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El emperador de Roma. por Naru_Naru

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Notas del fanfic:

¡Buenas! ¿que tal amantes del yaoi? Si, de nuevo yo, Naru_Naru, con este diferente fic. Ya sé que tengo cinco fics pero puedo asegurar que no dejaré ninguno inconcluso.

Bien, este fic llegó a mi mente cuando estuve en Roma, fue una cosa verdaderamente interesante y la quise transimitir en una historia.

La pareja principal es SasuNaru, aunque anteriormente era NaruSasu y creo que como ya se habrán dado cuenta en el resumen, esto es totalmente diferente a mis otros fics xD. ¿Ha quedado todo explicado en el resumen? si no es así pueden preguntar por reviews. ¡Gracias por pasar!

Disclaimer: Los personajes de Naruto no me pertenecen, estos son de Masashi Kishimoto. Más el drama de la historia si es mía.

Notas del capitulo:

¡Bonjorno! aquí dejo un nuevo fic de mi parte para ustedes :), es diferente a los demás que he hecho, tanto, que iba a ser un NaruSasu o.o, pero para serles sincera, nunca he hecho uno y la verdad es que nadie me acepto la idea T_T.

El fic consta de... 17 capítulos, talvez más. Aún no lo tengo adelantado en la Pc, pero sí en mi libreta de fics. Solamente pido paciencia. ¡Gracias por seguir mis fics, por comentar y por los favoritos!

El emperador de Roma. Por Naru_Naru.

Ególatra y bastardo. ¡Larga vida a Naruto!

"Una hermosa flor del desierto, pero con tantas espinas que es imposible de tomar"

Esta historia no comienza junto a un nuevo día, ya el sol había tomado su posición en el centro de roma e iluminaba todo con arudor; la una de la tarde era allí; escepto para el hijo del emperador, que aún pensaba que eran las seis de la mañana.

Sus sirvientas fueron amablemente a su habitación temiendo por su dignidad y trabajo fijo, habiendo sido ellas las encargadas de despertar al joven amo. La más pequeñas de ellas, Hinata Hyûga, de quince años de edad, fue lanzada por sus compañeras para ser la valiente en tomarse la moelstia. Temblando de pies a cabeza movió con delicadeza exagerada el bulto que se encontraba en la enorme cama de adornos de piedras preciosas.

-J-joven amo. Es momento de despertar... P-por favor. -Susurró al oírle gruñir y revolverse con flojera. Una cabellera brillante se asomo entre las sábanas y con ella el rostro malhumorado del futuro emperador de roma. Naruto Uzumaki. Un guapo chico de piel bronceada, ojos totalmente azules y cabello rubio.

Si, una hermosa flor del desierto, pero con tantas espinas que es imposible de tomar, solamente puedes contemplarla de lejor. Así es Naruto.

-¿Despertar? ¿tan temprano? -Se levanto de un golpe molesto mirando a su alrededor como todas las criadas se abrazaban entre ellas.- Dime preciosa, ¿qué hora crees que es?

-L-la una, joven Uzumaki. -Contestó sin sostenerle la vista al mayor, quien rió divertido al verla.

-Y la razón por la que me has despertado ¿es...? -La miró con una expresión serena, pero su faceta al despertar era la peor que tenía, bueno después de...

-El señor Minato le ha pedido que vaya al coliseo a las cinco de la tarde, con una buena vestimenta.

-Buena vestimenta, ¿eh? -Caminó por su habitación en un círculo como si pensara en algo.- ¡Oh! lo que tratas de insinuar es que yo nunca tengo una buena vestimenta. ¡¿Es eso?! -Gritó; la morena respingó desde su posición sin hablar, solo negando con el rostro. En esos momentos era mejor callar ante la cólera del Uzumaki.- ¿Mi baño está listo?

-N-no señor. En estos momentos se lo están preparando.

