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El poder para destruirlo era él por draco_potter

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Notas del capitulo:

Bien pues aquí estoy de nuevo!! Quería colgarlo ayer pero tuve algunos problemillas con el internet. En fin, espero que lo disfruten!!



La historia se situa en el sexto libro, por lo que habrá algunos spoilers.
Disclaimer: todos los personajes y lugares le pertenecen a J.K. Rowling, yo solo los uso porque tengo demasiado tiempo libre.
Parejas: la principal sera Harry/Draco. Lucius/Narcissa; Blaise/Pansy; Severus/Remus; Ron/Hermione
Aclaraciones: - diálogo; -"pársel"; -Hechizos (en cursiva); -#pensamientos#.

Capítulo 4

Todo era diferente desde que llegó. Sentía una libertad que nunca antes había pensado tener. En seguida se había enamorado de la biblioteca. Allí había encontrado un montón de libros interesantes. Había aumentado mucho sus conocimientos de la magia en general: Artes Oscuras, Encantamientos, Pociones, Rituales de magia Antigua, Historia… Había encontrado un libro de Runa Antiguas al que se había enganchado al instante.

Además, si a la inmensa cantidad de libros de los que disponía le sumábamos la ayuda que estaba recibiendo de Walburga y otros retratos de la Mansión, Harry ya era un perfecto heredero orgulloso de sus apellidos: el de sangre, Potter, y el que había “adoptado”, Black.

Desde que se había instalado en su nueva casa, su elfo había estado muy dispuesto a enseñarle como era la forma correcta de comportarse en cada momento del día. Con los retratos había sido más difícil. Al principio se habían mostrado reacios por ser él un mestizo y, además, Gryffindor, pero con solo dos días tuvo suficiente para ganarse su confianza: sus gustos por el lado oscuro de la magia y sus habilidades más Slytherin habían conseguido opacar el hecho que era Harry Potter.  Ahora tenía a muchos de los ancestros Black convirtiéndolo en un perfecto Lord.

Tuvieron que concentrar todo lo que habría aprendido desde pequeño en un mes, pero Harry era un gran alumno y supo estar a la altura de lo requerido. Si alguno de sus amigos lo viese ahora no le reconocería. En  el olvido había quedado ese chiquillo flacucho, desvalido, inocente y que siempre vivía ajeno a lo que decidían sobre él, acatándolo sin rechistar. Ahora no pensaba permitir que nadie interfiriese en ellas.

Desde que había abandonado Diagon Alley se había mantenido incomunicado de sus amigos, aunque eso no había sido ningún problema, al menos para él. Sabía que allí estaba seguro y nada podría pasarle siempre que no abandonase los terrenos de su propiedad, o si lo hacía mostrando una apariencia diferente.

Había descubierto que le encantaba montar a caballo, y cada día daba un paseo por los terrenos con su caballo Sclow. Le encantaba la sensación del viento en su cara, la sensación de libertad. Era parecido a volar con escoba, pero al mismo tiempo diferente, porque con la escoba era él quien la manejaba en cambio con Sclow podía dejarlo a su aire y podía desconectar.

Desde hacía una semana había empezado a movilizar los negocios de la familia que habían quedado parados al entrar su padrino en Azkaban, y la verdad es que parecía estar haciéndolo bastante bien. No había hecho mucho, aún no se atrevía, pero poco a poco iría cogiendo confianza, total aún le quedaba un año hasta ser mayor de edad y poder acceder con total libertad a sus cuentas.

Hoy era un día más. Harry se levantó, se arregló y bajó a desayunar. Aunque no recibiese visitas y sólo saliese  por las noches, siempre se arreglaba. Después de la primera comida del día se dirigió al despacho que usaba como su estudio y empezó con las tareas del día.

Sólo quedaba una semana para que empezasen las clases, lo que significaba que quedaba una semana para que se convirtiese finalmente en un Death Eather. Hacía mucho que los valores iniciales que lo habían llevado a esa decisión habían sido eclipsados por unos nuevos ideales. Después de todo, romper los esquemas que habían sido hechos para que él siguiese no le parecía tan mala idea.

Estaba relajado. Siempre le sucedía cuando tocaba el piano. En ese momento era como si todas sus preocupaciones desapareciesen con el sonido de la música. En el colegio muggle les obligaban a tocar un instrumento, y él había escogido este. A pesar de hacer ya cinco años que no lo tocaba, aún recordaba las nociones básicas. Al principio se había sentido un poco oxidado, pero al pasar los días había recuperado su agilidad. No es que fuera un gran pianista, pero tocaba bastante bien y le encantaba. Para él ya estaba bien, nadie tenía que oírle. De pronto algo rompió la harmonía que le rodeaba.

