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Haría todo por ti por Yulya18

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Notas del capitulo: Disclaimer: Los gemelos no me pertenecen… por desgracia T_T

¡Hola a tod@s!

Aquí regreso con una nueva historia… obviamente de nuestro gemelos favoritos :D Espero que les guste mucho. Esta basada en la canción “Skin” de Rascal Flatts.

Por cierto… estoy participando en un concurso para una revista de Tokio Hotel. Si tienen Facebook, voten x mi imagen porfis (es horrible y súper básica porque no se usar Photoshop ¬¬)

http://www.facebook.com/photo.php?fbid=191073374281680&set=at.191073210948363.57571.189343981121286.1171677809.549506090&type=1&ref=nf


Es la imagen de Tokio Hotel en un iPod hecha por Dora Garcia de Kaulitz (para que no haya confusiones)

Porfis… ayúdenme a ganar… el premio son 2 páginas en la revista (estaba pensando en poner algo de twincest… para mantener la adicción a los twins :D)

¡Besitos!


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Haría todo por ti

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- Te extraño mucho, mi amor. – se escuchó del otro lado de la línea.

- Yo también te extraño, Tomi. Quisiera que estuvieras aquí. – suspiró la persona, que desde su posición en el sofá, llevaba hablando por teléfono con su pareja ya más de una hora.

- Ya no falta mucho tiempo, hermoso. Y podremos ir juntos a su baile de graduación. ¿Te gustaría eso?

- ¿Me estás invitando al baile? – dijo el menor sonriendo ampliamente.

- Si. ¿Quieres ir conmigo al baile, Billa? – le preguntó Tom, invitándolo formalmente.

- ¡¡¡Si!!! – chilló Bill, haciendo que el otro quisiera taparse los oídos. Y es que cuando su Bill se emocionaba, sus chillidos de emoción se escuchaban por todos lados.

- Bill, ¿por qué gritas? – se escuchó una voz por el pasillo.

- Parece que mamá te atrapó, enano. – se rió su novio.

- Ríete todo lo que quieras. Luego te veré rogando que te deje entrar a nuestra habitación. – Ahora fue el turno de Bill de burlarse, haciendo que el otro se quedara callado al instante. – ¿Quieres que te pase a mamá?

- No es necesario. Ya hablé con ella y con papá anoche.

- Entonces hablamos mañana ¿si? Aún tengo un par de tareas que terminar. – se quejó el menor ante su hermano y novio.

- Oh… lo genial de ser una estrella, Nada de escuela. Dale saludos a mamá, hermanito. Te amo, Billa. – se despidió el mayor, antes de colgar.

Bill también colgó y después subió a su habitación a terminar un trabajo de la escuela, alegre de que ya faltara tan poco tiempo para terminar el año. Eso significaba que pronto tendría a su hermano de regreso y podría besarlo y estar con el todo el tiempo que quisiera.

Y es que Tom y Bill eran hermanos. Hermanos gemelos. Y al mismo tiempo llevaban una relación desde hacia unos años, cuando apenas tenían 12. Sus padres Simone y Gordon lo sabían, y si bien al principio habían creído que era solo un malentendido por lo cercanos que eran sus hijos, luego no pudieron negarse a la verdad de que ambos adolescentes estaban perdidamente enamorados del otro. Y habían terminado aceptando esa relación.

Aunque ahora el matrimonio se dedicaba a cuidar del gemelo menor. Después de todo, su hermano mayor era un rapero muy famoso y constantemente se encontraba de viaje por sus giras. Giras a las que le hubiera encantado llevar a su hermano, pero él se negaba aduciendo que quería terminar primero la escuela. Luego lo seguiría a donde él quisiera. Tom apenas podía aguantar los meses que faltaban para que su gemelo terminara la escuela.



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Claro que todo cambiaría en la vida de la joven pareja de una forma que ninguno de los dos esperaría.

