Tres asesinatos en una semana. El criminal más buscado de Japón se destacaba por la sutileza en la hora de cometer aquellos descomunales homicidios.
Sabían que se trataba de un hombre, pues lo único que lograban encontrar en la escena del crimen era justamente un montón de rosas negras dispersas, las cuales olían a un perfume particularmente masculino.
Hideto Takarai era el detective a cargo, considerado uno de los mejores de Tokio tenía el deber de dar con el paradero de aquel sujeto que de por sí ya era bastante peligroso, pero Hyde (como solían decirle sus amigos) no tenía miedo, es más, deseaba fervientemente poder encontrar al homicida lo más pronto posible.
- Tet-chan ¿Podrías llevar estas muestras al laboratorio de criminalística?
- Claro que si Hyde, pero…
- ¿Pero qué?
- ¿Por qué estás tan empeñado en encontrar al criminal tu solo? Es decir, podrías pedir ayuda a otros detectives…
Hyde negó suavemente, su mirada se volvió seria y tomó unos papeles de su escritorio para dirigirse a la salida.
- Si llama Ken dile que estaré fuera recaudando más pruebas
- Doiha-chan… -Tetsu le miró con preocupación- Ten cuidado…
- Estaré bien Tetsu, no te preocupes –El más bajo le sonrió a su compañero de trabajo intentando tranquilizarlo, aunque bien sabía que eso sería difícil conociendo el carácter sobreprotector de este.
Ya estando fuera Hyde suspiró, miró el cielo y se dio cuenta de que pronto comenzaría a llover, pero eso no le impediría seguir con su trabajo, ya casi se volvía una necesidad el tratar de dar con el paradero del escurridizo y astuto asesino.
- Juro que voy a encontrarte maldito bastardo… -Y con una media sonrisa se dirigió al lugar donde había ocurrido el último homicidio.
Llevaba horas buscando algún indicio que fuera importante para su investigación, una pista más clara o algo que le facilitara un poco las cosas pero desafortunadamente no daba con ningún resultado positivo, incluso comenzaba a fastidiarse pues estaba cansado, pero no por eso abandonaría todo, tenía que ser fuerte y pensar con detenimiento.
Sintió una pequeña gota mojar su cabeza y supuso que estaba a punto de llover por lo que intentó buscar refugio bajo el techo de una vieja y sucia bodega. Ese lugar le llamó la atención pues podría ser utilizado por el propio asesino, incluso llegó a imaginar que quizás ese sujeto llevaba a sus víctimas a aquel lugar para violarlas y luego dar fin a sus vidas de la manera más cruel y silenciosa.
Mientras Hyde se dejaba llevar por sus pensamientos, un joven alto vestido completamente de negro se acercaba sigilosamente al pequeño detective quien estaba algo distraído, por lo que su tarea fue muy fácil.
Con una gran habilidad le cubrió los ojos con una venda de seda negra y lo abrazó por la espalda, apegándolo a su cuerpo, sintiéndose vibrar ante ese contacto entre ambos.
- Vaya, no sabía que tendría visitas… -Susurró aquel sujeto, su voz era grave y profunda, logrando estremecer a Hyde quién se había quedado quieto al verse atrapado.
- ¿Q-Quién demonios eres? – Preguntó el detective con algo de inseguridad, pues cabía la gran posibilidad de que se tratara del mismo asesino.
- Sólo soy un admirador de la belleza, y déjame decirte que tú eres un hermoso ángel… -Volvió a susurrar en el oído del más bajo, aferrándolo a él, transmitiéndole su calidez.
- ¡Suéltame idiota! No tengo tiempo para tus juegos…
- Shh…esa deliciosa boca debe servir para algo mejor que insultar ¿Verdad? – Dijo el otro hombre con tono sugerente, paseando sus dedos sobre los labios de Hyde quién intentó zafarse del agarre pero el tipo tenía bastante fuerza.
- Te digo que me sueltes ¡Bastardo! -Gritó sin importarle, pues el sitio donde estaban no era concurrido y a esas horas estaban completamente solos.
- Hey, no deberías tratar así a las personas, menos siendo tan lindo como lo eres… -Deslizó su aliento desde la oreja al cuello del más bajo, deseando probar esa piel que se le antojaba suave y que de seguro así sería.
- Imbécil…Voy a pudrirte en la cárcel… -Hyde intentó golpearlo pero su intento fue frustrado por el más alto quien era bastante rápido y lo acorraló contra la fría pared de cemento, haciendo que su espalda chocara contra esta, quedando frente a frente, claro está que el más bajo no podía verlo debido a la venda.
- Sr Hideto Takarai…Yo que usted tendría mucho cuidado con lo que dice, sé que sabe quién soy ¿No? –Gackt sonrió de medio lado, volviendo a juntar sus cuerpos, disfrutando de ese exquisito roce.
Hyde estaba furioso, quería matar al desgraciado que ahora lo tenía acorralado, sabía perfectamente que este era el criminal, lo supo cuando sintió el olor de su perfume, el mismo que había en las rosas.
- Voy a matarte, la cárcel no será suficiente para ti estúpido engreído, asesino infeliz… -Escupió todo eso con desprecio, incluso aunque no podía mirarlo eso era lo que transmitía con sus palabras.
- Oh no, preciosura…creo que me estás subestimando… -Gackt lo tomó del mentón, acercándose peligrosamente a sus labios- Nadie ha podido capturarme… ¿Crees que serás el primero? – Rió suavemente, deslizando su lengua sobre el labio inferior de Hyde quién instintivamente intentó apartarse, mas no pudo lograrlo porque Gackt lo tenía firmemente sujeto.
Y sin poder escapar el criminal lo besó apasionadamente, eso fue lo último que pudo recordar antes de perder la consciencia.
A lo lejos se oían los ruidos de las sirenas de policía, seguramente buscando a Hyde que había desaparecido por casi todo el día. Gackt Camui se relamió los labios arreglando su traje y peinando su cabello, observando desde lejos en su lujoso auto deportivo como los policías socorrían al pequeño detective, quién había perdido la consciencia al ser inyectado con un anéstesico por el más alto mientras se habían besado.
- Nos volveremos a encontrar algún día...Hyde –Dijo para sí mismo, manejando a alta velocidad de regreso a la ciudad.
Mientras tanto Tetsu y los demás policías corrían hacia donde yacía el cuerpo de Hyde, quien estaba sumergido en un estado de inconsciencia, observando con miedo las rosas negras dispersas en el suelo.
Seguramente se había salvado esta vez, pero sabían que Hyde no tendría una segunda oportunidad.
Fin