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Premio mayor por Pecado Olvidado

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Notas del fanfic:

Y bueno, lo prometido es deuda. Acá viene más pornoso :3 disfruténlo!

 

-                     ¡GOOOOOOOOOOOOL! ¡Y LO HICIERON DE NUEVO! ¡Y OTRA VEZ! ¡OTRA VEZ VUELVEN A GANAR! ¡YA SON QUINCE!

Se escuchó luego del tercer gol ejecutado por el la Selección Uruguaya de Futbol, el cual coronó al equipo Celeste por décima quinta vez campeón de América.

El chileno había sido eliminado de la competencia por la que ahora era la cuarta mejor de América: Venezuela; sin embargo, no sabía porque razón, ese día decidió apoyar al que ahora era el actual campeón.

Algo tenía el Uruguayo, era idéntico al Argentino que tanto le molestaba, al menos en lo físico, pero eso en sus ojos castaños, que inclusive detrás de aquellos lentes con gran aumento parecían que miraban tu alma con rayos equis, en el brillo sobre sus rubios cabellos, en sus suaves movimientos, la tranquilidad y paz con la que habla, lo certero y directo de sus palabras, su extraña humildad…

-                     “¡Por la re chucha! ¡Ese Uruguayo tiene algo y aún no sabe que es!” Pensó el castaño.  

Como un magnetismo que lo atrae y le apega a él, pues hasta ahora, durante el tiempo que compartieron hoteles en Argentina no le ha rechazado un beso, un abrazo, una caricia… ni un tacto.

No pudo evitar emocionarse con el logro del Uruguayo, grito los goles como si fueran propios, aunque ahora que recordaba el rubio hizo lo mismo por él…

Cuando logró separarse de la multitud corrió hacia él, aparto jugadores, periodistas ¡todo! Y lo abrazo fuerte, lo abrazo como si no quisiera soltarle, y este le correspondió de la misma manera.

-                     ¡Vamos Manuel! –exclamo con fuerza el Uruguayo dándole la copa a sus jugadores, mientras se alejaba de la multitud hacia un lugar oculto en el Monumental.

-                     ¿Qué queri’ Seba? –siendo arrastrado por el rubio mayor.

En vez de responder, el rubio simplemente abrazo por la cintura al chileno besándole las mejillas, ahora necesitaba de él, ya había tenido suficiente con todo su esfuerzo, pero ahora quería su premio, el verdadero, el que esperó a que apareciera…

-                     ¿Seba…? –se preguntó en baja voz el castaño, sintiendo el abrazo para luego sonreír levemente sonrojado, estirando sus brazos hacia arriba correspondiéndole por el cuello con delicadeza, pero con la firmeza como diciendo “¡tú ere’ mío weon!”.- Sabes Seba… yo me gane un premio también…

-                     ¿Enserio? ¿Y qué premio es ese? –dice suavemente divertido, con aquel tono profundo y sereno que el rubio tenía, y que enloquecía al castaño transandino.

-                     Si… te gane a ti… -y con eso quedo dicho todo, le costó decirlo, pero lo dijo. Miro al Charrúa rojo como nunca antes esperando su respuesta, una respuesta que no se hizo esperar.

El oriental, miro a los ojos del Chileno buscando la sinceridad en sus ojos, y todo en su expresión facial le hizo ver con que verdad decía aquellas palabras, simplemente subiendo una mano al mentón ajeno para levantarlo acercándose al rostro del transandino, besándolo suavemente, y sintiendo como el menor le respondía al mismo con timidez y torpeza.

Martín podría decir que el chileno era tsundere, que era obstinado, violento, alcohólico, lo que fuera, pero ante los ojos del oriental el transandino era el joven más hermoso del mundo, un ángel, una visión de la más absoluta belleza. Desde la primera vez, en aquel 1972 el chileno le embrujo y no sabía cómo, sus ojos, sus cabellos, su forma rebelde y contestataria de ser, su perseverancia y la fortaleza, como se movía, como se expresaba, su amor por la vida, todo en él le parecía hermoso.

