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Noche En Las Vegas por Vampire White Du Schiffer

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Notas del capitulo:

Tengo la idea de que cada cap empiececon un divague de Mustang xD 


¡Buena lectura!

 

+Capítulo II, Una Mañana Alocada+

 

Volvemos al principio del relato. Maldita sea, ¿Por qué rayos hice todo este teatro? Me casé con Acero y ahora, tengo que… tengo que… ¿Despertarle?

Me matará.

Miro a mí alrededor, y me doy cuenta de que el maldito departamento está hecho un auténtico desastre. ¿Por qué escuché un rugido en el baño? (En realidad hay un león allí; Esto fue por una película que vi, no le presten tanta atención)

++++{3ra}++++

Le dolía el trasero. De verdad. Nunca se había sentido de esa manera. La luz tenue del sol traspasando las cortinas negras fue lo que le dijo: levántate, vil holgazán. Pero entonces, por ir recogiendo las piezas del rompecabezas “¿Qué coño pasó anoche?” se tuvo que percatar de varias cosas obvias: estar desnudo, junto a tu superior, con una resaca digna de toro-loco*

*Apodo conocido en mi región como borracho empedernido.

−Ay… -murmuró sin ganas, en realidad su dolor le colmaba la paciencia y el sentido común. Y hablando de ello, en un segundo se levantó hecho una furia espectral y teniendo a Mustang en el suelo, poniéndole el pie sobre la cabeza –, bien, coronel de mierda, ¿quieres explicarte? –preguntaba mientras ponía su diestra sobre la parte de la espalda baja que lograba alcanzar. Sus cabellos estaban sueltos, y su cuerpo totalmente desnudo. Cuando reaccionó, acero pateó estúpidamente al moreno y se cubrió con la sábana que aún permanecía húmeda por segregaciones que Ed tuvo que cavilar como suyas y del idiota que permanecía en el suelo sobándose las zonas dañadas y mirándole de reojo.

El rubio temblaba, apenas sí podía mantenerse en pie. Ah, su dolor era espantoso. No bastaba la resaca, ah no, tenía que dolerle una parte muy noble.

−Fuimos a ese tonto bar… -comenzó a hablar Edward viendo que Mustang amaba el mutismo. El moreno estaba con el pants de anoche, al menos él se había logrado poner algo sobre su musculoso cuerpo –, y luego… -incluso el rubio se sorprendió, de allí en adelante no recordaba nada.

Y, alguna vez “alguien” debió agradecer al diablo que Dios no existiese, pues como si una mágica hechicera hubiera escuchado el lamento del olvido, el televisor de pantalla plana comenzaba a tintinear con imágenes y voces que ambos reconocieron al instante.

Con extrema torpeza, ambos llegaron a la sala. El televisor estaba colgándose en la pared, normal para muchos, el punto mucho antes que estar en posición correcta, parecía que iba a caerse en cualquier momento de vulgar soplido de lobo.

−Y tú Edward Elric, aceptas como tu legítimo esposo a Roy Mustang, para… -maldito cacharro del infierno, masculló el moreno que se recargaba en el respaldo del sillón de cuero negro. La cinta estaba lista para ser reproducida en cuanto se escuchara actividad en la habitación. Edward había adquirido un tic en el ojo, sostenía la sábana en su cintura y una vena en la sien, a causa del enojo, comenzaba a palpitarle con demencia.

−Escucha, acero –recargaba su frente en su antebrazo mientras miraba a la nada –, anoche me aproveché de tu borrachera, en un principio esperaba abandonarte en aquel bar…

−¡¡¡¿Por qué carajos no lo hiciste?!!! –al fin empezaba la discusión -¡Nos hubiera ahorrado este dilema! ¡¿No te parece?! –empezaba a lanzarle una sarta de objetos que tenía a la mano. Incluyendo al televisor. El moreno se levantaba y esquivaba sin problemas. Respiraba hondo, alguien debía guardar la cordura. Mustang también tenía un orgullo que ostentar y que recuperar, aunque la cosa fuese claramente imposible.

−No sabes lo que dices –le miró con cierto enojo. Edward explotó. Juntó sus manos y se escuchó el aplauso. La luz azul le rodeó y estuvo a punto de tocar el piso para transmutar algo, pero Mustang llegó, de un hábil movimiento, y lo colocó en el suelo alfombrado.

−¡Qui-Quítate! ¡Estúpido violador!

−Eso no gritabas anoche –le apresaba las muñecas con una sola mano y le miraba con una seriedad bestial. Acero sintió algo punzarle el pecho. El color subió rápidamente a sus mejillas, formándole un sonrojo tierno y obviamente culpable.

