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Entre primos mas me arrimo por senyu

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El incesante golpeteo de la puerta despertó al que dormía plácidamente en las sabanas obligándole a abrir los ojos aperezado, dando con la puerta frente a él a unos metros.

—¡FRANCO VILLA GUERRERO OTRA VEZ NO FUISTE A CLASES!—el grito de su madre fue suficiente para que tomara las sabanas y se tapara hasta arriba la cabeza para aplacar sus gritos pero igual la escuchaba.

—¡FRANCO HAZME EL FAVOR Y ME ABRES LA PUERTA!—reclamo su madre al no escuchar ningún tipo de respuesta de su parte.

—CALLATE MAMA!... INTENTO DORMIR—grito al fin como respuesta levantándose de mala gana abriendo la puerta, para regresar a meterse bajo las sabanas.

La puerta fue empujada de mala manera por la madre del durmiente. Una mujer de tal vez treinta y nueve años. Tez clara, cabello castaño largo pero recogido en un moño y ojos verdes alga oscuro. Su rostro algo cuadrado y de mentón partido, acentuaba su mala expresión de furia. Con sus labios gruesos torcidos en una mueca de descontento, sus perfectas cejas castañas sin un bello fuera de su lugar caían sobre sus ojos y su nariz recta se arrugaba cuando estaba furiosa. De vestimenta común, con un uniforme formal de color azul y camisa blanca de botones, estaba bajo un mandil evidenciando que hacia el desayuno antes de irse a trabajar y su contextura gruesa ya que estaba un poco llenita, daba mala vista de ser una mujer de mucha fuerza y peligrosa si llegaba a lanzar un golpe, aunque su estatura de un 1.70 de estatura no le ayudaba mucho a su posición amenazante.

—¡FRANCO HAZME EL FAVOR Y TE LEVANTAS DE LA CAMA!—ordeno la mujer furiosa.

—Cállate mamá—ordeno el durmiente moviéndose bajo las sabanas –me duele la cabeza…

—claro… si te fuiste de parranda con tus amigotes pandilleros otra vez… ¿Cuánto bebiste?

—¡Mamá… no bebí!—grito sentándose en la cama furioso –mis amigos no son pandilleros, son bohemios, hablamos de arte… pero tú no lo entiendes.

El chico miraba furioso a su madre que le miraba con la expresión de “no te creó una sola palabra” que lograba que Franco mas enojara.

Siendo un chico de dieciséis años, de piel blanca, tenía el cabello largo hasta los hombros, lizo y sedoso despeinado por lo que acababa de levantarse y de un castaño medio que había heredado de su madre, su rostro más ovalado a diferencia del de su progenitora, tenía un par de ojos azules zafiro grandes y llamativos, bajo unas delgadas cejas castañas. Su nariz era respingada aunque por un accidente de pequeño estaba levemente torcida. Sus labios eran delgados y pálidos y estaban torcidos en una mueca de descontento.

Su cuerpo de un tal vez 1.83 de estatura, le daba el físico perfecto de un futbolista nato, aunque más que el deporte le gustaba el arte y podía notarse por las varias manchas de pintura de varios colores que adornaban su cuerpo. Era delgado, pero de cuerpo marcado y firme y por vestimenta apenas tenía una camisa de franela y un short negro.

—en esto me sales con que fumas Mariguana…—rebatió su madre, que a veces decía que sus amigos eran pandilleros y otras que eran hippies jamás se ponía de acuerdo, el punto era que no le gustaban.

—mamá…—resoplo molesto—para tu información sabes que si fumo mariguana, es por mis dolores ¿recuerdas?

—por eso te dije mucho de chiquito que no jugaras en los arboles—rebatió su madre haciéndole gruñir.

Su madre era de ese tipo de mujeres que siempre se llevaban el punto no importaba si eso consistía en contradecirse a sí misma, no aceptaba perder una discusión, sino ganaba, empataba y por desgracia para ella, el había heredado ese habito.