Todo había ocurrido un día en que Bill estaba en la escuela. Se encontraba en clase de gimnasia, su materia preferida, y por ir detrás de un balón, había caído fuertemente. Había tenido que ser ayudado por sus compañeros de clase y llevado a la enfermera y tuvieron que venir sus padres para llevarlo a casa, pues el joven se encontraba aún algo mareado. Pero luego de recuperarse, Bill no le dio mayor importancia a dicho accidente.




Hasta que unas dos semanas después se dio cuenta que el hematoma que se había hecho durante el accidente no desaparecía. Y eso hizo que tanto él como sus padres se preocuparan, decidiendo que lo llevarían donde el médico de inmediato.

Ahí el médico lo trató amablemente y lo examinó. Pero nada más ver la mirada seria que le dio a Bill, éste empezó a sospechar que algo no iba bien. Que le mandaran tantos exámenes, no lo tranquilizó en lo absoluto, y sobre todo, tener que esperar por los resultados, lo llevo casi a la desesperación. Una desesperación que intentó ocultar de sus padres y hermano en todo momento. No quería que ninguno de los tres se preocupara más de lo que ya estaban.

Luego de 3 días, Gordon, Simone y Bill se encontraban nuevamente en el despacho del doctor Jost. Y él, completamente serio, les comunicó los resultados de los análisis que le habían hecho a Bill.

- Te hemos detectado cáncer, Bill. – le dijo mirándolo a los ojos y viendo como al menor se le inundaban los ojos de lágrimas. Sus padres también comenzaron a llorar junto a él. – Sin embargo, hemos podido detectarlo en una etapa temprana. Tienes muchas probabilidades de superar esta enfermedad si inicias un tratamiento lo antes posible.

Y así comenzó el lento tormento de Bill Trümper.




Sus padres habían querido avisarle a Tom de lo que estaba pasando, conscientes de que apenas lo supiera, dejaría todo de lado y volvería a casa. Fue por eso que Bill, con lágrimas en los ojos, les rogó a sus padres que no le dijeran nada. No quería que su hermano lo viera enfermo. No podría vivir si su hermano lo dejaba por su enfermedad, o peor, si se quedaba con él solo por lástima. No podría soportarlo y axial se lo hizo saber a Gordon y a Simone. Al final, aceptaron callar.

Cada vez que Tom llamaba a sus padres, Bill intentaba sonar alegre y como si la terapia no lo estuviera afectando, pero muy pronto esto se volvió cada vez más difícil. Especialmente luego de un episodio extremadamente triste para Bill.

Ya llevaba casi dos semanas de tratamiento. Despertó lentamente, pues la quimioterapia hacía que estuviera cansado casi todo el tiempo. Pero cuando se sentó en cama no pudo evitar llorar y gritar, asustando a sus padres y haciendo que corrieran a su habitación.

- Bill, ¿que sucedió? – preguntó preocupada Simone. Y solo le bastó ver lo que Bill llevaba en la mano para sentarse a su lado y abrazarlo con fuerza, tratando de calmar los temblores que recorrían su cuerpo adolescente.

Pues lo que Bill tenía en la mano eran mechones de su cabello. Estaba perdiendo su hermoso cabello a causa de la quimioterapia.

Gordon se sentó a su lado también y lo abrazo, completamente entristecido de ver así a su hijo menor. Estaba pensando en que ya ahora si no había excusa para que le ocultaran más la verdad a su otro hijo, cuando Bill empezó a hablar a través de sus sollozos.

- Tom ya… no… no me… va… a querer… ma… má… - lloriqueaba Bill, creyendo que cuando Tom lo viera así, enfermo y sin cabello, se alejaría de él como si tuviera la plaga.

- Tom te ama, Bill. …l nunca te va a dejar.

- Si… si lo… hará… - Bill estaba tan afectado que no entendía razones, por lo que Gordon bajó inmediatamente y le trajo un té caliente y una pastilla para dormir. Era lo mejor, axial su hijo no se haría más daño.

- Debemos decírselo a Tom, Simone. – le dijo a su mujer una vez que Bill se hubo dormido nuevamente.

- Lo sé. Pero no quiero que Bill se enfade con nosotros cuando lo sepa. Axial como esta, no sabemos como puede reaccionar si se entera que se lo dijimos. – se lamentó la madre del pelinegro.

