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Once upon a time We... por Kowaii_chan

[Reviews - 7]   LISTA DE CAPITULOS
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Notas del fanfic:

Hola de nuevo...  Tenia este fic abandonado desde hace unos meses... así que como Autopresion lo colocare aqui para ir escribiendolo... 

 

Solo tengo este capitulo escrito así que les pido sean pacientes las escritoras estamos atareadas full... con la escuela y otros problemas... extrañamente estoy tan feliz que la inspiracion me nace como manantial xD.

 

Nos estaremos viendo... Ciao.

Notas del capitulo:

Me e dado cuenta que me gustan los Fics donde pierden la memmoria xD pero son entretenidos. Quiero que sea una historia triste... ToT tendra ilimitados los capitulos.. ya vere como nos sale xD

 

Espero la disfruten... nos vemos.

 

 

 

De un momento a otro, todo se volvió blanco y su cuerpo dejo de arder.

 

Había perdido la noción del espacio… sus pies le dolían de tanto caminar, pero finalmente había llegado al lugar que buscaba, jamás había estado en ese lugar, pero sabía que era allí donde debería descansar. Entonces, se dejo caer sin cuidado perdiéndose entre el pastizal amarillento, dentro de ese extenso campo, una pradera virgen.  Que a cientos de kilómetros a la redonda solo se podía percibir una acción humana, una puerta de madera en medio de la nada.

 

Puso sus manos bajo su cabeza y cerro sus ojos… respiro profundamente antes de sonreír aliviado. Había sol, pero no llegaba a calar en los ojos, estaba ligeramente nublado, era simplemente perfecto. En ese intervalo de tiempo se permitió, realmente relajar el cuerpo, hacia muchísimo tiempo que no se sentía así. Se giro boca abajo con su mejilla recargada en sus manos unidas, y soltó otro respiro hondo y necesitado.

 

 

Era tan pacifico.

 

 

El sonido escandaloso de las ambulancias había disminuido gradualmente hasta desaparecer por completo, el solo había corrido lejos de ellas durante mucho tiempo. Y ahora, el único sonido que podía percibir era el del pasto meciéndose suavemente al compas del viento. Mismo que hacía a sus cabellos enmarañarse y desenmarañarse, que le mecían como cuando era pequeño, en una cuna tibia y silenciosa. Tenía tanto sueño… estaba tan cansado de seguir el sendero…  sabia que despertando debía seguir caminando, y eso tenía arto. Sus propios pensamientos se fueron debilitando, su voz interior se hacía cada vez más nítida.

 

 

¡No duermas Kai!-

 

 

Abrió los ojos de golpe y se incorporo de un salto. ¿Qué había sido eso? ¿De dónde había provenido esa voz decidida y hasta cierto punto tan conocida?

 

 

Demos lo mejor, Kai-

 

 

El mencionado estaba cada vez más nervioso… miro el cielo una vez más dándose cuenta de algo extraño, estaba oscuro.

 

 

La noche no pudo haber caído tan pronto, apenas si estaba amaneciendo cuando cerró los ojos.

 

 

Se levanto agitado, buscando con desespero la puerta por la que había entrado no hace mucho tiempo, si no lo había olvidado se recostó apenas unos tres metros alejado de ella… tampoco estaba el sedero a su izquierda, por el que había caminado para llegar a ahí.

 

 

¿Es que allí  había acabado su camino? ‘Kai, no relajes tu pensar ahora, no te agobies’

 

 

-¿Pero quién eres? ¿Dime qué hago? ¿Dónde debo de ir?- debía estar demente si le hablaba a una voz que provenía de la nada, pero ahora eso no le importaba

 

Como si fuera la peor de sus pesadillas, escucho una fuerte cantidad de agua, como una poderosa cascada  que se acercaba cada vez más y por instinto se echo a correr. Olvidando la tranquilidad que había sentido hace un momento, pero tenía fuerza como si hubiera dormido durante horas. Esquivo cuantos obstáculos encontraba en el camino, sus piernas comenzaban a doler de nuevo pero no podía parar, oía claramente el montón de agua secundándolo en ese campo, donde nadie podía ayudarle. Finalmente se detuvo… impresionado de lo que veía… sus pupilas se volvieron naranja,  delante de él… separado por un gran acantilado, el campo seguía, en el venia corriendo un chico hacia el acantilado, pero a lo lejos se podía ver  el fuego que consumía celosamente cada parte del campo. Ese pobre muchacho no tenia escapatoria… seria abrazado por el fuego también.

