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RIN por Shedin

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Notas del fanfic:

Este relato, consta de diez capitulos en los cuales mi intención ha sido, desarrollar la historia de este personaje, de su evolución, tanto por su propia experiencia como por la influencia de las experiencias de los otros personajes.

Espero que disfruteis de esta historia.

 

RIN.

 

 

Abrió los ojos cinco minutos antes de que el despertador sonase, no había podido dormir en toda la noche, algo que ya comenzaba a convertirse en rutina.

Se quedo sentado en la cama sintiendo el frío suelo debajo de sus pies, estaba pensando sin pensar nada en realidad.

 

Se levanto y camino arrastrando los pies por el suelo, apenas podía mantener abiertos los ojos.

-Hay que joderse, apenas he podido mantener los ojos cerrados durante la noche y ahora no los puedo abrir-

 

A tientas localizo el baño, durante un mini segundo, rezo para que las cucarachas se metiesen en sus escondites, así se evitarían gritos y una matanza.

 

Al final, no hubo matanza pero si unos gritos desesperados dignos de una princesa Disney en toda regla.

Al final quien consiguió despejarle del todo, no fue el agua fría a finales de un frío otoño y premonición de un gélido invierno, sino, una grande, gorda y marrón cucaracha que volando cual mariposa mutante se posó en su nariz.

 

Gracias al incidente de la cucaracha, salió de casa con bastante tiempo, así podría relajarse antes del examen…

 

 

-¡Dios!- exclamo la victima de la cucaracha, cuando llego a la entrada principal de la universidad, en la cual, encima de la puerta, hay un gran reloj, pero que muy grande.

 

De repente sintió un deseo desesperado de haber sido devorado por la gigante cucaracha del baño de esta mañana. Mientras estaba allí parado pensaba formas eficaces de suicidio instantáneas, hasta que una palmada en la espalda le hizo despertar a una realidad muy cruel.

 

-¿Cómo coño es posible que habiendo salido media hora antes que yo de casa, llegues justo cuando el examen termina.?- esa era la pregunta del millón, y la estaba planteando, su compañero de piso, el que se levantaba siempre cinco minutos antes de que las clases empezaran, y siempre llegaba a tiempo.

 

-Decidí caminar despacio para relajarme un poco- respondió aun estando en shock.

 

-No notaste algo raro, cuando los caracoles te dejaban atrás- la voz de su compañero se notaba forzada, como cuando uno intenta soltar una gran carcajada.

-Estos días han sido muy secos- respondió con una dignidad equiparable a la de un cesar.

 

Alex le cogió de la mano y tiro de él, sabia que si no le movía se pasaría allí toda la eternidad. Le arrastro hasta una parte apartada de la universidad, a la cual solían ir parejitas a abrazarse con mucho cariño. Lo cual empezaba a despertar ciertos rumores, que cuando el moreno se entere, no le harán nada de gracia.

 

-¿Qué es lo que te ha pasado realmente?- Alex, cambiaba radicalmente su tono de voz, aguda y chillona, por una grave y profunda, cuando se ponía serio.

 

-¿Me despiste?,¿camine mas despacio de lo normal?- se justifico titubeante ante la seria mirada de Alex.

 

-Pero Rin, la universidad esta a media hora de nuestro piso, no puedes haber salido casi una hora antes de que empezara el examen de las ocho y llegar dos horas después. No me creo que hayas estado casi tres horas caminando y no te hayas dado cuenta.-  Dijo Alex cerrando los ojos, ya que todo el enfado desaparecía si le seguía manteniendo la mirada a esos ojos azules, que a pesar de no prestarle atención, le atravesaban el alma como dos dagas de hielo.

 

-La verdad…- Rin subió su voz mas alto de lo normal  - no se que coño me pasa, estoy tan desganado de la vida, solo se que quiero morir.- para terminar casi en un susurro.

 

-Yo si que te voy a matar- Alex se mordió el labio inferior, estar tan cerca de esa boquita de piñón y no pegarle un bocado, era todo un crimen.

 

-Este era un examen de recuperación, te tocara volver a repetir esta asignatura, de hecho, ¿cómo vas con las otras? - Alex, entrecerró los ojos, tenía un mal presentimiento sobre el futuro de Rin.

 

-No quiero hablar sobre eso, es mi problema, no el tuyo, no te afecta en nada así que déjame en paz.- Rin, no podía mirarle a la cara, no quería que le juzgara, era vergonzoso admitir que no había aprobado ni una asignatura de su primer año de carrera.

 

-Pero… no te das cuenta que de que… a lo mejor deberías dejarlo.- Alex titubeo, no sabía si debía decir lo que estaba pensando.

 

-Vamos, di lo que quieres decir, no te lo guardes en la boca, que luego, siempre me lo tiras a la cara cuando viene menos a cuento- Rin le miro desafiante, lleno de un orgullo que solo era fachada.

