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Bite of love por Lunort

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Notas del fanfic:

Hay muchos idols en "Bite of Love". Si tienen alguna duda de quién es quien preguntenme, estaré feliz de contestar todas las dudas que puedan surgir.

Notas del capitulo:

¡Sunny baby, Cnbluesarang hyung! Espero les guste. 

Para estar muerto, me sentía sorprendentemente bien. Me imaginé que debía de haber fallecido, pues en cuanto abrí los ojos me di cuenta de que alguien me estaba enterrando en aquel frío suelo. Tan sólo estaba a pocos centímetros de profundidad, pero las continuas paladas de tierra que caían sobre mi pecho estaban formando un montículo que crecía por momentos.


El aire olía a musgo y a gusanos..., y a colonia cara.


¿A colonia cara?

Estiré el cuello para echar un vistazo a mí alrededor. A menos de metro y medio de distancia había una lápida tallada con muchos adornos. Parpadeé. A pesar de la oscuridad, estaba seguro de que no era mi nombre el que estaba grabado en la piedra. El siguiente monte de tierra me dio de lleno en la cara.


-¡Oye! -logré decir antes de ponerme a toser.


Saqué la mano derecha de aquel pesado montículo para limpiarme el rostro.


-Ah, estás despierto -dijo un hombre a mi izquierda; lo noté sorprendido.


-¿Qué demonios pasa?-

-Que estás despierto y te has puesto a hacer preguntas- parecía consternado- me lo
temía...-

Algo afilado y metálico golpeó el suelo detrás de mi cabeza. Sonó como una pala. Entonces el tipo que me había hablado se agachó y acercó su cara pálida y delgada.


-Hola -dijo.


Era YoungSaeng, mi cita a ciegas de aquella noche, aunque ya había reconocido su voz. Y su colonia. Tan lastimera y nasal, daba la impresión de pertenecer a una persona necesitada. Me refiero a su voz, por supuesto, no a la colonia. Cuanto más se alargaba la velada, más convencido estaba que la voz lo delataba.


-¡¿Hola?!- empecé a retorcerme - sácame de aquí, chalado, antes de que llame a la poli- frunció el entrecejo.


-Pero la tierra es una parte importante del proceso de curación-

-¿Del proceso de curación? Yo sí que te voy a dar un proceso de curación cuando salga de aquí-

-Perdona- Young empezó a quitarme aquel montículo de encima y yo me esforcé en librarme de toda aquella tierra suelta. Me tendió una mano para ayudarme a ponerme de pie, pero la ignoré y conseguí levantarme solo.


Intenté sacudir la tierra de mi traje levitón, que además de nuevo era carísimo, y traté de no dejarme llevar por el pánico. Mi saco color burdeos, se podría limpiar fácilmente, pero enseguida supe que el pantalón ya no tenía arreglo. De todos modos, creo que no tenía la menor duda de que en aquel momento ése era el menor de mis problemas.


Sin duda aquel tipo era un psicótico.


Eché un vistazo a mí alrededor. Tal como había deducido gracias a la reveladora pista de la lápida, estábamos en medio de un cementerio. Mi cita a ciegas acababa de intentar enterrarme en un cementerio. Lleno de cadáveres. Y de bichos. Me estremecí y luego lo vi de pie a mi lado, esperando pacientemente.


-Bueno, muchas gracias por la cita- intenté que mi voz pareciera lo más tranquila posible, transmitir calma, serenidad, y no perder los papeles... todavía -supongo que será mejor que me vaya a casa ahora-

-¿Qué recuerdas exactamente?- forcé una sonrisa.


-Que lo pasé muy bien. Y tengo que dar las gracias a Changmin por planearlo. Sí, te aseguro que no se enterará de cómo ha acabado la noche. Te lo prometo. Bueno, ha sido genial quedar contigo- me dispuse a marcharme, pero él me agarró del brazo y estiró de mí para que lo mirara a la cara.


-¿Qué es lo último que recuerdas? -preguntó Young, ahora de un modo más violento -es importante-


Tragué saliva.


-Tuvimos una cena agradable y luego salimos a pasear...- eché un vistazo a mí alrededor -pero no por aquí. Fuimos al río y pasamos por el puente, por el viaducto Min. Estábamos mirando el río y hummm... me dijiste algo...-

-Lo guapo que eres -murmuró él mientras pasaba una mano por la manga de mi saco.