- Amo Harry Potter, Kreatcher lamenta molestarle, pero Kreatcher tiene una carta para el amo, y es urgente.

Harry se giró en el banquillo y tomó la carta de las manos del elfo. Suponía que era una carta del Lord, al fin y al cabo hoy era 30 de agosto, y no creía que nadie más hubiese encontrado la forma de burlar sus barreras para hacerle llegar una carta.

Dentro del sobre había una citación: un lugar, una hora y una contraseña. Miró el reloj y vio que le quedaban dos horas hasta el momento citado, las nueve. Pensaba que la reunión sería más tarde, pero él no era nadie para cuestionar al Lord. Se levantó del piano y subió a su habitación para arreglarse.  

Se bañó y se arregló el cabello con gel. Salió del baño y se vistió. Llevaba unos pantalones de traje negros, una camiseta negra que se amoldaba perfectamente al contorno de su cuerpo. Unos zapatos, negros también, completaban su vestuario. Era verano y no hacía frío así que no iba a necesitar una capa. Vio que ya solo quedaban 10 minutos y llamó a Kreatcher para que le llevase al lugar de la cita.

Frente a él se alzaba una imponente casa. No había dudado que en otros momentos debió permanecer a alguien grandioso y poderoso, pero ahora la casa parecía abandonada y carecía de cuidados. El lugar tenía que ser ese, pues los elfos no cometían ese tipo de errores, así que avanzó con seguridad hacia la puerta. Se paró frente a ella y dijo la contraseña. La puerta se abrió con un chirrido por la falta de los uso de las bisagras. El pasillo era oscuro e intimidante, pero no se amilanó ante eso y siguió de frente. Llegó hasta una puerta y tocó educadamente. Llegó hasta una puerta y llamó educadamente.

- Adelante

Harry entró a una habitación que parecía transportarlo a otra casa. Aunque seguía sumido en la oscuridad, podía ver que ese lugar no estaba tan abandonado como el resto de la vivienda. En el centro de la sala había un gran sillón, y en él, Voldemort tenía sus ojos fijos en el joven que esperaba en el umbral de la puerta:

-buenas noches, Harry- el aludido anduvo la distancia que los separaba y se inclinó ante él.

-Buenas noches mi Señor- Voldemort puso en su rostro una sonrisa maliciosa al ver la sumisión que mostraba el chico frente a él.

-Debo felicitarte, Harry. Llevo un tiempo intentando descifrar tu ubicación y la verdad, me ha sido imposible. Tuve miedo de no poder hacerte llegar la invitación a tan importante evento. ¿Debo preocuparme del hecho que estés tan bien escondido, incluso de tu Amo?

-Confiaba en su grandeza mi Señor. Sabía que usted sabría hallar el modo para localizarme si fuese necesario. – Aunque Harry no hubiese perdido el respeto hacia el Lord había algo diferente en él.

Voldemort analizó con su mirada el chico ante él. Se había convertido en su mejor proyecto. Su cara era una perfecta máscara, impasible, sus ojos, fríos y distantes, imponían respeto y temor. Su postura demostraba una gran elegancia y altivez que le daba un aire imperioso. Sus ropas, finas y con clase, marcaban su perfecta anatomía. Había intentado también entrar en su mente, pero había chocado con un gran muro. Sí, el chico iba a convertirse en el mejor plan que hubiese trazado nunca.

- He decidido que serás mi…arma secreta. De momento nadie sabrá tu identidad. Más tarde, cuando haya probado la lealtad de mis nuevos seguidores te asignaré a un compañero.  Hoy te pondrás esa túnica- dijo señalando dicha prenda que se encontraba sobre una silla- y no hablarás con nadie.

Harry asintió, conforme. Él tampoco quería que el mundo supiese que era un Death Eather de golpe  y ya. Quería que el descubrimiento fuese épico. Una sonrisa sádica adornó su rostro al pensar en la forma en que podría  conseguir su propósito. Se dirigió hacia al silla de la esquina, tomó la túnica y se la puso. Sintió un fuerte cosquilleo recorrerle todo el cuerpo, pero más intenso que el que había sentido las otras veces. El hormigueo empezó subiendo por los pies y se fue extendiendo hacia arriba, hasta llegar a su cabeza. Se sintió adormecido y le costaba pensar con coherencia. Tan pronto como vino, se fue. Meneó la cabeza para despejarse y volvió frente al Lord.

