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Siete cosas que a él le gustaría decirte. por Ciel Phantom

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Notas del capitulo:

vale aunque no entraron todos los comentarios que esperaba, al perecer si les gusto, por ello aqui esta el segundo capitulo.

espero que este tambien sea de su agrado y mil gracias por sus comentarios.

un saludo muy caluroso a mis lectoras. Hinode, de verdad que siempre es un gusto encontrar en cada uno de mis fics tu nombre y Atalana, creo que aunque no hace mucho comenzaste a leerme te molestas en dejar huella por donde pasas.

Atte: Ciel Phantomhive

 

 

Capitulo 2. Un pequeño gracias no cuesta nada…

 

 

 

 

 

Se suponía que de entrada Wolfram pensaba. —Yo hago mucho por él, así que, ¿Por qué tengo que decir “gracias” cada vez que él hace algo bien? — Pero probablemente esa idea estaba mal desde el principio, porque ahí, en ese texto, casi con letras remarcadas rezaba.

 

 

 

Al igual que tú necesitas reconocimiento, él necesita reforzar su ego. Un pequeño gracias no cuesta nada…

 

 

 

Hoy tenía planeado poner en práctica el primero de aquellos consejos, con la hoja toda marchita bien guardada en su chaqueta camino hacia el despacho del Maou.

 

 

 

Greta lo interceptó cerca de los jardines, en sus manitas llevaba un balde y una palita. Wolfram entendió rápidamente lo que su hija deseaba pedirle, suspiro y camino detrás de ella sin ni siquiera esperar a que formulara la pregunta. Ella rio con gusto,  brincando contenta se dirigió a su ahora pedacito de jardín.

 

 

 

La rotonda no era grande, ni siquiera era una jardinera en su totalidad, el pedacito de tierra designado para ella, a petición de la misma chiquilla, era menos un área de cuatro por cuatro, ella se acuclillo frente a los pequeños brotes de plantas, lista para empezar con su hobbies.

 

 

 

Una hora y media, fue lo que le tomo ayudar a la castaña a enmarcar con piedrecitas el mini jardincito. Solo para descubrir que tanto él como la niña necesitaban con urgencia un baño.  Ella insistió en hacer los enceres en la gran tina del rey, por lo que el rápido aseo de su persona lo concluyo cerca del medio día, justo para cuando Conrad los llamaba para comer.

 

 

 

Maldijo por lo bajo, y en compañía de su hija camino al comedor.

 

 

 

La comida era casi rutinaria, sus hermanos platicaban cosas del reino, su madre, Anissina y Greta enfrascadas en una eterna contienda sobre cómo hacer que las mujeres aprendan a ser independientes, y como desaparecer a los hombres. Wolfram dio un leve respingo, su madre intervino en favor de los hombres y luego su adorada hija dijo algo inesperado.

 

 

 

—No, eso no es posible, porque entonces con quien me casaría. —una cuchara se estrello contra el suelo, Yuuri la miraba con cara de sorpresa, luego, con una velocidad mas allá de flash se lanzo a abrazar desesperadamente a su pequeña, ya no tanto, gritando que era aun una bebé.

 

 

 

—Basta, déjala en paz. —Wolfram se levanto de su asiento y con un jalón algo fuerte lo separo de la niña. —Yuuri. —lo miro directo a los ojos. —Greta apenas tiene doce años, es solo una niña, —el pelinegro asintió. —Sin embargo en un par de años más será toda una señorita  y deseara…

 

 

 

—Yo no oigo soy de palo…. —comenzó a canturrear como poseso al tiempo en que salía del comedor

 

 

 

—Enclenque idiota, ni creas que te dejare arruinarle la juventud a… —y volvían a las corredizas del diario.

 

 

 

—No te preocupes querida. —Cecilia se acerco a su nieta para calmar esa cara de preocupación. —Wolfi sabe que no puede oponerse a tu crecimiento y hará que Yuuri entre en razón. Recuerda que él siempre estará de tu lado.

