Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Caballero Británico por Sel_chan

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Los personajes de Hetalia no me pertenecen.

Las semblanzas históricas, no son de invención completa.

Hidekazu Himaruya merece el crédito por la creación de estos geniales personajes. Y gracias a la historia por los acontecimientos...

 

Lo recuerdo como si hubiera sido ayer… Acababa de abrir mis ojos y tenía el vasto mundo ante mí… también lo recuerdo a él… lo tengo tan claro en mi mente. Me extendió su mano y decidí permanecer a su lado mientras me mostraba todo el lugar… el increíble Caballero Británico…

 

Absolutamente Invencible Caballero Británico

 

Hoy salí a ver el mar, siempre me ha tranquilizado hacerlo, sobre todo si estoy solo. Últimamente hay demasiado ruido en los alrededores, muchas reuniones y conspiraciones. Pero este es mi momento a solas y puedo dejar a un lado todo lo que acontecerá aunque sea por unos momentos. 

Sin duda, este es uno de esos días de suma distracción, donde tienes mucho por hacer pero no puedes concentrarte ya que te invade alguna sensación que puede ser de culpa, de enojo o como en mi caso, de nostalgia.

Supongo que tanto confabularse provoca este tipo de reacciones, algunas veces ni puedo dormir de sólo pensar en lo que haré… otras me he preguntado si estoy haciendo lo correcto, si mi “traición” algún día será perdonada… yo confío que sí… Después de todo, esto es por su bien ¿o es por el mío?

Miro hacia la playa con detenimiento, el vaivén de las olas me ayuda a disipar las penas… he jurado llevar a cabo este plan, pero es de siempre; la maldita nostalgia me hace detenerme un poco, para pensarlo con detenimiento cada vez… 

Aunque no lo suficiente para retractarme… 

Mientras todo esto pasa por mi cabeza, observo la arena que se ha acumulado en mis pies y luego, otra vez el mar… ¡El mar! Apenas he caído en la cuenta… la última vez que te vi, estabas en él diciendo adiós… todavía puedo ver tu silueta sobre el barco… yo agitaba mi mano con fuerza, pero en el fondo no quería que te marcharas, deseaba llorar y aferrarme a ti… pero no lo hice, te dejé ir… y ahora no quiero que vuelvas… ya que esta vez, todo el dolor será para ti… 

Sonrío…es cierto… sigo siendo un niño…

Cierro mis ojos y dejo que me envuelva el sonido de las aguas, escucho pasos, es un joven y un niño caminando en la orilla de la playa, visten bastante similar. ¿Cómo lo sé? No es real, es un recuerdo.

- ¿Te gusta tu casa?

- Sí, ¡es bastante grande! Pero yo soy muy pequeño, ¿seguro que puedo quedarme aquí?

- Claro que sí, todo esto es tuyo – mientras decía esto, el joven dibujaba un gran círculo con el brazo, estaba señalando todos los alrededores. – yo te ayudo a que crezcas sano y fuerte hasta que puedas llevarlo tú solo.

- ¡Sabes tantas cosas! ¡aprendo mucho de ti!

- Jajaja pues claro, yo soy tu hermano mayor… voy a cuidarte siempre…

Hermano mayor, hermano mayor, siempre que podías salías con esa tontería, eras realmente odioso ¿sabes? Al principio yo era sólo un niño indefenso y me dejé llevar por tus palabras, pero incluso tú, cuando te diste cuenta de que yo había dejado de verte como tal, seguías insistiendo ¿acaso era algún truco para zafarte de todos mis cuestionamientos? Es posible, tu cinismo puede llegar a ser impresionante.

- Oye, Ingl…

- Dime, hermano

- Este… ¿vas a marcharte de nuevo?

- Sí, hermano, lo siento mucho pero es que hay tantos asuntos que arreglar en casa, cada día es más difícil venir a visitar a mi lindo y pequeño hermanito.

- Ah… si… bueno… ya no me llames pequeño, han pasado los  años y… ahora incluso soy más alto que tú ¿sabes?

- ¡Claro que no! Eres un niño, hermanito

- Un niño…

- ¡Con un gran apetito! De verdad eres muy glotón jajajajajajajajajaja

- Eh… si… levántate ¿quieres?

