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El poder para destruirlo era él por draco_potter

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Notas del capitulo:

Bueeenaaaas! Aquí está el nuevo capitulo! Mucho avaaaaance! Espero que os guste! Muchas gracias por los comentarios!

Capítulo 17

Esa mañana no hubo paseo por los jardines para Harry. Se había pasado la noche acabando las tareas que les habían mandado en esos días que había faltado. No había podido acabarlas todas, así que por la mañana, en cuanto se había levantado y había acabado de arreglarse, había bajado  a la sala común a acabarlos. Había ido directamente al Gran Comedor con  Neville, que había sido el primero en despertarse. Cuando se hubo sentado en su mesa, vio como Draco entraba en el salón, buscándolo, y como el alivio lo recorría sutilmente al encontrarlo allí sentado.

Draco fue el primero en llegar, convocó la sala en la que estaban trabajando y entró, sentándose en un sofá a esperar que Harry volviera de dejar sus libros.

-          Ei. – oyó que alguien hablaba detrás de él. Era la primera vez que ambos estaban solos desde el beso, y el ambiente se notaba claramente tenso. – Terminemos con el prototipo para ponernos pronto con el armario. – Harry intentaba usar el trabajo para relajarse un poco.

No habían empezado a trabajar directamente con el armario, ya que si se rompía o le pasaba algo tendrían que empezar de cero. Lo que había hecho era estudiar como funcionaban exactamente los Artilugios, y habían intentado unir dos cajas de la misma colección. Si conseguían que esas dos cajas estuvieran conectadas entonces empezarían con el armario. De hecho, ya casi habían acabado. Harry esperaba que en la prueba de hoy pudiesen transportar objetos de una cajita a otra, y así empezar ya con los armarios para poder hacer la primera prueba en Navidad.

Ambos se pusieron a trabajar en silencio, cada uno trabajando en su caja. Normalmente en estos ratos los chicos solían hablar. No de cómo le había ido el día, sino de otras cosas. Sin embargo hoy estaban cada uno inmerso en su mundo.

Draco no podía parar de pensar en el beso y en lo que eso podría significar. Para él, había sido fantástico, el mejor beso de su vida. Por un momento había pensado que Harry iba  a abrirse con él, que podrían empezar una realción. Ahora, empezaba a pensar que tal vez solo se había dejado llevar por un momento de desesperación. Harry no era él mismo cuando lo encontró en la sala, seguramente ahora debía estar pensando como decirle que el beso para él no había significado nada. Y eso lo estaba matando.

Harry, por su parte, aún intentaba ordenarse. Draco le gustaba, hacía tiempo que lo había visto. Al principio no había sido más que una atracción física: Draco estaba bueno. Pero poco a poco los sentimientos habían empezado a estar presentes también. Ahora ya no solo era una mera atracción física, había más. Draco se había ganado que su corazón se emocionase cada vez que el moreno pensara en él, cada vez que se veían, que hablaban, cada vez que el rubio le dedicaba una de sus sonrisas. Pero no quería admitirlo. No quería admitir que estaba empezando a sentir cosas por Draco, porque eso lo haría vulnerable. Y acabaría herido, siempre que terminaba abriendo su corazón a alguien acababa herido. En su interior, una gran lucha se estaba llevando a cabo: aceptar sus sentimientos por Draco y darse la oportunidad de tener algo más que una amistad; o negarlos y seguir adelante como si nada hubiera pasado, recomponiendo su coraza?

El tiempo pasó sin que ninguno hablara y llegó la hora de la cena. Harry se puso de pie, algo frustrado por no haber acabado como tenía previsto.

-          Tenemos que darnos más prisa. Hay que empezar pronto con el armario. Mañana también deberíamos venir.

Y sin más se dirigió hacia la puerta para ir al Gran Comedor.

-          Espera, Harry. Tenemos que hablar. – dijo el rubio, no soportando el ambiente que había entre los dos.

-          De qué? – disimuló el moreno.

-          Oh, por Merlín, sabes de qué. No te pega hacerte el tonto.

-          No quiero hablar de ello, Draco.