—mama. La esclerosis múltiple no da por trepar arboles y lo sabes… sino que te apareaste con quien no era y me heredaste un mal genético—le repitió la misma carreta que le repetía por día cuando tocaban el hecho de que fumaba mariguana como tratamiento para su enfermedad y tratamiento al que ella no había estado de acuerdo; agradecía que hubiera estado de viaje para que no interfiriera y así tratarse con el cannabis, que hasta ahora había tenido la enfermedad relegada por más de cuatro años. –se me olvidaba darte gracias por eso.

—Franco hazme el favor y me…

—Respetas… — le completo Franco levantándose al fin de la cama para buscar ropa para cambiarse –ya lo sé mamá, lo sé. Deja de gritar estoy a tu lado ¿sí?

—¿Entonces porque eres tan malo conmigo?—replico la mujer logrando hacerse la mártir haciendo ahora el papel de la mujer indefensa, para desgracia de cualquiera, el papel a su madre no le quedaba para nada.

—anda mamá… deja el dramatismo ¿para qué me buscabas?—pregunto despreocupado como si no le importara para nada la bronca de su madre.

—¿Cómo que para que franco? ¡Otra vez no has ido a clases!

—ah, eso….—dijo con desgano sacando unas cuantas prendas.

—sí, eso ¿es que pretendes que te vuelvan a suspender?

—no, claro que no.

—¿entonces quieres perder el año?

—no, sabes que no pasaría mis notas son muy buenas.

—¿entonces?

—No quise ir…—respondió simple y llano, como si con eso saciara todas las interrogantes que pudiera tener su madre y hasta el mundo, percatándose que invocaba a la furia de su madre.

—¡Eso no es una respuesta Franco!—le grito, obligándole a encogerse levemente tapándose la oreja cerca de su madre aturdido por el estruendoso sonido.

—¡Mamá!—la reprendió molesto—¿me vas a dejar sordo?

—Dudo que eso pase, porque no hay un cerebro en esa cabeza tuya que pueda resentirse por mis gritos—se burló la mujer satiramente enojada.

—eh igual insistes en gritar—la apoyo con una risita traviesa para que su madre, que se había quitado el mandil le pegara con este frica.

—mañana ni se te ocurra faltar a clases, Franco y más te vale desatrazarte ¿me oíste?—le advirtió su madre señalándole con el dedo y prácticamente diciéndole con la mirada que le pasarían cosas horribles si no llegaba a desobedecer.

—si mamá… iré, con tal de mantener mis tímpanos lejos de tu boca…—dijo burlonamente logrando con ello que la castaña le pegara nuevamente con el mandil, retirándose histérica y alegando por lo bajo acto seguido.

***

Salió del baño ya vestido, con una camisa azul oscura, un jean negro y unos tenis negros con azul, muy sencillo para estar en casa mientras esperaba que Pablo llegara. Con la toalla en sus hombros para que su largo cabello castaño no mojara su camisa, bajo a desayunar muy tranquilo y feliz ya que bien podía dar por sentado que tenia la casa para el solo esa mañana hasta que su hermano regresara de la universidad sobre las tres y su padre llegara de trabajar sobre las cuatro, a su madre tendría la fortuna de no verla hasta las ocho, al menos en esa mañana no iba a quedarse sordo.

Cruzo la puerta de la cocina y abrió el horno microhondas y vio su desayuno entre dos platos como solía dejárselo su madre. Encontrándose con pan tostado, huevos con salchicha picada y galletas integrales, ya solo le faltaba servirse el café para poder desayunar tranquilo.

Llevo todo lo servido a la mesa del comedor para desayunar, un cuarto al lado de la sala, y pretendía poner la radio de la cocina para escuchar algo de música hasta que capto los estruendosos gemidos roncos de dos personas que venían de la habitación contigua.

Se desgonzo de hombros. Había pensado que estaría solo ese día, pero se encontraba con que no solo estaba acompañado sino que estaba siendo víctima de un voyerismo involuntario que arruinaba su desayuno.

Se levanto de su silla, y se dirigió a la sala, apoyándose en el umbral de la puerta encontrándose de frente con su hermano. Un castaño de cabello cortó. De unos tal vez 1.87 de estatura, piel blanca y rostro levemente cuadrado como el de su madre y mentón partido, compartían los mismos ojos zafiro, que no lo habían notado y que estaban clavados en el que estaba justo jugando en su entre pierna.