Apreté los dientes y sacudí el brazo para quitármelo de encima. ¿Por qué no me había apuntado a aquel curso de defensa personal al que Changmin siempre quería que lo acompañara? Fruncí el entrecejo al pensarlo. Changmin... se moría por meterme en todo esto.

-Bien- intenté convertir mi mueca en una sonrisa agradable -me dijiste que era hermoso o lo que sea. Y luego...- hice un esfuerzo por acordarme, pero todo estaba un poco confuso.

-Te ofrecí la eternidad-

Ajá, esa parte sí que la recordaba. Fue cuando decidí que la cita se había acabado oficialmente. Y a continuación...

Abrí los ojos como platos mientras lo miraba -luego me mordiste, bicho raro-

YoungSaeng parecía muy arrepentido -se curará pronto. Te lo prometo-

Me toqué el cuello y al apartar la mano vi, aterrado, la sangre que la cubría.

-¿Me mordiste en el cuello? ¿De qué vas, de imitador de vampiro?-

Recogí mi chaqueta, que estaba a mis pies, cubierto de tierra. Siempre llevaba un bote de gas pimienta para protegerme... o al menos solía llevarlo. ¿Todavía lo tenía? ¿Esos chismes tenían fecha de caducidad? No importaba. Si era necesario, lo usaría para atizar un golpe en la cabeza a Young.

-Yo no voy de nada- hasta tuvo el descaro de hacerse el ofendido -soy un vampiro de verdad-

“Un psicópata- pensé -eso eres, un psicópata total”.

-Mira- dije con vacilación -ya te has divertido suficiente. A mí no me van las escenitas o lo que sea esto. De todos modos, el mordisco no parece muy grave; al menos, eso creo. Así que vamos a hacer como que no ha pasado nada ¿de acuerdo?-

-Desde que te vi el mes pasado en el puesto de hotdogs que hay fuera de tu oficina, supe que tenías que ser mío, MinHyuk-

Sonrió con nostalgia.

Ahora que lo miraba con más atención, debía reconocer que tenía los dientes un poco puntiagudos, pero seguramente era un efecto de la luz de la luna. De todos modos, como mínimo era desconcertante. También era desconcertante el hecho de que alguien me observara en secreto mientras yo tomaba mi ración casi diaria de salchicha italiana. Espeluznante.

-Debías tenerme, ¿eh?- me quedé mirándolo fijamente durante un momento -¿Y no podías hacer lo que hace todo el mundo, intentar emborracharme?- por lo general, cuando bromeo me siento mejor, y en aquel instante era lo único que podía hacer para evitar que me temblara la voz.

-Me llevó una eternidad ganarme a tu amigo para que planeara esta cita, pero mereció la pena esperar. Ahora eres mío. Estaremos juntos para siempre-

Sin pronunciar palabra me di la vuelta y comencé a alejarme de él con paso ligero... pero todavía tranquilo. Aún controlaba la situación.

Young me llamó a gritos un par de veces, luego echó a correr y me alcanzó en un par de zancadas. Me agarró por el codo y me obligó a girarme para que lo mirara.

-Es de mala educación marcharse cuando alguien te está ofreciendo la eternidad-

No me gustaba nada el modo en que me miraba. Ni lo más mínimo. Además, ya no sonaba ni necesitado ni desesperado. Tiré el brazo hacia atrás para soltarme.

-Quédatela. Yo no la quiero-

YoungSeung volvió a agarrarme. A pesar de su aspecto escuálido, tenía mucha fuerza.

-Suéltame...- comencé a decir, pero entonces me cruzó la cara con el dorso de su mano.

Delante de mí estallaron infinidad de destellos multicolores, y se me movieron ligeramente los dientes en sus cavidades cuando el impacto me hizo caer al suelo.

-Es demasiado tarde para echarse atrás, maricón- con aquel gruñido Young me mostró toda la longitud de sus colmillos afilados -el mordisco de tu cuello te hace mío. Y no hay vuelta atrás-

Entonces pareció recobrar el juicio. Su cara se relajó y frunció el entrecejo mientras avanzaba hacia mí. Retrocedí para escapar de él, con los ojos muy abiertos y apretándome con una mano la mejilla que me escocía.