−¡Importa un bledo lo que haya dicho yo anoche! ¡No estaba sobrio! –y su mente de nuevo era bombardeada por las intermitentes imágenes de él y Mustang en una capilla de colores pastel, frente a un supuesto reverendo que tenía una argolla en la nariz. Y la loca idea le bañó con agua fría –, es cierto, esta cosa no tiene validez alguna –se detenía a pensar, Mustang se golpeaba la cabeza en signo de agotamiento -¿Qu-Qué?

−Tal vez no lo tenga –respondió después de unos segundos –, pero….

−¿Pero…? –le incitó a continuar. El moreno intentó fingir demencia, pero Ed le apresó las mejillas con su mano y las apretó de tal manera que la cara del Coronel quedó deformada en algo que no era nada lindo –, ¿hay algo más por lo que deba preocuparme, coronel-violador? –le preguntaba con una sonrisa llena de sadismo. Incluso el aura negra se veía tras su rubia cabellera.

−Tal vez estés preñado –dijo encogiéndose de hombros.

Un leve conteo mental.

3

¿Yo?

2

¿Embarazado?

1

¡¿EH?!

El grito fue tan fuerte que el edificio completo empezó a tambalearse.

−¡¡Es sólo una posibilidad!! –se cubría los oídos. Casi sentía los tímpanos reventar.

−¡En primer lugar….! ¡Ah! ¡Olvídalo! –casi deseaba arrancarse la cabeza por la pura frustración -¡Quiero matarte y cortarte en cachitos tan minúsculos que ni siquiera los buitres te podrían tocar! –amenazaba a todo pulmón. Pero por el constante forcejeo, se había doblado y por ende, dolido el cuerpo entero.

−Antes de eso, quiero irme con la conciencia tranquila –le respondía cansado del asunto. Pero no estaba cansado anoche, pensó Edward, rechinando los dientes y apretando sus manos en puños deseosos de apalear al moreno.

−¿Qué quieres?

−Que te hagas una tonta prueba de embarazo –y ambos idiotamente se creyeron a salvo cuando vieron que el resultado daba: negativo. Respiraron con un poco más de tranquilidad, ahora debían aclarar los demás asuntos.

−Sólo te diste un acostón conmigo y ya, así dejémoslo –acero estaba tremendamente avergonzado de aquel estúpido asunto, había tenido que ir al baño y esperar por dos enormes minutos, jamás le había prestado atención a cuán largos podrían ser, a que reaccionara el dichoso dispositivo. Se había sentido tan tonto haciendo esa ridiculez. Ese día su mente estaba muy ocurrente, había recordado una conversación con su amiga de la infancia que más o menos cantaba así:

Ay, Edward eres tan idiota, perdón, tan delicado y de caderas tan anchas que podrías ser madre antes que yo –al rubio le recorrió un calofrío tremendo al recordar eso.

−Prrr hace frío –se intentó excusar el alquimista mirando lejos de su coronel. Mustang se levantaba y le daba la espalda al rubio.

−Pon atención, sí quieres, responderé por el daño moral, me casaré contigo por haberte quitado la virginidad –el rubio perdía el suelo, de nuevo, hundiéndose en un rincón oscuro donde miles de flechas con la palabra “virgen” estaba impresa en ellas.

¡Eres un idiota!

−Un idiota que bien podría responder –le miró de perfil. El alquimista de acero se comprimió en su lugar y mascullaba varias cosas. A Roy le pareció tierno el sonrojo y el puchero del menor.

−No es como sí estuviese embarazado –dijo la palabra con cuidado –, así que no necesito de portar tu absurdo apellido, señor coronel –le respondía, normalmente, enojado –, por mi puedes quedarte con tu reputación no tengo pensado ir por toda central divulgándolo –ajá, entonces sí todo iría tan bien ¿Por qué ambos no se sintieron conformes?

“Tranquilos” dijo una vocecita llamada conciencia.

“Todavía falta”

++++{Trece días después}++++

Edward de Mustang, perdonen, Edward Elric estaba dando vueltas en su habitación. Casi llegaba a la puerta y se detenía por un palmo. Y una prueba de embarazo estaba cómodamente colocada en la mesita de noche. El rubio tenía ojeras por no haber pegado el ojo en toda la noche. Oh, no, de nuevo ese estúpido vomito. Corrió al baño y se desahogó como mejor pudo.

Resultado: Positivo.

Un pequeño bebé Mustang Jr. Venía en camino.

¿Mustang se enterará?

¿O es que acaso la maleta de Edward representa una partida mucho más duradera?

Notas finales:

Sé que lo correcto es el guión largo, pero con mi "word"  no puedo ;_;


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