Naruto jugaba con una pelota contra la solitaria pared del parque, el esférico botaba una y otra vez sacando, de vez en cuando, sonrisas y carcajadas del chiquillo.
Uchiha Sasuke paso cerca de su posición siendo llevado de la mano por su hermano mayor. El menor observaba al desvencijado muchacho con prepotencia
¿Jugar con la pelota en semejantes fachas con un huérfano como aquel?
Ni soñarlo.
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Sasuke lanzaba kunais a un árbol intentando emular la sorprendente puntería de su idolatrado Itachi.
Cerca paso el molesto rubio ojiazul cuya sola presencia le fastidiaba sobremanera.
El hiperactivo rubio corría a través de la caminería con una enorme sonrisa y un pequeño cometa surcando los aires a lo largo de su recorrido.
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Sasuke le lanzo una petulante mirada a la niña que tenia en frente. Pretendía regalarle una flor a un niño.
Pretendía regalarle una flor a un Uchiha.
¡Pretendía regalarle una flor a él!
Pero, ¿de qué extraño material estaba hecho el mundo donde vivía?
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El Uchiha jugaba en el parque siendo vigilado por Itachi.
Comenzó a trepar las escaleras que parecían un gusano con rapidez. Un mal paso le hizo caer golpeándose la rodilla.
El molesto rubio de ojos azules no lucía su radiante cara de felicidad.
Aquella vez se le veía deprimido, sin embargo esto no le detuvo para darle la mano al pequeño Uchiha con el objetivo de ayudarle a levantarse.
A pesar de ver con mala cara la sucia mano ofrecida, Sasuke sintió que debía, y tomó aquella mano, regalándole al rubio una sonrisa, recibiendo una no muy emotiva como respuesta.
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Sasuke entro a la academia con una alegre mirada, que se hubiese mantenido así de no ser por las molestas niñas que ya comenzaban a abalanzarse sobre él.
¿Qué demonios había hecho para merecer semejante muestra de atención?.
Miró con envidia a Naruto. Hablaba sin molestias circundantes con Nara, Akimichi e Inuzuka.
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Su humor no era la cosa más especial del mundo aquel día.
El bajo golpe que Itachi le había dado a su vida había sido fulminante. La apatía domino su ser, lo que le llevó, irónicamente a captar más atención de la que ya tenia por parte de las féminas.
Naruto solía mirarle de lejos durante los descansos, intentando tal vez imaginar que demonios recorría su mente en instantes como aquellos.
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Faltaba poco para graduarse de gennin.
Unas clases más y harían la hastiosa prueba que les convertiría en ninjas en servicio de su aldea.
Sasuke reposaba en su asiento mirando su alrededor con impasible mirada.
Sino hubiese sido por los estatutos de no violencia dentro del salón de clase, probablemente podría haber chamuscado a las hostigantes amebas que pululaban a su alrededor con un buen jutsu de fuego.
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Dos días para el examen gennin.
Naruto hablaba sin parar tonterías y más tonterías con sus tres amigotes.
Sasuke miraba al frente sin observar nada en particular.
El ojiazul le miró haciendo que el moreno le intercambiara un helado gesto.
Cuando estuvieron a punto de comenzar una hilarante batalla de miradas, Sakura se interpuso tomando asiento junto a Sasuke, quien comenzaba a exasperarse gracias a la presencia de su grácil compañía.
A decir verdad prefería mil veces al rubio a su lado.
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¿Pero qué tiene de bueno?
Se pregunto Naruto un día observando que Sakura veía a Uchiha con incondicional adoración.
Bueno... ella y el resto de las chicas.
Se acercó subiendo a la mesa donde yacía sentado, agachándose a la altura de sus ojos e intercambiando una mirada que casi podría lanzar fuego a diestra y siniestra.
Un leve empujón accidental fue suficiente para que Naruto sellara sus labios con los del moreno.
De inmediato se separaron escupiendo y maldiciendo.
Mas tarde Sasuke acariciaba sus labios intentando recordar el tacto del rubio, no era tan malo después de todo.
Naruto recordaba el fino rostro de Sasuke. Creyó percatarse de lo que tenía de bueno: todo excepto su jodida aptitud. Tal vez pudiese hacer algo para que cambiase, solo un poco…
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Los equipos habían sido anunciados.
Juntos.
Eso facilitaría bastante las cosas para ambos, aunque por otra parte podría joderlas.
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Para Naruto, Sasuke era atento, confiable y hasta gentil a su manera, todo tintado de una maldita arrogancia que en ocasiones le exacerbaba, en otras tantas le divertía.
Sasuke siempre le daba sus empujoncitos al ver lo corto que era para aprender cosas nuevas, como cuando aprendieron a trepar árboles.
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Su primera misión importante.