-          Hay que hablar. Yo no quiero esto, que no podamos estar en la misma sala sin hablarnos, que no podamos ni mirarnos a la cara. Pasó, vale? Y por más que lo ignoremos no va a desaparecer.

-          Está bien. – aceptó el moreno finalmente. La sala cambió dejando solo dos sillones, uno frente a otro. Harry se sentó en el que tenía más próximo, esperando que Draco se sentara en el otro.

-          ¿Qué vamos a hacer ahora?

-          No lo sé, estoy hecho un lio. – le confesó el león.  -  Mira no estaba en mis planes empezar una relación con nadie. Los sentimientos te vuelven vulnerable y eso no me lo puedo permitir, no ahora.

-          Ignorar un sentimiento no significa que no esté ahí, solo lo ocultas. Me gustas, Harry. Tú eras el chico que te dije,  me gusta pasar rato contigo, poder relajarme, contar con alguien que sabe por todo lo que paso al lado del Lord, alguien con quien poder hablar. No voy a obligarte a salir conmigo ni nada así, pero no quiero que te alejes como lo estás haciendo. No me entrometeré en tus cosas, te daré tu espacio, solo quiero que sigas siendo mi amigo como hasta ahora.

Eso solo ayudó a confundir más al moreno. Draco tenía razón, él ya sentía cosas por el rubio. Que lo negara no significaba nada: por qué si no se había esforzado tanto en protegerlo? Por qué había evitado daño a Snape cuando no le caía bien? Por qué había dejado a sus ligues en cuanto había notado que Draco le coqueteaba? Por qué había resultado ser la única persona con la que podía abrirse y sentirse libre? Draco nunca traspasaba la raya, parecía saber hasta dónde podía llegar. Si había alguien con quien podría llegar a estar, ese era Draco. Entonces ¿por qué le costaba tanto dar el paso? Él siempre había llevado el ritmo con sus ligues, siempre mandaba y se sentía seguro. Ahora, en cambio, no sabía cómo proceder.

Suspiró, dejando caer la cabeza hacia atrás. Cerró los ojos y dejó que el silencio lo envolviera en un cálido abrazo. No pensar. Eso es lo que debía hacer. Por primera vez des de hacía bastan tiempo, iba a ignorar su cabeza y se iba a dejar guiar por sus instintos. La mayoría de veces le había ido bien, así que esta vez iba a confiar en ellos.

Volvió a abrir los ojos y los fijó en el rubio, que lo miraba expectante. Draco se sorprendió cuando, por unos instantes, fue capaz de apreciar ese brillo esmeralda que antes tanto había odiado.

-          Tienes razón, ignorarlo no va a cambiar el hecho de que me gustas y siento algo por ti. Así que supongo que podríamos.. bueno, intentarlo. – frunció ligeramente el ceño al decir esas palabras, como si no acabaran de convencerle.

-          Estás seguro? – le preguntó Draco, no pudiendo creer el giro que estaba tomando todo.

-          Eres tú el que ha de estarlo. Nunca has estado con un chico, y vas a hacerlo con uno que además es un asesino y al que odia toda tu familia. Yo no tengo nadie a quien rendirle cuentas de lo que hago.

-          Tienes a Remus, pero igualmente yo tomo mis propias decisiones. Además, como me dijo mi padrino, soy un Malfoy, yo nunca me equivoco así que nadie tiene derecho a cuestionar mis elecciones. – le respondió él con una sonrisa ladina y un brillo divertido en sus ojos. El moreno no pudo evitar corresponder la sonrisa, sintiéndose ahora mucho más relajado.

-          ¿Debo entender eso como que en cuanto salgamos por esa puerta vas a correr a su despacho a contárselo? – le preguntó malicioso.

-          Hmf, un Malfoy nunca corre. Y bueno, creo que esperaré a después de la cena para decírselo.

-          Espera, ¿en serio se lo vas a contar? – preguntó sorprendido. Él lo había dicho solo para molestarlo.

-          Claro que sí. Él ya sabe que me gustas, y de hecho fue quien me dijo que no me rindiese y me animó.

-          ¿Snape te animó a que salieras conmigo? – Harry estaba muy perplejo ante esa afirmación.

-          Sip. Pero en fin, se nos va a pasar la cena si seguimos aquí.

