ENTRE EL DÍA Y LA NOCHE
Me encontraba esperando a mi onii-san en la entrada de mi instituto; situado en algún rincón que no pude observar claramente del todo.
Mi cuerpo ya no me respondía como minutos antes; la noche había caído rápidamente sobre mi nuevo barrio, “Konoha”, desde hacía tres semanas. Los focos de luz daban al lugar aquella iluminación tenue que poseían a las solitarias calles.
Suspiré hastiado.
¿Acaso pensaba abandonarme allí, en medio de la noche? Y es que el dejar a tu hermano menor desde las seis de la tarde hasta las nueve de la noche frente a su escuela no era precisamente el demostrar a la sociedad que eras el gran Itachi Uchiha, quien todo lo podía.
Se me escapó otro suspiro. Pero repentinamente mis ojos se clavaron en una llamativa cabellera negra. Supuse que por el horario ya tardío se trataba de Itachi intentando hacer una de sus acostumbradas y fastidiosas bromas, más me equivoqué… o al menos eso creí.
Opté por acercarme a aquella persona que causó en mí algo de curiosidad.
Sin esperármelo, un fuerte viento rozó mi nuca cuando comencé a caminar. Una corriente eléctrica hizo vibrar todo mi cuerpo.
Escalofríos.
No le tomé mucha importancia a ese tema y nuevamente retomé mi caminata hacia el inerte individuo. El escaso movimiento en su cuerpo comenzaba a impacientarme y, por qué no, a alterarme también.
A cualquier otra persona en mi lugar le hubiese provocado miedo… terror, era la palabra.
Esta persona estaba sentada en el suelo; cercano a unos columpios, ya que mi escuela quedaba frente a un pequeño parque, al mismo tiempo que jugaba con sus dedos de manera torpe, llorando y cantando tristemente (aquel tono de voz… era tan dulce).
Tú pensarás, ¿cantar y llorar a la vez? Imposible. Improbable. Más si la niña a la que observas tiene el parecido de una persona que tú conoces.
En mi caso, era mi hermano.
Al terminar de aproximarme y quedar a una distancia considerable de las hamacas, comprobé que no se trataba precisamente de una niña, sino de un joven de cabellos rubios el que cantaba con aquella voz tan melodiosa; el cual al darse media vuelta luego de constatar que una presencia lo contemplaba, me regaló una gran sonrisa tétrica.
No me sobresaltó el hecho de ver esa resplandeciente sonrisa en su rostro (o el que sus mejillas poseyeran tres marcas en cada una), lo que había hecho aquello fue el ver que sus ojos tenían un claro y vistoso color carmín destellante en ellos, dándole un aspecto por demás demoniaco (¿o angelical, tal vez? No sabría decirlo).
Hasta el día de hoy comprendo, que no debí acercarme a él y preguntarle si se sentía bien.
Aún me cuesta creer que, luego de ese suceso, ese ser me haya tomado bruscamente del cuello y llevado hacia alguna parte o lugar…
Perdí el conocimiento después de eso, evidentemente.
A la mañana siguiente me encontraba en mi habitación, recostado en mi cama. Y la cabeza me punzaba de manera dolorosa.
Ya era de día.
No logré entenderlo… no entraba en mi cabeza por ninguna parte, por más que lo intentara no llegaba a una conclusión de ese...
¿Habría sido un sueño?
Muy real. Aquello había sido muy real.
Aún me pregunto… qué es… exactamente, qué es lo que hay…
…que es lo que hay entre el día y la noche? ¿Cuál es la diferencia?