¡Ah! Una carcajada se me escapa de la boca. Ese día, el colmo de tu cinismo, aquel en que me di cuenta de que contigo, definitivamente uno debe ser rudo y directo, si no… lograrás escapar…

- ¡Wow! ¡Qué alto estás! Tienes razón, has crecido hermanito, pero bien sabes que el tamaño no influye, es lo que tienes en la cabeza, tu inteligencia te llevará lejos, aprende bien de lo que te enseño, América. Siempre piensa en las estrategias, en las debilidades del oponente, nunca te des por vencido… mira a ambos lados del camino, nunca se sabe, que tal si una carreta fuera de control está cerca… no confíes en tipos peligrosos, como Francia, por ejemplo él… bla… bla… bla…

- Ahhh… - Suspiré, pero al final me senté a la mesa, bebí un par de cervezas contigo y te escuché hasta que caíste… de borracho… al fin.

Claro, ese día lo llevé a su habitación a rastras… balbuceaba cosas… algunas maldiciones contra Francia el tipo morboso que intentaba acosarme, él sí se dio cuenta de que había crecido, cuando me miraba lo hacía con lascivia, e insistía en lo mucho que deseaba que yo le perteneciera… obviamente no necesitaba más problemas, ya tenía demasiados con mi supuesto hermano, el chico que no sabía nada de mí y del cual yo tampoco sabía. 

Éramos prácticamente unos completos extraños, nuestra extraña relación fraterna se basaba sólo en decir eso, que éramos hermanos pero nada más. Jamás se detuvo a preguntarme qué pensaba y menos qué sentía… salvo esa noche…

- Larga vida a la Reina… Larga vida a la ReinaaaaaaaaAAAAAA , canta conmigo, hermano

- No quiero…

- ¡Vamos! ¡Hic! Ash… me dio hipo… jejejejejeje larga vida a la reinaaaaaaaaa y el puente de Londres se va a… ¿a qué?

- A caer…

- ¡Ah si! ¡Y la reina se va a caer! Wuajajajajajajajajajaja

- Muy bien, llegamos. A ver Iggy, quítate los zapatos…

- Jajajajajaja ese estúpido Lafayette… jajajajajaja hubieras visto su cara…

- Sí, lo sé…

- Me dijo “dame a América” y yo le dije… ¿Qué le dije?

- Le dijiste que no

- ¡No! Primero le dije: vete al diablo, y luego dije que no… jajajajajajajaja

- Ya, recuéstate… vamos…

- Ame… ameri… caaaaaaa ¡Canta! El puente de Londres va a caer…

- Mmmmmm, hasta mañana…

- Espera… espera… no te vayas… antes dime algo… ¿Me quieres?

- ¿Qué?

- ¿Me quieres o no me quieres?

- Yo… yo…

- ¿Vale la pena luchar por ti? Recibir estos golpes… ¿estas heridas? – diciendo esto se descubrió algunas partes de su cuerpo, como los brazos, el abdomen y una pierna.

- ¿Qué te pasó? ¿te peleaste?

- Un poquito… pero dime… si… o no… ¡hic!

- Mmmm, creo que si… supongo… pero no de la manera en que tú…

- ¡Hasta Mañana!

Te desplomaste en tu cama y comenzaste a balbucear cosas mientras dormías, me sentí tan ridículo en ese instante, que sentí envidia de ti, de que al menos ante tales circunstancias pudieras dormir plácidamente… no como yo, que pasé en vela toda la noche por tu culpa…no cabe duda… eres de lo peor…

Obviamente, al día siguiente no te levantaste de tu cama, pediste sólo un poco de té como desayuno y por supuesto, jamás mencionaste nada de lo ocurrido, ni siquiera supiste que fui yo quien te acostó en tu cama, ya que sobre ello, mencionaste que fueron las hadas… grrrr…

- Hey, te traje un presente de despedida… - entré sin tocar a tu habitación. Estabas probándote un nuevo conjunto, botas largas, una casaca roja y muchos accesorios… no solías vestir así, la elegancia era tu modo de vida. Lo que usabas, no se te veía mal…pero no era tu estilo, algo andaba mal…

- A- América – te sorprendí sin duda, pero recobraste la compostura, también eres bueno para fingir y engañar, si lo sabré yo… - ¿te gusta? Es la moda en Europa

- Ahh…

- ¿no te gusta?