-          Tienes razón. – ambos se levantaron per se sintieron un poco torpes al no saber como seguir. Un adiós bastaría o, ahora que eran novios, estaría bien un beso?

Fue Draco el que rompió las distancias y se inclinó para posar un suave beso en la mejilla del otro. En cuanto sintió el roce suave de los labios del rubio en su piel, Harry supo que, después de haber probado ya sus labios, no iba a conformarse con ese inocente gesto. Esta vez se inclinó él hacia el slyhterin y juntó sus labios en un delicado eso. Sin embargo, esta vez no fue tan suave y lento como en primero. Ya se conocían, y ya eran pareja. Ambos estaban demasiado ansiosos para volver a sentirse como para irse con rodeos.

Cuando se separaron, los dos tenían los labios rojos y algo hinchados y un suave rubor en sus mejillas. Sus respiraciones estaban agitadas y sus manos permanecían unidos, dedos acariciándose mutuamente en un intento de no romper el contacto. Salieron de la sala aún tomados de la mano, los pasillos estaban desiertos hasta la planta baja, tenían seis pisos para disfrutar al sentir el calor de la mano ajena pegada a la suya.

Cuando Severus vio entrar a Draco con esa enorme sonrisa en su cara, supo que algo bueno había pasado. Primero pensó que había descubierto la forma en la que Potter había sido hechizado. Pero su idea fue prontamente descartada tras la exclamación de su ahijado:

-          ¡Harry y yo estamos saliendo!

Oh, Merlín, prefería mil veces lo otro. Era cierto que él había animado a Draco pero sinceramente nunca esperó que realmente llegaran a tener algo. Pero si eso era lo que le hacía feliz, y a juzgar por como todo él parecía brillar, lo era, él no iba oponerse. Así que, suspirando mentalmente, se limitó a felicitarlo y escuchar como le relataba, emocionado, como habían sucedido los acontecimientos. No hubo charlas serias esa noche, Severus no quería romper esa alegría que hacía tanto tiempo no veía en el rubio hablando de misiones, o del hecho que su novio estuviera embrujado. Y ciertamente no iba a hacerle ver que cuando su padre se enterase de ello no estaría contento precisamente. No, ya habría tiempo para pensar en todo eso mañana.


 

Draco había dudado en bajar esa mañana, no sabiendo si encontraría al moreno esperando. Sin embargo, estaba allí, apoyado contra la pared de piedra, con la capa bien cerrada y las manos protegidas del viento helado de las mañanas de noviembre con unos oscuros guantes. Él mismo llevaba también los mismos accesorios para protegerse. Ciertamente, no estaba muy seguro de si esos paseos iban a continuar a lo largo del invierno, pues las mañanas en Hogwarts eran terriblemente gélidas.

Una vez estuvieron los dos a la misma altura salieron hacia fuera. Su paseo comenzó tranquilo y silencioso, como siempre. Harry alargó su mano para cerrarla alrededor de los dedos del otro chico, cuando estuvieron más alejados del colegio.

-          ¿Se lo contaste a tu padrino?

-          Sí. No puedo decir que saltara de alegría, pero se lo tomó bastante bien.

-          ¿Crees que tus padres se lo tomarán igual de bien, o entonces sí deberé preocuparme por mi integridad física? – le preguntó le moreno.

-          Bueno, no lo sé. Esperaba decírselo en vacaciones de invierno.

-          Ajá. – le respondió un poco escéptico.

-          Y hablando de eso, ¿dónde vas a pasar las tuyas?

-          Pues, en principio quería quedarme en el colegio, necesitamos a alguien dentro para probar si el armario funciona. Pero me he enterado que todos los Weasley’s van a pasarlo aquí, así que creo que me iré a casa.

-          ¿Con tus tíos? – preguntó algo preocupado Malfoy.

-          Nah, dejé la casa de mis tíos en verano. Vivo solo ahora.

-          ¿Dónde? No, espera, ¿piensas pasarlas  solo?

-          Voy a pasarlas en la Mansión Black, y no, no estaré solo: hay los retratos, y Kreatcher, y también están Hedwig y mi caballo. Además seguramente el Lord me llamará algún día, puede que hasta pase algunos días en la mansión con él.