- La reunión empezará en unos 5 minutos- le informó el mayor- Puedes espera aquí. Verás que la puntualidad entre mis secuaces es algo de lo que SÍ puedo sentirme orgulloso.7harry se fue hasta el lado de la puerta y se quedó allí, de pie, esperando escondido bajo la capucha de su túnica negra.

Sólo habían pasado 4 minutos cuando tocaron a la puerto y, al permiso del Lord, empezaron a entrar los invitados. Todos iban vestidos con sus túnicas negras, y los chicos que iban a ser hoy iniciados se diferenciaban de los veteranos por no portar máscara y dejar su rostro totalmente descubierto, sin capucha. Cuando hubo llegado la hora de la cita ya todos estaban presentes y se colocaron formando un semicírculo para poder ver todo al Lord.

- Bienvenidos a todos. – se levantó y empezó a recorrer el espacio que habían formado sus adeptos. Harry supuso que sólo habían sido convocados los Death Eather de mayor confianza.- todos sabemos la razón por la que nos encontramos aquí hoy. Voy a ampliar mi ejército. Si he de seros sincero, no me muestro muy confiado en este proyecto. Sois muy jóvenes y yo necesito hombres capaces de jurarme lealtad sin dudas ni temores. Os he escogido a vosotros porque sois mis más fieles en Hogares. Vuestros padres me han seguido desde temprana edad, así como vosotros lo haréis. Pero antes eran otros tiempos. A mí no me importa que tengáis sólo 16 años, si debo castigaros o mataros no vacilaré. Desde el momento en que habéis cruzado esa puerta os habéis inmiscuido en esta labor. A partir del momento en que llevéis mi marca en vuestro braza, para mi seréis uno más en mis filas. Espero de vosotros lo que en su día recibí de vuestros padres. Si sabéis complacerme, cuando ganemos esta guerra y dominemos el mundo tendréis vuestro lugar y seréis recompensados.

El Lord fue paseando su mirada por todo el semicírculo y vio como el rostro de los más jóvenes se estremecía ante sus palabras. Sonrió de forma macabra ante eso.

- cuando os llame, postraos ante mí y yo os marcaré. Recordad que a partir de ahora vuestra identidad es lo más importante, debéis llevar siempre una máscara para protegerla. Seréis mis espías dentro de Hogares, esa es vuestra principal función. Nadie además de los que están aquí debe saber quién sois hasta que yo lo considere necesario. Bien pues, empecemos. – volvió hacia el sillón y, sin sentarse, llamó al primer joven.- Theodore Nott.

Un chico alto, de pelo marrón y ojos negros llenos de malicia salió del círculo y ando con paso decido y firme hasta pararse frente al Lord. Harry lo había visto por Hogwarts, a él y a todos los que estaban allí. Eran todos aquellos que él siempre había creído que acabarían allí, y no se había equivocado. Fijó su vista en Malfoy. No parecía muy contento de estar ahí, al contrario, parecía ansioso por salir. Eso era extraño, el rubio siempre había alardeado del desprecio que sentía hacia todo aquél que no fuese sangrepura y rico. Se sorprendió de lo fácil que le resultó leer las emociones en el rostro del rubio, y se preguntó cómo era que el Lord no se había dado cuenta. Suponía que, siendo Lucius Malfoy quién era, debía haber enseñado a su hijo como ocultar sus pensamientos, sin embargo la expresión de su cara era una clara representación de la desesperación. Parecía un hombre que anda hacia la horca, no hacia el momento de ver su sueño hecho realidad.

Volvió su vista hacia el centro para ver como seguía la iniciación de Nott. De lo que Harry no era consciente era de los dos pares ojos que lo observaban detenidamente. Severus Snape y Lucius Malfoy no habían pasado por alto ese nuevo integrante. Por su constitución y altura era obvio que era uno de los jóvenes que iban a iniciarse, pero el Lord no les había informado de nadie más. Además, el hecho que su rostro permaneciese oculto daba a entender que debía ser un peón importante para el Dark Lord.. por más que pensaban y repasaban los planes de los que habían sido informados, no conseguían desvelar la posible identidad del muchacho oculto. Las miradas de ambos adultos se cruzaron, solo para confirmar que los dos eran conscientes de ese hecho.

Uno a uno los muchachos fueron pasando, después de Nott, Montangue y Flint no parecieron tan felices y de acuerdo con el paso que iban a dar, y sus zancadas fueron más dudosas. Crabbe y Goyle casi habían ido dando saltitos de alegría, y en sus rostros regordetes se veía la felicidad y orgullo que les daba ser los primeros de su generación en formar parte de las filas del Lord.