- Es que… no es tu estilo, tu sueles vestir más elegante, hasta me obligaste a vestirme así…

- Bueno, los tiempos cambian…

- Entonces yo también debería…

- ¡No! ¡Tú no! Tú… viste como quieras… - bajaste la vista, vaya, por primera vez no querías que te imitara, habías captado toda mi atención.

- ¿Seguro? Ese estilo, seguro me queda a mí…

- No… no te queda

- ¿por qué?

- Porque… eres bueno…

- ¿Eh?

- ¡Mira la hora! ¡Por la Reina! Se me hace tarde y me tengo que ir – tomaste varias cosas que habías dispuesto en tu cama, pude notar entre ellas un sable y un arma de fuego sólo que fingí no ver nada…

- Tan pronto te vas… - fue lo único que expresé mientras bajaba la mirada.

- ¡Vamos! No pongas esa cara, tu hermano volverá cuando haya acabado todos sus pendientes –  Te pusiste de puntitas y besaste mi frente, tomaste el paquete que llevaba para ti y saliste de la habitación- ¡Adiós!

- A… ¡adiós!- no me moví, sólo agité mi mano con suavidad sintiendo mucho calor en mi cara. De momento me quedé muy estático, ya que nunca te habías acercado a mí de ese modo, pero luego reaccioné y supe lo que tenía que hacer.

Me he movido de mi lugar de la playa, no quiero que me encuentren mis subordinados, no ahora… estoy disfrutando de este recuerdo… desde este nuevo punto puedo ver el puerto, funciona como tal desde hace muchos siglos y precisamente desde ese lugar partiste, subiste a tu barco en aquella ocasión y comenzaste a dar órdenes. No tenía idea de que fueras un capitán… ni de lo bien que te desenvolvías al momento de dirigir… impresionante…

- ¡A ver! ¡Marineros de agua dulce! Quiero ver como mueven sus traseros y comienzan a darle impulso a esta nave, tenemos que llegar a Singapur… pasar por las Indias y regresar  con la Reina antes de que yo diga Big Ben, ¿Se entendió?

- ¡Sí Capitán! – dijeron todos al unísono.

Viajaste por muchas millas, gritabas órdenes y programabas el curso, entrabas y salías de tu camarote, de repente…

- ¡Barco a la vista! – gritó el vigía. Tomaste tu catalejo y sonreíste ampliamente.

- Es un barco mercante, vamos a hacerle una visita… para decir hola, jajajajajajajajaja. ¡Adelante malditos perezosos! ¡Muévanse! ¡Alisten los cañones! ¡Traigan mi parche!

Cuando el barco estuvo suficientemente cerca, alzaron una bandera negra con una calavera pintada, los cañones hicieron un estremecedor ruido y atacaron a la  nave mercante, que simplemente no hizo nada por evitar el ataque, luego de un rato se escucharon unas nuevas órdenes.

- ¡Al abordaje!

- ¡Síiiiiiiiii!

Espadas rozándose, disparos continuos, gritos de terror. Al final de todo, los marinos volvieron a la nave con muchas cosas, ¿Un robo? ¿Acaso saquearon la otra nave? Tal vez no debí sentir tanta curiosidad, me salí demasiado para ver…

- ¡Capitán! Hemos atrapado aun polizón

- ¡AJAJA! Ya verá ese sinvergüenza por haber osado subir a mi nave, pagará las terribles consecuencias. ¿Dónde está?

- Este es, capitán

Pude ver tu cara de turbación, tus ojos verdes… se tornaron blancos, tu rostro palideció y casi te desmayas… Yo era el polizón, me tenían agarrado dos sucios marinos, me sacaron de mi escondite a rastras. Yo sólo te miré, seguramente puse cara de fastidio y mi mirada inquisidora, ya que toda tu palabrería barata sobre ser honesto y esas cosas, repentinamente se habían ido al fondo del mar. 

Esta vez te había puesto en un verdadero predicamento,  tenías que salir de tu problema, rápido, frente a toda tu tripulación y frente a mí, yo sólo miraba tus acciones sin cambiar mi rostro, como dije antes, habías captado mi atención y por supuesto mi curiosidad. Mientras, los marinos ya estaban opinando.