-          ¿Y por qué no con Lupin? Estoy seguro que se alegraría de pasar esos días contigo, y ahora que ya sabe que eres un mortífago, no tendrías problemas si te llama el Lord.

-          No sé, no estoy seguro de si estoy listo todavía para pasar tanto tiempo con él.

-          Ni que sean unos días. – casi le suplicó el rubio. Él no quería que Harry estuviese solo en fechas como esas.

-          Lo pensaré.

-          ¿Estuviste solo también en las vacaciones de verano?

-          Sí, ya te lo dije. ¿Acaso no me escuchas? – le cuestionó, con un tono de falso enfado.

-          Sí que te escucho, pero también me dijiste que el Lord te había pedido que te entrenases durante el verano, y que era lo que habías hecho. Pero uno no puede entrenarse solo, necesita de un mentor.

-          Él no quería arriesgarse a que nadie lo supiera antes de tiempo, así que me dejó un montón de libros y fue con ellos con los que aprendí todo lo que sé.

-          ¿Solo con libros? – le preguntó admirado y frustrado a partes iguales.

-          Sip, ha seguido dándome nuevos desde que me marcó para continuar con mi formación. Es un poco quisquilloso con ese tema.

-          ¿Y de qué eran los libros?

-          De todo: Artes Oscuras, Pociones, Protocolo, Historia…

-          Vaya. Y, cambiando de tema, ¿crees que podremos vernos algún día durante las vacaciones? Al fin y al cabo mi padre ya sabe que eres un mortífago, y en Yule solo estamos la familia: mi padre, mi madre, Severus y yo.  Además, el otro armario está en mi casa, si quieres hacer las pruebas tendrás que venir igual.

-          Cierto. Supongo que en ese caso, sí que nos veremos.- La sonrisa de Draco aumentó al saber que no iba a estar todas las vacaciones sin saber de su novio. – Sé que soy irresistible pero estoy seguro que podrás aguantar unos días sin  mí.

Draco le golpeó en el brazo, haciendo ver que se molestaba por la broma de su novio. Volvían ya hacia el colegio, el rubio fingiendo estar enfadado e ignorando a Harry y el moreno intentando ganarse su perdón.

-          Está bien, admito que tal vez yo también te echaré algo, aunque será poquísimo, de menos. – Draco sonrió ante eso y por fin se giró a mirar a su novio.

-          Por supuesto que lo harás Potter. – le dijo con el mentón alzado.

-          Creído.

-          Mira quien habla.

-          Necesitas que alguien te baje los humos un poco, rubio.

-          Si tengo tantos humos, como tú dices, es porque puedo permitírmelo.

-          Te crees el mejor del mundo, ¿verdad?

-          Obviamente lo soy, Potter.

-          Ciertamente yo soy mejor que tú en el quidditch, Malfoy, y eso no puedes negármelo.

-          Este año he entrenado más yo que tú, voy a machacarte en el partido.

-          Jajajaja. Sabes que no, hurón, licántropos y vampiros serán amigos antes que eso pase.

-          Muy bien, lo comprobaremos pronto. Veremos quien gana en el partido.

-          Me parece bien. – había un brillo tanto malicioso como divertido en los ojos de los dos muchachos. Obviamente estaban disfrutando de ese intercambio. – Pero pongámoslo más interesante.  Una apuesta.

-          ¿Qué quieres apostar? – preguntó el rubio. Él adoraba los retos, y no iba a dejar pasar uno por mucho que fuese su novio.

-          Él que gane podrá pedirle al otro que haga lo que quiera durante un día, el que él elija. ¿Aceptas?

-          ¿Te convertirás en mi esclavo por un día? Oh, te aseguro que acepto, Potter. Pero vamos a hacerlo bien. Saca tu varita, no queremos que alguien intente escaparse de pagar, ¿verdad?

-          Totalmente de acuerdo.

De esa forma, los dos chicos sellaron la apuesta, ambos esperando impacientes que llegará el 10 de diciembre, día en que se jugaría el primer partido de la temporada: Gryffindor vs Slytherin.