-¡Además que me levantas tarde, osas a no tenerlo todo listo! ¡eres una sirviente inservible! ¡¿para que trabajás aquí? -Se acercó a ella en tono amenazador, aún sabiendo que a una chica el jamás lastimaría, si, podía ser un malvado, pero una dama no le tocaría ni un pelo... para mal.

-Lo siento, lo siento. Por favor. Perdóneme mi Dios. -Se arrodilló ante él y Naruto respiró por la nariz tratando de calmar su histeria. Miró a las demás jovencitas que estaban en la habitación y se relajó.- Déjeme conservar mi trabajo.

-De acuerdo...

-¡Oh! gracias. Usted es tan misericordioso.

-Pero una de ellas tiene que tomar un baño conmigo. -Sonrió coquetamente y las chicas chillaron entre ellas. Unas menos entusiasmadas que otras- No se emocionen lecayas. Que un futuro emperador como yo se acostaría con una cualquiera. No lo creo. -Todas callaron con ira, ira de no poder ponerle en su lugar; un estúpido niño engreído que vivía la vida color rosa.- Iré a ducharme, ya salgan de mi habitación. -Ante el mandato de su señor todas salieron de la habitación irritadas, molestas y airadas.

¿Cómo alguien tan malnacido podría ser un emperador? Roma se iría en el caos y no eran las únicas que pensaban así. Todos en la ciudad cuchicheaban lo mismo, pero nadie se atrevía a reclamar, después de todo era Minato quien lo proponía.

Naruto entró a la tina de oro que tenía, su baño, como ya había dicho Hinata, aún no estaba preparado pero simplemente le dejó así. Se quitó toda la ropa suspirando prolongadamente al sentir el agua caliente acariciar su piel fría. Cerró los ojos hundiéndose en su totalidad, bostezando con pereza de solo pensar que tenía que ir al coliseo por orden de su padre, ¿qué le mostraría esta vez? Desde que era un niño había estado yendo al mismo lugar, ya lo conocía todo.

El rubio se lavaba él mismo sus rubios mechones, habiendo corrido a cada una de sus sirvientas ahora estaba el solo en la habitación. Se molesto por ese simple hecho.

-Cuando salga de este baño botaré a cada una de esas inservibles. -Se prometió terminando de sacar las impurezas de su cabello tan dorado como el oro mismo.

Sonrió distraído al oler aquella fragancia que sus críadas siempre solían dejar en sus baños; era algo realmente exquisito y le traía recuerdo de muchas cosas. Como su difunta madre. La bella emperatriz Kushina Uzumaki, quien dió una descendencia de dos hijos a Minato Namikaze. Lamentablemente después de dar a luz a su último hijo, falleció. Y ese niño estuvo a punto de irse con ella, pero una aparición divina de Minerva salvó a quien sería el próximo emperador.

Y ahora él se encontraba en una tina de hora viviendo los mayores lujos de la vida.Así es, ese niño el cual Minerva le devolvió la vida, era él. Naruto Uzumaki. Quien había sido concedido el apellido de su madre en su honor y ahora solamente esperaba cumplir su mayoría de edad para poder entrar al trono. Aún faltaba un año, pero comenzaba a tener deberes de un emperador para así poder acostumbrarse a lo que le esperaba.

-Creo que iré a visitar al Hyûga, hace días me ha dicho que necesitaba hablar conmigo. Dudo que sea algo de mi agrado. -Se dijo así mismo. Neji era el adivino que presagia los males para el pueblo romano. Naruto había oído que este le buscaba para poder charlar, pero estaba seguro que no sería algo bueno.

Se levanto de la tina y tomó una de las toallas que estaban a su lado y con esta se dispuso a quitar la humedad de su cuerpo mientras que con otra secó su cabello. Llegó a su habitación y sonrió al ver el atuendo que había sido escogido. No estaba nada mal, digno de todo un emperador. Se vistió con esto y por último se calzó sus sandalias doradas.

