ahora se encontraba, triste, llena de soledad y se estaba muriendo poco a poco.
Como quería tocarlo, abrazarlo y besarlo, y decirle que todo estaba bien, aunque la verdad no sea así. Deseaba hacerlo feliz, él se lo merecía, él había hecho muchas cosas para los demás, todo antes que él mismo. Quería y deseaba con todo su corazón que la felicidad llegara a él y lo llenara… lo llenara de alegría.
Paso sus manos sobre su cara, suspiró, se flexionó y hundió su cabeza entre sus piernas, aguantándose las ganas de llorar, pero tenía razón, era tan triste y no soportaba el dolor de su pecho. Se estrujó la camisa a la altura del corazón y cerró fuertemente los ojos. No quería sufrir, pero aun así… sufría.
—Gaara — una voz conocida para él lo llamó. Gaara rápidamente se incorporo y agradeció que no hubiera soltado ninguna lágrima.
— ¿Qué pasa, Temari? — le contestó con una voz inexpresiva, tratando de ocultar todos los sentimientos.
—Tenemos que ir a Konoha, necesitamos hablar con la Hokage — le informó y la rubia fijó su vista en unos pergaminos que tenía en sus manos.
—Bien, vamos a partir — y el estaba feliz, viajaría a Konoha y podría verlo a él.
Gaara entraba por la puerta de Konoha y pensaba lo largo que había sido el viaje. Caminó hacia la torre de la Hokage y lo hacía lentamente, y volteaba a todos lados como buscando a alguien y en efecto, lo buscaba. Quería verlo, pero a la vez no.
— ¿Pasa algo, Gaara? — le cuestionó algo preocupada por el comportamiento de su hermano menor.
—No, no pasa nada — le contestó secamente. — Apurémonos, ya quiero llegar — y después de eso apresuraron el paso.
Se encontraba cansado. Ya había acabado la junta con la Hokage Tsunade y no pudo verlo. Quizás se encontraba en una misión o estaba ocupado. Soltó un suspiro y decidió ir a visitarlo, si esperaba que llegara a él se tardaría mucho. Se incorporó y de dirigió donde vivía él.
Estaba nervioso y no podía negarlo, dudaba en tocar la puerta o no. Estaba a punto de tocarla pero se arrepentía y bajaba la mano. Se dio la media vuelta dispuesto a irse, pero habían abierto la puerta y el nervioso, se giró tratando de no mostrar sus sentimientos.
— ¡Oh! — Exclamó el joven que había abierto la puerta — ¿Qué haces aquí Gaara? — le preguntó algo desconcertado.
—Qu-quería hablar contigo — y Gaara se maldijo internamente por estar tan nervioso.
—Claro, pasa — y se hizo a un lado, invitando al chido de cabello rojo a pasar. — Y… ¿De qué quieres hablar? — le preguntó de nuevo cuando los dos se encontraban dentro. — Perdón, siéntate por favor — lo invitó y los dos se sentaron.
—Te amo… Naruto — le dijo y eso tomo desprevenido al chico rubio, que, abrió los ojos sorprendido.
—Gaara… pero… — no quería rechazarlo, pero no sentía lo mismo.
—No digas nada, solo déjame terminar — le dijo y el rubio solo asintió. — Tengo este sentimiento desde hace mucho… Cuando éramos pequeños sufrimos mucho, por ser monstruos, como ellos nos llamaban. Pero yo siempre vivía dentro de la oscuridad… Gracias a ti salí de ella y me pude convertir en Kazekage — y sonrió levemente y contagió a Naruto que también sonrió. —Se que tu no me amas… pero dame la oportunidad de intentarlo. Odio verte triste y sé que el oscuridad de esta consumiendo poco a poco, Naruto — habló un poco triste y bajo la mirada. —No debes de aferrarte a Sasuke… El es odio y venganza, ya no queda nada del Sasuke que antes conocías — Gaara deslizó sus manos y cogió las de Naruto.
—Yo te quiero mucho… — el rubio apretó las manos del chico de cabellos rojizos. — Y sé que no queda más de Sasuke, pero aun así no puedo borrar este sentimiento por él. — cerró los ojo y su rostro mostró dolor.
—Por eso te pido que me des una oportunidad… Trataré de hacerte feliz… Naruto — le dijo, elevó las manos y las entrelazó.
—Lo intentaré, pero no te prometo nada — al rubio le gustaba la cálida mano de Gaara. Se acercaron lentamente y sus labios rozaron, dándose por fin un beso.
—Te amo, Naruto — le dijo, aun sabiendo que el mencionado no le contestaría.
Ahora ya no se encontraban solos en esa oscura soledad interminable.
FIN.