Los días de Noviembre pasaban rápido, inmersos en una rutina general. Harry y Draco se encontraban cada tarde en el salón de los menesteres para trabajar en los armarios. Ya habían conseguido que las cajitas funcionaran correctamente, ahora estaban arreglando el armario. Cuando llegaran las vacaciones mirarían si el otro estaba en buen estado y si funcionaba. Si no estaba bien, les tocaría arreglarlo antes de volver a clases.

Los paseos matutinos, a pesar del frío y la nieve que plagaba ya los terrenos de la escuela, seguían en pie. Esos paseos y los ratos que pasaban por la tarde eran los únicos momentos que tenían para estar juntos a solas y poder disfrutar de su pareja.

Draco, Severus y Remus habían tenido otra reunión una vez hubo pasado la luna llena y el licano se hubo recuperado. Para el más pequeño no habían pasado desapercibidas las miradas preocupadas que su padrino le había mandado al ex - Gryffindor durante toda la tarde al mirar sus heridas. Ni tampoco como Lupin parecía disfrutar de las atenciones que recibía del profesor. En esa reunión Draco les había contado lo que había descubierto.

-          ¿Libros? – había preguntado el profesor sorprendido.

-          Sí, solo libros. No vio al Lord en todas las vacaciones, ni tampoco dejó que nadie lo viera. Estuvo solo, así que no pudo ser lo que dice el profesor Lupin.

-          Ya no soy tu profesor Draco. – le corrigió, aunque bastante desanimado por su fracaso.

-          Bueno, habrá que seguir buscando. No hay que desanimarse. – intentó alentar el pocionista a los otros dos.

-          ¿Sabes qué hará en vacaciones? – le preguntó el licántropo directamente a Draco.

-          Me dijo que volvería a su casa, la Mansión Black, y que seguramente el Lord lo llamaría para hacer algunos trabajos. Sin embargo él y yo tenemos un proyecto entre manos, así que seguramente tendrá que venir algunos días a la mansión.

-          ¿Está tu padre al tanto de eso? – le cuestionó su padrino.

-          Emm, aún no, se lo diré pronto. – Draco se fijó en la expresión triste del castaño y le supo mal. – Le dije que tal vez podría pasar algunos días con usted. Me dijo que aún no estaba preparado para estar mucho tiempo juntos pero me prometió que se lo pensaría.

Después de eso, Remus había tenido una nueva esperanza. Pasar yule  solo y encerrado en su casa no le animaba nada, pero saber que tal vez, ni que fueran dos días, podría estar con Harry, lo llenaba de alegría. Tuvo además, después de eso, otro motivo por el que estar feliz. Severus era también consciente de cómo iba a pasar las fiestas Remus, y algo dentro de él se removía al imaginarlo solo y triste.

-          ¿Contigo? ¿Juntos?

-          Sí, Lupin, eso es lo que he dicho. Para la fiesta de Yule estaré con los Malfoy, es tradición y siempre he estado con ellos. Sin embargo, el resto de las vacaciones podemos pasarla juntos, así no estarás tan solo.

-          ME encantaría, Severus. Muchas gracias.

Decir que el Gryffindor había tenido una sonrisa tonta por el resto de la semana era un eufemismo. En cambio, Severus  había estado recriminándose a sí mismo por o que había hecho.

Harry había sido llamado por el Lord para informar de los avances de su misión.

-          Ahora estamos con el armario, si todo va bien estas vacaciones comprobaremos si podemos traslocar objetos inanimados, y poco a poco introduciremos seres vivos, primero pequeños y cada vez más grandes.

-          ¿Y Dumbledore? Porque yo solo veo como trabajáis en la parte de colar a los mortífagos.

-          Por alguna razón está débil, no quiere decirme qué le ha pasado. Pero cada vez está peor. Para cuando consigamos que tus secuaces se cuelen en el castillo, él estará bajo mínimos, inmerso en la batalla por proteger a sus alumnos, y será el momento ideal. Ni siquiera lo verá venir.

-          Bien. – lo felicitó el Lord con una sonrisa macabra. –Me gusta tu plan. Sin embargo, quiero que sea Draco quien lo maté, no tú, ¿está claro?