- Draco Malfoy- la voz de ese ser sisó el nombre del joven rubio.

El chico se adelantó con paso decidido y mirada firme. Harry se dio cuenta, otra vez, que era solo una máscara. Y otra vez, el Lord no parecía ser consciente de ese hecho, y parecía feliz de tener a otro Malfoy a sus pies. Harry se preguntó si, al no dar por sentado que Draco debía desear aquello y no plantearse lo contrario, le imposibilitaba de ver la verdad oculta tras esa careta.

-Arrodíllate. – y Draco lo hizo- ¿Eres consciente que el paso que vas a dar te ata a mí y a mi causa?- el chico asintió.- Ahora deberás obedecerme y serme fiel. Harás hasta lo imposible por conseguir lo que yo te pida. Nunca pondrás en duda mis decisiones. Yo soy tu Amo y me debes tu lealtad. ¿Estás de acuerdo?

- Sí, mi Señor.- “como si pudiese negarme”

- Extiende tu brazo- el brazo blanco del chico contrastó son la negra túnica. Voldemort apuntó con su varita el antebrazo y empezó a recitar palabras en pársel.

 

En el brazo de Draco empezaron a dibujarse unas líneas negras: la Marca iba tomando forma. Draco apretó su mandíbula por culpa del dolor, mas su expresión se mantuvo impávida. Los otros chicos se habían permitido el lujo de quejarse y jadear ante el dolor. Poco a poco el dolor fue menguando hasta desaparecer totalmente. El mago retiró su varita, el ritual ya había concluido. El rubio se levantó y la manga le cubrió el miembro descubierto. Erguido y ocultando el dolor y el cansancio que sentía, volvió a su lugar.

- Bien, debo haceros partícipe de un nuevo acontecimiento. – Se giró hacia Harry y le hizo un gesto para que se acercase. El joven asintió y lo hizo aún oculto con su túnica. – Este joven también formará parte de nuestro equipo a partir de hoy. Por razones que no os incumben no conoceréis su identidad hasta que yo os la diga. ¿Está claro?- la curiosidad se abrió paso en el rostro de los jóvenes que morían por saber quién era el chico en el que el Lord había depositado tal confianza. – él es mi arma secreta y debo usarlo en el momento adecuado para que mi plan tenga éxito. Eso es todo lo que debéis saber de él: cursa sexto en Hogwarts y tiene la confianza de todos los miembros del profesorado. Por el m omento será nuestro espía en el bando de la luz. No tenéis que saber nada más de él, así que no preguntéis ni investiguéis. No quiero tener que enfadarme, estoy de muy buen humor.

Dicho esto empezó el mismo proceso que con los otros jóvenes. Mientras esto pasaba Snape no podía evitar pensar que eso le sonaba. Fue igual cuando Pettegrew se unió a las filas de Death Eahter. Al principio el Lord tampoco había revelado la identidad del nuevo y también lo había presentado como un espía de la luz. Pero entonces él no había mostrado tanto…respeto. Simplemente lo había ocultado porque Pettegrrew se lo había pedido y porque entonces había sospechado de un espía en sus filas y quería evitar que revelaran su fuente de información. Pero, esta vez, Voldemort los había amenazado para proteger la identidad del chico. Fuese quién fuese debía ser importante, y eso era, a su vez, algo preocupante. El ritual terminó y el joven se levantó y encaró al Lord. Lo único que vio de aquel rostro oculto fue una sonrisa que fue correspondida por el mago oscuro. Eso lo hizo preocuparse aun más, pero además ese acto llamó la atención de los otros Death Eather, incluso los más jóvenes parecían ser conscientes que aquello no era muy normal.

El chico dijo algo tan flojo que Severus no pudo entenderlo. El Lord se acercó al joven y ambos compartieron una conversación entre susurros de la que nadie pudo extraer nada de información. El chico asintió, hizo una reverencia y se fue con paso elegante hacia la puerta por la que desapareció silenciosamente, dejando a más de uno con muchas dudas en su cabeza.