-Ay, Dios, lo siento muchísimo- farfulló él mientras se acercaba a mí -no quería hacerlo. ¿En qué demonios estaba pensando?

Agarré con la otra mano el bote de gas pimienta que guardaba en el bolsillo de mi chaqueta. Todavía tenía la visión borrosa, pero logré sacar el bote y rociarle con él los ojos un buen rato. Yong bramó de dolor y se llevó las manos a la cara.

Me di la vuelta e hice lo que habría hecho cualquier persona que se precie con el cuello herido al encontrarse en un cementerio, pasada la medianoche, con un loco que se cree un vampiro.

Correr como alma que lleva el diablo.

Estaba loco. Sí. Sin duda era bipolar, y seguro que necesitaba algún tipo de terapia seria. Probablemente se ha vuelto un pirado por algo que le había ocurrido en la infancia. Yo había estudiado Psicología durante el año que cursé en la Universidad de Korea antes de abandonar los estudios. YongSeung era un chiflado. Diagnóstico de un profesional. Aquel chico necesitaba ayuda urgentemente.

Como yo en aquel preciso instante. Me puse a correr por el cementerio. Aquel enorme cementerio... ¿Dónde demonios estaba la carretera?

Por fin vi la entrada de piedra delante de mí. No muy lejos, oí a Yong gritándome que fuera más despacio. Sí, como si fuera a hacerle caso. Ni de broma.

La correa de mi zapato derecho de piel eligió aquel momento para romperse, ¿cómo rayos se había roto? ahora no podía andar bien la carrera, cojeaba. Había gastado en ellos la mayor parte de mi sueldo del último mes, por lo que fue decepcionante, y me quedo corto, que no aguantaran un mínimo esfuerzo. Me caí redondo al suelo, pero me puse enseguida en pie como un tentetieso. La adrenalina que recorría mis venas era de gran ayuda, pero estaba mareado. Por lo visto, la pérdida de sangre a causa del mordisco en el cuello me estaba afectando. Quizá era más grave de lo que yo había pensado en un principio.

Me quité el zapato como pude, me di la vuelta y se la lancé a mi perseguidor.

-¡Ay! -gritó Yong cuando el proyectil alcanzó su objetivo.

Ya que me era imposible correr con un pie descalzo, tiré el otro par en la misma dirección, como si fuera un lujoso misil de piel italiana. Esta vez no di en el blanco, así que solté unos cuantos improperios.

-¡Venga!- dijo YongSeung a voz en grito -¡MinHyuk, cariño, podemos arreglarlo!-

Atravesé la entrada del cementerio y fui directo hacia algo firme y duro como una roca.

Levanté la vista. Era alto, musculoso y tenía los ojos oscuros. Una farola le iluminaba desde arriba como un faro del cielo.

-Tranquilo, joven- dijo aquel desconocido pétreo -vaya más despacio-

Yo respiraba con dificultad después de la carrera.

-¡Ay, gracias a Dios! Tiene que ayudarme-

La mirada de aquel hombre se deslizó de la herida de mi cuello a mi cita infernal, que estaba a punto de alcanzamos.

-No te preocupes por nada-dijo el hombre, y sonrió.

Los dientes se le veían de un blanco resplandeciente bajo la luz de la luna.

Dos tipos más salieron de entre las sombras. Uno era tan delgado como un palo y tenía el pelo rubio y greñudo. El otro era grande y fornido, y tenía tantos tatuajes que le asomaban por el cuello, más allá de su chaqueta y su camiseta oscura. No me di cuenta de que había alguien más hasta que se movieron.

Eh, cuantos más, mejor.

El hombre de los dientes brillantes me apartó con cuidado.

-Tú espera aquí. Nos ocuparemos de ti en un minuto-

Asentí y cogí aire con fuerza. Guau, menuda suerte había tenido que aquellos hombres tan educados hubieran salido a pasear por el cementerio.

Pasada la medianoche.

Fruncí el ceño. ¿Qué demonios estaban haciendo allí? Me dije que quizá no fuera una casualidad, pero como me favorecía, me guardé las dudas.

