- ¿Qué es eso tan importante que querías enseñarme, Neville? – preguntó Harry a su amigo.
Al no recibir respuesta se dio la vuelta para ver que pasaba, pero por más que su mirada recorrió todos los rincones de esa modesta cabaña no encontró ni rastro de Neville.
Entre sorprendido y molesto fue hacia la puerta principal para irse de allí cuanto antes. Harry intento abrir la puerta varias veces sin éxito alguno, lo cual le pareció de lo más extraño ¿Por qué iba a encerrarlo su amigo en sitio como ese? Él no le había hecho nada malo.
Entonces otra idea más inquietante pasó por su cabeza. ¿Y si no era en realidad Neville quien lo había llevado hasta allí? Tal vez alguien se había hecho pasar por su amigo con una poción y lo había encerrado a saber con que intenciones.
Con un nuevo propósito Harry se puso a registrar toda la casa en busca de alguna pista que le rebelara la identidad de su secuestrador. Desgraciadamente después de revolverlo todo lo más raro que había encontrado era una pequeña nevera con comida, lo cual era un alivio ya que por lo menos no planeaban matarlo de hambre, aunque también le hizo pensar que si esa comida estaba ahí era porque pensaban dejarlo dentro en la cabaña unos días.
De pronto escuchó un sonido extraño parecido a una respiración que le hizo ponerse alerta, con cuidado de no hacer ruido se acercó lentamente al sitio donde lo había escuchado y vio otra puerta.
Menudo investigador estaba hecho, llevaba un rato revisándolo todo y no se había dado cuenta de que había otra puerta. Hermione tenía razón en decirle siempre que era un despistado, maldijo mentalmente su falta de atención y fue a coger su varita del bolsillo.
Sin embargo, por mas que la buscaba su varita no estaba, no podía ser tan imbécil como para haberla perdido ¿o tal vez si? No, alguien tenía que habérsela quitado y seguro que ese alguien era el mismo que lo había encerrado.
Echó un rápido vistazo por la cabaña en busca de alguna cosa que le pudiera servir de arma y encontró unos cubiertos. Dada su mala suerte no había cuchillos por lo que tuvo que conformarse con un simple tenedor que no parecía muy amenazador pero por lo menos era puntiagudo, aunque de nada le iba servir si la otra persona tenía una varita.
Alzó el tenedor como si fuera un arma mortal y giro lentamente el pomo de la puerta…
Lo que encontró al otro lado le impactó más que si se hubiese encontrado con una ardilla jugando a las cartas.
Frente a lo que parecía ser un lavabo estaba Malfoy, lo que ya de por si era un misterio ¿por qué alguien iba querer encerrarlos juntos? Pero lo más raro de todo eran las pintas del rubio. Tenía el pelo revuelto y las puntas ligeramente mojadas enmarcando sus fríos ojos grises que brillaban con lo que podía ser deseo o locura, llevaba la camisa desabrochada por lo que Harry pudo ver como se tensaron las abdominales del rubio cuando le vio. La piel de su torso estaba mojada y resplandeciente por el agua que seguramente se había echado encima y varias gotitas corrían por esos músculos tan bien definidos.
Casi inconsciente Harry siguió con la mirada el recorrido de esas pequeñas gotas. Se deslizaban desde el cuello del rubio e iban cayendo lentamente por su cuerpo.
Harry contuvo la respiración al ver como las gotas cruzaban el ombligo y seguían su camino para acabar en el pantalón de Malfoy, que no conseguía disimular el enorme bulto que había crecido en su entrepierna.
- En serio, Malfoy, lo tuyo con lo baños debe de ser una enfermedad, háztelo mirar – le dijo Harry confiando en que su voz sonara tranquila.