Podía escuchar muy fuertemente el sonido de una boca que acompañaba los movimientos del novio de su hermano que le hacia un oral, para el se escuchaba como si metieran el puño en un tarro de crema… le daba escalofríos.

—Miguel Ángel… — llamo a su hermano promulgando no solo la atención de este sino del novio que se separo de su “herramienta de trabajo” para mirarle.

Era un moreno de tal vez 23 años, de ojos negros, afortunadamente ambos aun estaban vestidos, de negro, el detallarlos no era su objetivo.

—sabes que estoy muy de acuerdo en que ustedes dos estén tan seguros de su sexualidad y apoyo el orgullo gay, pero ni los heterosexuales practican el exhibicionismo, si mi papa entrara por esa puerta te matara… además… — se quedo en silencio dos segundos para acentuar su expresión de hambre –¡intento desayunar!—se quejo en tono fuerte lo último.

Miguel Ángel y su novio se miraron un segundo sin siquiera despabilarse y solo una pregunta era clara y el mayor no tardo en inquirir en ella.

—¿Qué haces aquí franco?—le regaño el aludido no mas verlo, aunque eso no significo que ambos se incorporaban para ponerse decentes y fingir que no pasaba nada. –¿no deberías estar en la escuela?

— es la misma excusa por la que tú no estás en la universidad… —respondió el menor, no muy interesado en lo que estaban haciendo pero con un hambre de los mil demonios y quería regresar al comedor.—además también me quedo porque sé que te pone el que los escuche…—bromeo

—ja… ja… que gracioso— gruño Miguel Ángel fulminando a su hermano con la mirada —vas a suspender el año…— le advirtió sabiendo que no ganaría nada con eso.

—no lo hare, porque mis notas son buenas… no como tu semestre… papá va a matarte…—debatió Franco dándole la espalda. –ahora, si van a coger al cuarto… necesito el sillón para ver la tele y no quiero quedar en embarazo, por que como son ustedes dos no me responden…—bromeo regresándose al comedor.

***

Tras lograr desayunar, que su hermano y el novio le desocuparan la sala y lavar los platos. Franco estaba acomodado en el sillón largo  de la sala explayado de par en par, con una de sus piernas colgando del espaldar del sillón y sus ojos pegados de la tv. Veía south park en Mtv esperando que fueran las tres para llamar a Pablo y saber donde andaba.

Estaba aburrido. Con el reloj marcando las once de la mañana, aun faltaban unas horas para poder joder con su primo o el que fuera. Con el celular posado sobre su pecho el cual casi le causa un infarto al sonar. Sentándose de un salto, sintió que el corazón casi se le sale de la camisa respirando profundo para no irse a las groserias por el casi infarto que le dio. Contesto.

—hola.

—hola… Franco…— la voz femenina de una chica llamo su atención logrando ignorar el susto que le había atacado por su llamada.

—¿sí?... ¿con quién?—pregunto, la voz de la chica no le sonaba de nada.

—pues con Olivia…

—¿Olivia quien?...

—Olivia la que te mira…

—¿La que me mira...?—sonrió, ya sabía quién era pero el jueguito de palabras comenzaba a hacérsele gracioso.

—si Olivia Mira…

—mi reina…—soltó complacido de oírla. —¿Cómo estás?

—ah, gordito, aburrida… porque resulta que no tuve clase…

—Antes deberías estar contenta…— alabo Franco con una sonrisa coqueta. —¿quieres que yo te desaburra o qué?...

—claro papi…

—¿entonces qué?... ¿salimos?

—bueno, ven por mí— acepto la chica sin siquiera pensarlo.

—¿Dónde vives?

—en Montes del prado…

Franco bajo el celular haciendo un sonido con su boca que relataba el desanimo que le dio escuchar el punto donde vivía la chica y que estaba prácticamente al otro lado de la ciudad, mejor dicho, diez minutos fuera de la ciudad.

—Eso es otro piso térmico por dios…—se quejo entre dientes cuidándose de que la chica no lo escuchara, regresando a hablar por el teléfono.

—mi vida, pero hoy no va a poder ser… estoy en clases.—mintió. –es más, el profe ya entro, tengo que colgar, te llamo en la tarde y vemos que hacemos….