Salió de su habitación con la vista en alto y una sonrisa en su rostro, no podía ocultarla, su vida era tan perfecta que siempre solía estar así, miró como los gladiadores que cuidaban del palacio le veían con respeto y unos que otros con picardía. Sabían que su futuro emperador era todo un promiscuo y al menos tres de ellos lo habían vivido en carne propia.

Naruto antes de salir le dirigió una mirada al mosaico que en esos momentos se encontraba pisando. Era de Minerva, su protectora. Sonrió ante ella e hizo una leve reverencia antes de cerrar la puerta.

Cuando los rayos del sol dieron a su piel escucho como los gladiadores de inmediato corrían hasta él.

-Mi señor, ¿podemos servirle de ayuda? -Preguntó uno de ellos bajando su cabeza ante la presencia de Naruto.

-Si. -Contestó con voz firme al momento que los gladiadores levantaban su mirada hasta la azulada del rubio.- En estos momentos yo me dirijo con Hyûga Neji, el adivino.

-Nosotros hemos de llevarlo, mi Dios. -Contesto nuevamente el mismo joven que le había hablado antes. Naruto le examinaba con su mirada, notando lo guapo que era aquel chico. Realmente guapo, pero sumamente conocido. Después de verle aquellos ojos turquesa pudo adivinar quien era él. Gaara, uno de los chicos que habían pasado por su cama. Sonrió con prepotencia al ver el desvío de miaradas que le daba el pelirojo.

-De acuerdo, lecayo. -Rió en su cara al verle como se desencajaba su expresión. Gaara frunció el entrecejo molesto por la insolencia de Naruto, pero nada podía hacer, después de todo la leve muestra de no ser leal le podía costar la vida. Más aún con Naruto cerca, él si que era sanguinareo. Se sentó en la carreta real, cubierta por cortinas rojas con bordes dorados, hacían juego con su vestimenta.

El transporte se puso en movimiento con él y un sirviente adentro el cual le abanicaba para mantenerle fresco ante el terrible calor que azotaba toda Roma.

Naruto aburrido miraba entre las cortinas, viendo a los plebeyos que caminaban por las calles de su ciudad. Los venderores de tiendas que trabajan con tenacidad todos los días del año. ¡Ja! que dicha el ser hijo del emperador, nunca tuvo que sufrir por nada de ello, su vida siempre fue perfecta.

Recordaba tantas cosas de su niñez junto a su padre y hermano; y de imprevisto se vió frente a la casa del Hyûga. Bajó sin ninguna ayuda y miró a su alrededor como muchos de los plebeyos que pasaban por allí le sonreían y se inclinaban ante su llegada. Les saludo con un rápido movimiento de manos y entro al lugar donde le esperaba Neji.

-Hyûga, aquí ha llegado tu emperador. Aparece de una vez y dime lo que deseas contarme. -La estridente voz del ojizarco se hizo oír en toda la residencia hecha de barro. De la oscuridad aparecio un hombre de cabello castaño y largo, atado en una coleta de caballo. Sus ojos eran perlados y demostraban indiferencia alguna, cosa que el futuro emperador no paso desapercibido.- ¡Insolente! he dicho que aquí ha llegado tu emperador.

-Mis disculpas, mi Dios. -Hizo una reverencia un tanto forzada, al igual que las palabras que había soltado con anterioridad. El Uzumaki le miró torvamente y para tranquilizarse un poco respiró por la boca; odiaba la insolencia hacia su persona, como si fuese alguien del montón; ¡¿que no lo pillaban?! él era el futuro emperador de Roma, ya tenían el deber de tratarlo como uno.

-Que no vuelva a pasar. -Setenció al momento de sentarse en uno de los muebles que habían en el lugar. Neji realizó la misma acción un poco después y le miró directo a los ojos.- ¿Y? para que me has llamado.

