A pesar de que ya no estaban en guerra y la paz dominaba sus vidas por fin después de tantas duras batallas, los caballeros dorados vivían tranquilos en sus respectivas casas.
Bueno eso era lo que Dita trataba de hacer, ya que el malnacido de Death Mask no perdía la oportunidad de burlarse de él con el inteligentísimo argumento de que “parecía mujer”.
Piscis estaba que no lo soportaba, quería cerrarle la boca de un golpe, pero el patriarca prohibió todo tipo de ofensas físicas, pero las psicológicas? Donde demonios quedaba la censura de las ofensas psicológicas, en fin trataba de ignorarlo.
Una noche el patriarca mando a llamar a DM ya entrada la madrugada, el caballero de Cáncer paso por todas las casa restantes como Juan por su casa, sin pedir permiso a nadie, además eso de ser educado no se le daba muy bien, el era altanero y presumido, que le importaba lo que pensaran los demás.
Llego a la casa de Piscis y paso como si no hubiera quien viviera ahí, pero escucho unos ruidos provenientes de la habitación de Aphrodite, genial!, pensó que podría divertirse haciendo rabiar a la “señorita” antes de pasar un mal rato con el patriarca, siempre que lo mandaba a llamar era para llamarle la atención.
Camino sigilosamente hasta la puerta, procurando hacer el menor ruido posible al abrir la puerta, se asomo por la verja de la puerta y lo que vio lo dejo frito, pues cierto pez se mecía de arriba para abajo rápidamente, solo se escuchaban los gemidos, por más que trato de divisar quién demonios se encontraba debajo embistiendo al peli celeste jamás lo reconoció hasta que cambiaron de posición quedando Dita debajo recibiéndolo muy en el fondo.
Un peli azul recorría el cuerpo delgado de Dita sin cuidado alguno, estrujaba cada parte de ese cuerpo, al parece DM no se había equivocado con lo de Señorita, pues ver al pisciano abriéndose de piernas para el gemelo que realmente no sabía si era Saga o Kanon jamás se tomo la molestia en tratar de distinguirlos. Se alejo de esa habitación ya de regreso gozaría restregándoselo en la cara, y vaya que tenía que admitir que moría de ganas por ver su reacción.
A la mañana siguiente el Cangrejo venia bajando del santuario, el patriarca le dio un kilométrica platica sobre los buenos modales y el respeto y bla bla bla no supo cuando fue que termino por que se había quedado dormido en medio del sermón.
Atravesó descaradamente la casa de piscis, topándose con el peli celeste en la sala viendo televisión.
-vaya vaya!, la princesa está descansando de su ajetreada noche?- decía burlonamente mientras se acercaba a afrodita por detrás del sillón.
-Death Mask!, por qué demonios nunca avisas cuando vas a pasar?- le cuestionaba molesto.
-Solo te ahorro la molestia de dejar las cosas tan “importantes” que atiendes para ir a darme el permiso, que quieras o no me lo darás- se estaba divirtiendo con la situación.
Afrodita apago el televisor de malagana para voltear a ver con desprecio al “caballero de cáncer”,-Y se puede saber por qué demonios andas hoy muy hablador, si tienes algo que decirme déjame de estarme molestando y dilo de una vez, idiota!- ese hombre lograba sacarlo de sus casillas.
-Está bien, si tanto quieres saber- decía el moreno mientras de un salto se sentaba en el sillón, acción que por supuesto molesto al de piscis.
-acaso no puedes quedarte quieto un momento?- decía fastidiado el peli celeste.
-porque? Acaso si no me estoy quieto no puedes empalarte a gusto?- sonreía desquiciadamente, mientras veía como los ojos de su compañero se abrían desmesuradamente.
-Qué demonios estás diciendo!- respondía alarmado piscis.
-Es lo que te estás imaginando, anoche pase por aquí y creo que tenías visitas, me sorprendió ver cómo te movías, se ve que tienes práctica- mirándolo maliciosamente.
Afrodita estaba sin habla, había sido descubierto en plena acción, y ahora con que argumento se defendería de ese fantoche?, no había nada que negar, tenía que aceptar que lo tenía en sus garras.
-y..yoo- decía echo un manojo de nervios.
-Hasta me atrevería a decir que me puse duro de verte, por detrás pareces una mujer- mientras se agarraba descaradamente su entrepierna.
-Qu.e haces?- decía desviando la mirada a otro lado.
