Los bonitos ojos se cierran en cuanto el dueño de preciosas gemas es empujado sin contemplación alguna dentro de aquel cuarto oscuro en desuso por el que pasa todas las noches al dirigirse a su habitación en aquel internado.
Escucha claramente como el seguro de la puerta del salón abandonado es colocado para seguido ser acorralado por un cuerpo más alto que el suyo contra una de las paredes.
—Creíste que escaparías de mí —le es murmurado al oído y su cuerpo se estremece ante el contacto tibio de aquel aliento.
—Por favor hoy no —suplica, pero sabe bien que de nada sirve hacerlo porque como otras tantas noches será ignorado y tomado a la fuerza por el más alto, a menos que comience a ceder ante los besos y caricias que son repartidos a su cuerpo, como últimamente —e interiormente gustoso—termina haciendo.
—No tardaré será rápido, cariño —murmura, esta vez contra la piel de su cuello el cual ya para esos momento es llenado de besos hambrientos.
Su torso no tarda en ser despojado de la camisa blanca del uniforme, ante la rapidez y fuerza con que es quitada del medio, los botones de la pobre prenda terminan saltando fuera de ella y hacia cualquier lugar del salón. Ahora tendrá que comprar una nueva camisa, piensa. Suelta un suspiro que se ve convertido en un gemido al instante de sentir los finos labios del hombre frente a él sobre sus sensibles pezones.
Tiene la imperiosa necesidad de mover las manos de la pared donde se encuentra recargado y llevarlas hasta las hebras castañas del menor -porque quien lo mantiene allí preso, está dos cursos debajo de él- y enredar los dedos en ellas. Pero no lo hace, porque no quiere demostrar que disfruta lo que le hace el menor.
El botón de su pantalón es desabrochado y no hay necesidad de bajar la cremallera del mismo porque en cuanto el botón es sacado del ojal, lo demás cede dócilmente. En menos de cinco minutos se encuentra totalmente desnudo y a merced de su dongsaeng, que a pesar de la oscuridad parece comérselo con la mirada.
Suspira en cuanto es tomado de la cintura y apegado al cuerpo del menor. Sus manos está vez se acomodan sobre los brazos del otro y pronto su boca es invadida por la voraz de él.
El beso termina y siente su respiración demasiado agitada y pesada; un segundo más en aquel beso y cree que habría muerto por asfixia. Suelta un nuevo gemido en cuanto su trasero es cruelmente estrujado por las manos del más alto y su entrada tanteada por uno de los dedos que alcanzó a colarse entre sus glúteos.
Su miembro para entonces duele y mucho, por lo erecto, duro y sensible que se encuentra.
—Date la vuelta hyung. —No es una petición, sino una orden malditamente sensual y excitante. Pero ante la embriagues de sus sentidos no hace caso, no entiende por ello no la ejecuta.
Su cuerpo es girado con tal ligereza y rapidez que se piensa como un muñeco de trapo.
De cara a la pared y con el rostro sobre sus brazos no puede ver al menor desabrocharse los pantalones y bajarlos juntos a la ropa interior, sólo lo suficiente para que su sexo tenga total libertad y pueda arremeter contra el cálido interior del mayor. Tampoco puede ver el estado en que se encuentra la hombría del otro, sin embargo no pasa mucho tiempo para sentirlo restregarla entre sus glúteos y caderas. No obstante, no se sorprende porque sabe bien cómo debe estar. Igual el respingo que da es por lo inusitado de la acción.
—Estoy muy excitado hyung, y tú eres el único culpable de ello, debes aliviarme ahora... —le es sensualmente musitado al oído en cuanto sin preparación alguna su interior es invadido por la virilidad despierta del menor.
Gime fuertemente ante las aceleradas y dolorosas estocadas, no obstante, el placer va apoderándose de su ser y no tarda en seguir el ritmo de aquellas embestidas con una danza erótica de sus caderas, escucha al menor gemir roncamente contra su oído al tiempo que muerde el lóbulo de su oreja, las manos del más alto van a parar a su hombría comenzando a masturbarlo.
Pronto una ola de placer nubla su vista y sentidos de tal manera que termina eyaculando sin poder evitarlo entre las manos que atendían su excitación. Siente su cuerpo sin fuerzas y a punto de ceder al piso al flaquearles las piernas, pero el menor lo toma de la cintura fuertemente sin parar de embestir su interior hasta que termina derramando su semilla caliente dentro de él. Y no puede evitar sentirse lleno, pleno, completo.
Minutos después se encuentra colocándose la ropa mientras el menor ya está quitando el seguro de la puerta, levanta la mirada en cuanto lo escucha hablarle.
—Nos vemos mañana hyung y no intentes escapar está vez, no podrás —le dice antes de desaparecer por la puerta del salón, y no puede más que suspirar porque comprende que es imposible escapar ya de él... de Shim ChangMin.
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