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Aquellos días eran caóticos para todos, el dinero no alcanzaba y la demografía señalaba una tasa de natalidad bastante alta entre las analfabetas y miserables poblaciones de la clase baja. La situación del país era realmente desesperante justo después de la primera guerra mundial.
Entre las familias del proletariado destacaban una en particular, ya que muy al contrario de las demás, esta era una familia pequeña y no una muy numerosa, la razón era simple, la mayoría de los hijos del matrimonio ya habían fallecido por alguna enfermedad o por la hambruna, así que ahora su número de integrantes se reducía a cuatro: la Señora Hikari Uchiha, el Señor Akuma Uchiha y sus dos hijos, Takeshi y Aya, un varón y una mujer respectivamente.
Takeshi tenía 15 años en aquel entonces y su hermana tenía 9, sus padres trabajaban jornadas laborales muy extenuantes y él trabajaba medio tiempo en una fábrica cerca de casa para poder estar al cuidado de su hermanita quien era la encargada del hogar. En aquella vivienda, como en todas las demás, se vivía al día y con carencias considerables sin embargo la unión familiar era palpable, solo se tenían unos a otros y aun que a veces existían peleas éstas solían solucionarse de una manera rápida y las cosas volvían a la calma habitual.
Cierto día, llego a las puertas del humilde hogar, un lujoso carro del cual descendió un hombre de unos 30 años con un traje impecable y una mirada arrogante, dicho sujeto se dirigió a la puerta de la familia Uchiha y toco fuertemente, amenazando con tirar la endeble puerta de la vivienda.
El patriarca de la humilde familia salió al encuentro y se encontró con los ojos más fríos que hubiese visto antes.
-Mi nombre es Kenta Takaeda –Se presentó oscamente el señor y sin pedir permiso se introdujo al polvoriento lugar.
-Y que se le ofrece? –pregunto algo temeroso el señor Uchiha, no es que fuese un cobarde, pero en aquellos tiempos lo mejor era no tener problemas con la gente rica.
-Fíjese que le vengo a hacer un favor porque soy muy caritativo –Dijo burlonamente –Vengo a comprarle a su hija –Soltó de golpe.
-Disculpe? –Contesto sorprendido el Uchiha.
-Lo que escucho y no se preocupe, no tiene por que agradecérmelo –Contesto altaneramente.
-Qué demonios le pasa? Yo no dejaré que le toque un solo pelo a mi hija! –Gritó repentinamente furibundo el patriarca Uchiha.
-Oh vaya, me temía que digiera algo así –Contesto el sujeto del traje con un semblante fingidamente afligido y entonces decidió hacer lo que la gente rica y poderosa suele hacer, tomar lo que quería a la fuerza.
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-Quieres decir que la secuestro? –Preguntó el rubio.
-Pues podría llamarse secuestro, pero en realidad a la niña no le quedaban muchas opciones –Contesto el azabache mientras sacaba otro cigarrillo de su cigarrera.
-En qué sentido? –Volvió a cuestionar el chico.
-Pues que justo frente a sus ojos estaban los cuerpos inertes de sus padres con dos tiros en la cabeza cada uno –Contesto con simpleza y encendió su cigarrillo.
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El shock fue muy fuerte tanto así que no fue capaz de llorar, sintió los protectores brazos de su hermano entorno a su cuerpo y que le murmuraba palabras de aliento en el oído, sin embargo no se movió.
El joven Takeshi Uchiha hizo acoplo de todo su autocontrol y sabiendo que sería separado de su hermana decidió mentir… decidió decir mentiras dolorosas para él pero que de algún modo le garantizaban estar junto a su único familiar.
Soltó a su hermanita y se volteo hacia donde estaba el tipo de traje que le apuntaba con su arma y tragándose todo su dolor, sonrió.
-Muchas gracias –Dijo el joven mientras hacia una marcada reverencia. No está de más decir que el señor Takaeda se quedo mudo de la sorpresa, él esperaba que el chico se le lanzara encima para intentar matarlo o que al menos le gritaría unas cuantas maldiciones, pero en vez de eso recibió una muestra de gratitud.
-Que intentas hacer muchacho? –Le preguntó intrigado mientras que con el cañón de su arma le levantaba el rostro desde la barbilla.
Takeshi se estaba jugando el todo por el todo y debía de ser lo más convincente que podía –Yo… estoy muy agradecido de que se deshiciera de esos bastardos que teníamos por padres –Dijo el joven con una falsa mueca de odio, mientras sentía como su corazón se desgarraba al hablar de esa forma sobre sus muy amados progenitores.
-Así que no eran la familia feliz que aparentaban ser, eh? –Dijo burlonamente el mayor.