Yong se detuvo delante de nosotros tras resbalar, parpadeó rápido y se restregó los ojos; sin duda le escocían por el gas pimienta que le había echado. Tenía una marca roja en la frente, que lo más seguro era que se la hubiera hecho yo con el zapato.

Me abracé para evitar ponerme a temblar. Iba vestido para una cita, no para salir a hacer footing por el cementerio a finales de noviembre. Si lo hubiera sabido, habría llevado al menos una bufanda o no habría dejado mi chaqueta en el suelo del cementerio, pero claro a las prisas ¿Quién se pone a pensar? También me encontraba mal por el miedo, por la pérdida de sangre... y probablemente por la fajita que había comido para cenar.

-¿Por qué has echado a correr?- Yong parecía confuso -no te iba a hacer daño-

-Vete al infierno- le dije. Se la iba a ganar por haberme agredido. Puede que incluso tuviera que solicitar una orden de alejamiento para aquel imbécil -Ah, no, espera un momento, si ya estamos en él, ¿verdad, psicópata?-

Puso los ojos en blanco.

-Vas a tener que superarlo si quieres dar alguna oportunidad a esta relación-

YongSeung se dio cuenta de que no estábamos solos.

-¡Oh!- fue todo lo que dijo cuándo aquellos hombres se acercaron a él -chicos, esto no es lo que parece...-

Lo fulminé con la mirada y luego traté de dedicar una sonrisa al señor Dientes Blancos.

Era muy guapo. Quizá la noche acabara mejor de lo que yo había sospechado.

-Oye, ¿me ayudan a encontrar un taxi? Me gustaría irme a casa... ya. Si se aseguran de que éste no se me vuelve a acercar les deberé una-

Dientes Blancos sonrió de oreja a oreja.

-Miren lo que tenemos aquí, chicos. Una pelea de novios vampiros-

-Él no es mi novio- solté, para que quedara claro.

-Yo no soy un vampiro- dijo YongSeung en voz baja.

-¡Qué curioso! Hace un minuto me ha dicho que era un vampiro. Por eso me ha mordido- me froté el cuello con delicadeza -está loco de remate-

-Sí. Loco- dijo Dientes Blancos antes de volverse hacia sus amigos -¿Cuántos han sido esta noche?-

-Ha sido una noche muy buena. Tal vez cinco... - respondió el greñudo -no, seis-

-Escuchen, chicos- Yong parecía muerto de miedo -Podemos llegar a algún acuerdo. Tengo dinero...-

Dientes Blancos dio un puñetazo en pleno estómago a YongSeung. Este se llevó las manos al vientre y cayó de rodillas, tosiendo y gimiendo de dolor.

-Oye- dije, mirándolos con el ceño fruncido -no creo que esto sea necesario. Sólo quiero que me ayuden a volver a casa. Nada más-

-Cállate- me espetó Dientes Blancos.

Yong se esforzó por ponerse de pie, pero recibió otro golpe, esta vez en la mandíbula. Aquél no era modo de tratar a un demente. Necesitaba ayuda adecuada, no violencia. Me acerqué a Dientes Blancos y lo agarré del brazo.

-Ya basta. No hay motivo para comportarse como un matón...- se me quedó mirando unos instantes y luego sonrió.

-Guapo, tienes que aprender cuál es el lugar que te corresponde-

Me empujó tan fuerte que me caí hacia atrás, y di un grito de dolor cuando se me torció el tobillo, no una simple torcedura; me había dolido hasta el culo.

Algo brilló en las manos de mis supuestos rescatadores cuando un rayo de luz de la luna incidió sobre ellos. Llevaban algo de metal. Cuchillos... don Greñudo sacó una navaja automática, y don Fornido un hacha pequeña. Advertí que también llevaban estacas afiladas en las presillas de sus cinturones.

Entonces Yong gritó. Dientes blancos estaba ahora tan cerca de él que parecía que bailaban un lento mientras daban una vuelta parcial. Dientes blancos retrocedió y vi el mango de un cuchillo, que sobresalía del vientre de YongSeung.

-Te dije que tenía dinero- dijo jadeando.

Dientes Blancos extendió la mano como si fuera un cirujano que esperara que le pasaran una pieza de su instrumental y sobre su palma apareció una estaca de madera.