-Mi silencio tiene un precio sabes?- decía sacando su erecto miembro de entre sus pantalones, Afrodita capto sus intenciones y poco a poco se fue acercando a la caliente erección, miro a los ojos a DM y este lo miraba con sorna.
Dita paso sus largos dedos para tomar el gran miembro y cerro sus ojos al momento de darle una lamida, Death Mask solo cerro sus ojos y echo la cabeza hacia atrás para sentir la lengua del peli celeste que recorría con maestría su miembro.
Siguió succionando lamiendo chupando y mordiendo el miembro hasta que el moreno termino en su boca con un gran gruñido.
Después de limpiar el desorden Dita se planto enfrente de su despreciable huésped- y bien?- decía medio molesto.
-Este será nuestro secreto- decía Death Mask sin borrar su sonrisa, -Vendré a visitarte más seguido, señorita!- soltando una escandalosa carcajada al tiempo que se ponía de pie dispuesto a marcharse de ese templo.
Afrodita solo se dejo caer pesadamente en el sillón acariciándose la sien, como era posible tanta mala suerte, era la primera vez que cedía a acostarse con Kanon, la primera vez que decidía acostarse con un hombre dentro del santuario y fue descubierto por la peor de sus pesadillas, no podía estar pasando.
Los días pasaron y como lo había dicho Death Mask no había dicho ni una sola palabra pero a cambio las visitas de este caballero a los aposentos de Piscis se había vuelto muy constantes, donde como siempre Dita sin preguntar le hacía sexo oral para después ver como se marchaba con una sonrisa de autosatisfacción siempre después de decirle “señorita”, que si fuera mujer no dudaría en follarselo, pero ni en sus sueños lo haría sabiendo que el hombre.
Dita cansado de la actitud del moreno decidió darle una lección, acabar con su complejo de macho, espero a que anocheciera para bajar al templo de cáncer, salió de la ducha y solo se vistió con un bóxer pequeño y un camisa de manga larga solo quedado debajo del bóxer dando un aire de que no trae nada debajo, se calzó unas sandalias y salió rumbo al cuarto templo.
Mientras pasaba por los templos de sus compañeros, solo recibía miradas sorprendidas las cuales ignoro iba tan sumido en lo que haría pasar al cangrejo que cuando volvió a la tierra ya se encontraba en la entrada trasera del templo de cáncer.
Para su buena suerte, el cangrejo estaba un poco “alegre”, estaba tumbado en su sillón viendo la televisión con una botella de tequila, riendo a carcajadas con el programa de comedia que estaba sintonizado en el televisor.
Dita se acerco al sillón por detrás hablándole al oído al cangrejo que se espanto, no lo había escuchado llegar. –Por qué tan feliz?-.
-AH!?- grito DM -Que demonios haces aquí?- mientras se recuperaba del susto –Sera que vienes por un vaso de leche caliente?-sonriéndole con sorna mientras hacía a un lado la botella y se sentaba correctamente.
-Sabes?- mientras le sonreía seductoramente –Desde que irrumpiste en mi templo, y no eh podido, amm tu sabes- mirándolo fijamente sin quitar su sonrisa.
-Y luego?- preguntó alzando una ceja el peli azul.
-Necesito un poquito de atención, y no es justo que solo tú estés disfrutando- mientras se ponía detrás del caballero y le masajeaba los hombros, este se estremeció, cerró los ojos por un momento para después abrirlos de golpe y fruncir su ceño y se alejo como si quemara el contacto.
-déjame florecita- decía dándole un manotazo, -por qué no bajas un templo mas y te revuelcas con el gemelo, eh?- decía con sorna.
-ne, estas celoso?- mientras daba la vuelta al sillón para quedar frente al caballero de cáncer, que hasta ese momento se da cuenta cómo va vestido su compañero.
-Celos yo? De ti mariquita?, jamás!- decía alzando una ceja con su sonrisa retorcida.
-bueno, en ese caso yo, me voy, adiós- diciendo esto dirigiéndose hacia el 3er templo, pero una mano lo detuvo,- a donde crees que vas? Eh?- pregunto molesto el cangrejo.
-No me lo dijiste tu!, voy a buscar amor con uno de los gemelos- mientras acomodaba su cabello detrás de su oreja.
-no sin antes cumplir con nuestro acuerdo- mientras se volvía al sillón y desabrochaba su pantalón, jalando a Dita encima del mueble para dejarlo cerca de su virilidad.
Dita sonrió en el fondo, que fácil seria hacerlo sucumbir ante un “hombre”, y se lo restregaría en la cara cada vez que osara llamarlo “señorita” nuevamente.