-En ningún sentido señor –Declaro estoicamente el menor –Ellos eran crueles e inhumanos y trataban de una forma humillante a mi hermana y a mí me golpeaban con mucha frecuencia –Declaro
-Pero se ve que a tu pequeña hermana le ha afectado demasiado la muerte de sus padres, no crees? –Declaro El sujeto mientras miraba a Takeshi con desconfianza.
-Pues claro que le afecto, si usted tuviera 9 años y viera como matan a alguien frente a sus ojos cuando nunca antes había presenciado una cosa semejante, no cree que también entraría en shock? –Contesto con simpleza el adolescente.
-Tu argumento tiene lógica, lo acepto, pero dime… si los trataban tan mal, por que permanecían a su lado? –Cuestiono mientras guardaba su arma.
-Por necesidad –Respondió rápidamente.
-Interesante –Murmuro para sí mismo el otro – Entonces se puede decir que me debes un favor, eh jovencito? –Dijo el señor Takaeda mientras sonreía perversamente.
-Pues sí, podría decirse… -Contesto de forma indiferente el joven.
-Mira… yo planeaba llevarme solo a tu hermana porque es muy bonita –Dijo – Pero he cambiado de parecer, se ve que tienes mucho potencial así que tú vienes conmigo también –Le dijo y antes de que el joven contestara algo prosiguió con su argumento- porque al deberme un favor ahora tu patética vida me pertenece –Declaro soberbiamente.
El joven se volteó pero sintió como era apresado por un brazo.
-A donde crees que vas? –Le pregunto el señor Takaeda mientras desenfundaba su arma de nuevo.
-Pues por mi ropa y la de mi hermana –Dijo serio, disimulando con aplomo su miedo. Sintió como se aflojaba el agarre de su brazo y se formaba una pequeña sonrisa en los labios del mayor.
-Yo creí que ibas a intentar una patética huida –Declaro mientras lo fulminaba con la mirada.
-Y huir a donde? –Contesto el chico con una amarga sonrisa.
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-Entonces Takeshi se fue con el asesino de sus padres? –Pregunto incrédulamente Naruto.
-Pues sí, ese era su plan – Contesto Orochimaru mientras daba una larga calada a su cigarrillo.
-Vaya, ese chico sí que pensaba las cosas fríamente aun bajo presión, si me hubiese pasado a mi muy seguramente me habría lanzado sobre el tal Takaeda y hubiese tratado de estrangularlo con mis propias manos –Declaro el rubio mientras movía las manos emulando dicha acción.
-Por eso no eres más que un peón en este juego, querido –Dijo sarcásticamente el azabache – Los grandes líderes arman y ejecutan planes magistrales en tiempo record y el antecesor de los Uchiha no iba a ser la excepción –Acotó mientras daba un sorbo a su Martini. –Takeshi sabía que no tenía muchas posibilidades contra un tipo rico, poderoso y armado, así que debía de ganarse su confianza…
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Pues bien, después de un recorrido relativamente largo llegaron a una lujosa casa a las afueras de los barrios bajos de la ciudad, Takeshi se encontraba francamente maravillado, nunca en su vida había visto tanto lujo en un solo lugar.
-Bajen, hemos llegado –Ordeno seriamente el señor Takaeda y él, obedientemente bajo con su hermana dormida en brazos.
-Donde puedo dejar a mi hermana, señor? –Pregunto Takeshi.
-Sígueme, les mostrare sus habitaciones –Y dicho lo anterior, comenzó a andar por la lujosa mansión seguido de su nueva adquisición.
Una vez instalados en sus habitaciones, Takeshi procedió a informarle su plan de manera general a su hermana y que ella debía de seguirle la corriente y ésta como buena Uchiha que era comprendió la situación y decidió apoyar a su hermano, ambos destruirían al asesino de sus padres.
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-Pero naturalmente, algo salió diferente –Dijo Orochimaru.
-Por qué? fueron descubiertos? El plan fracaso incluso antes de comenzar? –Cuestiono curiosamente el rubio.
-No, por el contrario, el señor Takaeda se trago todas y cada una de sus mentiras, tanto así que la idea original que tenía en mente para esos dos chiquillos, en la cual los contemplaba solo como unos sirvientes mas y quizá más adelante tomar como puta a la pequeña Aya, quedaron desechadas y en lugar de eso, decidió entrenar al joven Takeshi con esmero para que fuera su mano derecha y educo a la pequeña Aya como toda una refinada dama y aunque no lo admitiese públicamente, les había tomado cariño –Explico el pelilargo mientras hacía señales al mesero para que le llevara otro Martini.
-Pues entonces lo tenían en la palma de su mano, no es verdad? –Cuestionó Naruto mientras tomaba un sorbo de su refresco.