- Es un niño bonito

- Tiene ojos azules como el mar

- ¿Se los arrancamos?

- ¿por qué no lo tiramos por la plancha?

- ¡Plancha! – gritaron todos

- Capitán, ¿podemos arrojarlo de la plancha?

- ¿Eh? ¿Qué? ¡No! Arrojen a los sobrevivientes de aquel barco, al polizón me lo dejan a mí, yo veré su castigo, los demás a sus labores, quiero que nos vayamos ahora. Ahora si me disculpan… - dijo con voz suave, por lo que nadie reaccionó de momento, pero entonces se aclaró la garganta y… - ¡SI ME DISCULPAN! ¡SABANDIJAS! ¡SIRENITAS DE AGUA DULCE! SE VAN INMEDIATAMENTE A  HACER LO QUE HE ORDENADO O YO MISMO LES SACO LOS OJOS Y LOS TIRO POR LA PLANCHA, PEDAZOS DE HOMBRES MALOLIENTES. ¡MUEVANSEEEEEEEEEEEEE!

La tripulación reaccionó inmediatamente a la orden, se alistaron algunos a guardar lo saqueado, otros a limpiar el barco, los demás a encargarse de lo necesario para volver a zarpar, tú caminaste hacia mí, miraste fulminantemente a los que me sujetaban. Ellos inmediatamente me soltaron y se fueron a trabajar, vaya… así que causabas el temor de muchos… interesante.

- Sígueme – fue todo lo que dijiste.

Te seguí por el maloliente pasillo de color ocre, que llevaba a tu camarote, al menos al salir de mi escondite había podido observarte mejor, tu vestimenta no era tu estilo, pero definitivamente te hacía ver bien. Hasta pensé que esa era la vestimenta correcta para ti, le iba a esta forma de ser tuya, al capitán que escupía malas palabras, caminaba de un lado  a otro de un barco dirigiendo a sucios hombres,  peleando, matando, robando… después de todo yo nunca te había visto pelear, por lo que nunca pude imaginarte… pero esto no era imaginación, definitivamente tu yo real se me figuraba genial, mis ojos por fin te veían con admiración y mi corazón latía fuertemente… cada vez más.

Llegamos al final del pasillo que daba a una puerta, me asombró tu compostura y seriedad en esos momentos en que no la necesitabas… ¿ya para qué? Sin embargo, con esa misma actitud, abriste la puerta y me hiciste una seña para que pasara delante de ti. Entré y contemplé la habitación, que nada tenía que ver con el barco, este lugar tenía tu sello por todos lados. Estaba tu cama en un rincón, bien tendida, tu escritorio en el centro con pergaminos y hojas, tintero, el sello real y el paquete que te había regalado antes de que partieras. En las paredes el cuadro de la Reina y tu bandera. La silla tras tu escritorio, se veía muy cómoda, en un mueble estaban tus tazas para el té y en otro estante una gran cantidad de libros y cartas de navegación. Me pasaste de largo y te sentaste en tu gran silla de capitán, y te me quedaste mirando fijamente. Tenías el parche que habías usado durante el abordaje en tus manos, lo contemplaste un rato y lo aventaste sobre el escritorio. Yo miraba todos tus movimientos con sumo cuidado, aún no podía creer lo que estaba pasando, pero alguien debía romper el silencio.

- Así que…

Seguías serio, mirándome, como pensando en qué decir…

- Eres pirata…

- ¿Cómo es que…? Ehhh… bueno… yo… si…

- Ahhhh… entonces tú…

- ¿si?

- ¿Robas?

- Para la Reina

- ¿Matas?

- Por la Reina

- ¿Todo por la Reina?

- Dios bendiga a la Reina…

- Ahhh… - y diciendo esto te di la espalda y seguí contemplando el espacio.

- ¿Cómo es que…? ¿Sabes?

- He leído… he escuchado… cosas sobre los tipos rudos que viajan por el mar, haciendo fechorías. Sinceramente siempre tuve miedo de que alguno de esos ladrones te atraparan y te hicieran daño…  - contesté, y luego volví mi rostro hacia ti - pero  jamás creí que tú… -

- Sí, ya… ya entendí – recargaste los codos en el escritorio y pusiste tu cara entre tus manos.