Saliéndose por la tangente, apago el celular sin percibir la presencia de su hermano que se reía a carcajada silenciosa de él desde el umbral dela puerta en compañía dle novio.

—¿Qué?... te descuentas una chica por que vive lejos?—cuestiono no mas su hermano estaba accesible, este le miro no muy contento.

—¡eso no es vivir lejos, por poco y vive en un paramo, eso es otro piso térmico haya, me toca ir con perros siberianos y trineo!

Ante la exageración de Franco, Miguel Ángel y el novio casi que no podían de la risa, se les iba el aire. Si bien Franco solía ser el más optimista de los hermanos, bien era bastante obvio, que a ratos Franco parecía haber nacido con alma de payaso y un poco más, cualquiera de sus comentarios eran graciosos hasta cuando peleaba con su madre, tal vez por eso a ella le daba más rabia.

—¿Anda donde vive?—pregunto el novio de Miguel Ángel. –yo te llevo.

—En Montes del prado…—respondió Franco colocándose de pie estirándose aperezado –anda Stiven que son como una hora de aquí, haya.

—uy no… que vieja tan optimista— soltó el moreno provocando las risas de Franco y Miguel Ángel. – a punta de transporte público no llegas hoy…

—Stiven aprenda… todo hombre en este país y en cualquier parte del mundo, prefiere reproducirse veinte cuadras a la redonda….

—¿Por qué veinte cuadras a la redonda?—pregunto el aludido curioso.

—por quemas haya de eso es amor puro… idealizado

—Que tonterías dices…—alego Miguel Ángel abrazándose al brazo de Stiven, su novio halándole con él a la puerta

—¿te parece?...—pregunto Franco entre risas

—claro— respondió Miguel desde la puerta yéndose.

***

—hola familia!—saludo el padre de Franco no más entrar en la casa, notando la casa silenciosa, aunque si sus cuentas debían estar correctas Franco debía estar en la sala, profundamente dormido, porque bien el castaño le era imposible ver un programa completo sin dormirse.

El padre de Franco de nombre Alan, era alto, tal vez de 1.90 de estatura, tez blanca y cabello rubio de unos simpáticos ojos azules zafiros como los de sus hijos, de rostro ovalado ya golpeado por la edad aproximada a los 45 años. Vestía un traje de corbata azul azabache inmaculado y en su mano derecha un portafolio de cuero marrón lo situaban como un importante hombre de negocios.

—Franco, hijo….—le llamo entrando a la sala viendo al castaño tirado en el piso inconsciente.

Confundido Alan se acercó corriendo a su hijo temiendo que de pronto estuviera paralizado como solía estarlo cuando lo atacaba la esclerosis múltiple que padecía, pero al levantar al menor, pudo escuchar un claro ronquido de este que invoco a su ira absoluta. Sin el más mínimo consentimiento lo dejo caer al suelo, para despertarlo con el golpe.

—au…— se quejó Franco no más sentir el golpe.

—Bienvenido al mundo hijo mío—bromeo su padre levantándose del piso.

—hola papa…

—¿Qué haces en el piso?...

—estaba haciendo calor y la alfombra estaba cómoda así que me acosté en el piso

—tú estás loco…

—¿apenas te enteras?

—tenía una mínima posibilidad de que tu cerebro reaccionara algún día.

—no, eso no será posible—rio Franco mirándole fijamente mientras se levantaba –mi mamá me ha gritado tanto que lo ha atrofiado.

Ante la respuesta de su Hijo, Alan no tuvo más que irse a las carcajadas ante el comentario sobre su desquiciada esposa.

Amaba a su esposa, tenían una familia hermosa y unos hijos maravillosos… bueno un hijo maravilloso y a Franco y Alan no los cambiaría por nada…. Bueno a Franco de pronto, no estaba seguro, el punto era que el negar que su esposa era peor que una pantera era como negar que franco tenía un daño considerable en la cabeza.

—ni que tu madre te oiga sino nos va a colgar de los pies a los dos…— le sugirió su padre –aunque si se deshace de ti tendré un hijo más normal…—bromeo.

—¿me estás diciendo que soy anormal?

