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Entre primos mas me arrimo por senyu

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—Hay muchas cosas en el mundo que captan mi atención. Como ejemplo el como el pasto es capaz de amanecer mojado en las madrugadas sin que haya llovido la noche anterior. El brillo del roció con la salida del sol, el extraño sabor de la cerveza, el color de las cerezas y mi primo Franco.

—Bueno primero que todo me presento, mi nombre es Pedro Pablo León Villa… por el bien de usted y mi salud mental solo dígame Pedro… no estoy muy a gusto con el intento de asesinato de mis padres con mi nombre, lo reconozco…  soy un estudiante cualquiera en un lugar cualquiera del mundo, de familia acomodada, padres trabajadores aunque están separados. Soy el menor de tres hermanos… bueno hermanas… vivo gobernado por mujeres… el sueño de todo hombre… si como no…

—¿Cómo soy?... bueno…—se mira a sí mismo – no me considero la gran cosa, soy un chico de dieciséis años, supongo que soy bastante normal. Tez blanca, cabello negro, alto… creo, la última vez que me medí llegaba a los 1.82 aunque por desgracias si soy un poquitín más bajo que mis amigos, pero supongo que ya creceré aun me faltan algunos años… tengo los ojos de un color negro profundo y brillante, se lo saque a mi padre, aunque mi madre preferiría que los tuviera de color azul como todos los de mi familia por parte de ella… últimamente es muy normal que odie de más a mi padre… supongo que eso me pone en el fuego cruzado entre ellos, mi familia asegura que soy un pequeño  retrato de mi padre a mi edad, ya sabe cómo la cosa se pone de complicada en ese punto. Con respecto a mi contextura física… bueno… me considero bastante normal, aunque mis hermanas dicen que estoy flaco y algo de pesas me caerían bien, aunque yo y las pesas no nos llevamos bien, debe ser porque a los seis me cayó una en el pie y tuvieron que operarme y además –se ríe tontamente—preferiría evitar la fatiga.

Llevaba unas cuantas horas sentado en aquella silla hablando con el psicólogo que tantas veces sus padres habían insistido que viera preocupados por su bienestar, o al menos para Pedro Pablo no era así, solo lo veía como un intento más de su desquiciada madre para pelear con su padre y que ejerciera sus obligaciones como lo que era.

El hombre frente a él comenzaba a hacerle preguntas bastante... ¿idiotas?... si, esa podía ser la definición para él, pero como se lo había dicho a su padre, no perdería nada con intentar ver a ese hombre por más que eso lo hiciera sentir como un loco más y quería minimizar lo más que pudiera las paranoias de su madre en contra de su padre, claro, si eso serbia de algo, como buena madre, encontraría como joder a su progenitor con cualquier otra tontería.

—y dime Pedro ¿Qué es lo que más te gusta de ser adolecente?—pregunto el psicólogo frente a él, al que no pudo evitar mirar con cierta nulidad ante su cuestionamiento, tenía que admitir que para ser tan sencilla su pregunta era bastante compleja de responder.

—Bueno doctor... a mí me gusta casi todo, o al menos eso creo…— respondió encogiéndose de hombros no muy animado en pensar una buena respuesta que saciara las necesidades del psicólogo que lo miraba atentamente, aunque no podía evitar que esa mirada le casi obligara hacer un esfuerzo en una mejor respuesta. –me gusta jugar al futbol como a cualquiera, a veces me gusta meterme en problemas o más bien mis inocentadas incomprendidas por mis maestros me meten en problemas y sobre todo el pasar el tiempo con mi primo Franco, eso sí… supongo que es lo que más me gusta.

—¿Cuántos años tiene tu primo Franco?—pregunto el psicólogo algo más interesado en esa última parte de su respuesta para que ahora la expresión de leve asombro se asomara por la expresión de Pedro que se rasco la cabeza sin comprender a que venía eso a interés pero igual contesto.