¿Frustración? ¿Vergüenza? ¿Qué sentías? Muero, moría y moriré por saberlo algún día.

- Yo… no quería que te enteraras de este modo… - fue todo lo que dijiste sin dejar tu postura.

- ¿Aja? ¿Alguna vez me ibas a contar?

- Ehhh… no…

- Mmmmmmmmm… Eres… - En ese momento alzaste la vista esperando que continuara.- de lo peor…

- ¡No me hables así! – Te levantaste y golpeaste la mesa con tus dos manos – tengo motivos para hacer esto…

- Sí, si… la reina – lo dije lo más despectivo posible. – Maldito infame…

- ¡No te atrevas a insultar a la Reina! ¡Y-y- no me insultes a mí! ¡Es decir, a tu hermano mayor!

Yo también me acerqué al escritorio, puse mis manos sobre este. No te moviste, así que puse mi cara lo más cerca de la tuya mientras miraba tus ojos.

- Tú no eres mi hermano - dije con una mezcla de odio, rencor y amargura. Aguantaste mi mirada, pero no tuviste respuesta inmediata a eso. Pese a todo, no quería que te quebraras o que perdieras el control. Pero era demasiado tarde.

- Ingrato…

- ¿Qué…?

Antes de poder seguir ya estaba en el suelo. Sin poder controlar tu ira ante mis palabras, me habías lanzado tremendo puñetazo en la cara, no lo podía creer, no lo vi venir y nunca pensé que pese a la diferencia de estaturas, fueras lo suficientemente fuerte como para tirarme de un golpe. Me quedé en shock, mientras sentía mi mejilla ardiendo.  Vi tu sombra acercarse, seguramente, venías a pedirme disculpas. 

- ¿Cómo te atreves? ¿Por qué dices esas cosas tan horribles? Yo soy tu hermano, ¿no es cierto? ¡Dime!

- No… tú no eres nada…

Una patada en el estómago. Tuve que rodar para alejarme de ti. Por primera vez pensé que no era bueno, nada bueno hacerte enojar.

- ¡Fuck! América, eres un imbécil, después de todo lo que hemos pasado ¿Cómo te atreves? 

Seguía en el suelo, completamente mareado, y vi como volvías a acercarte a mí, esto definitivamente no se iba a convertir en un “hermano a palos”.

- Sólo… digo… lo que pienso… ¡estúpido!

Volviste a levantar la pierna a punto de volver a atacar, así que me enconché, para amortiguar el golpe y de este modo pude sujetar tu pierna.

- ¡Suéltame! ¡Estúpido América!

- ¡No!

De algún modo, logré que perdieras el equilibrio y cayeras a mi lado, una vez ahí, me puse de rodillas, tomé impulso y te devolví el puñetazo, comenzó a sangrarte la nariz. Pero para mi sorpresa el golpe no te aturdió, porque te incorporaste de inmediato y me lanzaste un cabezazo. Del golpe me fui hacia atrás de sentón, luego de un momento toqué mi nariz y también salía sangre de ella. Me recargué  en la pared más cercana, esperando que volvieras y terminaras con la paliza. Esperé, pero sólo vi tus pies inmóviles justo frente a mí. Alcé la vista y estabas extendiéndome un pañuelo.

Definitivamente creo que vas a volverme loco…

- Toma… - Decías mientras mirabas a otro lado, ver mi sangre te había hecho reaccionar y entrar en razón… al parecer.

Te miré un segundo, tomé el pañuelo y lo llevé a mis fosas nasales, ahora sentía lo caliente de la sangre corriendo sin parar. Te fuiste directo a tu estante de las tazas y sacaste una gran botella. Regresaste con ella y me la extendiste.

- ¿Y esto?

- Sólo bebe – seguías sin mirarme…

- Bien – sujeté la botella, le quité el tapón y le di un gran trago, era ron, bastante añejado. Hizo que mi garganta ardiera, pero también disipó un poco el dolor. Te la devolví y también tú bebiste. “Eso no es prudente” pensé.

Me ayudaste a levantarme y con mucho esfuerzo me llevaste a la cama, en cuando me acosté, perdí el conocimiento.