-          Dumbledore nunca le ha caído bien, estoy seguro que le has hecho un regalo. Hay otra cosa que debo decirte. Dumbledore ha metido a otra espía en tus filas. En los rangos bajos, de los novatos, para descubrir información acerca de mí. Así que lo mejor será que no me llames mucho hasta que sepas quien es.

-          ¡¿Dos?! Se supone que tienes que decirme quien es el espía y ahora me dices que hay dos!

-          No es mi culpa, él está obsesionado en descubrirme. No es nadie de la Orden, así que es alguien de fuera del colegio.

-          Está bien, le encargaré a Severus que averigüé todo lo que pueda de él.

Harry no había tenido más reuniones con el Lord desde ese día. Había hablado con Snape acerca del agente.

-          Tienes que descubrir quién es, Snape.

-          Y cuando lo sepa, lo entregó sin más?

-          Si quieres seguir vivo, sí. ¿Qué crees que pasará cuando se enteré que eres uno de los pocos que conoces mi identidad y no se lo has revelado a Dumbledore? ¿O cuándo descubra que Draco es un mortífago y tú lo has encubierto? Tienes que descubrir quién es el dichoso agente y entregárselo al Lord. No solo por ti, sino también por Draco.

Severus se había dedicado a partir de entonces en cuerpo y alma a intentar descubrir la identidad del dichoso agente. Nadie iba a poner en peligro la vida de su ahijado.

Harry había seguido yendo a esas estúpidas clases con Dumbledore, aunque todavía no le había revelado que ya había conseguido el recuerdo de Slughorn que tanto quería. Estaba aprendiendo cosas acerca de Tom, sin embargo de momento lo más interesante había sido lo de los horrocruxs.

Las clases seguían igual, Harry pasaba la mayor parte del tiempo con Pansy, Blaise y Draco. La pareja de Slytherin no sabían que ellos eran novios, pero algo se olían. Aún así, iban a esperar a que el propio Draco fuera quien les contase lo que pasaba. El moreno pasaba cada vez menos tiempo con los Gryffindor, prácticamente solo se veían en los entrenamientos. Ron y Hermione habían dejado de intentar acercarse a él, dándose ya por vencidos. El único que algunas veces le hablaba era Neville.

A una semana del partido y dos de empezar las vacaciones de Navidad, Draco y Harry habían acabado con el armario y no podían hacer nada más hasta estar en casa del rubio. Así que se dedicaban a pasarse las tardes en la sala simplemente disfrutando de estar juntos.

Y era así exactamente como estaban ahora. Estaban los dos en un cómodo sofá. Harry estaba sobre el cuerpo de Draco, atacando sus labios sin descanso. Aún no llevaban ni un mes juntos, aunque lo harían pronto, pero eran adolescentes de 16 años llenos de hormonas. Y aunque Draco nunca había estado con un chico, Harry tenía suficiente experiencia por los dos.

Harry desplazó su boca hasta el cuello del rubio mientras sus manos se encargaban de deshacer los botones de la camisa. Necesitaba sentir la piel de su pecho, sentir como se estremecía al contacto con sus manos. Draco tampoco se estaba quieto, sus manos recorrían la espalda de su novio por debajo de su camisa, arañando cuando Harry le mordía y le recorría un corrientazo de placer.

-          Haaaarry. – gimió el rubio.

-          ¿Hmmm? – preguntó, sin apartar su lengua de ese erecto pezón que parecía ser tan sensible.

-          Si no te apuras,…. Llegaremos tarde….. a la cena – habló entre suspiros.

-          Tienes razón, creo que tendremos que acelerar las cosas. –le dijo Harry, alzando su cara hasta clavar sus ojos,  brillando lascivos. Su pelo, ahora más largo, caía hacia delante haciendo una cortina, sus labios, rojos y húmedos, dibujaban una sonrisa perversa que hacia estremecer a Draco.

Pronto los dos estuvieron desnudos, ropa sobrante ante la necesidad de sentir, de unir sus pieles para fundirse en uno. Harry mordía suavemente el hombro izquierdo de Draco mientras movía sus caderas, rozando así su erecto y necesitado miembro con el de su novio, que se encontraba en igual estado.  El movimiento, cadenciosos y delirante fue aumentando al mismo tiempo que la excitación de la pareja. Lo único que se oía en la sala eran los jadeos, gemidos, suspiros, succiones, y el sonido de la rozándose. Draco se empujaba hacia arriba, intentando sentir más, y Harry lo aplastaba contra los cojines del sofá, frotándose ya en un movimiento desesperado que buscaba llegar al final.

