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Elizabeth por jono_seth

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Notas del fanfic:

Bien... esto es algo en lo que trabajé para el 7° Reto Literario de Mundo Yaoi. Tiene algunos "spoilers" del manga, pero sólo los que ya han leído los capítulos en que se "basa" (que son los últimos) lo sabrán.

Nombre: Elizabeth
Parejas: Sebastian/Ciel y Ciel/Elizabeth
Beta Reader: Violepatty (Lamento ser tan cabezota, a veces la gente quiere puro matarme (?))
Advertencias: Bueno, como dije, spoilers que sólo los que ya han leído esos capítulos podrían decir "eso es un spoiler". El resto no se dará ni cuenta.
Disclaimer: Kuroshitsuji pertenece a Yana Toboso. No obtengo ningún beneficio económico o material con esto y, cómo no, es sin ánimo de lucro.

 

 

Cuando una mujer tiene miedo de su rival, está perdida. Marie Jeanne Beau (Condesa de Berry) Dama francesa.

 

...

 

Elizabeth

 

...

 

Yo nunca haré nada que vaya contra los deseos de mi esposo, porque le amo, porque él es mi todo y aunque yo no sea su todo, me conformo con saber que después de a él, mi marido me ama más que a nadie.

 

Para muchos ésta puede ser una postura infantil y tonta. ¿Por qué luchar por un hombre que no me amará nunca como yo le amo?, porque yo sé lo mucho que ese hombre me ama, porque si yo muero, la parte más importante de él morirá también.

 

Yo no tengo nada contra él, ya que cuando yo no estuve para protegerlo, él lo hizo; me lo devolvió y yo le aprecio por eso. Porque, aunque nunca sabré si su intención siempre fue tenerle, no lo ha apartado de mi lado.

 

Soy hija de una gran familia y esposa de un gran hombre, estoy en una gran posición…, le tengo a él, lo comparto. Porque sé que una vez me he dormido, una vez me ha abrazado como si yo fuera su posesión más importante, mi esposo va con él. Y yo no puedo quejarme, mi esposo me ama, y le ama a él.

 

Sé que aunque se lo pidiera no le abandonaría, y tampoco quiero pedírselo. Él le protege cuando yo no puedo, él le protegió cuando yo era débil en determinación. Él le protegió cuando mi amor era infantil y yo sólo quería agradar a mi esposo.

 

Y sí, siempre voy a querer agradar a mi esposo, pero seré la esposa ideal, la esposa que él ame y que le ame, pero también seré la esposa que pueda protegerlo. Y junto a él le haremos feliz, junto a él le protegeremos.

 

Mi esposo es lo más importante para mí. Mi esposo es lo más importante para él.

 

...

 

—Buenos días, mi Lady. —El hombre frente a ella la saludó con su característica sonrisa, como si no fuera el responsable de que ella día con día se despertara en una cama vacía.

 

—¡Buenos días, Sebastian! —saludó con su carisma habitual. Sí, era el responsable, pero también era el responsable de que ella tuviera a su marido a su lado—. ¿Qué té me traes hoy?

 

—Darjeeling Blanco, mi Lady —contestó a medida que acercaba el carrito y una vez comenzó a servir, agregó—: En está ocasión especial creí que le gustaría su té preferido.

 

—Muchas gracias, Sebastian —dijo, luego tomó un sorbo e hizo el gesto de placer que siempre le producía aquel té.

 

Luego de terminarlo, le entregó la taza al mayordomo y se dirigió al baño para tomar su ducha. Sebastian dejó pasar a Paula para que ayudase a Elizabeth a tomar su baño, su cambio de ropa, y todo aquello que él hacía con su amo. Bueno, no todo.

 

...

 

Ciel Phantomhive se encontraba en su despacho revisando el informe de la última solicitud de la Reina. Algo no debía parecerle bien porque en su cara mostraba una muesca disconforme. Sin embargo, sólo corrigió unas cosas por aquí y otras por allá para finalmente poner el pergamino dentro de un sobre y estampar el sello de la familia.

