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Siente el amor por NyanNyan

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Notas del fanfic:

* Los personajes (Francis y Arthur) utilizados en los OneShots y Drabbles de esta colección NO son míos, le pertenecen a Hidekazu Himaruya.

* NINGÚN ONESHOT NI DRABBLE ESTÁ RELACIONADO CON OTRO. TODOS SON HISTORIAS DIFERENTES.

* Quizá me tarde en actualizar esto, debido a que 100 OneShots/Drabbles pues... Son muchitos, ¿no? xD

* Esto es un regalo para sabakuno halliwell, espero que sea de su agrado.

Colección: Siente el amor
Número de fanfic: 001
Serie: Hetalia: Axis Powers
Pareja: FrUk -Francia x Inglaterra- (Francis Bonnefoy x Arthur Kirkland)

Título: Tu comida tóxica

 

Cierto chico de origen inglés, con ojos verdes como esmeraldas y cabello rubio desordenado llamado Arthur Kirkland, estaba en la cocina, mezclando medio millón de ingredientes extraños en una olla con agua hirviendo. La cocina no era lo suyo, definitivamente… Suspiró mientras seguía leyendo las instrucciones de cómo preparar sopa en un libro de recetas sencillas… Sí, sencillas para todos, menos para el pobre rubio. ¡Cocinar sí que era complicado!

 

Tenía que esforzarse, después de todo, estaba cocinando para su querido novio Francis, ¡por primera vez! Y aunque el francés era mucho mejor cocinero que él, tenía que intentarlo… Vamos, ¿qué tan mala podría ser su comida?

- Dios… Qué dolor de cabeza… – se quejó el ojiverde, dejando salir un suspiro más, pero revolviendo muy bien absolutamente todo lo que había puesto en la olla.

Después de un rato, la cena quedó lista. ¡Y justo a tiempo! Aunque el inglés no había quedado conforme con su trabajo, no tuvo tiempo para cambiar nada… Se escuchó la puerta del lugar abrirse, dejando pasar a otro chico rubio, pero de hermosísimos ojos azules, portando no más que una combinación perfecta entre belleza y elegancia, como buena persona de origen francés. ¿Su nombre? Francis Bonnefoy, el novio de Arthur Kirkland.

- Ya estoy en casa. – anunció, finalizando su saludo con una risita simpática y sensual a la vez.

 

- Bienvenido. – fue todo lo que respondió Arthur.

 

- Gracias.

De repente, detectó un curioso olor que invadía todo el lugar. Olía… Mal, muy mal. Oh, no. ¿Acaso Arthur había intentado cocinar? Le había dicho ya millones de veces que se mantuviera lo más alejado posible de la cocina.

- Y-yo… Intenté cocinar hoy para ti. – admitió el inglés. – Sé que no soy muy bueno pero, me gustaría que probaras lo que hice… P-por favor.

Un leve sonrojo apareció en las mejillas del inglés, haciéndolo ver muy… Irresistible y adorable, según la mente de Francis.

Ah, bueno, le daría el gusto a su novio. ¿Y por qué no? Además, le resultaba prácticamente imposible negarse a esa carita tan linda que su chico de ojos verdes había puesto momentos atrás. Simplemente sonrió con simpatía y aceptó probar la cena de Arthur, no sin antes darle las gracias una vez más por el gesto tan amable.

El inglés se apresuró a colocar todo en la mesa, después le sirvió la cena a Francis en un plato y se sentó, ansioso por ver cuál sería la reacción de su novio y qué pensaría de su platillo… Claro, sin demostrarlo.

El solo aspecto de aquella “sopa” era horrible, tenía que admitirlo. Pero, sólo lo hizo mentalmente, ya que no quería lastimar los sentimientos de su querido rubio que con tanto amor le había preparado la cena.