Lentamente el beso se profundizo, las lenguas de ambos se entrelazaban y bailaban dentro de ambas cavidades con el ritmo de la pasión, el sonrojo en las mejillas del chileno se acentuaba cada vez más, aferrando sus manos a las hebras doradas en la nuca del celeste jadeando levemente comenzando a sentir nuevamente aquello, aquello aún sin nombre, que lo enloquecía del otro.

El uruguayo bajo sus manos y tomo de los muslos al castaño para subirlo a la primera superficie de concreto que encontró, tomando los mismos con firmeza acariciando con deseo la parte interna de estos buscando una incitación hacía el chileno que no mucho después se hizo aparecer. Se separaron del beso por la falta de aire mirándose a los ojos con deseo, para que luego el rubio atacara a besos y lamidas el cuello del castaño.

-                     Aghh… Seba… -jadeo el castaño ante las acciones del mayor.

-                     Estaba esperando por vos… quería reclamar mi premio… Te necesitaba… -dijo con la sinceridad que le caracterizaba, dejando una suave marca sobre la piel del chileno.

-                     Y yo a ti weon… -respondió con deseo, sintiendo que su corazón explotaría en su pecho.

El oriental sonrío con lascivia, apegando al chileno a su cuerpo notando sobre su piel el retumbar del corazón de su amante, mirándolo por una fracción de segundo para luego pasar sus labios sobre los ajenos, devorándolos, sintiendo el sabor aquel delicado de cerveza, que se le había vuelto extrañamente adictivo.

El chileno por su parte se dejaba atender por las traviesas manos del uruguayo el cual ya estaba atendiendo sus partes sensibles, con una facilidad y maestría que nunca antes experimento, pero con la suficiente delicadeza para que no rallara la línea del salvajismo, hacía un mes y tanto que estaban juntos compartiendo sus cuerpos como ahora lo hacían, y siempre noto eso en el uruguayo, que se lo hacía con la locura de la pasión, pero con la delicadeza y la lentitud del que ama.

Intromisión… Gimió extasiado hundiendo sus uñas en la blanca piel del rubio lacerándole un poco, sabiendo que era de los pocos que disfrutaba de la sensación del dolor, de la tortura, de los castigos cuando este dejaba al chileno mucho tiempo sus excitantes atenciones.

Sentían como sus cuerpos se acoplaban y se volvían uno solo, los movimientos del rubio eran profundos y certeros dando en el exacto punto para hacer que Manuel se derritiera del placer en los brazos de Sebastián, ambos gimiendo y jadeando con sensual ritmo mientras se unían en aquel acto.

-                     ¡Más! –le jadeaba tentativamente el transandino al oído, mientras era doblemente complacido por el uruguayo.

-                     Ya no puedo más Manuel… -dijo el rubio, conteniendo más su cuerpo, pero aquel cuerpo, aquella exquisita estrechez lo desesperaban, lo enloquecían… lo apasionaba, lo extasiaba.

-                     ¡Y-y yo! –logro articular al menor sintiendo el éxtasis final de ambos cuerpos al correrse al mismo tiempo, respirando agitadamente cada uno sobre el hombro ajeno, sin separarse ni un milímetro el uno del otro.- Felicidad-des Seb-ba… -dijo el castaño suavemente al oído del rubio, provocando que este sonriera.

-                     Gracias… -agradeció estrechándolo más contra su besando su mejilla izquierda.- Gracias a vos por todo…

-                     ¿A mí? –pregunto sin entender a qué se refería.

-                     Si a vos… por hacerme el hombre más afortunado… gracias por quedarte a mi lado… -respondió suavemente mirando al otro.

-                     Que cosa’ dices weon… -respondió con la misma suavidad el chileno, mirando hacia otro lado, pero no le quedó otra más que mirar y ceder ante el Charrúa, cuando este tomo sus labios para fundir sus labios con él.

Se miraron a los ojos luego de ese beso… a esas alturas… ambos tenían un premio mejor que mil copas o títulos deportivos juntos…

 

Notas finales:

Critiquen!

atte, Sebastiana.


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