No estoy tan cerca del puerto, pero hasta aquí se escuchan los gritos de los trabajadores, incluso me llega ese extraño olor, la mezcla de la madera de los barcos, sudor, comida, animales…ron… el mismo que llegó a mí luego de despertar en aquel barco pirata.

Abrí mis ojos, el mareo había pasado, un poco… me incorporé de a poco y miré alrededor, estaba solo. Me levanté y di unos cuantos pasos, me acerqué a la puerta y pude escucharte mientras dabas órdenes, “volver el rumbo”, creí escuchar. Al parecer mi gran aventura estaba llegando a su fin, me ibas a llevar de vuelta a casa. Escuché como volvías al camarote, me alejé de la puerta un poco. Al entrar me encontraste justo de frente a ti.

- América… ¿cómo? ¿Cómo te sientes?

- Golpeado…

- Bueno, eso es normal, el viaje en barco es pesado…

- Si… muy pesado

Fuiste al estante y tomaste esa botella de ron, te serviste en una taza y volviste a tu escritorio. “Nada bueno” volví a pensar.  Sin embargo, en vista de los hechos, yo también me dirigí al estante, tomé la botella, fui directo a donde estabas y haciendo a un lado con el brazo todo lo que tenías en el escritorio, me senté sobre este y comencé a vaciar el ron directo a mi estómago.

- ¡América! ¿Qué rayos?

- Es para el dolor…

- No, pero espera…

Me detuve, te ofrecí un poco, me extendiste tu taza, ya vacía, la llené y volví a mi labor de acabarme esa botella, no pensé, sólo lo hice. Me miraste con asombro, pero al ser una persona poco tolerante al alcohol, con esas dos tazas habías tenido suficiente, al menos para estar atontado.

- Estúpido América

- ¿Qué?

- Hiciste que te golpeara…

- Ahhh…

- ¿No te arrepientes?

- ¿De qué?

- De todo lo que me dijiste, claro

- ¿Qué dije?

- Ya sabes… que no eres mi hermano…

- No soy tu hermano

- ¡¿Sigues con eso?!

- ¡No! ¡Tú sigues con eso!  ¿No lo entiendes?

- ¿Entender qué?

- …

- ¿Y bien?  ¿Qué debo entender?

- ¡La reina se va a caer!

- ¡América!

- El puente de Londres va a caer… va a caer… va a caer… que no se caigaaaaaaaaaaaaaaaa

- América…

- ¡Canta conmigo Iggy!

- No…

- Ahhhh… que amargado

- América, creo que debes recostarte de nuevo – te levantaste con un poco de esfuerzo e intentaste bajarme del escritorio, me habías tomado por los hombros, justo como hacías cuando era pequeño. Te dejé por un rato, que intentaras moverme como cuando era un niño, era imposible ahora, claro. 

Dejé caer la botella y aproveché tu cercanía para tocar mis labios con los tuyos. Al principio ibas a usar el impulso de tus manos  sobre mí para alejarte, pero ya te había rodeado con mis brazos, con una mano sostenía tu cabeza, asido fuertemente a tu cabello y con la otra sujetaba con fuerza tu cintura. Podías ser violento, pero sabía que una vez en mis brazos, no podrías hacer mucho. Después de mucho tiempo deseándolo, al fin estabas a mi merced. No te iba a dejar ir, no te iba a soltar y aunque lo quisiera, no podía contenerme, te iba a demostrar por todos los medios que yo, no era tu hermano… al menos ya no.

- América… no…

- ¿No qué?

- Esto no está bien… - dijiste casi susurrando

- ¿Qué? Cuando los hermanos se quieren, se besan…

- ¡Esto no es de hermanos!

- ¿Verdad que no? – Dije con malicia y volví a acercar mi boca a la tuya… ron… tus besos sabían a ron… - Los hermanos no hacen estas cosas…

- ¿A dónde quieres llegar con esto? – ¡Ah! ¡Por fin! ¡Estabas admitiendo la verdad! ¡Lo sabías! ¡Siempre lo supiste! Pero no fue hasta este momento que decidiste quitarte lo cínico… demasiado tarde… ahora yo… iba a fingir demencia.

- No sé de qué me hablas…

- ¿Qué?