-Prácticamente si, el hecho de que Takaeda les hubiese tomado cariño les daba puntos a favor y que el mencionado no tuviese mas familiares beneficiaba aun mas su situación, es más, viéndolo de una manera menos objetiva hasta se podría decir que ellos tres formaban un cuadro bastante bizarro de una familia feliz – Acotó pensativamente Orochimaru mientras se hacía a un lado para que el mesero depositara la nueva copa sobre la mesa.
-Entonces donde está el fallo? Si ya se habían ganado la confianza del tipo solo era cuestión de elegir un buen momento para hacerle un nuevo orificio para respirar entre las cejas –Dijo exasperado el ojiazul.
-Pues como te he dicho, no hubo ningún fallo, era un plan realizado por un Uchiha así que lógicamente nada podría haber salido mal –Soltó Orochimaru de forma arrogante, como si fuera lo más obvio del mundo –Lo que te he dicho es que salió ligeramente diferente –Le dio la ultima calada a su cigarrillo y coloco la colilla en el cenicero.
-Bueno, ya sé que un plan Made in Uchiha nunca sale mal, pero entonces dime, que mierdas paso? Todo estaba servido sobre la mesa, que le impidió a Takeshi y a su hermana matar al asesino de sus padres? –Pregunto intrigado el rubio, mientras se inclinaba sobre la mesa y recargaba los codos sobre ella.
-Después de 6 años de convivencia mutua… -Comenzó a explicar Orochimaru con una media sonrisa, en verdad le divertía la curiosidad del rubio –Ellos… se enamoraron de él…
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En aquellos días Takeshi dejo de ser un jovial adolescente y dio paso a un atractivo joven de 21 años y Aya no fue la excepción ya que ésta se transformo en una hermosa quinceañera de delicadas figuras.
Cierto día, los hermanos se encontraban sentados a la mesa junto con el señor Takaeda, hablaban sobre cosas sin importancia, pero a aquellas alturas de la situación tanto Aya como Takeshi eran consientes de la verdadera vida del señor que los acogía como familia, el señor Takaeda se dedicaba al tráfico de armas y algunas veces también se metía con la trata de blancas. Pero bueno, como dije, aquel día esperaron hasta que la ultima empleada de la servidumbre saliera de la casa para comenzar a hablar sobre los negocios.
Takeshi era el encargado de llevar las finanzas y tener el control de empleados, el chico conocía a todos y a cada uno de los colaboradores del señor Takaeda y tenía una capacidad para detectar a los infiltrados que era francamente sorprendente. Takaeda le tenía una confianza infinita al chico y si éste le decía que alguno de sus empleados le estaba jugando sucio, él sin pensarlo dos veces mataba al desgraciado al momento.
Mientras que Aya, al enterarse de la situación, lejos de horrorizarse decidió que quería entrenar y aprender a usar armas y estar más al pendiente de lo que ella denominaba “El negocio Familiar”. Takaeda lo tomo como una gracia y pensó que la chica se aburriría pronto o como todas las mujeres, al final terminaría por doblegarse ante la presión y abandonaría su faceta de “Chica mala” pero su sorpresa fue grande al ver la gran habilidad que tenia para el manejo de armas blancas y armas de fuego, teniendo en éstas últimas, una puntería certera.
Regresando al momento de la cena en el comedor, la situación estaba algo tensa, al parecer un nuevo grupo de traficantes quería adentrarse a sus territorios y eso significaba problemas…
-No se preocupe Takaeda, mañana mismo hablaré con mis infiltrados y veremos que noticias me tienen –Dijo seriamente Takeshi.
-Yo organizaré a un grupo de sicarios para rodear el cuartel, les tenderemos una emboscada –Declaro Aya estoicamente.
-No, primero debemos saber de dónde vienen y quien es el líder de esa organización –Dijo pensativamente Takaeda.
-Pero no te tenses tanto Takaeda –Dijo en tono condescendiente la chica.
-No es eso Aya, esto no es solo un montón de idiotas que planean sublevarse ante mí, esto es más grande, es otro grupo igual o más numeroso que el nuestro –Respondió Takaeda mientras recargaba sus codos sobre la mesa, entrelazaba sus manos, recargaba su frente sobre ellas y cerraba los ojos un momento.
Y de repente, Takaeda sintió unas varoniles manos sobre sus hombros, dándole un ligero masaje, se volteo a sus espaldas y se topo con Takeshi quien tenía una mirada que no supo cómo interpretar en ese momento, volteó hacia enfrente de nuevo, encontrando frente a sus ojos la bella cara de Aya quien sin pensarlo demasiado se acerco a besarlo en los labios.
Entre caricias y besos, el mayor y los dos jóvenes se dirigieron a la habitación principal y se adentraron en ella.