—tenemos la misma edad y vivimos en la misma calle con unas cuantas casas de diferencia aunque estudiamos en institutos diferentes.

—¿y es familiar por parte de tu papá?

—no. Es el hijo del hermano de mi mamá. Su nombre Franco Villa Guerrero.

—¿y por qué te gusta estar con él?—la pregunta más puntual del psicólogo logro que se sintiera algo incómodo sin razón aparente aunque la respuesta no tardo en resucitar sin que el mismo la pensara, solo salió. –Porque a mi madre no le agrada mucho Franco aunque es el hijo de su hermano y su quisque “sobrino favorito”—dijo con ironía remarcando las palabras “sobrino Favorito” con un gesto de sus dedos que mostraba las comillas de su expresión burlona. –según mi madre, Franco es un verdadero problema, dice que me corrompe y que es una mala influencia. Yo solo pienso que mi madre es una mujer amargada que empeoro al darse cuenta que era un fracaso como esposa y es incapaz de vivir sin tener que meterse en la vida de los demás… como si meterse en la vida de sus hijos no le bastara— bufo con frustración, aunque si bien pensaba que ese era el tema importante para el psicólogo para irse rápidamente de allí y correr el riesgo de que le contara eso a su madre y estar totalmente muerto… bueno dudaba que se lo dijera y si lo hacía estaba seguro que no sería nada que no le hubiera dicho ya a su señora madre, el expresarle continuamente su frustración con la forma de ser de la mujer era pan de cada día.

—¿Solo por eso?—cuestiono el terapeuta mirándole con cierta atención – a mí me parece que hay algo más…

—¿Algo más?....—pregunto aún más confuso, mirando al psicólogo con atención.

—sí, con respecto a  Franco ¿Qué te ata a mantenerte con él? No creo que sea el que sea un problema o que a tu madre no le agrade… es algo más…

—Usted está loco…— resoplo casi en una carcajada, recostándose en el respaldo de la silla bastante agraciado con el médico –la única otra razón es porque es como mi hermano y como puede notar, no tengo ningún otro varón con que codearme así que es normal que busque a mi primo…

Con el cerrar de la libreta del psicólogo, Pedro Pablo vio la luz al final del túnel de otra loca sesión con su terapeuta. La segunda del mes y quinta desde que su madre había comenzado a asegurar que estaba “traumado” y que necesitaba superar su “trauma” con respecto a la separación de ella y su padre… siempre se reía hacia sus adentros ante esa afirmación, la única verdaderamente traumada en la vida era su madre eso seguro. Pero no era como si expresara con sus pensamientos sátiros y su repelencia hacia ella que la odiara o tuviera algo que sentir contra ella que no fuera su paranoide actitud y su extrañísima manera de vivir jodiendo a todo el que pudiera convivir con ella… sino más bien el sentirse saturado hasta los cojones de vivir entre mujeres pendientes de cada uno de sus movimientos y que le haya hecho dejar al único hombre que lo comprendía, perdiendo esa figura paterna constante y verse relegado al chismorreo matutino, las peleas por el maquillaje y el que abusaran de él con la “liberación femenina”… claro, como si a todo hombre normal le gustara tener que pelearse el baño en mañana para no llegar tarde, Aunque bueno eso era otro cuento.

—bueno Pedro es todo por hoy… puedes irte…— le despidió el médico, dejando que el adolecente se colocara de pie de un salto para estirarse luego de una larga hora sentado.

—hasta la próxima Doctor Salabarrieta…— se despidió aderezado avanzando a la puerta.

—dime Santiago…

—si… —sonrió con pereza –ya veremos.

Dando un pequeño bostezo, Pablo cruzo la puerta del consultorio de su Psicólogo, pasando de largo la sala de espera y a la secretaria que continuaba pegada al teléfono en la misma posición en la que la había visto cuando la vio en el momento en que entro a consulta, si no fuera porque la veía respirar casi podría asegurar que era un maniquí.

