Aquí no existe el Sol. Aquí no hay cielo que valda la pena observar... Solo estamos en un mundo sin luz, lleno de oscuridad.
Monócromo.
Sin ningun lugar a donde ir. Donde el dolor predomina y donde la esperanza se perdió...
Monócromo.
No hay mas que oscuridad. Todo el futuro es negro, todo nuestro pasado tambien. Y por ende, este presente tambien... No hay mas colores, todo es... todo es... Negro.
Monócromo...
¡No! No esta todo perdido, salvaré, intentaré, salvar lo que queda de este lugar al que una vez llamé... Hogar.
Yo, Ciel Phantomhive... Escaparé a un mundo de color, y si es necesario, traeré a los demás conmigo.
...
Abrió los ojos. Aferrándose mas a su pistola se asomó, intentando no llamar la atención de su enemigo, para comprobar la situación, comprobar si tenía a donde huir. Pero era un estupido intento. No había solución.
El pasillo estrecho de la mansión estaba lleno de ventanas por el lado derecho, y la mesa que el usaba como escudo estaba al lado izquierdo... Entonces, la ventana mas próxima estaba a unos pasos de su situación, y retroceder no era buena idea, no le iba a dar la espalda a sus enemigos.
Chasqueó la lengua, acto seguido mordió debilmente su labio inferior. Estaba preparado.
En un rápido movimiento, aferró el arma contra su pecho, dando un giro sobre su cuerpo dejandole en vista de sus enemigos, los cuales no reaccionaron, pues al dar la voltereta no fue tan facil de apuntar. Daba gracias a su cuerpo, que era pequeño. Corrió directo a la ventana antes nombrada. Apostando con su vida conseguirlo, sudando, asustado, y sobretodo nervioso. Pero lo alcanzó. Por suerte, pero lo alcanzó y como era de esperar... Saltó sin mirar... Aun así lo hizo.
Todo es tan monócromo...
- ¡Ah! ¡¿Dónde...?! - Lenvantó alterado de la cama en la cual yacía. Mas sin embargo no se pudo mover por las cadenas que rodeaban las muñecas y los tobillos del chaval.
Al darse cuenta en un vano intento forcejeó. No estaba tan asustado como el creía que se pondría en una situación así. Y gritar no ayudaría, asi que con esfuerzo intentó relajarse. La habitación no era amplia, solo contenía esa cama, un escritorio pequeñito y un armario enfrente de este.
La puerta se abrió. Y un hombre entró acompañado de un chico, un pequeño. Ese chaval era rubio... ¡Rubio!
- ¡Alois! Maldita sea... - Gritó su nombre. Mientras que lo sobrante murmuró. En su mente maldecia a ese diablillo rubio... Todo era su culpa, todo.
- Despertastes, me alegro - Se cruzó de brazos el nombrado Alois. Sonriendo malvadamente recorrió con su mirada el cuerpo de su presa, eso provocó en Ciel un escalofrío. - ¿Quieres jugar? -
- Dame una razón y a lo mejor me lo pienso antes de decirte que no - Continuó entonces el, claramente, prisionero. Ciel.
Sin hablar, sin gestos. Alois se diriguió a Ciel. Sin esfuerzo, sin mucho movimiento. Alois se subió sobre Ciel.
Continuaba sonriendo.
- ¿Sabes? Siempre he querido hacerte esto. Eres tan adorable cuando llorar y gritas que no - Susurró en el oido de Ciel.
Ciel, tan solo se mordió el labio. Haber, que os explique. Los soldados, las armas, batallas, sangre y muertes... Son culpa de Alois. Pues, al ser el Rey de este pais tiene el poder, y como tiene el poder...
- ¿Te has quedado callado? Creí que a un sucio rebelde como tu me responderia. - Miró a su acompañante y asintió con la cabeza. Este se acercó al pobre chico y comenzó a quitarle la camisa. Mientras que Alois, aun con su pesada sonrisa, se mantenia ocupado con bajar sus pantalones y los de Ciel.
Claro que no se iba a quedar quieto. Forcejeó de nuevo, intentando quitarse de encima a esos idiotas que, por lo que parecía, tenian intención de violarle. En varias ocasiones gritó un no, que pronto fué sustituido por sus gemidos, en cuanto Alois comenzó su trabajo. Y llegados a una situación un poco mas avanzada, Ciel era obligado a lamer, meterse en su boca, el miembro erecto del mayor. Mientras que, Alois, masajeaba el miembro de la victima, masturbandolo con intensidad, metiendo su miembro tambien, en la entrada de Ciel. Vamos, follándoselo.
- ¡Mmm! N-no... ¡Alois, para! - Gritó sacandose el miembro del mayor de su boca. Este, enfadado, tiró del pelo del menor volviendo a obligarle a mamarlo. Y como este no podia usar brazos ni piernas... No se defendió. - ¡Mm-!
- ¡Ahh! Ciel... - Levantó la voz Alois. Corriendose dentro del menor, DENTRO. Ciel, detestaba ya a Alois y si se le pudiese detestar mas, le odiaria mas... Tan pronto como el rubio se vino, su acompañante tambien lo hizo corriendose sin aviso en la boca del menor, casi atragantandole. ¿Hace falta decir que Ciel tambien, aunque no quisiera, tuvo que correrse? No creo. Es bastante obvio.
Y así le dejaron. Sintiendose sucio, en una cama desnudo y manchado. Casi sin poder respirar bien, aun jadeando. Sin decir nada, Alois solo se rió y mandó a su compañero a abandonar la habitación junto a él.
...
Pasó una hora, o una hora y cuarto. No todo estaba perdido. Aunque siguiera atado él habia conseguido una cosa muy importante. Las llaves. Las cual cogió aprovechando esa horrible situación...
- Me las pagarás. Alois Trancys... - Pensó, una ves libre, en voz alta. Limpiandose como podia y poniendose su ropa. Estaba claro que, su arma ya no estaba en esa habitación.
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- Oye, oye -
- Dime... - Suspiró un pelinegro. Mientras un pelirrojo intentaba hacerle cosquillas.
- Jo... Una nueva alma despertó - Anunció a el pelinegro haciendo un puchero. Quería que este le hiciese caso, ¡ya! ... No hubo mas respuesta por parte de su compañero. Solo una sonrisa.
Comenzó el juego.