 

Una vez hecho esto levantó la mirada y la posó sobre la persona frente a él.

 

—¿Qué se te ofrece, Sebastian?

 

—Mi Lord, quisiera saber si ya tiene el obsequio para Lady Elizabeth —consultó.

 

—¿No crees que has fallado como mayordomo? —preguntó irónicamente—. ¿Es divertido ponerme en aprietos y recordármelo en último momento? Pero sí, ya lo tengo.

 

—Entonces me marcho. Vendré a buscarlo a eso de las dieciséis horas para que se prepare. —Una vez dicho eso, dio media vuelta y se marchó.

 

El suspiro del hombre de cabellos azules fue lo último que escuchó.

 

...

 

Los personajes más reconocidos de la nobleza europea se encontraban en el salón de la mansión Phantomhive; era una ocasión especial. Los caballeros conversaban en grupos sobre negocios y tratados, algunos estaban acompañados  por sus parejas; sin duda siempre es buen momento para llegar a algún acuerdo. Las damas, en sus pomposos vestidos mayormente de colores pasteles conversaban entre pequeñas risitas, siempre coquetas. Y los sirvientes servían los aperitivos, ayudaban a los invitados, organizaban los carruajes, etc.

 

Finalmente la orquesta traída para la especial ocasión dejó de sonar y todos, curiosos, dirigieron sus vistas al comienzo de las escaleras.

 

El dueño de casa, en un impecable traje de cola de color azul marino sostenía la mano enguantada de su esposa, Lady Elizabeth. Ella portaba un hermoso vestido de rayas verticales blancas y azul marino, mismo diseño que él usaba en su pañuelo atado al cuello.

 

—Buenas noches, queridos amigos —comenzó—, es un honor para mí y para mi esposa, Lady Elizabeth, el recibirlos en nuestro hogar. Damos gracias a todos ustedes por asistir a la celebración de nuestro décimo aniversario. Esperamos, además, que se diviertan y tengan una agradable velada.

 

Con paso firme, la pareja comenzó su descenso por las escaleras al mismo tiempo que la orquesta volvía a encender el ambiente con música. Una vez abajo, muchos invitados se acercaron a los Phantomhive para darles sus felicitaciones. Ellos, como aristócratas, mantuvieron la calma y pausadamente, fueron de invitado en invitado sacando un poco de conversación. Como buenos anfitriones.

 

Cerca de las veinte treinta horas, Sebastian, con ayuda de los demás empleados, guió a los distinguidos invitados al comedor ya que la cena estaba por servirse. Uno a uno todos fueron sentados en sus asientos —previamente organizados por el dueño de casa—, y la cena fue servida.

 

De allí en adelante todo ocurrió en relativa calma. Luego del postre los hombres se quedaron en la mesa para hablar de negocios y las mujeres alejaron a la anfitriona para sacarle detalles de su vida junto a su primo y esposo.

 

...

 

¿Dónde se habrá metido Ciel? Se preguntó Elizabeth. Luego de despedir a todos los invitados, ella y Paula, se dirigieron a la habitación de la primera para que tomara un baño y se pusiera su cómoda pijama. Cuando ya estaba lista para ir a la cama recordó que no sabía dónde estaba su esposo.

 

Con paso relajado se dirigió al despacho del hombre y sin tocar, abrió la puerta. Sí, allí estaba Ciel, pero no se encontraba solo. Junto a él, besándolo, se encontraba Sebastian. Y, por cómo iban las cosas (su esposo no tenía el saco y su camisa estaba a medio desabrochar), tenían para rato.

 

¿Qué hubiera hecho una esposa normal? Le hubiese gritado a su marido que era poca cosa, que lo odiaba, que en su vida querría verlo, le diría de todo… Pero ella no era como las demás. Ella era la esposa del Conde Phantomhive.