Salió del pabellón de psiquiatría dirigiéndose al parqueadero donde seguramente debía estar su madre, esperándolo en el coche posiblemente peleando con su padre como siempre. Porque si no lo judía por A lo judía por B. odiaba esa situación y no necesitaba de ningún Psicólogo para hacérselo notar a ninguno de los dos.

Vio el auto Mazda 3 negro brillante que no tardo en abordar, subiéndose al asiento de atrás, mientras podía escuchar la voz enfurecida de su madre en el asiento del piloto…

—no me importa Francisco, es tu hija y necesita el dinero…

¿Cómo no se había equivocado en su predicción? Le enervaba la misma situación siempre. Por lo que sin guardarse su cortesía pateo varias veces el asiento de su madre para que lo notara.

—¡anda mujer, arranca que no tengo todo el día, caray!—regaño enojado, no tardando en notar como su madre se separaba levemente del teléfono volviéndose para mirarlo sobre su hombro fulminándole con la mirada.

—¿Qué no te enseñe nunca nada Pedro Pablo?... ya te he dicho que me respetes soy tu madre.

—¡lo que sea mamá, estoy harto, ya vine con el psicólogo quiero irme ya!

—respétame Pedro Pablo

—¡Pedro, Mamá, Pedro!.

—¿Qué tiene de malo que te diga Pedro Pablo?

—que el nombre es horrible además me haces sentir regañado.

—es que te estoy regañando.—afirmo su madre indignada.

—pues por mi como que puedes notar que no me importa.

—que sepas que tienes un nombre muy bonito, yo te puse ese nombre así que quiérelo

—no puedo creer que mi padre te dejara hacerme ese mal…— bufo aún más frustrado, dejándose caer de largo en el asiento trasero mirando el techo tapizado del auto mientras podía escuchar a su madre ignorándole y comenzando a echarle la culpa de su comportamiento a su padre con la misma frase con la que los padres separados le tiran la pelota al otro en busca de que hagan el trabajo que ellos no son capaces de hacer ante su inutilidad.

— Francisco, dile algo a tu Hijo… ¡ya no me respeta!

—¡mamá, cállate… y arranca el maldito Auto!—ordeno frustrado para que su madre volviera a fulminarlo con la mirada, para que tras unos segundos le pasara el celular.

—tu padre quiere hablar contigo.

—al fin me das buenas noticias—dijo casi que arrebatándole el teléfono para que usando su artimaña del niño menor traumado y sofocado por su madre que no estaba tan alejado de la realidad, chantajear a su padre para que lo dejara quedar con él y así poder estar tranquilo con Franco sin que su madre no estuviera revoloteando cerca.

—¡Papa dile a mi madre que me deje tranquilo!! Me tiene arto—se quejó evidentemente enfadado.

—Pablo, tranquilízate por favor—pidió su padre evidentemente aún más estresado que él, podía deducirlo en su voz –compórtate con ella, es tu madre te guste o no y le debes respeto.

—Es sofocante… —gruño sin medirse sintiendo la mirada furia de su mamá sobre el que no tardo en arrebatarle el teléfono.

—Francisco, Pedro Pablo esta incontrolable y yo ya no me lo soporto…

—¡DAME EL TELEFONO!!—grito furioso –¡yo hablaba con mi papá!

—no grites, Pedro Pablo— le reprendió la mujer.

Entrecerró los ojos amenazante no muy dispuesto a soportar eso un segundo más, por lo que descendió del auto azotando con toda su ira la puerta y a paso afanado alejarse del auto, mientras a unos metros pudo escuchar los gritos de su madre exigiéndole que volviera al auto, cosa a la que no pretendía atender arrancando a correr  para alejarse de ella y perderse de su vista.

***

Se sentó en una de las sillas de una cafetería cercana agitado y sudoroso, Mientras intentaba reponer fuerzas.

—hasta que al fin pude librarme de ella— resoplo calmando su respiración, llamando con su mano la atención del mesero, pidiéndole a punta de señas una gaseosa que tomar y quitarse la sequedad de la garganta y que le fue prontamente servida.