 

-¿Kai?- levanto la vista,  podía reconocer a ese chico… lo había visto antes de algún lado- ¡¡Kai, ten cuidado!! Corre Kai, Corre- se giro con miedo y pudo ver como el agua seguía corriendo fuertemente hacia el… si no se movía seria empujado al acantilado. Apenas se movió un poco y escucho un fuerte grito…

 

A pesar de que no quería ver automáticamente se giro hacia el chico, se había perdido entre las llamas del fuego, y le dolió.

 

-Reita – tartamudeo inseguro, el nombre de ese pobre chico- Rei… Rei chan- las lagrimas nublaron sus ojos oscuros y se olvido de todo.

 

 

Ya no hay más por que seguir

 

 

Lo último que sintió antes de escuchar los suaves y agitados latidos de su corazón fue el agua golpeando su cuerpo y lanzándolo secamente a ese profundo  y oscuro acantilado. Mientras caía abrazo sus rodillas y se dispuso a llorar, mientras los sonidos de una máquina que iban a la par de sus latidos, se hacían cada vez más fuertes, sintió su cuerpo arder de nuevo… punzantes piquetes en sus brazos, y huesos rotos.

 

-¡¡Doctor!! ¡¡Doctor Yukkun despertó!!

 

 

 

 

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Despertó de pronto… la escasa luz le permitió permanece un poco más recostado, puso su antebrazo sobre los ojos y suspiro. Enterró sus uñas con fuerza en la palma d su mano, y casi al instante apretó las cobijas de su cama, cuando sintió esa rara energía acumularse en sus huesos. 

 

Odiaba ese sentimiento, odiaba sentirse inútil, que apenas un movimiento brusco y ya se encontraba retorciéndose de dolor, en el suelo. No recordaba como era antes del accidente, no recordaba lo que le gustaba, lo que odiaba, pero algo le decía que este no era su verdadero hogar, que todo a su alrededor era una mentira.

 

Se levanto  con dificultad y miro el reloj sobre su buro,  eran las 11:00 Pm, se había quedado dormido a las seis de la tarde,  pero finalmente despertó temprano. Giro su rostro buscando su camisa y sus pants de tela gruesa, a pesar de estar a finales de verano y  el frio se dejaba sentir en las madrugadas, esa noche el calor era insoportable. Salió con cuidado por la ventana, pondría agua al clima, para poder prenderlo sin que sonara estrepitoso como siempre lo hacía.

 

Bajo con despacio por las escaleras y corrió en puntillas hasta el cuarto donde estaba la manguera de agua, la tomo y salió corriendo cuidando  no hacer sonar las hojas secas en el jardín. Una vez ahí el viento comenzó a soplar con fuerza. El agua haba comenzado a correr por el tubo plástico del clima… y tendría que esperar que el indicador se pusiera azul, entonces opto por sentarse en el pasto mirando fijamente el aparato.

 

-Qué suerte tienes de no tener vida- giro su cabeza a donde quedaba el cuarto de su madre y su ‘padre’- mucha suerte- se apuro en revisar el indicador que solo había llenado una cuarta parte, aburrido se dejo caer en el pasto, mirando el cielo nublado.- No hay ninguna estrella, está nublado- sonrío sin saber porqué, y cerró los ojos, escuchando el viento soplar con suavidad, el aire  que rosaba sus oídos hacia un dulce silbido que lo tranquilizaba.- muy tranquilo.- poco a poco, sus sentidos se fueron perdiendo y calló dormido. Despertó cuando sintió su espalda y su cabello mojados, extrañado se incorporo para darse cuenta que el clima había arrojado demasiada agua y esta formo una gran laguna, maldijo entre dientes y cerro con rapidez la llave. Encendió la bomba y escucho como una pequeña casada dentro del aparato; se tuvo que agarrar de la pared para no caer al suelo, una clase de flashback había asaltado su mente… ¿Qué vio? Sangre, mantas  llenas de sangre… y recordó lagrimas, cálidas y constantes. Una sonrisa… y alguien tomando estirando el brazo hasta el. ¿Pero… quien?

 

Se extraño cuando al voltear hacia el suelo, no pudo ver sus pies, había vapor blanco –Niebla- un escalofrió recorrió su espalda y un temor que nunca había sentido lo hizo correr desesperado hasta el balcón por donde antes había salido, se refugió con sus cobijas tapándose hasta la cabeza y respiraba agitado.