Abrí la boca para decir algo, para detener todo aquello antes de que fuera demasiado tarde, pero el único sonido que me salió fue un gritito.

-Vampiro, esto es mucho más divertido que el dinero -dijo Dientes Blancos, y arqueó el brazo hacia arriba para después clavar el palo a Yong en el torso.

Me tapé la boca con una mano, horrorizado, y retrocedí a rastras con dificultad. Noté un pinchazo en el tobillo cuando fracasé en el intento de ponerme de pie. El corazón me latía a toda velocidad. Ahora eran los tres hombres los que se turnaban para matar a mi cita a cuchilladas, a hachazos y a navajazos. Estaban tan ocupados con Yong que, por lo visto, se habían olvidado de que yo estaba allí. Empezaba a pensar que aquello era algo bueno.

Al final, aunque vacilante, pude levantarme, pero me quedé paralizado al presenciar aquella escena de película de terror que se desarrollaba ante mí. Cambié de opinión. Ya no quería que me ayudaran. No. ¿Y qué había dicho aquel tipo, poco antes? ¿Que se ocuparían de mí en un minuto?

YongSeung ya no gritaba ni pedía que le perdonaran la vida. Había dejado de gemir. Y no se movía. De hecho, se estaba desintegrando ante mis ojos. Cuantas más cuchilladas asestaban a aquel cuerpo que yacía boca abajo, menos parecía quedar de él, hasta que al final los únicos restos de Yong fueron sus ropas en medio de una repugnante mancha oscura en la carretera.

Entonces Dientes Blancos se volvió hacia mí y yo di al mismo tiempo un doloroso paso hacia atrás. El cerebro me pedía a gritos que echara a correr y al final decidí que era la mejor idea que se me había ocurrido en toda la noche. Me di la vuelta, pero Greñudo se había movido en silencio para ponerse detrás de mí. Sonrió abiertamente cuando colocó de nuevo en su cinturón la estaca, que estaba ensangrentada, y luego me agarró por las muñecas y me atrajo a él. Traté de soltarme.

-¿Dónde crees que vas, vampiro?- el aliento le olía a huevos podridos.

Quería replicar, explicarle que yo no era un vampiro porque los vampiros no existen.

También le quería decir que se comprara un buen enjuague bucal. Pero no me salió la voz. Una lágrima caliente rodó por mi mejilla cuando miré a los otros dos hombres y cogí aire con gran dificultad. Tenía la extraña sensación de que aquellos tipos querían añadir más manchas de las que ya tenía a mi pobre levitón.

Ojala hubiera tenido otra zapato que lanzar.

-Mírenlo, está petrificado- dijo Dientes Blancos como si le hiciera gracia.

-Es nuevo- contestó Fornido -casi es cruel exterminarlo tan pronto. Nos podemos divertir con él. Mira qué rostro y cuerpo. ¿No podemos esperar hasta mañana?-

Dientes Blancos amplió su sonrisa -sí, quizá podamos esperar. ¿Tú qué dices, guapo? ¿Quieres ganar un poco de tiempo?-

-En tus sueños -logré mascullar.

Se rio.

-Sólo hay una respuesta posible, galán, y se hará lo que yo diga. Vienes aquí, ¿o qué?-

Me decanté por el “o qué”. El hombre que me había parecido tan atractivo cuando me topé con él por primera vez, mi héroe en potencia, ahora me parecía monstruoso.

Tenía la cara salpicada con la sangre de Yong.

Traté de escaparme de Greñudo, pero me cogía muy fuerte por las muñecas mientras me miraba con ojos libidinosos.

-Buen intento- dijo con una sonrisa burlona.

Me encogí de hombros y le di una buena patada en la entrepierna. Me soltó las muñecas de inmediato. Eché un vistazo por encima del hombro a Dientes Blancos y luego me alejé de ellos a toda velocidad, ignorando las punzadas de mi tobillo.

Mientras Greñudo se quejaba de dolor, Fornido emitió un sonido de disgusto y dijo -nunca resulta fácil, ¿verdad?-

Después se oyeron unas pisadas en el pavimento en cuanto se pusieron a perseguirme.