 

 

 

—Gracias Cheri

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

No había logrado sacarlo de la cantaleta esa y ya eran más de quince minutos, al sexto intento y ya con intenciones de usar uno de sus tantas tácticas de lucha para despegarle las palmas de las manos de los oídos escucho que tocaba, una muy apenada Efel lo miraba desde la puerta comunicándole que lo buscaban en el recibidor, sin más remedio dejo al paranoico padre primerizo haciendo alharaca y media.

 

 

 

Efel pareció querer preguntar, sin embargo se guardo aquello al ver que el joven Bielefeld no estaba de humor.

 

 

 

Ya era casi la hora de la cena, una hora más y el sol se ocultaría hasta el día de mañana. Su visitante se despido de forma cortes, no sin antes asegurarle que a su señor le alegraría verle en su fiesta. Wolfram solo asintió antes de contestar afirmativamente. El mozo hizo una reverencia y se marcho.

 

 

 

Ya libre se dejo caer sobre uno de los sofás que componían la pequeña sala, un papel blanco se asomo tímidamente, quería patearse mentalmente, ya había olvidado por completo su plan. Aunque, el Maou aun tendría como media hora más de trabajo. Se levanto rápido para encaminarse nuevamente asía el despacho de su prometido.

 

 

 

Con suma elegancia estrello sus nudillos contra la firme madera, un leve adelante se coló hasta sus oídos, giro la perilla y entro con una clara mueca de decisión escrita en sus bellos ojos verdes. Dentro de la habitación Gwenldal parecía algo molesto y ceñudo ante una misiva, mientras Yuuri sólo lo miro de forma fugaz antes de devolver su vista al montículo de documentos que esperaban su firma.  Se adentro en la estancia, tomando inmediatamente asiento justo al lado de su prometido.

 

 

 

Fueron casi diez minutos insoportables, y la tención en el habiente era casi palpable y cortable con el abre cartas a su diestra. Suspiro cansado, que tan difícil era poder decirle a ese enclenque, “Gracias”.

 

 

 

De mala forma se recargo contra el respaldo resoplando por que las cosas nunca salían según lo previsto.  Fue solo un instante, la silla crujió en forma de protesta, las patas se doblaron y todo el peso del rubio se fue hacia atrás, ni sus agiles reflejos pudieron ayudarlo, sus manos no alcanzaron a asirse a la mesa y sus pies estaban cruzados imposibilitándole cualquier movimiento.

 

 

 

Cerró los ojos con fuerza, seguramente el golpe seria fuerte y las miradas del rey y el general aumentarían su vergüenza.

 

 

 

Algo detuvo su caída, primero aminorando el efecto de la gravedad y luego con todo y eso que había intentado salvarlo impacto en el suelo. 

 

 

 

—Lo siento Wolf yo… — se disculpo rápidamente el Maou levantándose de encima suyo.

 

 

 

—Gracias. —el pelinegro se quedo sin habla, y su mirada parecía decir, “¿Quién eres tú y que fue lo que le hiciste a Wolfram?” —Gracias por intentar ayudarme, un intento enclenque, pero gracias.

 

 

 

Los ojos del rey brillaron con ilusión, luego en su boca se dibujo una gran sonrisa para terminar con un abrazo de oso que derribo al rubio soldado.

 

 

 

—De nada, Wolf. No te preocupes, yo siempre estaré ahí para ayudarte o hacer un intento de rescate. — casi gritaba al oído de su prometido sin soltarlo.

 

 

 

El general  levanto la ceja, como la escena frete a él no parecía terminar, decidió que lo mejor sería dejarlos solos. Se levanto con gallardía y a paso rápido salió de la estancia. Las mejillas de Gwenldal Von Voltaire denotaban que su aprecio por lo lindo estaba a mil.  La pareja real podía llegar a ser realmente tierna y linda.

 

 

 

Continuara…

 

 

Notas finales:

gracias por comentar.


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