-          Harry, me voy a correr!

-          Oh, Circe, esto es genial…

Draco estaba cerca, su pene, duro a más no poder, estaba empapado en pre seminal. Sentía como los dedos de sus pies se contraían involuntariamente, su manos apretaban fuerte la espalda ancha de Harry, no podía mantener sus ojos abiertos. Hacía calor, su rostro ardía. Y  Harry no dejaba de lamer, morder y acariciar todo lo que quedaba a su alcance.

Por alguna razón, a pesar de todas las experiencias que Harry había tenido, esto le parecía mil veces mejor. Había tenido sexo, le habían hecho unas mamadas alucinantes, y sin embargo, esto se sentía increíblemente mejor. Él también se sentía ya al límite.

Sus piernas se cerraron alrededor de las de Harry en un espasmo producido por el propio orgasmo. Sentía como el placer le recorría todo el cuerpo, como se tensaba para luego, una vez acabó de eyacular, empezar a relajarse, cayendo en ese sopor post-orgásmico en el que todos los músculos quedan laxos, y en lo único en lo que puedes pensar es en respirar para llevar oxígeno a tus pulmones.

Harry sintió como Draco se corría, sintió como se aferraba a él, como escondía su cara en el hueco de su hombro y como jadeaba flojito su nombre. Eso fue todo lo que él necesitó para terminar. Se dejó caer completamente sobre Draco, su cuero desmadejado. Su corazón latía desbocado. Antes, cuando tenía un orgasmo con alguno de sus ligues, no se permitía relajarse. Sin embargo, con Draco le embargaba una paz enorme, como si uno hubiera ningún peso ni preocupación en su vida.

-          Deberíamos limpiarnos antes de ir a cenar-  susurró Draco, temiendo romper esa atmosfera de paz que había.

-          Lo cierto es que ya no tengo hambre, ahora me dormiría.

-          Yo también, pero tenemos que ir.- al ver que su novio no hacia ningún gesto para apartarse, le dio una suave nalgada. – Vamos, levanta!

-          Ya va, jolín.

Una vez limpios y vestidos fueron camino al Gran Comedor. Iban, al igual que casi todas las veces, tomados de la mano. Draco estaba explicándole, emocionado, algo acerca de alguna de sus fiestas de yule. Al parecer a su novio le encantaban, y él estaba emocionado. Siempre había celebrado la Navidad. Al principio, por ser muggle, y al llegar al mundo mágico porque ninguno de sus amigos celebraba el Yule, ni si quiera lo Weasley. Bueno, lo cierto era que sí había uno, se había enterado de casualidad. Al parecer Augusta Longbottom era un fiel seguidora de las fiestas mágicas, y toda su familia se reunía para festejar Yule. A Harry le pateaba que en ese colegio no se explicara nada de eso. Era igual que en Halloween, era Samhain lo que debían celebrar los magos, no esa burda fiesta muggle.

Se concentró en escuchar atento la explicación de su novio, queriendo  aprender más. Sentía un calorcillo extenderse por su pecho al mirar como los ojos de Draco brillaban, al escuchar la emoción en su voz, al sentir sus manos unidas. Era en momentos como estos en los que sabía que había hecho bien siguiendo a su instinto. 

Notas finales:

 Y bien? Qué les pareció?

 Agradecería que comentaran las escena "lemon", porque es la primera que hago y agradeceré cualquier ayuda y comentario!

También me gustaría pedirle su opinión en dos cosas más, aún no tengo muy claro si matar a Dumbledore o no. ¿Qué prefieren? 

Y tampoco se muy bien que hacer con Ron y Hermione. Le tengo un gran carño a Nev, y se que el seguirá pero no se que hacer con ellos dos. ¿Qué prefieren, que vuelvan a ser amigos o se queden como estan?

Muchas gracias y nos leemos en dos semanas!


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