Todo tenía un aspecto diferente a aquellas horas de la noche y apenas había luz que me ayudara a averiguar dónde demonios estaba. Sabía que el viaducto Song, un puente alto que pasaba por encima del río Min, no estaba muy lejos. Si llegaba al otro lado del puente, podría encontrar una cabina o a alguien que me ayudara.

La cuestión era cuánto tiempo iba a aguantar corriendo. Me ardían los pulmones y con el tobillo roto, más que correr, cojeaba deprisa. Por otro lado, los pies, sin la protección del calzado, me pedían a gritos que parara. Pero sabía que si me detenía sería el fin. Me matarían como habían matado a Yong. O algo peor. Me estremecí al recordar la mirada lasciva que me había lanzado Greñudo. Tenía que seguir corriendo.

No me quedaba más remedio. La verdad es que me sorprendía que aquellos hombres no me hubieran alcanzado ya.

De hecho, llevaba un rato sin oír sus pasos detrás de mí. Aminoré la marcha, pero sólo por un momento, y me atreví a echar un vistazo rápido por encima de mi hombro.

Me hallaba en medio de un parque. Oía el tráfico, por lo que deduje que no estaba muy lejos de la calle Song, pero a mí alrededor no había más que árboles. Estaba completamente solo.

Resbalé al pararme, y empecé a respirar tan rápido y de forma tan superficial que estaba seguro de que me iba a dar un soponcio.

Debían de haberse dado por vencidos. Tal vez había sido demasiado rápido para ellos.

Últimamente había ido al gimnasio más de lo habitual para lucir un traje de baño en mi súper viaje a Puerto Vallarta. Changmin y yo llevábamos planeándolo casi un año, y sólo faltaba un mes. Sí, eso debía de ser. Estaba en muy buena forma. Me sentía un tipo salido de una película Hollywoodense... Terminator, tal vez.

Entonces oí un acelerón y el chirrido de unos neumáticos. Apareció un jeep en la distancia, dando bandazos por la carretera, salpicándolo todo de grava.

“A ver si puedes con eso, Terminator” pensé mientras el pánico subía de nuevo por mi pecho.

Maldita sea...

Oía a los hombres que, como un estúpido, había creído dejar atrás. Gritaban y se morían de risa conforme venían hacia mí. Debía de ser su idea de pasar un buen rato.

Por fin conseguí llegar al puente. A lo lejos vi los edificios de Korea recortados contra el horizonte.

Seguí corriendo, ignorando el dolor. A través de los calcetines rotos y de mis pies cortados sentía el frío de la acera de cemento que recorría un lado del puente. Miré a mi alrededor con la esperanza de que alguien se detuviera para ayudarme, pero los coches pasaban zumbando, sin ni siquiera reducir la velocidad para echar un segundo vistazo. Cuando me puse en medio del puente para intentar parar a alguien, un conductor hizo sonar el claxon, viró bruscamente y poco le faltó para atropellarme.

Volví a la acera como pude.

Al parecer sólo estábamos Dientes Blancos, sus chicos y yo.

Y entonces distinguí la oscura sombra de una figura que pendía de una de las vigas de metal en suspensión del puente. Estaba al otro lado de lo que se conocía como “el velo”, unos barrotes finos, separados uniformemente, colocados para evitar que nadie saltara la valla y se matara. Pero vi que una parte del velo estaba deformada; habían separado los barrotes lo suficiente para que pasara una persona. Fui hasta allí como pude y atravesé la reja para acercarme al desconocido, con la espalda apoyada en la barrera. Detrás de mí, oí que el jeep se detuvo en seco con un derrape y, acto seguido, aquellos hombres dieron un portazo al salir del vehículo para seguirme a pie.

-¡Eh!- grité a la figura.

Llevaba un abrigo largo que se agitaba por aquel viento frío. Parecía el mascarón de proa de un barco pirata. O tal vez Kate Winslet con los brazos extendidos en Titanic, aunque no tan alegre. Y desde luego, no tan femenina.

-Vete- su voz grave sonaba hosca.

-Rayos, esto está muy alto ¿no?- me acerqué lentamente hacia donde estaba él en la viga -¡ayúdame!-

-Apáñatelas tú. ¿No ves que estoy intentando suicidarme? -dijo el hombre, con la mirada clavada en las oscuras, aguas que teníamos debajo.