Era el colmo, sencillamente el colmo, a las artimañas que tenía que  acudir para poder salir de la mitad de entre ella y su padre y a pesar de todo no podía deshacerse de ellos dándose cuenta de ello al momento en que su teléfono comenzó a sonar comprobando que el que le llamaba era su padre, ¿contestaría?... claro que iba a descolgar, no perdería la oportunidad de hablar con él, solo lo veía una vez al mes por que su madre lo permitía sino, no lo dejaba hablar con él y así fuera para regañarlo, era una manera de tenerlo más cerca.

—papá

—Pablo, ¿Qué haces?—pregunto su padre con voz cansada, conocía de ante mano las pataletas de su hijo.

—huyendo de Lucilda… eso hago…

—Pablo, hemos tenido esta conversación varias veces…

—papá no la soporto, por favor déjame vivir contigo…—rogo con voz casi infantilesca buscando con ello solo el escuchar a su padre resoplar frustrado.

—sabes que no puedo…

—Papa… dime la verdad…

—¿la verdad?

La incomprensión que se leyó en la voz de su padre fue lo que le dio pie a pensar en hacer el doloroso comentario que estaba a punto de hacer y que podría desatar bien una guerra o deteriorar más la relación que sostenían.

—si… a Antonio no le gusta que yo este contigo ¿verdad?

Si… su padre era un recién declarado Homosexual, con un novio secreto que ya no era nada secreto desde hacía casi cinco años y para el que quisiera hacer cuentas no tenía ni dos años de separado con su madre… para Pablo el peor batacazo de su vida. Cuando se había anunciado la separación, la razón que le habían dado era que había diferencias irreconciliables y como no… si peleaban todo el día durante casi veinte años de matrimonio hasta el día de hoy. Pero cuando se enteró de la verdadera razón Pablo no supo cómo reaccionar, sentía que toda la imagen de su padre se le venía al suelo y su acción más razonable según el creía era alejarse de él, había sido el año y medio más tirante de la vida, hablándose por que tocaba, no contestándole las llamadas, extrañando al padre al que había estado acostumbrado y para su peor desgracia tener que compartir la atención de su padre con el idiota de Antonio, el novio de su padre… el padre que normalmente siempre estaba al pendiente de él… si bien hacia un par de meses con ayuda del psicólogo habían vuelto a hablar y Pablo se había sacado la espinita que tenía encima y estaban esforzándose por arreglar su relación en lo que su madre lo permitía y el toleraba al taradote de Antonio, el sentir que él para Antonio no era para nada bienvenido era obvio.

—me importa un mierda lo que Antonio le guste o no… él sabe que no se puede meter con ustedes por que sale perdiendo…

—papá… dime que ese tipo no está viviendo contigo…— rogo.

—no… claro que no… tu sabes que no estoy listo para eso. Con tu madre tuve bastante y además… comienzo a aburrirme de Antonio.

—Al fin me dices algo bueno…— sonrió contento de aquello, era una buena noticia en semanas, aunque si bien había estado escuchando de boca de sus hermanas que ese par habían estado peleado más de la cuenta, la verdad no era que le sorprendiera mucho.

Antonio, diez años menor que su padre, era normal que no congeniaran en maneras de pensar, era aún un mocoso de Universidad, pataletoso y con índoles narcisistas bastante arraigadas, nada combinaban con el recato y la tranquilidad de Francisco, su padre era serio, refinado, todo un hombre de negocios, muy bien organizado en todos los aspectos de su vida incluso a pesar de un divorcio, nada que ver con el desastre andante del joven con el que departia.

—Pablo…— le regaño su padre —¿Qué te he dicho sobre alegrarte de las desgracias de otros?

—no me rio papa… es solo que ese mocoso no es lo suficientemente bueno para ti…

—bueno… ah sido lo mejor que me has dicho en meses, pero no hablamos de mí, hablo de ti y de tu comportamiento.