Y al final, otra vez solo les quedó callar.



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Luego de ese día, Bill tomó la decisión de cortar su cabello por completo y empezar a cubrir su cabeza con gorros. Y había tomado una decisión muy importante en cuanto a la escuela.

Uno de esos días, Tom volvió a llamar a Bill. Ya estaban cerca a la fiesta de graduación y al final de la gira y el de rastas sabía con que ansiedad su hermano esperaba ambas fechas.

- Ya falta poco para volver a casa, mi amor. – le dijo esa noche al teléfono.

- Te extraño mucho, Tomi. – dijo Bill, intentando sonar como antes de su enfermedad. Tom no debía enterarse de lo que sucedía, aunque sabía que con su próxima llegaba ya no podría seguir callando mucho más tiempo.

- Yo también te extraño, Billa. Pero ya pronto estaremos juntos y bailaremos toda la noche el día de tu graduación. ¿Te gusta la idea? – le preguntó. En ese momento, había llegado el momento de decir la verdad… a parte de ella.

- Tomi… respecto al baile… - respiró profundamente, dándose valor. - … he decidido no ir.

- ¿Qué? ¿Pero por qué? Tú morías por ir a ese baile. – Tom no entendía por qué ese cambio en su hermano.

- Emmm… estaba pensando… que tu y yo podríamos hacer otra cosa juntos. Ya no tengo ganas de ir.

Tom notó que estaba mintiendo. Hubo algo en el tono de voz empleado por el menor que se lo hizo saber. Y él averiguaría qué cosa era.

- ¿Estás seguro que no quieres ir al baile? – le hizo creer que había aceptado su versión.

- …

- ¿Billa?

- Si… estoy… estoy seguro, Tom. – Eso hizo que Tom sospechara más. Su gemelo nunca lo llamaba Tom a menos que estuviera triste o enojado con él. Pero que él recordara, no había razón para ninguna de esas dos opciones.

- Está bien. Entonces cuando regrese haremos algo solos tú y yo, ¿de acuerdo?

- Si. Tomi… tengo que colgar. Mamá espera una llamada. – volvió a mentir Bill. Lo que pasaba era que volvía a sentir unas nauseas terribles. Así que cortó, sin escuchar la despedida de su pareja.



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DING DONG

Bill levantó la cabeza lentamente del sofá donde se encontraba descansando. Ese día había tenido fuerza suficiente para levantarse de la cama y sus padres lo habían acomodado frente a la tele para que estuviera distraído mientras ellos no estuvieran. Por eso le pareció extraño que tocaran a la puerta a esa hora.

‘Debe ser mamá que olvido las llaves otra vez’ pensó el adolescente, levantándose y yendo a abrir la puerta.

Pero no era Simone.

Era Tom.

- ¿To… Tomi? – balbuceó el sin poder dar fe a lo que sus ojos veían.

- ¡Mi amor! – suspiró Tom, dejando caer la maleta que traía y corriendo a encerrar a su pareja en un fuerte abrazo. Aunque se le hizo extraño que en ese momento no se encontrara en la escuela. En fin, luego preguntaría eso, ahora solo se dedicaría a disfrutar del olor y el calor que emanaba su gemelo. – Ya estoy en casa, Billa. – le susurró al oído, subiendo las manos de su cintura para quitarle la gorra que traía. Moría por tocar su largo y sedoso cabello.

- ¡No, Tom! – gritó Bill demasiado tarde. El mayor ya le había quitado la gorra y lo que veía en esos momentos lo había dejado atónito.

- Bill… ¿qué... ? – Tom no daba crédito a lo que veía. El cabello de su hermano… todo su cabello… ya no estaba.

Y antes que Bill pudiera abrir la boca para explicarle, sus padres entraron por la puerta, mirando fijamente a ambos jóvenes. Vieron la cara de incredulidad de Tom y el de espanto de Bill y supieron que había llegado el momento de la verdad.

- Tom, será mejor que vayan a la sala y se sienten. Tenemos que hablar. – dijo Gordon, empujándolos en esa dirección y cerrando la puerta. Miró a Simone y ambos asintieron tomándose de las manos, dándose fuerzas mutuamente.