-Todas las noches le he tenido en mis sueños, mi señor. -Respondió el ojiblanco con un tono de voz bajo, para que solamente Naruto le pudiera escuchar. Ya que podía apostar que toda su escolta estaba a las afuera de su casa.- Eso indica un presagio funesto. -Naruto se altero ante tal mención.

-¡¿Q-qué dices?! presagio funesto... ¡¿yo?! -Se levantó con velocidad de allí y Neji le repitió.- No te me acerques vil mentiroso, ¡yo no creo en ti!

-Señor, debe escucharme. Aún no sé que le pueda pasar, pero debe de tener cuidado. -El Hyûga se le acerco con rapidez mientras Naruto retrocedía con torpeza. El chico de pelo castaño le toco el brazo y con eso sus ojos se fruncieron de una extraña manera, brotando venas al rededor, asustando aún más al joven emperador.

-¿Qué le ocurre? -Susurró Naruto mirando la extraña manera en que Neji se caía al suelo y respiraba con dificultad. ¿Qué se hacía el estúpido? pues le quedaba muy bien.- Si es una broma puedes asegurar que tendré tu cabeza en mi habitación.

-Naruto, usted será secuestrado. ¡No se deje engañar por su imagen! no es quien aparenta ser. -Hablaba entrecortadamente Neji y Naruto se molesto ante tal predicción, ¿él secuestrado con tanta seguridad en su palacio? ¡jamás!- La visión que he tenido lo demuestra todo. Por favor. -Hablaba con preocupación, era cierto que pensaba que Naruto era un infausto, pero era su emperador y antigüo amigo. Tenía que protegerle del futuro que le esperaba.

-¡Guardias! -Gritó molesto el Uzumaki. No dejaría que un loco como él le siguiera ensuciando la cabeza con aquellas tontas predicciones. Tal vez haya adivinado algunos males de su pueblo en el reinado de su padre, pero nunca en el suyo. El oji blanco se sintió caer en un vacío al oírle gritar por ayuda. Lo mandaría al calabozo. No pasaron minutos algunos cuando ya se veía tomado por todas sus extremidades.- Este impostor me ha demostrado su infidelidad por Roma, arréstenlo de inmediato. -Ordenaba sin ninguna pisca de arrepentimiento o tristeza.

Los guardias se miraron entre ellos, sabiendo quien era ese hombre y sin ninguna duda le llevaban al calabozo. Naruto le miraba aún molesto por sus palabras y Neji frunció el entrecejo profundamente, dando a conocer su enojo.

-¡Todo lo que te ampara será por tu culpa! y espero te des cuenta del gran error que has cometido, Naruto. -Exclamaba antes de ser golpeado por los gladiadores. El rubio le ignoró y miró a Gaara que le observaba con desaprobación.

-¿Algún problema? -Desafió y el pelirojo sin mirarle nego.- Bien ahora llévame al coliseo.

Naruto iba muy tranquilo en su carruaje, no creía que las palabras de Neji eran ciertas, su mente se lo negaba. Y así lo hizo, se engaño así mismo. Mientras otro lado, Neji era lanzado a una celda putrefacta con restos de personas ahí y uno que otros aldeanos.

-Intenté ayudarle, pero veo que su maldad es demasiado grande para ello. Solo espero que ese hombre de verdad cambié su vida. -Susurró Neji recordando el rostro del aldeano que había secuestrado a su futuro emperador. Un hombre de cabello y ojos negros, además de aquella mirada tan penetrante que tenía. A su mente llegó repentinamente el nombre de aquel hombre.- Uchiha Sasuke...

Notas finales:

¿Qué pueden opinar? ¿qué tal la actitud de Naruto o.o? ¿qué tal el resumen? ¿que tal la autora xD? Muchas gracias por leer hasta acá y más gracias aún si dejas un review, en fin, me iré a escribir los fics que están pendientes por actualización.

¡Nos leemos! ¡Paz!


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