- bien, bien. Ahora todo está mucho mejor – murmuró el hombre serpentino –mañana empezaran Hogwarts. Deberán extremar precauciones. Nadie debe verle la Marca, ya que nadie espera que reclute a gente tan joven por la razón que ellos no la harían. Practiquen barreras para su mente y ténganlas siempre preparadas. Sois todos Slytherins y por ese mero hecho siempre seréis juzgados y estaréis más vigiados que los demás. No me sorprendería que algunos profesores intentaran meterse en vuestra mente para ver si pueden encontrar algún recuerdo de vuestros padres o algo que les proporcione información sobre cuál será nuestro siguiente paso. Cuando os llame, sentiréis calor en la Marca. No podéis desaparecer desde Hogwarts, así que tendréis que ir hasta Hogsmeade. Allí os estará esperando alguien con un traslador que os traerá hasta aquí. Seré totalmente consciente que no podéis llegar al acto, como les exijo a mis más antiguos seguidores, pero tampoco os relajéis. La paciencia ano es mi mayor virtud. Habrán veces que os llamaré individualmente, cuando eso pase debéis buscar a Snape y él os sacará de la escuela vía Flu. Debo advertiros que no acepto errores. No los tolero, y si cometéis muchos empezaré a dudar de vuestra efectividad y quizás empecéis a ser prescindibles para mi causa. –Aunque no lo dijo todos eran conscientes que si para el Lord no eras útil, tu vida tenía las horas contadas. –Ya podéis iros. –Giró sobre sí mismo, haciendo sus ropas hondear, y desapareció de la habitación.

Todos fueron desfilando y ninguno dijo nada hasta que estuvieron fuera de la casa. En la entrada todos empezaron a compartir sus opiniones acerca del joven oculto, pero no sacaron nada claro.

Severus le hizo una señal a Lucius para darle a entender que debían volver a casa ya. Draco empezaba a estar algo pálido y el sudor perlaba su frente. Los otros jóvenes tampoco estaban muy bien, pero ellos resoplaban por la incomodidad y hacían gestos que reflejaban su dolor; al contrario de Draco que mantenía su rostro impasible a pesar del ardor que recorría todo su cuerpo.

El mayor de los Malfoy entendió enseguida el significado de su mejor amigo y asintió. Tomó a si hijo por el brazo e hizo una reverencia hacia sus compañeros a modo de despedida. Acto seguido, desapareció junto a Draco y Severus los siguió. Solo cuando se encontraron protegidos por las paredes de su casa, Draco se permitió algún signo de debilidad. Emitió un gemido de dolor y se dejó caer sobre el sofá, escondiendo su cara entre sus manos. Narcisa corrió al lado de su hijo y les masajeó  la espalda intentando aliviar su dolor.

-Mañana te encontrarás mejor. Es solo que tu cuerpo debe asimilar la cantidad de magia negra que el Lord ha puesto en tu cuerpo. Esta noche puede que te suba un poco de fiebre, pero mañana ya estrás recuperado. – Mientras decía esto, Lucius se iba sacando su uniforme. Snape lo imitó. Sabía que ahora su ahijado no estaba para muchas conversaciones, pero ese tema era importante.

-Draco, ¿tienes alguna idea de quién puede ser ese chico?

-¿Chico?-preguntó la mujer- ¿Qué chico?

-Uno de los nuevos del cual el Lord se ha negado a rebelarnos su identidad. –le informó su esposo- Pero por lo que ha dicho yo diría que es un espía de la luz. ¿Tú sospechas de alguien, Severus?

-Tsk, la verdad es que no. Para ser un espía tan valioso para el Lord realmente debe tener buenas fuentes, pero a los únicos que les proporciona información trascendente e importante es a los Weasley, Granger y a Potter. Los únicos de sexto son ese trío de Gryffinfor, y dudo que alguno de ellos se haya pasado a este lado. – El profesor se sentó en una silla mientras pasaba sus dedos por sus labios, meditando una descabelladla idea. – A no ser que esos tres les estén pasando información a alguien que ellos creen de confianza y éste les esté traicionando. –Parecía que hablase más para sí mismo, como si evaluase las posibilidades que eso pasase realmente.

-Esa es una posibilidad bastante probable.- dijo el más joven, con un suspiro de burla- El año pasado esos tres hicieron ese ejército, el ED, y les confiaron más cosas de las que deberían. No me extrañaría que alguno de esos hubiese decidido vender esa información para salvar su pellejo. Y yo diría que  ser tan cercano a Harry Potter merece un puesto especial en las filas del Lord, ¿no?

- Tal vez- reflexionó el pocionista- Por ahora sólo podemos hacer suposiciones. A partir de mañana debemos estar con los ojos muy abiertos para ver si podemos encontrar a algún sospechoso. Tú, Draco, recuerda el plan: debes acercarte a Potter y ganarte su confianza. Por ahora tómate una poción revitalizante y vete a dormir.