- Iggy, abrázame, tengo miedo – imité una voz infantil y me aferré a tu cuerpo. 

Inmediatamente noté tu turbación, por fin… estos momentos no suelen ser frecuentes, bueno, en tu caso son prácticamente inexistentes, así que, simplemente no podía dejarlo pasar. Dejaste de ejercer presión sobre mis hombros y relajaste el cuerpo, supongo que tu mente era un caos. Tomé con suavidad tu barbilla, la levanté y miré tu rostro.  Tenías la mirada perdida, perturbación… y un ojo morado. Tomé el parche del escritorio y lo puse sobre el ojo lastimado, como jugando… nada, ninguna reacción. Te quité el sombrero de capitán y lo lancé al otro extremo de la habitación… aún nada.

- Inglaterra…

Nada…

- Inglaterra… yo te quiero… y te agradezco todo lo que has hecho por mí, pero lo que siento por ti no tiene nada que ver con la fraternidad. Supongo que jamás lo vas admitir, pero deja que por hoy… sólo por hoy…

Tus ojos se posaron sobre los míos… era una mirada tierna…

- … y la Reina se va a caerrrrr

- Iggy…

Esta vez te besé con una pasión loca, te sujeté con tanta fuerza, como si el barco fuera a hundirse en ese momento. Me detenía a veces para mirarte, tus mejillas estaban de un color rojo, y cada vez que hacía esto, decías algo sin sentido… no cabía duda, eras, en esos momentos el tipo más borracho del mundo.

Te quité la casaca roja de a poco, bajó por tus brazos con mucha suavidad luego me di cuenta del gran trabajo que era lucir como pirata, tenías muchas cosas encima: un chaleco… la camisa… la corbata… la cinta de la cintura, las botas, los pantalones… todo eso fue desapareciendo sin mucha prisa… quería atesorar cada momento. En cambio yo, no tardé nada en despojarme de mis prendas.

Te empujé con suavidad a tu silla, toqué y besé cada rincón de tu cuerpo desnudo, me detuve en tu entrepierna… para estar borracho, pues estabas bastante despierto, así que quise probar…

- Ah… - dejaste escapar un gemido, tus manos se aferraron con fuerza a los posa brazos de la silla, tu cuerpo sudaba y tu cara estaba sonrojada por completo. – América…

- Ven… - tomé tu mano y te jalé suavemente al suelo, junto a mí, justo como hacía un rato, cuando eran golpes los intercambiados. Esta vez correspondiste a mis besos y caricias con la misma intensidad que yo.

- Yo… me siento… tan… caliente…

- Debe ser el ron… Iggy…

- Seguramente… que buen ron ¿No crees?

- El mejor de todos…

Luego de ello, me uní a ti,  pude sentir los latidos de tu corazón, la fuerza de tu pasión, tu voz en mis oídos, cerca… cuando te aferrabas a mi espalda. Vi tu rostro, cerrabas los ojos, apretabas los puños unas veces, otras apretabas mi manos… fuertemente. Tu cuerpo no era nada débil… tenías cicatrices en diversos sitios, estar a tu lado fue mejor de lo que pensé… justo en el instante en que terminábamos, fue que tomé mi decisión. Lo que más deseaba en este mundo… era dejar de ser tu hermano…

Después de eso, la bebida, aunque nunca me emborrachó, me cayó bastante pesada, dormí casi todo el resto del viaje, una vez divisada tierra, entraste en tu camarote con mucha emoción.

- ¡América! ¡Llegamos!

- Apenas…

- Jajajajajajajaja, ¿ya ves? ¡Viajar en barco no es lo tuyo! Lo único que hiciste fue dormir

- Ahh… si ¿Verdad?

- Bueno hermanito, nada más bajas tú, así que apresúrate.

- ¿No te quedas?

- Me acaba de llegar un comunicado, la Reina solicita mi presencia… al parecer el idiota de Francia quiere iniciar una guerra… va a estar larga… como de 7 años…

- Ahh… es una pena… - me levanté de la cama, tomé mis cosas, arreglé mi ropa y me dispuse a salir del cuarto. Pero antes de hacerlo, me detuve y te miré – ¿Iggy?