Pasaron por mucho, entrenamientos, mucho correr, dormir mal, discusiones, gritos e impertinentes pelirrosas.
Ahora luchaban contra Haku, un chico con tendencias de travesti.
Sasuke veía todo en cámara lenta, Haku lanzando un ataque contra su rubio y ya no tan molesto compañero. Su cuerpo, según él, se había movido solo, salvando a Naruto de un letal ataque, esto hizo que Naruto se enfureciera al ver lo que Sasuke había hecho por el, casi cargándose a su enemigo en el proceso.
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Prueba chuunin.
Una jodida ladilla para Naruto que nada sabía, por lo cual nada respondía.
Una de sus mayores cualidades era la sinceridad (y la ingenuidad).
Con su nombre bastaba ¿no? Algún punto tenían que darle por asistencia.
Sasuke y Sakura le armarían un buen rollo. Con lo que eso le importaba.
Para Sasuke aquello era pan comido.
¡Sharingan activado y a copiar se ha dicho!
Aunque al final el rubio sintió alivio al ser la verdadera pregunta, una prueba de coraje para los futuros chunnin.
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Sasuke había sido corrompido por las ansias de poder.
Ahora Naruto iba tras el comenzando así una persecución del gato y el ratón por recuperar a su amigo.
Tras culminar una encarnizada batalla en el Valle del Fin y con Naruto K.O. en el húmedo suelo, a Sasuke le dio un remordimiento de conciencia que por supuesto no exteriorizo al ver al rubio tan descompuesto y maltrecho.
Se acerco hasta su rostro dudando severamente entre darle un beso o dejarlo para luego.
Decidió lo segundo antes de cometer una burrada que mosquearía a su hastiosa adoración rubia.
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Sasuke huía de Orochimaru.
Esa noche le tocaba una sesión de fisioterapia que él no estaba dispuesto a soportar.
Se escondía en cada recoveco que encontraba en la guarida como si su vida dependiese de ello.
No dejaría que ese le pusiera las manos encima y le arrebatara la castidad que planeaba conservar hasta poder cepillarse al rubio. Primero muerto antes que dejar que ese le metiera mano.
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Se había enterado que el ingenuo zorrito se encontraba en la entrada de la guarida secreta, buscándole para devolverlo a la aldea.
En cuanto escucho el eco de unos pasos a través del pasillo, procedió a camuflarse para evitar ser visto.
Tal vez, si tenía suerte hasta podía pellizcarle una nalga al rubio sin que se percatase de la mano responsable.
Un rato después le vio en las afueras desde la cima de una roca. Se lamento interiormente no haberle pillado en el oscuro pasillo.
Esos dos años sin verse le habían sentado de maravilla al zorrito. Estaba más sexy, guapo y violable que antes.
Aprovecho el corto encuentro que tuvieron para acercarse a su cuello y deliberar, más no expresar, pensamientos eróticos que recorrían su mente mientras aspiraba, el aroma a ramen, tierra y vegetación que despedía el ojiazul, y de paso poner en su lugar al zorro patoso que habitaba en el interior del jinchuuruki.
Ya en la noche, cómodamente recostado en su cama, se desfogaba imaginando al rubio bajo su cuerpo.
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Sasuke estaba en el baño.
Medio adormilado en la penumbra de la noche, miro a los lados y cerró la puerta.
Al culminar sus procederes se giro en busca de la puerta.
Se pasmó ante la perversa y brillante mirada que Orochimaru le lanzaba. Con un susto tremendo abrió la puerta y salio corriendo rumbo a su habitación con el corazón a punto de salirse de su pecho.
Cerró la puerta con llave y candado, ejecutando como bonus un poderoso jutsu de sellado para asegurarse de que nadie penetrara la intimidad de su habitación.
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Cansado de la poca o nula privacidad que le proveía su arrendatario, Sasuke decidió una mañana deshacerse de Orochi al saberse cargado de todos los conocimientos que este pudiese proveerle.
Respiro hondo y una gran bocanada de aire invadió su sistema respiratorio.
Un suspiro de alivio se hizo sentir y una sonrisa prepotente surcó sus labios.
Descansaría al fin de los acosos del jodido pedófilo.
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El Hachibi le había dado una golpiza monumental.
Gracias a Kami que uno de los integrantes de su inútil equipo de pacotilla era una gamberra que ofrecía cualquier pedazo de piel para morder, alegando proveer al mordiente de chakra curativo que sanaría toda herida. Lo cierto era que aquello sucedía, sin embargo la cara excitada de la pelirroja mientras era mordida no tenia precio, la muy puta.
Lo peor de todo, para Karin, es que a Sasuke no le provocaba la mas mínima emoción estar hincando sus dientes en la piel de ella.