 

-Tranquilo Yutaka, estas realmente mal de la cabeza, es solo niebla- se destapo y sin ver la ventana camino con rapidez hacia donde tenía el control del clima y lo encendió. Se giro indeciso hacia la puerta de su balcón y vio todo blanco fuera. Callo de golpe al suelo cuando otro ‘recuerdo’ le asalto, esta vez;  humo… un humo espeso que se aglomeraba frente a sus ojos… muy apenas podía ver sus manos, ensangrentadas. –¡¡No!! – se sostuvo la cabeza con ambas manos- No, no, no. No quiero…

 

-¿Yukkun? ¿Está todo bien ahí dentro?- se quedo pegada a la puerta algo preocupada- Yutaka Uke… ¿escucho el aire acondicionado encendido? Sabes que no puedes estar en un ambiente frio

 

-¡¡NO!! Aléjalo mama… aléjalo… me está lastimando.- con sus uñas afiladas, sin chistar en un momento empezó a rasguñarse los brazos… hasta el punto de provocar laceraciones. Fuera de su habitación su madre golpeaba con desesperación la puerta, maldiciendo a dioses de todas las culturas el que su hijo se proteja de todos encerrándose desde adentro.

 

Por otro lado el esposo de la mujer había entrado por la ventana y abrazo al joven, que se soltó llorando en sus brazos. Con cuidado y sin soltar al pequeño lo dejo sobre la cama y le abrió la puerta a su esposa que se apresuro a consolar el llanto de su único hijo.

 

-¿Quién te lastimaba Yukkun?- pregunto con los ojos llenos de lagrimas, recorriendo dolorosamente los brazos sangrados de su hijo- ¿Quién te hizo esto?

 

-No lo sé, No lo sé, me duele- ya no siguieron insistiendo, se quedaron en silencio, acariciando los brazos del pequeño. Hasta que se quedo dormido.

 

-¿Qué aremos Manabu? Esto está empeorando… el doctor dijo que no sufriría estos ataques de histeria-  reclamo la madre viendo sus manos llenas de sangre- está sufriendo mucho.

 

-Tranquila mi amor, ya han pasado dos años desde que salió del hospital, es lógico que empiece a recodar pequeños fragmentos de su vida. Si me permites decirlo… lo que está volviendo loco a Yutaka es el hecho de estar siempre preso entre cuatro paredes.

 

-Pero allí fuera hay muchos peligros, le puede dar un ataque estando lejos de nosotros  y no quiero eso. El siempre estará mejor a mi lado, no me importa si a causa de ello siempre está encerrado.

 

-Yukari… piénsalo. Ya tiene 22 años. ¿Estás pensando en lo que él quiere? Desde hace dos años su único contacto con el exterior es el jardín de la casa. El necesita socializar con  jóvenes de su edad.

 

-Tienes razón- beso la mano de su esposo y sonrió- tengo que dejarlo volar… al menos estoy segura que no me odiara tanto como lo hace.

 

-Bien…- sonrió- vamos a dormir entonces. Mañana empezaremos por algo sencillo.- y así es como ambos salieron de la habitación. Ya habían pasado tres años desde que el camión donde  iba se había volcado por ese acantilado, había provocado la muerte de 25 personas, pero milagrosamente el castaño y cinco personas más habían sobrevivido. Aun no lo entendía…  ¿Cómo gracias a dios su pequeño se había salvado?  Bueno si lo sabía, ya que su cuerpo estaba bajo el sillón, que cuando se volteo el camión resulto ser la parte menos afectada, los fierros protegieron en gran parte el cuerpo del pequeño pero provocaron grandes golpes en la cabeza de este, no quería juzgar la inteligencia de su hijo pero sabía perfectamente que no se le ocurrió a él protegerse de esa manera.  Pero no pedía más, estaba a su lado y eso era lo más importante.

 

 

 

 

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La mañana llego mucho más rápido que lo que es esperaba, apenas y recordaba cerrar los ojos cuando ya tenía que abrirlos. Sus brazos le ardían demasiado, pudo ver unos rasguños no muy profundos y suspiro

 

-Tengo que ocultar esto- No recordaba nada de lo que había hecho hace apenas un par de horas,  bajo las escaleras y se sentó en la mesa.

 

-Buenos días Yutaka- sonrió a su papá y se acostó en la mesa- Demonios- levanto la cabeza para verlo inclinado con medio cuerpo dentro de la nevera.