—papa.. Enserio… quiero vivir contigo…

—pablo no se puede.

—¿te preocupa no tener un lugar donde comerte a los tipos esos que llevas tranquilo?—debatió furioso, odiaba las negativas… no era que fuera un niño mimado que se moría sino conseguía todo lo que quería de hecho, era un niño desesperado por la atención de su padre nada más.

—¡Pablo respétame!—la fuerte voz de su padre resonó a otro lado del teléfono invocando así aun silencio tirante entre ambos que no hizo más que crear una especie de hueco doloroso en el alma del pelinegro que no supo si continuar replicando, disculparse o colgar… tres partes de él se estaban peleando por saber qué hacer.

—Ya no quiero hablar contigo—dijo enojado.

—no me cuelgues pablo… — le advirtió Francisco enojado.

—no quiero hablar ni contigo ni con mi mamá ¿bien?

—no vamos a volver a lo mismo Pablo, por favor....

—¿que no entiendes que estoy cansado…?—casi lloro con los ojos achocolatados –me siento abandonado… mi madre me jode. Mis hermanas son mayores y no las entiendo, y tú siempre estas alejado de mi con uno de tus novios, con Antonio o el que sea… lo único que tengo cerca es a Franco y mi mama no hace más que buscar alejarlo de mi… y me dices que no podemos vivir juntos y no me das una explicación…

—Pablo…—dijo su nombre dolido de escuchar a su hijo así de mal de ser una de las razones principales del sufrimiento de su hijo –no es que yo no quiera, Pablo. Cuando me divorcie de tu madre, el segundo juicio que tuvimos fue por la paternidad de los tres o bueno de ti, por que tus hermanas son mayores, lastimosamente, la ley está de parte de tu madre y no puedo hacer nada, si llego a permitir que vengas a vivir conmigo ella puede acusarme de secuestro y sabes que ella no desaprovecharía esa oportunidad…

—¿y es que esa dichosa ley no puede hacer algo para que pueda verte más frecuentemente?—pregunto molesto.

—se supone que me corresponde verte los fines de semana, pero tu madre me tiene cogido del cuello con la pensión, alegando que soy mal padre por eso no he podido verte…

—y luego dices que no es una bruja… que debo respetarla… que es mi madre—gruñía a modo cantaleta para ser interrumpido prontamente por su padre.

—¿Dónde estás?

—en una cafetería cerca al centro médico donde veo al psicólogo…

—¿estas con Franco?

—no. No le he llamado, pero no dudo que debe estar esperando que llegue a casa—dijo, recordando el detalle de Franco y que debía llamarle para decirle que había escapado de su madre. –no me digas que le dirás a mi madre donde estoy…

—¿para que sigan peleando?... no—le tranquilizo –cancelare una reunión y voy por ti… si quieres llama a Franco y hacemos algo los tres o tu y yo… como quieras…

—¿hablas enserio?... no te importa que mama vuelva a ponerse como loca como la última vez que me escape contigo?—pregunto ilusionado para poder estar seguro de las palabras de su padre.

—anda Pablo… que sabes que tu madre se pone como loca porque estoy, porque no estoy porque tengo, porque no tengo y hasta por que sale el sol o porque es de noche, siempre y cuando pueda echarme la culpa…

Ante el comentario de su padre, Pablo no pudo evitar reírse, dándole con ese gesto la razón de que simplemente su madre era así y no tenía ninguno de los dos ni idea de que era lo que la había afectado tanto para lograr con eso alejar a todos de ella.

—yo si quiero que vengas… quiero verte… pero sin Antonio ni ningún otro—le advirtió.

—sin nadie solo tú y yo… y claro Franco si lo invitas.

—si… y sin celulares.

—lo apagare, si tu apagas el tuyo… lo último que quiero es escuchar al mico aullador de tu madre hoy.

—bien, entonces te espero aquí…

—paso por ti en diez minutos.