 

—Ciel, querido. —Sebastian se separó de su amo y se paró tras su asiento. Ciel, colorado, se abotonaba su camisa.

 

—Dime, Lizzy.

 

—Ya es hora de ir a la cama —le anunció—. Y sabes que no me gusta cerrar los ojos si no te tengo cerca.

 

—Iré en un minuto, Lizzy —dijo, ahora sí mirándola a los ojos.

 

—De acuerdo, te esperaré. —Se giró con la gracia que siempre le ha caracterizado y salió.

 

...

 

Elizabeth Middleflord (ahora Phantomhive) dormía sobre el pecho de esposo, con su relajado respirar que le dejaba un pequeño aire helado al hombre bajo ella. Como buen esposo, él había cumplido con sus funciones y habían tenido una gran noche de aniversario.

 

Antes, él le había mostrado su obsequio; un hermoso vestidode color verde botella con toques de negro. A pesar de lo que cualquiera podría pensar, a ella le había encantado.Tal vez fue principalmente a que él le dijo lo mucho que resaltaba su piel ese color y lo bien que combinaba con sus ojos.

 

Cuidadosamente, él la apartó y la acomodó sobre los almohadones. Ella frunció el seño un momento por el cambio a algo tan frío, pero luego enredó sus brazos en la almohada y siguió durmiendo tan relajadamente como en un principio.

 

Ciel, libre ya, se levantó de la cama e introdujo sus pies en los zapatos para levantarse. Con paso constante y sin mirar atrás salió de la habitación. Caminó por el pasillo hasta llegar a las escaleras, las cuales bajó para avanzar unos pasos más y pararse frente a la puerta caoba que escondía su destino.

 

Tomó el pomo de la puerta y lo giró. No sabía por qué, y no quería pensarlo tampoco, pero llegar a la habitación de Sebastian siempre le producía un pequeño calor en el pecho. Algo que nunca dirá al mayordomo.

 

—¿Lady Elizabeth ya se durmió? —Despegó sus ojos del libro que leía y los posó sobre su amo.

 

Ciel cerró tras él y avanzó hasta la cama, llegó junto Sebastian y se encaramó sobre la gran cama. Levantó una pierna y se sentó sobre el hombre que lo miraba curioso. Sacó el libro de sus manos, lo dejó sobre la mesa de noche y luego de poner las manos en el pecho del mayordomo, bajo la cabeza y juntó sus labios con los del demonio en un beso pasional pero corto.

 

—Sí. Luego de nuestra magnífica noche de aniversario —Sonrió al ver la mueca de Sebastian—, cayó dormida en un instante.

 

—Me parece bien, y espero que usted también esté preparadopara dormir porque estoy listo para hacer que caiga dormido en un instante—copió sus palabras con picardía.

 

Posó sus brazos alrededor de la cintura del humano y lo besó, se dio impulso y sin soltar sus labios, giró sus cuerpos quedando sobre él.

 

—Pues yo estoy listo para caer dormido al instante.

 

...

 

En la habitación de la pareja Lizzy dormía con una gran sonrisa en su cara. ¿Por qué no sería feliz? Su esposo la amaba, le consentía sus caprichos, la trataba como reina. Y ella sólo tenía que compartirlo con Sebastian y así ella no tenía que preocuparse de no poder protegerlo cuando no esté cerca suyo.

 

—Yo sé que tú le protegerás siempre —susurró ya dormida y, volviendo a sonreír, acomodó la cabeza sobre la almohada.

 

...

 

Fin

 

 

Notas finales:

 

Sé que a algu@s les parecerá muy sumisa la actitud de Elizabeth, pero (ATENCIÓN SPOILERS), como se vio en el manga, ella dejó de lado muchas cosas que quería para poder estar junto a Ciel. Lizzy me parece un personaje increíblemente fuerte (más allá de sus habilidades como espadachín) y, sobre todo, encantador.
Espero que les haya gustado. :3 

 


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