La noche transcurrió agitada y pasional; mientras que Aya estaba sobre cuatro puntos sobre la cama y era penetrada por el fuerte y largo miembro de Takaeda ella le daba sexo oral a su hermano y éste por su parte se entretenía pellizcando los pezones del mayor y besando sus labios.
-Espera Aya, levántate –Dijo agitado el mayor y saco su miembro de la vagina de la chica quien dejo de mamar el miembro de su hermano y lo miró interrogante a lo que Takaeda decidió explicarse –A ti ya te he poseído y he de decirte que eres deliciosa –Dijo para después besarla apasionadamente en los labios –Pero… ahora quiero poseer a tu hermano –Declaro mientras le lanzaba una mirada cargada de deseo al chico quien solo sonrió ante tal proposición.
Takeshi se acostó boca arriba sobre la cama y Aya colocó su sexo justo sobre la boca de su hermano quien captando la indirecta saco la lengua para comenzar a darle placer oral. Por su parte, Takaeda se colocó entre las piernas del chico y al ver la imagen que tenia frente a él se excito rápidamente y comenzó a masturbas a Takeshi mientras introducía uno de sus dedos por el ano del joven.
Aya tenía la cabeza echada hacia atrás mientras se acariciaba los senos y movía las caderas sobre el rostro de Takeshi.
-Voy a entrar –Anunció Takaeda y lentamente empezó a empujar su miembro por el ano de Takeshi, quien comenzó a revolverse sobre la cama por el dolor, viendo esto, Aya decidió inclinarse hacia enfrente y lamer el miembro erguido de Takeshi quedando de este modo en un 69 relajando al instante al joven y por consiguiente Takaeda logro introducirse dentro del chico sin ningún problema y lo embistió de forma ruda haciéndolo gemir con fuerza.
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-Se montaron un trió de lo mas morboso, eh? –Comento burlonamente el rubio.
-Pues para ti debe de sonar bastante perturbador, pero sin duda para ellos no fue una sesión de sexo, sino una sesión de amor –Dijo Orochimaru mientras hacia una mueca de disgusto al notar que su cigarrera ya estaba vacía.
-Amor? –Dijo Naruto dejando salir una risita nasal –Claro, como si follar con tu hermano o hermana fuera un acto de amor, eso solo es el resultado de un estallido de hormonas y un nivel muy alto de perversión.
-Ya deja ese tema por la paz Naruto –Dijo cansadamente – Que yo sigo pensando que ser un pedófilo es mas aberrante que tirarte a tu propio pariente –Declaro el pelinegro.
-Bueno, pero ahorita no estamos debatiendo mis inclinaciones sexuales –Se defendió el ojiazul – Y que pasó después?
-Nada, solo que ya se tenían mucha más confianza, supongo –Declaro distraídamente Orochimaru mientras buscaba entre sus bolsillos algún cigarro para fumar.
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Los días pasaron sin pena ni gloria, el grupo que amenazaba con introducirse en sus territorios se fue de manera repentina así que no hubo nada mas por lo cual preocuparse y las sesiones de sexo se repetían cada noche. Pero los días de felicidad pasan tan rápido como los calurosos días de otoño.
Y aunque los jóvenes Uhciha estaban muy seguros de sus sentimientos hacia Takaeda ellos sabían que éste no los amaba con la misma intensidad que ellos, si los quería, pero se debía más bien a la soledad que había experimentado a lo largo de su vida hasta que se topo con ellos, pero aun si, los jóvenes tenían la certeza de que Takaeda no les daría la espalda…
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-Por la expresión que pones, supongo que sus ideas estaban erradas, no? –Comentó el rubio mientras se relajaba en el sofá.
-Pues estas en lo correcto… sucedió algo que altero la situación y los hizo toparse con una realidad que fue dolorosa –Dijo el azabache mientras daba otra calada al cigarro que encontró durante la conversación en una de las bolsas de su chaqueta.
-Takaeda los traicionó? –Se aventuro a preguntar el rubio.
-No, no los traicionó… les hizo algo peor, pero no nos precipitemos a las cosas, primero sucedió un acontecimiento que dio paso a la tormenta que vino después – Dijo Orchimaru mientras dejaba escapar el humo por su nariz.
-Y que fue eso que paso? -Pregunto el chico mientras se volvía a inclinar sobre la mesa para poder escuchar mejor ya que la música del lugar había aumentado de volumen y ahora se le dificultaba oír con claridad.
-Algo que era lógico que pasaría… -El pelilargo se recargo sobre el respaldo del sillón y suspiro pesadamente y cerró los ojos un momento mientras meditaba… luego los abrió e imitó la misma acción que había hecho el rubio, se inclino sobre la mesa y fingiendo una mueca de tristeza declaró -…Aya salió embarazada…
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