Cuando los cuatro estuvieron sentados, Simone le explicó todo lo que había sucedido con Bill en los últimos meses. Y decir que Tom estaba molesto era decir poco. El de rastas estaba furioso. Así lo hizo saber con sus gritos.

- ¿Y por qué demonios no me dijeron esto antes? ¿Creían que no me iba a enterar? – les gritó a sus padres y luego se volvió hacia su gemelo. – ¿Creías que no me enteraría? – le gritó a él también, sin notar cuanto lo estaba asustando. – No puedo creerlo. Mi propia familia me oculta algo tan grave.

- Hijo, tienes que entender… - intentó calmarlo su padre.

- ¡No voy a entender nada! ¿Cómo pudiste hacer esto Bill? ¿Por qué lo hiciste? – Lo tomó de los brazos y lo levantó hasta tenerlo a su altura. – ¿Era por esto que ya no querías ir al baile? – al ver que el menor seguía sin poder hablar, lo zarandeó con fuerza, haciendo que gimiera por el dolor. – ¡Respóndeme, maldita sea!

- ¡No quería que me dejaras! – gritó desesperado Bill intentado soltarse. Estaba asustado y ver la furia de Tom y la forma tan violenta en que lo estaba tocando no hacía nada para tranquilizarlo. – No quería que me vieras… y te alejaras o que te quedaras conmigo por lástima. – concluyó antes de ponerse a llorar. Y fue su llanto lo que hizo que Tom lo soltara, dejando que cayera nuevamente al sofá. Sus padres corrieron hacia él y lo acunaron en sus brazos.

- Tengo que irme. – dijo Tom, yendo hacia la puerta principal. Tomó su maleta y salió azotando la puerta y rompiendo el corazón de su alma gemela.



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Pasó cerca de una semana en que ni Bill ni sus padres supieron nada de Tom. Al principio pensaron que simplemente se había ido por unas horas, hasta que pudiera asimilar bien la situación. Pero cuando pasaron los primeros tres días sin noticias suyas, empezaron a preocuparse. Y Bill se deprimió tanto que su salud empeoró y ahora ya no dejaba la cama.

Gordon y Simone estaban preocupados y molestos a la vez. Preocupados por su hijo menor. Por ver como enfermaba estando lejos de su hermano. Y molestos con su hijo mayor por no regresar a casa o siquiera contestar las llamadas que Bill hacía en su afán por encontrarlo. Por lo que una noche en que el joven hervía en fiebre, Simone no aguantó más y llamó ella misma a Tom. Parecía que tenía el móvil apagado, porque la mandó directo a buzón de voz, mas eso no la detuvo de decirle unas cuantas cosas a su testarudo hijo.

- Tom, soy tu madre. ¿Quieres hacer el favor de dejar de lado tu estúpido orgullo? Sé que hicimos mal en ocultarte la enfermedad de Bill, pero él nos suplicó que no lo hiciéramos. Así que más te vale que regreses a esta casa y veas a tu hermano. No hace más que llorar por ti y ahora ha enfermado por tu culpa. Así que o vienes o yo misma me encargare de encontrarte, ¿me entendiste? – y cortó la comunicación.

En otra parte de la ciudad, Tom terminaba de escuchar el mensaje, preocupado. Se levantó con rapidez de la cama y antes de darse cuenta de lo que esta haciendo, ya se encontraba en su auto, manejando como loco hacia su casa. Cuando llegó, su propio padre le abrió la puerta, dejándolo pasar sin preguntar nada e indicándole que fuera a ver a Bill.

Subió las escaleras lo más rápido que pudo y al entrar a la habitación que compartía con su hermano, lo vio echado en cama y tapado hasta las orejas. Vio su rostro sudoroso y supo que tenía fiebre. Se gritó a si mismo por haber permitido que su hermano llegara hasta ese punto.

- Está descansando. Puedes quedarte con él, pero no lo despiertes, ¿ok? – le dijo su madre, ya más calmada al ver ahí a su primogénito. Y dándole un beso en la frente, salió de la habitación.