- Dime

- Te quiero…

- ¡Yo también, hermano! Jajajajajajaja

- Qué bien… - sonreí y salí, una balsa me esperaba en la orilla del barco. Uno de los tuyos se encargó de llevarme a tierra firme.

Una vez ahí, sentí un enorme vacío en mi ser, miré al barco con lágrimas en los ojos y agité mi mano fuertemente.

- ¡Adiós, Iggy!

- Adióooooos Américaaaaaaaaa. Volveré prontoooooo – escuché tu voz… cada vez más lejos.

Pues bien, fue cierto lo que dijiste, Francia te declaró la guerra… y hasta este momento lleva ya casi 7 años… en ese tiempo, he estado trabajando arduamente… hemos estado trabajando… y pronto, tú y yo… ya no seremos hermanos. Miro el mar de nuevo, aprieto mis manos con fuerza, “no deberías volver” pienso. Pero no hay marcha atrás… 

Escucho pasos tras de mí… me han encontrado, es un sirviente… me ha dicho que Washington quiere tratar unos asuntos conmigo, cosas de último momento… los colores de la nueva bandera… lo de las estrellas que quiero que lleve… y unos renglones del acta…

 

*Actualidad

“…y unos renglones del acta…” Terminó de leer el joven de ojos azules y lentes, cuando uno de sus subordinados tocó a la puerta.

- ¿Señor? Ya terminó de limpiar el depó… olvídelo… no ha movido nada de su sitio…

- Ajajajajajajajajajajajajaja, es que me volví a distraer con todas estas cosas.

- ¿Otra vez cosas tristes?

- Pues más o menos ajajajajajaja. Cuando las cosas se pusieron pesadas por aquí, comencé a escribir memorias… y me encontré con mi bitácora previa a la guerra de independencia, casi una semana antes… increíble… ¿Verdad?… jejejejejeje.

- Pues no creo que vaya a seguir trabajando en esto, ¿por qué no le preparo una taza de café?

- ¡Y pide hamburguesas!

- Bien… por cierto… le llegó un fax del señor Inglaterra…

- ¿De verdad? Ya voyyyyy!!!!

Se levantó de un salto y corrió a su oficina, dejando su depósito tal cual lo había encontrado. Tal vez nunca vaya a quedar limpio.

Mientras se dirigía a ver su fax, comenzó a pensar, en que el 4 de julio acababa de pasar, era obvio que no le hablara para felicitarlo, eso nunca. Pero, y si… había recordado lo mismo que él… y si hubo una conexión mientras leía sus memorias… si Iggy, de repente admitiría todo lo ocurrido…

Llegó por fin, tomó el fax y comenzó a leer.

“Querido América”

- No comenzó mal… así que debe ser… - se dijo.

“He pensado ir a visitarte”

- ¡Si lo recuerda! ¡Va a venir!

“Es que últimamente he estado recordando que”

- Si… sí. ¡Si lo recuerda! ¡Ya me perdonó!

“Me debes dinero, ¡fucking imbécil!   Así que voy en camino a tu casa, ¡quiero que me pagues, maldito Ingrato!”

- Ohhhh… desilusión…

“Más te vale tener té listo y mi dinero, infeliz noseriasnadadenoserpormimalagradecidoidiotaAmérica.

- Atentamente Inglaterra… P.D. eres un idiota América… - leyó en voz alta - ¡Ahh! Ese Inglaterra es un hombre terrible… tan tsundere… lo odio…lo que voy a tener listo es una botella de ron…

Luego de esto hizo bolita el fax y lo tiró a la basura… el chico ya no era su hermano… eso era un hecho, ahora faltaba que algún día cediera…

- Jamás podré contra ti… supongo que es lo que más me atrae de ti… jajajajajajajajaja – dijo para sí el joven y salió a alistar todo, para la llegada de su ex hermano, su aliado y futuro amante, Inglaterra.

 

 

Notas finales:

Este es mi segundo fic sobre esta temática, la verdad adoro a Inglaterra, por ello le quise dar su debido pesos como dominador del mundo, cosa cierta en los tiempos en que la piratería predominaba, previo a la independencia de Norteamérica. Disfruté mucho escribiendo. Básicamente fue la petición de una amiga, que lo quería para su cumpleaños, helo aquí!!! n_n

Los comentarios retroalimentan y las peticiones amplían el repertorio.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).