La cabeza y el cuerpo le dolían un poco. Era de esperarse después de la pelea con su hermano, en la cual había sido derrotado horriblemente.
Bufó unos segundos. Respirando varias veces y luego dándose cuenta que algo iba mal. Sus muñecas estaban atrapadas por grilletes, al igual que sus tobillos. Su cuerpo estaba completamente desprovisto de ropa - ¿Qué diablos…? – Se removió varias veces intentando liberarse ¿Qué sucedía en ese lugar?
- Despertaste… - Esa voz. Las luces se encendieron, provocándole un ardor fuerte en los ojos. Cerrándolos un momento y sintiendo como su cara era fuertemente tomada por la mano del poseedor de la voz. Frente a él. Su hermano.
- Vergil… - Masculló entre dientes, para con fuerza intentar lanzarse contra él. Lamentablemente, las cadenas eran cortas y no podía acercarse mucho – Tsk… ¡¿Qué diablos quieres?! – Gruño furioso. Nuevamente intentando atacarle, pero el mayor de gabardina azul simplemente se alejó unos cuantos pasos. Tomando su enorme espada y clavándola en uno de los hombros del menor.
- Cállate Dante… - El tono frío podía hacer que hasta el más valiente se asustara, pero el menor seguía oponiendo resistencia. Moviéndose e intentando atacarle con aún más fuerza. Sintiendo la espada nuevamente atravesarse en su hombro - ¿Tienes que ser tan rebelde siempre? – Una extraña y malévola sonrisa se formó en su rostro. Acercándose al menor y hundiendo aún más la espada en su cuerpo. Hasta quedar a pocos centímetros de sus labios – Deja de resistirte… - Sin pensarlo más, plantó un beso en la boca de su hermano. Dejándole completamente desconcertado.
Era demasiado extraño. Su cuerpo no reaccionaba. Se había dejado de mover ante el repentino beso. No lo correspondió. Sólo se quedó paralizado frente a tal acto. Hasta el momento en que su hermano quitó sus labios de los suyos, para delinearlos con sus dedos y mirarle con una pervertida sonrisa - ¿Q-qué fue eso? – Preguntó más que nada asustado ¡LE HABÍA BESADO! ¡SU MISMO HERMANO LE HABÍA BESADO! – A-aléjate – Musitó bastante asustado. Intentando esta vez alejarse.
- Cállate Dante… - Nuevamente ese susurro. Acompañado esta vez de varias lamidas que llegaron a su cuello. Todas de parte del mayor, quien también empezaba a tocar cada parte del cuerpo del peliblanco menor. Intentando excitarle – No quiero hacerlo por la fuerza… - Sacó la espada de su hombro y empezó a acariciar con suavidad su cuerpo. Bajando sus manos hasta la intimidad del menor. Comenzando a masturbarle a un ritmo moderado.
Las caricias hechas por su hermano eran realmente placenteras. Pero aún estaba el hecho de que era su hermano ¿Qué podía hacer en ese momento? – Déjate llevar Dante… - Las palabras de su hermano parecieron darle la respuesta. Pero… ¿Qué sucedía? ¿Por qué reaccionaba tan ‘bien’ a las caricias de Vergil? No lo sabía. No, más bien no le importaba. Ese momento parecía que lo había esperado desde siempre. Así que simplemente se dejó llevar.
Los gemidos del menor se comenzaron a escuchar. Mientras el mayor sonreía al ver a su hermanito de ese modo. Soltando las cadenas que le aprisionaban y dejándole en libertad. Buscando nuevamente sus labios con su boca y besándolo con pasión. Mientras Dante le quitaba rápidamente la ropa, en un arranque de lujuria y perversión. Dejando a Vergil en 4 patas en el piso – Dante… ¿qué haces?... – Preguntó con algo de miedo el mayor. Suspirando varias veces al sentir como era su hermano quien comenzaba a masturbarle. Metiendo 2 dedos de una vez en su estrecha entrada.
Los gemidos de Vergil no se hicieron esperar. Eso no debía de terminar así. Se suponía que el que sería el ‘violador’ sería él. No su hermano pequeño.
Un gemido enorme salió de sus labios al sentir como el menor quitaba ambos dedos y comenzaba a penetrarle – ¡Para! – El dolor era horrible. No le había preparado bien y sentía como parecía que lo estaban partiendo en dos. Gruesas lágrimas cayeron por sus ojos. Dante ya había comenzado con las embestidas. Tomando sus manos y poniéndolas tras su espalda. Para mayor comodidad.
- Cállate Vergil – Sonrió malévolamente. Aumentando el ritmo de las embestidas, al igual que su fuerza. Mientras masturbaba con rapidez a su hermano. Sintiendo como el cuerpo de este comenzaba a tensarse.
Ambos cuerpos no tardaron mucho en llegar al orgasmo. Primero el mayor en la mano de su hermano. Manchando el piso y su mismo vientre y luego el menor. Llenando el interior del mayor con su esencia. Al sentir como las paredes del ano del mayor apretaban deliciosamente su miembro.
Se miraron un momento. Aún con sus cuerpos unidos y la cabeza de Vergil pegada al piso. Para luego ser golpeada 2 veces por el menor. Quedando incontente en el acto.
Se levantó lentamente del piso. Viendo unos segundos a su hermano mayor en el piso y sonriendo. Buscando sus cosas por los alrededores y volviendo a vestirse. Cerrando la puerta de ese extraño calabozo tras él.