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Luego del implante de última generación made by Madara, Sasuke lucía unos ojos casi-nuevos de paquete. Casi, porque el producto era originalmente de Itachi.
La guerra ya había estallado, y estaba en su máximo apogeo.
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Sasuke estaba frente a Naruto.
No sabía cómo ni en qué momento pero ahora estaban en medio de una reñida batalla.
Hacía tiempo que no se veían, pero Sasuke pensó que Naruto ahora estaba 3 veces más apetecible que la última vez.
No supo cómo, pero ahora se encontraba luchando contra Madara junto al jinchuuruki.
Al final ganaron la batalla dejando algunos huesos rotos, cortadas y quemaduras en el proceso.
Naruto le pidió volver a la aldea, cosa que Sasuke hubiese aceptado de no ser porque el protocolo y mantenimiento de su estoica imagen se iría a pique frente a los que les observaban.
Antes de que los ninjas se marcharan a Konoha y aprovechando que cada quien andaba en lo suyo, Sasuke concretó el beso que había dejado esperando desde aquella lejana batalla en el Valle del Fin. Beso que el rubio correspondió asiéndose de su cuello con ahínco.
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Un día, completamente curado de sus heridas post guerra, el Uchiha comenzó a andar hacia Konoha con la sólida esperanza de encontrar al rubio en su cama, listo para ser maniatado, amordazado y desflorado.
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Se metió al departamento de Naruto con una risa cínica.
Al entrar se compadeció del rubio, era más pobre que las ratas ya que esa pocilga no valía ni 1000 ryous.
Definitivamente allí no ejecutaría sus perversas maquinaciones y se lo llevaría de inmediato a las inmediaciones del probablemente empolvado y entelarañado complejo Uchiha.
Sin embargo al entrar a la única habitación de aquel antro, tuvo que deshacerse de sus recientes pensamientos, ya que un adorable, apetecible, casi desnudo sexy y violable rubio de respiración acompasada dormía en su cama, lo que le incito a lanzarse sobre el repartiendo besos hasta el último milímetro de piel descubierta.
El rubio despertó con sobresalto al sentir semejante ráfaga suave y a la vez húmeda recorrer su pecho desnudo.
Intentando distinguir la realidad del mundo onírico, se frotó los ojos, y aún adormitado pudo reconocer a Sasuke, quien, por extraños preceptos del destino no llevaba camisa. Esta yacía tirada en algún punto de la reducida habitación junto a la propia.
Sasuke seguía en sus menesteres sin prestarle mayor atención al rubio, quien le dirigía algunos improperios y filosóficas interrogantes del estilo: '¿cuando volviste, tebbayo?' 'y ni siquiera saludas', 'solo para violarme', que fueron raudamente acalladas con besos y lengüetazos transformando toda reclamación posible en gemidos, suspiros y perversiones cada vez más subidas de tono.
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A Sakura casi se le desencaja la mandíbula al ver a Naruto con Sasuke de la mano recorriendo la aldea
¡De la mano!
¿Cuándo demonios se habían liado esos dos?
En principio pensó en dirigirse hacia ellos al verles, darle un gran abrazo a Naruto y un besito en la frente por ser tan infinitamente bueno y lograr traer a su Sasuke de vuelta.
Sin embargo sus pensamientos se nublaron y cayó en un coma instantáneo que duro menos de 3 segundos, lo que tardo en procesar la información que veían sus ojos, al ver el enlace que los mantenía unidos.
Y ellos tan campantes paseando por allí, uno con una sonrisa radiante y el otro con cara de mala leche, sin que les importara lo que la gente dijera o como les viera.
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Sakura lloraba a lágrima viva al verles darse el sí-acepto ante la Hokage. Otras tantas féminas hacían lo mismo, empapando pañuelos de moco y lágrimas de cocodrilo.
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Naruto chequeaba el jodidamente fastidioso papeleo que implicaba ser Hokage.
¿Por qué mierda quería ser Hokage en primer lugar?
Él y su maldita bocota.
Ser Hokage era la cosa más frustrante que le había ocurrido en la vida.
Menos mal que tenía a su fiel general anbu, su mega buenisimo Uchiha, que le visitaba en sus tiempos libres, haciendo un desastre de papeles en aquella oficina debido a las intensas sesiones de relajación que destensaban sus músculos sobre la mesa.
Lo negativo de aquellas osadías era que luego tenían que recoger el desastre y dejar todo en perfecto orden, porque la asistente pelirrosa era de armas tomar.
Otra cosa que Naruto consideraba en contra, era que Sasuke quedaba insatisfecho dándole otras cuantas tandas en la noche haciendo que el pequeño zorro no pudiese sentarse por varios días.
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¿Jugar él con un huérfano más pobre que las ratas?
Hablar, jugar, discutir, follar y todo lo que venga…
Fin