CAPITULO X: DE VUELTA A CLASES.
El año nuevo, como costumbre para la familia Malfoy se daba una “pequeña” fiesta (n/a: a los que ellos le denominan pequeña) para todos los socios de sus empresas y negocios, por lo que al ahora ser él el dueño de todo le correspondería darla. Se vistió de forma elegante y masculina (tuvo que mandar a arreglar el traje para que le quedara bien), y para su buena suerte su padrino le había llevado la poción para su pelo, lo cual hizo que se relajara un poco y recobrara la confianza perdida por tantos chistes al respecto (que no lo demostrara no quería decir que no le hicieran sentir mal e inseguro).
Luego de que todos llegaran a la fiesta, hizo un brindis para un nuevo año mejor con mejoras y más promesas.
Odiaba esa clase de fiestas. Todos eran unos pomposos que besarían el suelo por donde caminara con tal de conseguir un buen contrato o una mejor propuesta; odiaba a ese tipo de gente, pero por el bien de su oro debía soportarlo, sobretodo a ese viejo verde que no dejaba de mirarlo de manera obscena.
Salió del salón hacia la cocina donde llamó a uno de sus elfos:
- ¡Yuli!
- Si, joven amo ¿Se le ofrece algo señor?
- Escucha… - se puso de cuclillas para quedar más o menos a su altura – quiero que busques a dos elfos más y se mantengan invisibles dentro del salón. Si ven que alguien tan solo osa a rozarme lo noquean y lo sacan de ahí, todo de manera disimulada ¿Entendido?
- Si amo Draco, Yuli lo hará de inmediato. – con un plop desapareció.
Tomó una bocanada de aire antes de volver con sus invitados. Sabía que no estaba exagerando al hacer que los elfos estuvieran ahí vigilando. Ese tipo no le quitaba la mirada de en cima, y sabía que era un tipo de armas tomar; lo había escuchado nombrar a su padre más de una vez, al tipo no le importaba pasar por en cima de otros para obtener lo que quería, fuera lo que fuera y lo que le costara. Por lo que alguna vez le había dicho Lucius, cuando a Huge le gustaba alguna chiquilla o jovencito, se tiraba a acosarlo sin importarle lo que estos quisieran; solo les lanzaba un hechizo para que todo se les volviera confuso como para no reconocerlo de cara o de voz, o les modificaba la memoria, utilizaba magia negra para hacer eso, una mezcla de un “Confundus” con un “Obliviante” mucho más potente y definitivamente mucho más oscuro, también le dijo que aquellos atacados jamás pudieron volver a recordar nada, ni siquiera los medimagos o los aurores pudieran hacer algo.
Según lo dicho por su padre lo mantenía como accionista de algunas de sus empresas solo por lo bueno para los negocios que era y porque era mejor mantenerlo a su lado que como enemigo.
La fiesta continuó en calma, conversando de un lado a otro, haciendo bromas sutiles y aristocráticas, hasta que una de las jovencitas de la fiesta le dijo que debió haber asistido con un vestido elegante siendo coreada por las de más; esto último no le hizo gracia por lo que sonrió forzadamente.
Ya a eso de las 3:30 a.m. la mayoría de los invitados se habían marchado a sus hogares, pero el problema radicaba en que Huge aún no lo hacía, lo más seguro era que esperara algo de él, más ahora que estaba convertido en mujer. Lo peor fue ver al vejete ese acercársele, se tomó una copa de vino al seco para darse valor:
- Hola joven Malfoy – había tratado de sonar sensual, lo cual casi le causa a Draco nauseas – esta ha sido una maravillosa fiesta – sonrió mostrando sus asquerosos dientes amarillos de nicotina.
- Gracias señor Huge – contestó con voz y mirada fría.
- Su padre era un gran empresario, espero que lo haga igual o mejor que él – sorbió su bebida.
- Por supuesto.
- Hay algo que me intriga desde hace rato ¿Cómo terminó siendo una lindura de mujer?
- Un accidente – contestó de manera tajante – ahora si me disculpa necesito hablar con la señora Ferguson.
Se dirigió hacia una refinada señora de unos cuarenta años. Habló con ella hasta que vio al viejo marcharse; una vez solo en su mansión levantó las barreras de seguridad de su casa y se retiró a su alcoba, tomando aún como precaución que los elfos le resguardaran, Huge le causaba desconfianza y escalofríos de tan solo verlo.
Pasado los días llegó rápidamente el 03 de Enero, y la verdad es que no habían comido ni dormido nada.
Ya delante de los del Wizengamot, Narcisa Malfoy junto con su abogado, su medimago y Potter esperaron a que diera inicio la primera parte del juicio que definiría donde se quedaría hasta que el juicio de encarcelamiento o libertad diera inicio (se estaba demorando porque aún no encontraban nada por lo que pudieran incriminarla).
Por otra parte Draco fue dejado afuera sin posibilidad de entrar, esperando con el alma en un hilo y rogándole a todos los Dioses que ayudaran a su madre.
Luego de un buen rato de estrés que le parecieron horas, la puerta se abrió:
- Ya pasó esta mi pequeño dragón y la hemos ganado- le susurraba al oído entre lágrimas dándole un fuerte abrazo.
- ¡Oh Merlín gracias!
Ambos llorosos y muy contentos se fueron a casa hablando de los por menores del juicio.
- El último juicio será el día 25 de marzo a las 11 de la mañana – le contó su madre.
- Hay que prepararse bien.
- Potter tiene todo listo, realmente me iban a enviar a una de sus casas con la que ellos cuentan para estos casos, pero él usó toda su influencia para que yo pudiera seguir en casa.
- Eso es genial – sonrió ampliamente por lo que su chico había echo por él.
Estuvieron conversando un largo rato hasta que Draco se retiró a su cuarto, estaba cansado emocionalmente, aún tenía que hacer su maleta, al otro día tenía que regresar a Howarts. Guardó su ropa, incluso la que había salido a comprar el día anterior para aminorar las ansias del juicio, por cierto la ropa femenina comprada fue por insistencia de Pansy, la verdad era que por el momento la ropa masculina no le venía muy bien, aunque por otro lado no quería que Harry se hiciera ideas locas ni se apegara a esa apariencia, lo mejor sería usar eso en ocasiones especiales y nada más.
Ya con todo listo se acostó para dormir mucho más relajado de lo que había estado ese día.
A la mañana siguiente se levantó de muy buen humor. Desayunó junto a su madre, prometiéndole escribirle bastante seguido. En ese instante entró una lechuza con “El profeta” donde mencionaban el caso de su madre y como había salido librada de todo por el momento, seguramente a esta hora la mayoría de brujas y magos estarían odiándolos más. Decidió dejar el diario a un lado y continuar con su desayuno.
Ya se encontraba camino a la estación muy nervioso por todo lo sucedido en la mañana, ser mujer le hacía más sensible a todas las malas palabras y acusaciones sin fundamento que la gente y sus propios compañeros en Howarts le hacían.
Subió al tren junto con sus amigos al vagón que siempre ocupaban, uniéndoseles de colados el cuarteto dorado.
- ¿Cómo está tu madre? – preguntó Pansy.
- Bien, solo un poco nerviosa por lo que salió en “El Profeta”.
- Déjales que hablen – dijo Harry – esos tipos son unos escritores de cuarta, una vez que vean que yo les apoyo cesarán con esos comentarios.
- Eso si es que no es Rita Skeeter la que escribe pero a esa yo me la apaño, ¡Muajajajajaja! – todos le miraron raro.
Continuaron con su conversación amenamente hasta la llegada al castillo donde tuvieron que separarse para ir a sus habitaciones.