-Ayúdame antes y luego suicídate- propuse.

Estaba lo bastante cerca para verle la cara. Parecía tener unos veinti tantos años e iba vestido de negro de los pies a la cabeza. Si mi situación no hubiera sido tan precaria en aquel momento y hubiera tenido tiempo para contemplarlo, habría dicho que estaba muy bueno. Pero parecía muy desgraciado. No me quedó claro si porque quería suicidarse o porque se había visto interrumpido.

-¿Es un amigo tuyo?- preguntó la voz de Dientes Blancos detrás de mí, justo al otro lado del velo de barrotes.

Me agarré y me di la vuelta para mirarlo.

-Es un buen amigo... Y te dará una buena patada en el culo si no me dejas en paz de una jodida vez-

Dientes Blancos me dedicó una sonrisa muy poco amistosa.

-Me gustaría verlo.

Desde su posición privilegiada, el desconocido nos miraba sin mucho interés. Parecía ajeno al hecho de que estábamos a varios metros de altura. Vi que se quedó contemplando mi cuello y me lo toqué con cuidado.

-Cazadores de vampiros- dijo.

-¿Quién lo dice?- Dientes Blancos sacó un puro del bolsillo de su chaqueta de cuero y lo encendió; al parecer creía que tenía todo el tiempo del mundo.

Con cuidado me acerqué un poco más al desconocido. Aunque fuera un suicida y por lo tanto estuviera tan loco como todos con los que había tenido la desgracia de toparme aquella noche, en ese momento era mi mejor opción para salir de aquélla de una sola pieza.

-No importa quién soy- respondió el extraño a Dientes Blancos -Estás invadiendo mi espacio personal. Si no les importa, preferiría que arreglaran sus asuntos en otra parte-

Dientes Blancos lo fulminó con la mirada.

-Sólo hemos venido a por este vampirillo de mierda, y ya nos vamos para que puedas seguir con tu...- miró a su alrededor antes de añadir -lo que sea que estés haciendo-

Agarré al desconocido por el dobladillo de su abrigo para salvar mi querida vida.

-No dejes que me hagan daño... por favor- estiró de su abrigo para que lo soltara.

-No quiero tener nada que ver con esto- dijo.

-Demasiado tarde- murmuró Dientes Blancos, con el puro en la boca.

Había empezado a pasar por una parte del cemento a la altura de la rodilla que no estaba protegida por el velo.

-Iba a comportarme como un caballero- añadió -y te iba a matar rápido. Bueno, más o menos. Pero ahora pienso tomarme todo el tiempo del mundo para destrozarte. Vas a sentir cada segundo-

Dientes Blancos estaba a medio camino y alargó la mano para alcanzarme. Me zafé, me di la vuelta y le propiné una patada con el pie descalzo. Se oyó un asqueroso “chof” cuando le encajé el dedo gordo en el ojo izquierdo. Fue lo más repugnante que jamás había sentido.

El hombre gritó del dolor y se llevó las manos a la cara. Se le cayó el puro de la boca, hacia el río que corría debajo de nosotros. Perdí el equilibrio y a punto estuve de caer, pero el desconocido alargó la mano, me cogió por la cintura y me atrajo hacia él sano y salvo.

-Gracias- apenas me salían las palabras, me castañeteaban, mucho los dientes –creía que no me ayudarías-

Los otros dos cazadores de vampiros, que ya no daban alaridos de dolor; aunque Greñudo parecía menos agresivo desde el incidente de la entrepierna; sacaron por la abertura a su amigo herido y subieron ellos en su lugar.

El desconocido miró hacia el agua oscura.

-Supongo que tenemos que saltar-

Levanté las cejas, pero cuando los cazadores me agarraron las piernas me pegué a él.

-¿No era eso lo que pretendías desde un principio? ¿Acaso tu plan no era suicidarte?-

-Con la suerte que tengo esta noche, seguro que no me mato- contestó el desconocido, y me rodeó la cintura con un brazo -pero puede que tú sí-

Se tiró del puente, y ambos caímos durante un buen rato antes de desaparecer en aquellas aguas negras y frías...

Notas finales:

Nos leemos pronto y no olviden visitar el foro :

 

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