El rubio más joven asintió y se fue a su habitación. Allí le ordenó a su elfo que le trajese la poción que le había dicho su padrino mientras él se ponía su pijama. Una vez se la tomó, se acostó en la cama y se abandonó al sueño confortante que le ofrecía el brebaje.

Los mayores aún se quedaron un rato en el salón discutiendo sobre las consecuencias que podría traerles ese joven espía. Fuese quien fuese, era una amenaza para su plan se salir del lado Oscuro. No estuvieron mucho más tiempo, pues Severus debía regresar a Hogwarts e informar a Dumbledore sobre la reunión. Antes de irse vía Flu hacia sus aposentos en la escuela, les prometió a sus amigos que les tendría informados sobre lo que descubriese durante el curso o lo que supiese Dumbledore.

Los señores Malfoy se quedaron en silencio, con la mirada fija en las ya casi inexistentes llamas verdes que habían consumido a su antiguo compañero de clases. Sus pensamientos tenían una cosa en común: su hijo. Tenían miedo de lo que sucedería a partir de ahora. Sabían cómo eran las pruebas que Voldemort les ponía a los nuevos integrantes y no estaban seguros de si Draco podría pasarla.

Se retiraron aún con sus dudas en la cabeza. No dijeron nada, pero ambos sabían que sus preocupaciones eran comunes, y que tendrían el apoyo del otro cuando lo necesitasen.

Momento de la reunión, Harry’s POV

Harry vio como Voldemort le apuntaba el brazo con la varita y empezaba a sisear el hechizo. Aunque era en pársel, tenía que concentrarse demasiado para detener el dolor y no podía prestar atención a lo que decía. Lo entendía,  y lo oía, mas no escuchaba. Vio como la marca se iba formando en su brazo, al mismo tiempo que el dolor aumentaba. Y de golpe se acabó, ya no había dolor. Estaba cansado, pero al mismo tiempo excitado. Se veía la marca en su antebrazo con fascinación. Nunca había escogido qué pasos dar en su vida, siempre lo habían guiado, como a un títere. Pero esta vez no era así. Esa había sido una decisión suya, libre. Había burlado a la Orden, había burlado a Dumbledore. Había demostrado que no necesitaba que lo arrastrasen. Se levantó y enfrentó al Lord. Unas sonrisas idénticas adornaron sendos rostros.

- ~Será mejor que te vayas ya. Cuando os llame o te llame en privado, haz como el resto de los alumnos. Tendrás que ingeniártelas para no ser descubierto. Voy a poner a prueba tu habilidad. Seguramente intentarán hablar contigo en las reuniones, mantente al margen. Recuerda, tu identidad es oro.~- era un conversación de la que nadie podría sacar nada. Le hablaba en pársel para asegura la confidencialidad de sus palabras, pero habló bajo, pues sabía que las personas que poseían este don eran fácilmente reconocibles, y podía ser una pista para descubrir a su nuevo protegido.

-~Como desees. No voy a tener problemas por ausentarme. Puedo ser muy escurridizo. ~-

-~Eso me gusta. Esperaré un poco para mandar las misiones de admisión de los nuevos, pero a ti te llamaré en una semana. Quiero comprobar cómo te ha ido el verano con mis libros. Ahora vete y aléjate, daré la reunión por acabada en nada. ~-

Harry asintió e hizo una pequeña reverencia. Él no había mostrado tanto respeto hacia Voldemort como sus otros devotos, pero es que tampoco era un dios. Tenía sus defectos, y él era capaz de verlos. Además, Harry no lo consideraba alguien superior. Sin embargo era consciente que el humor y la paciencia del mago no eran muy grandes y que si quería seguir con vida cuando ya no le fuese necesario, debería aprender a respetarlo.

Cuando ya estuvo alejado de la casa convocó a Kreatcher para que lo llevase hasta la mansión. Al sentirse protegido en su casa se relajó, lo que hizo que saliera a la luz el dolor que había mantenido a raya. Sintió como si de golpe la cabeza se le partiese, producto de continua cercanía con Voldemort y la magia de este fluyendo por su cuerpo. Con pasos lentos y pesados subió hasta su habitación y allí se dejó caer sobre la cama, quedándose dormido al acto. Ya había previsto que por la noche llegaría exhausto, así que había dejado el baúl preparado en la mañana. No quería tener que ir con prisas ni olvidarse nada. Kreatcher ya sabía que mañana debía despertarlo a las 8.30 A.M. Todo estaba dispuesto y arreglado, no había nada de lo que preocuparse, por eso Harry durmió tranquilamente a pesar de los calambres que recorrían su cuerpo.

