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Halloween en la neblina por Nero Sparda

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Notas del fanfic:

Los personajes no me pertenecen, son de Kishimoto-sama y yo solo los tome prestados :/

Notas del capitulo:

Dedicado a todos mis fans (?) xD

y a Haru, que no le di nada en su cumple pero aqui le dejo algo de SasuNaru, es que Sasuke no quiso ser uke u.u

La niebla se hacía mas y mas profunda a medida que intentaba avanzar en ella, con las manos temblando contra su cuerpo y los profundos ojos color del cielo amenazando con desbordar las lagrimas cristalinas como la lluvia, estaba asustado y el frio no hacía más que subir, aumentando de ese modo los temblores del frágil cuerpo.

 Sentía la mirada de alguien clavarse a su espalda, los pasos apresurados y la sonrisa ladina, aunque no pudiera verlos era consciente de ellos, tanto como de que el viento rosaba su rostro aunque no lo viera, de que la niebla era mala, aunque no pudiese estirar sus garras y apresarlo aun mas en ella, ¿o sí?.

 

El rubio trago saliva y siguió andando, sintiendo el corazón en la garganta y el estomago comprimido en un feroz nudo que se apretaba mas y mas conforme se internaba en aquel bosque, pero no quedaba otro remedio, su casa también había sido devorada por las alargadas garras de aquellos arboles con manos esqueléticas y aquella niebla que consumía todo a su paso con extremada frialdad.

 Soltó apenas un suspiro al ver a lo lejos, forzando un poco los celestes ojos, aquella construcción tan antigua y vieja donde debía pasar la noche, al menos ese treinta y uno de octubre; no era que tuviera miedo a las casonas embrujadas, aquella no estaba embrujada, no había nada que temer, se repitió a sí mismo, y la presencia en la oscuridad emitió una risita leve que se coló por el viento y llego hasta sus oídos, alborotando y recorriendo aquellos rubios cabellos con su aliento.

Paso a su lado y el rubio solo sintió un escalofrió, relamió sus dedos, observando con atención aquella figura que se perdía detrás de la puerta y sonrió, ladino, lleno de aquella lujuria que lo había empujado a tan extraños juegos, los oscuros ojos se cerraron y cuando volvieron a abrirse ya se encontraba dentro de aquella vieja mansión,

 recorriendo las cortinas con los largos y pálidos dedos, aquellos que rosaron el piano y emitieron una melodía nostálgica que apenas fue percibida por el rubio, aterrado solo busco la habitación, y la sombra lo siguió, ocultándose en aquella oscuridad, entre aquellos viejos muebles y aquellas telarañas, era el viento que entraba por la ventana y recorría la estancia haciendo agitar las rasgadas cortinas hasta colarse entre sus cabellos y sus ropas, era aquella pequeña araña traviesa que se había inmiscu

ido entre las prendas y ahora jugaba con la piel de su espalda, amenazando con descender por ella hasta lugares recónditos, lo era todo en aquella mansión y a la vez no era nada, ni siquiera el oscuro cuervo que graznaba por la ventana, ambos compartían el mismo color de ojos y sus cabellos eran similares a las plumas, pero no eran hermanos, ni siquiera parientes.

La sombra solo llevo un delgado dedo a sus labios y pidió con un destello carmín en los ojos, que el ave guardara silencio, siguió andando, por la estancia, quedándose a espaldas del rubio y observando cómo este comenzaba la limpia tarea de desvestirse; la sombra solo relamió sus labios y entrecerró los parpados, haciendo con un ademan de la mano que las luces se apagaran y solo quedara el destello fino de un vela a lo lejos.

 El cuerpo del rubio se estremeció y apenas giro sobre las plantas de los pies para encarar la oscuridad de la puerta, no había nadie ahí, pero aun con ello se sentía observado, sentía las caricias lascivas de esos profundos y penetrantes ojos que parecían traspasar hasta su ropa.

 

-no es nada, no hay nada ahí Naruto-

Se repitió a sí mismo, con el temblor en los labios y en las piernas frías por el clima al irse internando en lo suaves y mullidas de las sabanas.

Tenía razón, no había nada ahí afuera, porque lo había todo; la nada sonrió y siguió su camino, rosando con las yemas de los dedos aquel fino mosquitero, las uñas apenas lo rasgaron pero la figura yacía bajo las almohadas, queriendo huir de aquella presencia al cerrar los ojos y caer en trance hasta el amanecer.

 Aquella fina oscuridad se coló entre las suaves telas, con delicadeza felina comenzó a trepar hasta quedar encima de aquel cuerpo tembloroso y asustado, su lengua se deslizo por la poca piel de la nuca que quedo al descubierto en aquel improvisado fuerte que no lo protegería de la oscuridad, de la nada, del viento, del cuervo, de todo aquello que comenzaba a tener forma.

 

Naruto Uzumaki le tiene miedo a la oscuridad por las cosas que no puede ver, teme a aquellos seres que se ocultan en ella; ahora no tiene por qué temer, la oscuridad lo desea y lo va a tener.

 

No tiene por qué temer a aquellas agiles manos tan bien conocidas que recorrían su piel canela y la hacían temblar por lo frías que se encontraban, aquellos labios salvajes con sabor a manzana y otras especias, no había por qué temer al destello carmín de aquellos ojos, a lo azabache de sus cabellos y a cómo iba retirando las ropas de su cuerpo con evidente maestría.

Los jadeos escaparon de sus labios tan pronto se dio cuenta de que estaba desnudo y el suave rosar de las sabanas entre sus piernas le hacía cosquillas;

las manos agiles y frías que lo hacían estremecer, se colaron traviesas entre aquellas delgadas sabanas y atraparon más de una parte de su cuerpo, convirtiendo aquellos callados jadeos en escandalosos gemidos. No había nada que temer, porque en la profundidad de esas pupilas oscuras donde se perdía, había algo familiar, algo que le pertenecía.

 

– ¡aah, Sasuke…!-

 

¿No hay por qué temer?

Notas finales:

Pasen felices fiestas y que no los muerdan -w-


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