- Mi amor. – susurró Tom, sentándose al lado de Bill y acariciando su mejilla. Sonrío al notar que su hermano arrimaba su rostro más contra su mano y suspiraba, relajando su cuerpo y entrando por fin en un tranquilo sueño. – Te amo, Billa. – le dijo al oído, antes de acomodarse mejor y disponerse a cuidar el sueño de su pareja.




A la mañana siguiente y antes de que Bill despertara, Tom se fue de la casa. Pero no sin antes decirle a su madre que regresaría esa noche y que por favor no le dijera a Bill que él había estado ahí. Quería darle una sorpresa y necesitaba que Bill no supiera nada aún. Simone quedó sumamente intrigada, pero le prometió no decir nada de su visita y subió a ver a Bill.

Justo despertaba cuando ella entró a la habitación y supo que la visita de Tom había sido beneficiosa para su hijo más pequeño, pues ya no tenía fiebre y sus ojos brillaban de una manera especial. Como si su subconsciente supiera que Tom había estado cerca de él y eso le hubiera dado fuerzas para seguir adelante.




Esa misma noche…

- Alo, mamá.

- ¿Ya vas a venir, hijo? – preguntó la mujer en voz baja. No sabía si su otro hijo ya se habría quedado dormido o no.

- En un rato. Pero necesito que me hagas otro favor.

- Si, dime.

- Saca el traje que Bill iba a usar para el baile y asegúrate de que este limpio, ¿si? – le pidió.

- ¿Qué vas a hacer, Tom?

- Es una sorpresa, mamá. Debo dejarte, ya estoy en el auto.

- De acuerdo. Nos vemos en un rato.



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- Mamá… dije que no tenía ganas de ir a ese baile. ¿Por qué insistes? – preguntó Bill por enésima vez en lo que iba de la tarde.

- Tú solo hazme caso, Bill. – Era lo único que respondía cada vez la mujer, deseando poderle decir algo más, pero ni siquiera ella sabía por qué había tenido que ayudar a su hijo a vestirse. Una vez que el menor estuvo vestido, su madre lo vio y no pudo evitar las lágrimas que cayeron al verlo tan guapo.

Mientras tanto, Tom entraba por la puerta, vestido también con un traje oscuro. Su padre lo miraba con los ojos muy abiertos, no pudiendo creer lo que Tom había hecho.

En eso, Bill bajó las escaleras hacia el primer piso y se sorprendió de ver ahí a su hermano, pero no dudo en tomar su mano cuando éste se la ofreció. Tom lo atrajo hacia él y pasando su otro brazo por su estrecha cintura, lo besó tiernamente en los labios.

- Te amo, Billa. Y siempre vamos a estar juntos. – lo besó nuevamente. Cuando se separaron, Bill notó el gorro que llevaba su hermano y le preguntó con la mirada la razón para llevarla.

Tom se separó de él y antes que Bill pudiera siquiera decir algo, se quitó la gorra, dejando que vieran su cabeza… completamente rapada.

- ¡Tomi! ¿Qué has hecho?

En lugar de responder, Tom tomó la mano de Bill y la llevó a su cabeza, dejando que sintiera la suavidad de ella.

- No hay nada que no haría para demostrarte cuanto de amo, Billa. Eres lo más… - Y no pudo terminar lo que iba a decir, porque Bill se lanzó a sus brazos y lo besó con todo el amor que sentía por él. Sus padres, detrás de él, solo se abrazaban y lloraban de emoción.

Horas más tarde, mientras Bill bailaba cobijado en los brazos de Tom, no pudo dejar de pensar que a pesar de su enfermedad, nunca antes había sido más feliz.


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Notas finales: Espero que les haya gustado esta historia… y que hayan podido escuchar la canción que inspiró esta historia.

No se olviden chic@s, voten por mi imagen:

http://www.facebook.com/photo.php?fbid=191073374281680&set=at.191073210948363.57571.189343981121286.1171677809.549506090&type=1&ref=nf


(la del iPod)

¡Besitos!

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