 

Cuando Harry se levantó aún se notaba un poco dolorido y cansado. Se sentó en la cama, aún con las sábanas cubriéndole las piernas, y esperó a que sus ojos se acostumbraran a la poca luz que se filtraba por la ventana. De repente las puertas de la habitación se abrieron para dar paso a un cauteloso elfo.

- Buenos días, Kreatcher – el elfo hizo una reverencia y fue hasta la ventana para descorrer del todo las cortinas. Los rayos del sol se colaron en la habitación, obligando a Harry a entrecerrar los ojos. Su dolor de cabeza aumentó. – Tráeme una poción para el dolor de cabeza, me está matando.

- Sí señor, ¿quiere el amo que le traiga aquí el desayuno o se lo dejo preparado en el comedor?

- No, no. Súbemelo aquí.

 - Como el amo desee.- y con una reverencia desapareció.

Harry estuvo tentado de quedarse hasta Kreatcher llegase, pero desechó la idea. Tenía cosas que hacer. Pesaroso y perezoso, se levantó de la cama y fue al baño. Se asearía a conciencia después del desayuno, pero una primera y rápida higienización para despejarse no estaría mal. Se lavó la cara y se acomodó el pelo vagamente. Se puso sus lentes de contacto y volvió a la recámara. No le sorprendió encontrar la cama hecho y el desayuno listo ya en la mesita que se encontraba junto a la ventana. Debía reconocer la eficacia de su elfo. No comió aprisa, pero tampoco se demoró más de lo necesario.

Una vez hubo terminado,  volvió al baño para acabar de asearse. Se duchó y se acomodó el pelo a consciencia. Se cepilló los dientes e hizo unas gárgaras matutinas.  Volvió a la recámara y abrió el armario, la primera impresión era muy importante, escogió unos jeans azul oscuro algo holgados y un polo azul turquesa. Llevaba unos tennis del mismo color que el polo y cogió una chaqueta de estilo americana de un azul más oscuro que el polo.  Se miró en el espejo y se dio el visto bueno. Ya estaba listo, se puso algo de colonia y revisó otra vez el baúl para asegurarse que no se descuidaba nada. Miró el reloj y vio que quedaba media hora hasta las 11.00.

Decidiendo que quería llegar puntual salió de la habitación y bajó las escaleras. Ya en el hall llamó a Kreatcher y le ordenó que cogiera su equipaje. Se fue a despedir de los retratos que habían sido su compañía durante el último mes del verano, y se acercó también al establo para despedirse del que se había convertido en su mejor amigo, Sclow. También se acerco a la pequeña lechucería que había, habitada hora solo por Hedwig. Su lechuza estaba un poco enojada con él por tenerla algo abandonada, pero aún así se posó en su hombro en cuanto lo vio. Harry sonrío y le acarició la cabecita. Luego le dijo que si quería podía partir ya hacia Hogwarts, y salió para ir a la puerta principal de la casa.

Allí vio que Kreatcher estaba fuera ya listo con todos sus pertenencias. Se acercó y el elfo hizo una reverencia antes de tomarle del brazo para desaparecerse. Cuando abrió los ojos estaban ya en el andén 9 ¾.  Vio que allí  ya había algunos alumnos y se dio cuenta que ya solo quedaba un cuarto de hora para la salida del expreso. Le ordenó a Kreatcher que buscase un vagón vacío y dejase allí sus cosas. Harry se apoyó en la pared y se dispuso a esperar a que llegasen los Weasley y Hermione. No que quisiese estar con ellos, pero sabía que si no sería raro y lo que menos necesitaba es que sospechasen de él.

 

Había llegado al andén más temprano de lo usual. Le gustaba ser puntual a los sitios. Entró en un vagón y dejó allí sus pertenencias, en su compartimiento. Miró alrededor para ver si alguien había ocupado a los compartimientos contiguos aunque sabía que era una tontería. Era muy temprano y los pocos que habían llegado aún estaban por el andén. Fue por eso que se sorprendió al notar movimiento en un compartimiento cercano. Se acercó hacia allí y lo encontró ocupado por un elfo que estaba acomodando el equipaje de alguien. No sabía por qué, pero ese elfo se le hacía familiar.