-Quizás, deberías plantearte el dejar la universidad, piensa que no todos están hechos para cursas estudios superiores.- Alex, había apartado la vista, de esa forma fue mas fácil decírselo, de hecho, esa idea le rondaba desde el principio, conociendo como era Rin en el instituto y al parecer nada había cambiado.

 

Rin frunció el ceño de forma peligrosa - ¿Y tú eres mi amigo?- siseo de forma furiosa.

 

-Las verdades duelen ¿eh?, asume la realidad, a que coño has venido a la universidad, ¿a pasar el rato?- Alex ya  con la paciencia agotada, se dio la vuelta de una forma arisca y le dejo solo.

 

Rin se quedo pensativo en aquel apartado lugar. Apoyo su espalda en la pared, e intento buscar sus signos vitales, tenía la sensación de estar muerto. Todo era tan apático en su vida.

 

Rin Nevskiy, de madre japonesa y padre ruso, ella era una aclamada bailarina de ballet, que aun hoy seguía en la cima, a pesar de estar en la cuarentena. Su padre, un polémico jugador de Hockey, famoso por lo bestia que era durante el juego, y sobre todo, de jamás haber sufrido una lesión, mas bien, de provocarlas.

 

Rin, había resultado una mezcla perfecta entre la belleza, la delicadeza y los rasgos finos de su madre, con la fortaleza y masculinidad de los rasgos de su padre.

El resultado fue la elegancia, Rin, era un chico de rasgos bellos y masculinos, pero sobre todo elegantes.

También, se produjo una cosa curiosa, heredo los ojos sesgados de su madre, tan serios y fríos, pero el color, de estos, era verde, un verde vivo y calido, que hacia un contraste confuso, proporcionándole una mirada enigmática y esa boquita de piñón que le daba un cierto aire dulzón e inocente.

Todo eso envuelto en una piel tan blanca y fina como la porcelana, acompañado de un cuerpo de metro ochenta, perfectamente proporcionado y en el punto exacto de un cuerpo sano y en forma.

 

 

 

Para cuando volvió al piso que compartía con Alex, ya eran las ocho de la noche, sabía aun sin abrir la puerta que Alex no estaba solo, seguramente, Leo, su pseudo novio le estaría acompañando. No es que fuera un adivino, sino que, el olor a comida recién hecha indicaba que con Alex había alguien más, y el único a parte de él mismo capaz de aguantar tanta guarrada, era el iluso Leo.

 

Leo estaba enamorado hasta la medula de Alex, y con toda confianza se autoproclamaba novio de este. Pero lo que el no sabia, o si lo sabia pero prefería ignorar era que Alex no opinase de la misma manera.

 

Las palabras de Alex fueron, y citándolo textualmente: “me cocina, me come la polla y se deja follar… que mas puedo pedir”.

 

A Rin, esas palabras le sonaron muy fuertes, pero como nunca termino de cogerle el gusto a ese tal Leo, o mas bien Lelo como lo llamaban entre ellos, nunca se lo dijo.

Por alguna extraña razón, Rin no podía aguantar a alguien como Leo, tan amable, tan atento, tan buen estudiante, tan perfecto en general.

 

-¿Será envidia?- se pregunto en un susurro.

 

Entro y paso directo a su cuarto, sin saludar a Leo, a pesar de haberse topado con el de frente, sin embargo si saludo a la cucaracha del baño de esta mañana, Alphonse.

Una vez en su habitación se dejo caer en la cama desecha, pudo sentir el olor de las sabanas, ya era hora de cambiarlas, se dijo mentalmente.

 

-Alex, nunca le dices nada cuando pasa y me ignora, pero para cenar fijo que se va a sentar- le reclamo Leo a un Alex demasiado distraído en el recuerdo del vaivén de las nalgas de su compañero de piso.

 

Tenía ganas de gritar, de pegar, de romper cosas, pero se callaba, sabía que si le ponía en la tesitura de elegir entre los dos, el rubio, escogería al medio amarillo ese. Leo, nunca fue un racista o un xenófobo, pero desde que conocía a Rin, paso de no odiar ni a una mosca a detestar dos naciones, Japón y Rusia.

 

-No seas tonto, es que me tiene envidia- Alex se acerco y como una serpiente, se enrosco en su presea.

 

-Envidia, ¿de que?- Leo, inocente, se lo creyó.

 

-En realidad le gustas, y no puede soportar verte entre mis brazos- Alex aprovecho y entre palabra y palabra iba marcando el cuello de Leo con su boca.

 

-Vale, vale, déjame que voy hacer algo de cena, sino aquí se nos harán las tantas de la madrugada.- Leo, en cuanto Alex le ponía las manos encima olvidaba cualquier enfado.

 

 

 

 

Entro en la cocina y vio con horror la suciedad acumulada de toda la semana, todo sucio, todo. Daba la sensación de que hasta las cucarachas estuvieran estupefactas de tanta suciedad. Pero Leo sonrió “hay este chico mío” pensó con cariño y se puso manos a la obra.