 

-¿Qué pasa?

 

-No hay leche- camino a su abrigo y saco la billetera- Ne Yutaka ¿me acompañas?- los ojos del menor brillaron y asintió apenas pudiendo, se levanto de un salto y corrió para alcanzar al mayor. Pareciera que nunca había visto el vecindario, ya que cualquier cosa que alcazaba con la mirada, pasaba por un proceso de observación y funcionamiento.- También llevare levadura, haremos un pastel en la tarde- el menor movió la cabeza afirmativamente con demasiada efusividad- bien eso es todo.

 

-Menos mal que solo veníamos por leche- soltó con sarcasmo al ver todas las cosas que llevaban.

 

-calla… o no te hare nada de comer.

 

-Ya ya perdóname.

 

- ¡Ja! ¿Cuánto es señor?- el dependiente le dijo la cantidad y pagó algo contrariado- alimentarte sale caro Yutaka.- como respuesta el otro solo enseño su lengua, haciéndolo reír.- Toma tu lo cargas de regreso.- abrazo la bolsa de papel oscuro contra su pecho y daba grandes zancadas de felicidad, pocas veces le dejaban salir y amaba sentir el sol sobre su piel. Se quedo un poco extrañado al ver un gran camión frente a su casa.- Oh valla... un vecino nuevo.

 

-Ah- se quedo mirando un poco más, el camión se había aparcado justo al frente de su casa pero no se había movido desde entonces,  hasta que llego un taxi amarillo y simpático que lo hizo sonreír- Está raro- el esposo de su mamá también rio, del taxi bajo un joven de cabello castaño, un poco largo pero no mucho, sus ojos eran azules, se podía percibir la intensidad en ellos aun estando a esa distancia, llevaba un abrigo algo ligero, un gorro que cubría la mayor parte de su cabeza y una bufanda, permitiéndole solamente ver sus ojos y parte de su piel. Ambos se quedaron mirando… el castaño estaba confundido, ¿Dónde había visto antes esos ojos marrones?

 

-Buenos días… ¿Nuevo en el vecindario?- pregunto con alegría y tono amigable el padre del pelinegro mientras caminaba hacia su casa, haciendo al otro chico reaccionar retirándose la bufanda que cubría su rostro.

 

-Buenos días- sonrío amigable- sí, me estoy mudando hoy, mucho gusto en conoceros- se reverencio siendo imitado por los otros dos.- Me llamo Akira.

 

-Luces realmente joven de cerca- el halagado se sonrojo- ¿Cuántos años tienes, Akira?

 

-Veintitrés- su ojos descansaron en el cuerpo delgado del joven frente él, que se mantenía cabizbajo algo desinteresado en el tema.

 

-Casi como tu enano- le metió un puntapié en el espinazo llevándose un gruñido de la victima.- ya, ya no te enojes. Mi nombre es Irasawa Manabu, y el es Yutaka, mi hijo.

 

-Mucho  gusto Yutaka.

 

-Si- bajo la mirada- yo iré a dejar esto, con permiso- como un rayo se apresuro a entrar, el corazón le latía a mil por hora.

 

-Qué raro muchacho- el otro sonrió- ¿ya comiste Akira?- negó con suavidad- bueno, cuando termines de acomodar tus cosas estas cordialmente invitado.- al menor se le ilumino la mirada y asintió realmente feliz, tendría la oportunidad de ver a ese adorable chico. Quizá, con mucho esfuerzo recordaría donde lo había visto antes.

 

-Muchas gracias señor Irasawa, prometo apresurarme- tras una reverencia el castaño dio indicaciones al de la mudanza a bajar las cajas y los muebles. Cuando todo estuvo abajo respiro cansado y se hecho sobe uno de los sillones.

 

-Eso es todo joven, nosotros nos retiramos- sin esperar ninguna clase de halago u opinión los de la mudanza salieron. Habían recibido indicaciones de la madre del joven, de retirarse antes de que el chico contara las cajas… deberían ser 12, sin embargo solo debían bajar 11- ¿‘Álbumes’?- pregunto uno de los jóvenes de la mudanza  cuando su compañero le conto- ¿Qué le habrá pasado para robarle sus fotos?

 

-No lo sé, pero  no me siento bien. Son sus fotos, la madre no tiene razones para quitárselas… me pidió que los quemara junto con la basura.