—no tanto anormal, pero si tienes un daño considerable en tu corteza cerebral.

—¿y de quien lo herede? ¿De ti o de mi madre?—pregunto entre risas el castaño.

—De tu madre eso fijo—aseguro el hombre acomodando su corbata muerto de risa.

—¡ah sí que te parezco una loca desquiciada, e!

La voz de la madre de Franco a la espalda de este y de su padre logro que ambos se sobresaltaran, con Franco prácticamente montándose en los brazos de su padre para que lo cargara como una novia acabada de casar y a la que llevan a la cama.

—Querida….— dijo Alan totalmente sumiso soltando a su hijo dejándole caer al suelo estrepitosamente –no te esperábamos tan temprano….

El fuerte sonido del golpe del caer de Franco no pareció alertar a los dos mayores que se abrazaron y se besaron cariñosamente.

—¿Por qué me tenias que dejar caer?—reclamo Franco levantándose adolorido.

—¿qué culpa tengo que seas pesado?...

—¿pesado? Pero si estoy en los huesos… ¡mi madre no me alimenta…!—debatió Franco molesto, logrando con ello no solo la ira de su madre y su mala mirada sino las vísperas de otra pelea y que esta le contara a su padre que había faltado a clases otra vez.

—¡Comes como por un batallón!—regaño su madre –a mí se me hace que la comida no va a tu estomago sino a tu cabeza hueca…

—oye eso fue golpe bajo—reclamo Franco fingiéndose ofendido –aquí el de la pata hueca es mi papa…

—al menos mi cabeza está llena—sonrió el aludido para hacerlos reír. —Más bien cierra el pico y acompáñame donde Lucilda, necesito el teléfono de Francisco y que me preste su plancha, porque ALGUIEN….—miro fijamente a Franco acusador – lleno de pintura la nuestra.

—bien, bien, vamos, igual debo ver si esta Pablo.

Ante las intenciones de su hijo, la madre de Franco, resoplo frustrado ante su descontento a la idea de que el castaño se fuera a verse con su sobrino.

— mejor quédate aquí Franco—debatió su madre.

—¿Por qué? ¿Ahora me dirás que no te agrada Pablo…?—pregunto comenzando a enojarse, su madre había tardado en sacarle la ira.

—¿Lidia?... ¿qué pasa con Pablo?—pregunto su esposo serio, nadie se metía con su sobrino favorito. Por su parte la aludida miro a su hijo y luego a su esposo, lo último que necesitaba era precisamente comenzar una discusión con ellos y menos unidos era como juntar al hambre y a la necesidad.

—No, nada… —negó ella viendo que era lo mejor –hare la cena…

—Bien de acuerdo—afirmaron ambos viéndole retirarse a la cocina no mas dejar sus cosas en uno de los sillones de la sala.

—y según ella no está loca—bromeo su padre frente la extraña conducta de su esposa provocando las risas de su hijo.

***

La madre de pedro pablo descendió del Mazda 3 negro, furiosa. Con la ruina de que su ijo la hubiera abandonado otra vez a irse quién sabe a dónde y para ella mínimo que debía estar con el dichoso Franco el hijo de su hermano. Bien era cierto que su hijo era un rebelde, era más que obvio que el único culpable de la rebeldía de su hijo más que ser culpa de su separación con su padre y que este resultara gay era más bien por culpa de franco.

—Lucilda…

El llamado de un hombre que se acercaba acompañado por unos pasos fue lo que logro que la mujer de ojos azul claro se volviera a mirarlo y encontrarse no solo con su hermano sino con el desastre de hijo que tenía.

—¡¿Qué?!— la fuerte pregunta de su hermana o más bien el grito fuerte y altanero de la mujer logro descolocarlo, mientras Franco incomprensible le miro extrañado de su actitud.

—anda Lucilda que te pasa—pregunto Alan casi que asustado.

—Nada!—negó altanera –déjame en paz.

Con esas palabras Lucilda la madre de Pablo comenzó su entrada  a su casa, acercándose a paso acelerado al pórtico, para no tener que seguir departiendo con su hermano y con su sobrino que no estaba muy dispuesto a irse sin saber lo que lo había llevado haya.