Mientras fregaba y ordenaba recordaba como se habían conocido, aquel día de primavera. Dejo salir una sonrisa, cómo podía pasar el tiempo tan rápido, ya casi era invierno y después llegaría otra vez la primavera y su aniversario, su primer aniversario. Se pregunto si Alex se acordaría.

 

Como no iba a fijarse en un chico como Alex, un rubio de metro noventa, con unos grandes y vivos ojos azules, quizás algo delgado para su altura pero era eso lo que le daba ese encanto. Podía parecer frágil, pero mejor no buscarle las cosquillas.

 

Se conocieron en un centro comercial, durante unos descuentos especiales de una tienda de moda, donde Leo quería comprarse unas zapatillas ultimo modelo, pero todas a las que tenia alcance con su metro setenta estaban agotadas, solo quedaba un par, en la leja mas alta de la estantería, y por mucho que Leo saltase, no llegaba.

 

-Toma pequeñín- la voz melodiosa de un chico alto y rubio hizo que se olvidara de todo ese gentío que no dejaba respirar.

 

-Gracias- sonrojado tomo sus zapatillas y fue a pagar en caja.

 

A la salida Alex le esperaba con una propuesta de tomar unos batidos… empezaron por allí, pero terminaron en el baño del centro comercial, donde Leo empezó de rodillas buscado “algo” en el pantalón de Alex  y terminó perdiendo la virginidad.

 

La verdad es que no fue para nada un buen lugar donde perderla, y Leo se paso toda una semana llorando, pero, a pesar de ello esa situación se repitió mas veces, así que a pesar de que Alex jamás le haya insinuado nada de pareja o parecido, Leo decidió por su propia cuenta que ellos eran novios.

 

 

-Ya esta la comida- Leo entro sonriente al comedor, -¿vas a llamar al amarillo desteñido?- a pesar de que no pretendía decir eso, pero se quedo mas a gusto que un arbusto..

 

-Mejor se la llevo a su habitación, así estaremos a solas- dijo gentil con una sonrisa muy falsa, decidió dejar pasar el comentario de Leo.

 

Cogió la bandeja con la cena en la cocina y se encamino al cuarto de Rin, logro llegar con la cena entera y sin tirar nada, a pesar de varios tropezones a lo largo del pasillo con ropa o cualquier otra cosa que estuviese tirada por el suelo.

 

-Toma, para que luego no digas que no te cuido.- dijo con algo de ironía.

 

-Ya que esta el amo de casa por aquí a ver si limpia esto un poco que hasta las cucarachas están pillando enfermedades.- Rin, había despejado la mesa de su escritorio tirando todo al suelo, para poner allí la bandeja con la cena.

 

-No te preocupes, en cuanto termine con el, le pondré a limpiar al lelo este- Alex salió de la habitación de Rin bastante excitado, verle con el dorso desnudo y en boxer, no era nada sano para su salud mental.

 

 

Alex llego al comedor, y se encontró a Leo meneando el trasero al son de la MTV mientras terminaba de poner la mesa para dos, “¡por fin!” pensó.

 

El rubio no se puedo resistir, puede que lo que él sintiese por Leo no fuese un amor muy puro, pero placer puro, si. Le gustaba su diferencia de altura y sobre todo de fuerza, era tan manejable.

Alex se le pego por detrás, atrapando sus caderas entre sus grandes y fuertes manos, pudo sentir como el cuerpo de Leo se estremecía… ya esta, ahora haría todo lo que el rubio le pidiese.

 

Leo ni se dio cuenta de cuando había ido al cuarto del rubio, pero allí estaba sentado en su cama, mientras Alex cerraba la puerta con cerrojo.

 

-Eres tan adorable- Alex le miraba de una forma profunda, llena de deseo, y como no hacerlo, cuando un chico tan dulce estaba delante, tan inocente como la primera vez, temblando, con su pelo castaño, su nariz respingona llena de pecas y esos ojos color miel que eran incapaces de sostenerle la mirada a ese azul tan pecaminoso.

 

-He pensado que antes de cenar, podrías comer otra cosa- el rubio decía eso mientras iba desnudándose a cada paso que daba para  acercarse a la cama donde estaba Leo.

 

-Ya sabes lo que tienes que hacer- estaba delante de él, desnudo, con su pene erecto demandante de atención.

 

Y Leo hizo lo que tenia que hacer…

 

 

 

La noche termino, con Rin dormido como un tronco después de la suculenta cena de Leo, con Alex comiéndose su ración y la de Leo, porque siempre después de estar dándole al tema se le abría un apetito voraz. Y Leo al que le costaba mantenerse un poco de pie, por que Alex no fue precisamente muy delicado con su trasero, estaba limpiando la porquería que el rubio va acumulando a lo largo de la semana.

 

Mientras limpiaba el baño, Leo se miro en el espejo, siempre era igual, le hacia una mamada, y luego él le ponía con el culo en pompa, le sujetaba fuerte para que no se moviera y le follaba.

 

-¿De verdad vale la pena?- se preguntó Leo a si mismo en un susurro mientras limpiaba el espejo.

 

 

 

 

 

 

 

 


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