 

-¿Qué ara jefe?- el susodicho quedo en silencio y encendió el camión, para después poner la caja en manos de su compañero, que entendió al instante- Bien, ya vuelvo.- se bajo del camión y debido al descuido la caja se le calló de las manos. Lo primero que vio fue una fotografía rota, se veía muy maltratada, y en pequeños espacios los círculos rosas, rastros del paso de agua… lagrimas quizá.- Ejem- limpio su garganta.- Joven Suzuki, hemos olvidado una de las cajas.

 

- ¡Ah! Gracias.-  tras cerrar la puerta alzo la caja para ver la etiqueta- Fotos, luego desempaco esta.- Subió las escaleras con lentitud, ahora que los chicos de la mudanza se habían ido el panorama alegre de su casa había cambiado, ahora lo sentía demasiado grande, “Mucho espacio para que viva solo una persona” esa voz llego de golpe a su mente, esas palabras se unían ahora a la gran lista de frases que esa voz, venida de la nada, había dicho.

 

Nunca antes, en todo el tiempo que venía oyéndola, deseo tanto conocer su raíz, ya en una ocasión rebusco en su pasado, una cinta, una imagen, una canción, algo, algo que le indicara que no estaba loco, y eran solo recuerdos perdidos que aun luchaban por unirse y tener sentido. Algo, que le diera una pista, para encontrar al dueño de esa voz, que siempre le decía lo que necesitaba escuchar.

 

A medida que subía las escaleras abrazado con firmeza  a esa pequeña pero pesada caja, los recuerdos de ese sueño que aun se repetía en su mente, le volvieron a asaltar, era tan real, que aun no lo olvidaba.

 

Siempre fue un niño feliz,  vivía con sus padres en un pequeño pueblito en la prefectura de Kanagawa,  su mejor amigo Shima siempre estuvo con él en las buenas y malas. Juntos, aprendieron que en ese mundo solo podían confiar en ellos mismos. La escuela no les gustaba mucho, pero sus padres insistieron en que cursara el instituto, les hizo prometer que estudiaría la especialidad que a él le gustara, y en realidad, siempre quiso ser enfermero.  Iría por su tercer semestre de la escuela preparatoria cuando ‘conoció a alguien’.

 

Nunca ah logrado ver más allá de sus recuerdos, ah luchado por encontrar una conexión entre ‘la voz’ y ese ‘alguien’ Pero… cada vez que lo intenta, algunos recuerdos abrumadores lo invaden… sangre, llanto, sonidos de torretas, hombre vestidos de rojo y azul a su alrededor… y cuerpos sin vida.  Cuerpos exprimidos de líquido vital, cuerpos aplastados entre dos fierros, y sus lágrimas.

 

-¡Ah! Vasta Akira- se regaño a sí mismo por recordar lo que con tanto esmero quiere olvidar. Una sonrisa triste escapa de sus húmedos labios. -  que ironía, trato de encontrar a alguien que no se si existe, pero quiero olvidar mi único lazo con él.- se tumbo en la cama, y giro su cuerpo a su costado quedando viendo el gran cielo entre rojizo y naranja, estiro su brazo como si con ello pudiera alcanzar el hermoso firmamento- será… que tú no estás mas aquí. ¿Eres tú… solo un ángel?

-¡¡Yutaka!!- ese grito le dejo frio y se levanto de un saltó, llevándose una agradable sorpresa, justo delante de él, como si el marco de la ventana lo enfocara en su quehacer, el chico del señor Irasawa miraba intrigado la puerta de su propia habitación- Anda a lavarte las manos,  pero primero ve a la casa de Akira, haber si ya acabo, dile que la cena esta lista.

 

-¿Yo? ¿Por qué? Lo has invitado tú… Yo no quiero ir- se cruzo de brazos- el me da miedito. - Sin saber porque,  al castaño en lugar de ofenderse, sonrió con un gran sentimiento dentro suyo.

 

-Vale, yo iré…  pero no seas mal educado con el ¿quieres?

 

-Vale.- una vez que el  señor desapareció de su vista, el castaño bajo la mirada sin poder ocultar esa sonrisa satisfecha… algo lo hacía sentirse muy feliz al ver al otro chico, lo supo desde que lo observo aproximarse a él esa mañana. Escucho los suaves golpeteos en su puerta y sonrío

 

-Quizá sea el inicio de una linda amistad… Yutaka

 

 

Notas finales:

Gracias si van a comentar.... y si lo leen en secreto -¿por que carajo siempre digo eso? ¬¬-

En fin... Nos estaremos viendo... espero... gracias y adios


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