Se sentó, juntando toda la valentía que existía dentro de él, y tomó la cuchara para probar aquel extrañísimo platillo hecho por el inglés. El sabor fue desagradable, igual que el olor y el aspecto, pero no dijo nada. Tenía que resistir… Vamos, era por su novio Inglaterra, claro que podía fingir un poco y no hacerlo sentir mal.

 

- ¿Y bien? – preguntó Arthur. – ¿Qué te pareció, Francis?

- E-eh… E-está… – tosió un poco. – Está muy rico. G-gracias, Arthur.

- ¿¡Lo dices en serio!? – preguntó sorprendido y a la vez emocionado, no podía creer que semejante sopa le hubiera gustado a su novio, pero por supuesto que eso lo alegraba, ya que él se había hecho pasar por “chef” esa noche.

- Sí, c-claro que sí.

Con una sonrisa falsa y un estómago lastimado, Francis se puso su pijama y se fue a dormir.

A la mañana siguiente, el pobre de Francis despertó con un dolor de estómago terrible, no quería ni levantarse de la cama. Y hablando honestamente, no podía, así de grande era el dolor.

- ¿Estás bien? – cuestionó el inglés.

- S-sí. – alcanzó a responderle, con su voz adolorida. – Perfectamente.

Arthur pasó todo el día cuidando de su novio, pues éste aún no se había conseguido levantar después de un buen rato. Y lo mismo sucedió al día siguiente, aunque para entonces, el rubio francés ya podía moverse un poco más.


- E-estoy… Estoy preocupado por ti. – confesó con algo de dificultad el inglés, su extraña actitud siempre había sido así hacia todos. – Desde ayer que te duele mucho el estómago, ¿no crees que deberías visitar a un médico?

La idea no era mala, cualquiera estaría de acuerdo con que un buen médico podía solucionar el problema del enfermo rubio en cuestión de unos minutos. Aunque a Francis no le gustaban las pastillas, las inyecciones, ni ningún tipo de medicina, sabía que ésta sería necesaria si quería quitarse de encima ese fuertísimo dolor en su estómago.

 

- Está bien. – dijo Francis sencillamente. – Visitaré a un médico.

- Te acompaño, ¿te parece?

Esa misma tarde, ambos chicos rubios se dirigían con el mejor médico disponible. Era un sujeto alto, de cabello grisáceo y muy confiable, ya llevaba bastante tiempo en el mundo de la medicina, trabajando duro para que cada día, ésta fuera mucho mejor y pudiera ayudar a los demás.

El médico revisó gustosamente al francés, quien preocupado por la presencia de su novio, le rogó a todos los cielos que su dolor no fuera culpa de la comida inglesa… Claro, él ya sabía que era muy probable que esa fuera la razón de su enfermedad, pero aún tenía una pequeñísima esperanza porque quería demasiado (y a su manera) al inglés.

- Hmm…

- ¿Sucede algo malo, doctor? – se atrevió a preguntar primero Arhtur.

- Pues… Resulta que Francis está intoxicado, muy intoxicado… Lo bueno es que ya se le pasó lo peor.

- ¿¡Q-qué!? – Arthur de inmediato se preocupó más. – ¿¡Cómo que está intoxicado!?

- Sí, seguramente algo que comió no le cayó bien. – volteó a ver al francés seriamente. – Dígame, señor Francis, ¿comió algo echado a peder últimamente?

- Hmm…

El inglés reaccionó al instante, sintiéndose mal. Su novio se había enfermado, se había intoxicado y todo era su culpa… Bien, ya había comprendido, jamás se volvería a acercar a la cocina. Nunca más. 

- Ah… Entonces… Fue mi comida… – susurró Arthur mientras jugaba con su dedo índice, haciendo círculos pequeñitos e imaginarios en el suelo con la ayuda de éste.

- Arthur… No te sientas tan mal… ¿Q-quieres? – trató de animarlo el francés, sin éxito alguno, con una gota de sudor enorme cayendo por su frente.

Fin.


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