—Tía Lucilda ¿Dónde está Pablo?—pregunto Curioso de no verlo con ella, pero su tía solo se giró a fulminarle con la mirada en sus ojos, Franco pudo leer las ganas que tenía su tía de desaparecerlo viéndola regresarse a la casa y azotar la puerta con fuerza dejándoles hay parados como un par de idiotas.

—sí, esta familia es de locos…—aseguro Franco impactado.

—y mi mama dice que Lucilda no es loca… como se nota que no la conoce.

—sí, está realmente loca…—aseguro Franco de su parte.

***

Había pasado una hora desde el extraño encuentro con su tía Lucilda y a pesar de que si bueno, él y ella no se trataban más que cuando él iba a ver a Pablo y conocía el desacuerdo de la mujer con el que él no anduviera con su hijo jamás había llegado a mirarlo tan mal, a como lo había visto en ese momento. Si Pablo le había hecho algo, tuvo que haber sido grave para la ira de su tía. Pronto su teléfono sonó llamando su atención, al comprobar que era Pablo, descolgó.

—Hasta que me llamas chamaco del demonio— le regaño no más descolgar –me tenías en ascuas, cuando vi a tu madre llegar hecha una pantera. Casi se masca a mi padre de un grito y a mí me destripo con la mirada.

Ante el saludo de Franco, Pedro Pablo se soltó a las carcajadas, mientras el castaño se divertia de escuchar a su primo sonreír a pesar de lo deprimido que había estado hacia unos días, sentándose en su cama, para poder hablar con calma.

—Ya sabes cómo es ella…—dijo Pablo entre risas.

—No sé cómo me dices eso si ni mi padre siendo su hermano la entiende—contradijo Franco intentando no reírse.

—bueno, dejando de lado la venganza de mi madre encontra del mundo….

—Más bien en mi contra—contradijo Franco interrumpiéndole.

—Bueno… si— acepto Pablo riéndose —¿quedas?

—¿para?

—mi padre viene por mí y me dijo que podías venir si quieres

—De poca ¿enserio?—pregunto su primo emocionado.

—sí, enserio, ¿caes?

—de una, ¿Dónde estás?

—anota, y vente ya que mi papa ya viene y si te tardas te dejamos. —Franco enserio su gesto ante las recién reveladas intenciones de su primo negando con la cabeza divertido.

—ni se te ocurra, e!, que me dejarías triste y abandonado en casa… y ya es suficiente que me dejes solo por ese medico tuyo ¿Cómo se llama?

—Santiago Salabarrieta—dijo riéndose –¿a poco estas celoso?—bromeo.

—claro papi, no ve que usted es solo mío—le siguió la broma Franco para ambos comenzar a reírse a carcajada limpia.

No estaba seguro hacia cuanto él y Pablo habían comenzado ese juego de los “amantes celosos” y de hecho como aseguraba con su hermano el no ser homofóbico y con lo de su enfermedad, era capaz de probar todo tipo de cosas…hasta experimentar el ser gay… bueno… más adelante.

—¿Algo más…?—escucho el susurrar de su primo desconectado.

—oye taradote ¿me estas escuchando?—regaño Franco al escucharle susurrar eso –además que es eso de “algo más”… ¿que acaso tu papa nos tiene pollitas reservadas?—bromeo.

—No, no es nada—- negó al percatarse que Franco le había escuchado—y pollitos de pronto—bromeo Pablo despabilándose.

—No papi… mi único pollito eres tu—negó Franco para irse a las carcajadas.

—más bien anota y vente pero ya, ya, ya.

—Bien, bien, dale, dicta.— dijo sacando un lápiz y un papel.

***(Continuara)***

 

Notas finales:

bueno aqui el cap.... un poco atrazado pero aqui esta.

espero les guste, discullpan los dedazos o los errores... entre tanto corre corre no le he puesto la atencion requerida, pero creo que quedo bien.

espero que les guste.

en dos semanas el cap 3 se que es mucho pero el tiempo me esta quedando corto para todo.

nos vemos

 

PD: HAY UN PEQUEÑO DIALOGO QUE SAQUE DE LA PELOTA DE LETRAS.... CONSTE QUE LO ADVERTI EH!


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