—bien.

Colgó el celular un poco más tranquilo, mirando el panorama a su alrededor percatándose de que había un parque cercano bastante verde gracias a su vegetación. Le encantaban los parques con muchos árboles, le recordaban la infancia en la que solía trepar hasta la copa con Franco y a su padre le tocaba buscar una escalera alta con su tío para poder bajarlos porque les daba miedo. Sonrió con gracia al recordar esas travesuras, donde una vez había subido tan alto que tuvieron que llamar a los bomberos para bajarlos porque él se había atorado con una rama en su pantalón o cuando habían terminado en el hospital por que su padre y su tío se habían caído de la escalera intentando bajarlos. Aparte el olor a naturaleza lograba calmarlo y hacerlo reflexionar bastante por ello solía acampar mucho, por más que su madre aseguraba que un día de esos se lo iba a comer un oso por escaparse a esos campings.

Levanto su teléfono buscando en su directorio telefónico el número de su primo y mejor amigo, para avisarle si quería quedar con él y su padre.

—Hasta que me llamas chamaco del demonio— le regaño Franco no más descolgar –me tenías en ascuas, cuando vi a tu madre llegar hecha una pantera. Casi se masca a mi padre de un grito y a mí me destripo con la mirada.

Ante el saludo de Franco, Pedro Pablo se soltó a las carcajadas, imaginándose lo pequeños que debieron sentirse ante la ira de su madre, imaginándosela de casi treinta metros de alto, ojos brillantes y peligrosos como dagas, dientes de tigre y rodeada de llamas, la típica escena de furia de un anime.

—Ya sabes cómo es ella…—dijo entre risas.

—No sé cómo me dices eso si ni mi padre siendo su hermano la entiende—contradijo Franco intentando no reírse.

—bueno, dejando de lado la venganza de mi madre encontrar del mundo….

—Más bien en mi contra—contradijo Franco interrumpiéndole.

—Bueno… si—acepto Pablo riéndose —¿quedas?

—¿para?

—mi padre viene por mí y me dijo que podías venir si quieres

—De poca ¿enserio?—pregunto su primo emocionado.

—sí, enserio, ¿caes?

—de una, ¿Dónde estás?

—anota, y vente ya que mi papa ya viene y si te tardas te dejamos—bromeo para imaginarse la mala mirada que debió calarse en la cara de Franco ante su comentario.

—ni se te ocurra, e!, que me dejarías triste y abandonado en casa… y ya es suficiente que me dejes solo por ese medico tuyo ¿Cómo se llama?

—Santiago Salabarrieta—dijo riéndose –¿a poco estas celoso?—bromeo.

—claro papi, no ve que usted es solo mío—le siguió la broma Franco para ambos comenzar a reírse a carcajada limpia.

Para el que se lo preguntara, Franco y el no eran gays, de hecho solo se molestaban así, ya que bien si eran inseparables, y bueno… era imposible que Franco tirara a esas “rarezas…” no era por ser discriminante ni por ser homofóbico, porque bien su padre era gay y le había costado aceptarlo pero ¿él?¿gay? mejor pregunta ¿Franco gay? No, era imposible. Además… estaba lo que le había dicho su Psicólogo… “hay algo más”… ¿a qué se refería?

—¿Algo más…?—susurro desconectándose.

—oye taradote ¿me estas escuchando?—regaño Franco al escucharle susurrar eso –además que es eso de “algo más”… ¿que acaso tu papa nos tiene pollitas reservadas?—bromeo.

—No, no es nada—- negó al percatarse que Franco le había escuchado—y pollitos de pronto—bromeo Pablo despabilándose.

—no papi… mi único pollito eres tu—negó Franco para irse a las carcajadas.

—más bien anota y vente pero ya, ya, ya.

—bien, bien, dale, dicta.

***(continuara)***

Notas finales:

espero les guste XDDD

 

me levanto a las 6 de la mañana y no he parado.

 

nos vemos


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