- ¿A quién sirves?- preguntó. La verdad, tenía curiosidad, ni siquiera ellos, los Malfoy, llevaban a sus elfos a l’andén del expreso. El elfo se giró y al verlo le hizo una gran reverencia con una gran sonrisa en los labios.

-Oh, señorito Malfoy! Kreatcher está muy contento de verle, señor. Kreatcher echa de menos a la gran señora Narcissa. Pero ahora Kreatcher es feliz, el amo Harry Potter es bueno con Kreatcher. – Esas palabras sorprendieron al rubio. Esperaba que el elfo fuese de algún Slytherin, pero no del héroe.

- ¿Está aquí tu amo?

- Sí señorito Malfoy. ¿Quiere que Kratcher le lleve con el amo Harry? – mientras conversaban el elfo ya había dispuesto perfectamente el equipaje.

- Claro. – el elfo hizo una gran reverencia y le guió hacia donde estaba Harry.

Draco había esperado ver a un Harry Potter despeinado y con sus ropas andrajosas riendo con sus amigos. O quizás encontrarlo molesto por tener que aguantar al elfo. Pero desde luego no esperaba eso. Su rostro no pudo evitar una mueca de asombro. Sus padres, unos metros alejados, notaron eso y se acercaron para ver que había sorprendido así a su hijo. Al llegar, ellos también se sorprendieron. Harry Potter era la viva imagen de un perfecto heredero, vestido con clase y apoyado contra la pared con una elegancia innata, el chico tenía la mirada pérdida por algún punto lejano y seguía sin ser consciente del público que lo admiraba.

- Amo, señor. Ya está todo listo, Kreatcher lo puso todo en el séptimo compartimento del tercer vagón.

-Bien, puedes irte. No descuides tus faenas en la mansión. Cuando vaya por Navidad quiero que esté impecable. Puede que te necesite durante el curso así que estate atento. – el elfo asintió y con una reverencia desapareció. Entonces Harry se percató de los observadores y les saludó con una leve inclinación de cabeza- Buenos días.

- Buenos días, Potter.- Lucius le miraba atentamente, observándole.

Para ningún Malfoy había pasado desapercibido el cambio del chico. ¿Dónde estaba ese inocente niño cuyos ojos eran tan cálidos y sinceros que te hacían estremecer?¿De dónde había salido ese joven que poseía esa fría e indiferente mirada que te hacía sentir un estorbo? Draco fue consciente, mientras observaba al chico frente a él, que el plan que tan afanosamente habían preparado no iba a funcionar.

- ¿No estás con Granger ni Weasley?- el tono de Draco no había sido despectivo, sino relajado. Además el hecho que no los insultase era un primer paso para ganarse su confianza.

-No. No pase el verano con ellos.

Esa respuesta sorprendió al joven  rubio, que sabía de mano de Snape que Harry iba a pasar el verano en la Madriguera. Tanto Lucius como Narcissa  se habían retirado para saludar a algún padre que ya iban llegado. Vio como el cuerpo del moreno se relaja un poco ante la ausencia de los mayores.

- ¿Te cansaste de tanta pobreza y suciedad?- dijo, burlón, esperando una respuesta airada y fuera de control. Pero solo recibió un gesto de indiferencia y un encogimiento de hombros. – Vaya, vaya. El año pasado esas palabras habrían hecho peligrar mi integridad física.

¿Quieres que sea así?- clavó su mirada vacía en los ojos brillantes frente a él.

- No, pero tal vez sea una señal que empiezas a usar tu cabeza.- ambos chicos compartieron una sonrisa maliciosa. Una cosa era que Draco no quisiese seguir a Voldemort y acabar con la población muggle, y otra que la comadreja y la come libros le cayesen bien. No le gustaban, y al parecer era algo en común con este nuevo Potter. Draco tendió su mano hacia Harry.- Es mejor tarde que nunca, dicen. – Harry le miró divertido, y alzó su mano para encajarla con la del otro.

- Eso dicen.

- ¡¿Qué estás haciendo?!- Ron y Hermione habían entrado en ese momento. Ambos chicos, de la misma estatura, se soltaron de las manos lentamente mientras miraban al pelirrojo. -¡¿Tanto tiempo solo en esa casota te ha acabado volviendo loco, o es que no ves que el tienes delante es el hurón?!- Harry enarcó una ceja y soltó una risita maliciosa. Iba a hacer un comentario muy poco amigable cuando apareció Lupin. Draco dio un paso hacia atrás inconscientemente.

- Hola, Harry.- su rostro tenía una cálida sonrisa que se apagó un poco al ver al chico. -¿Qué tal fueron el resto de las vacaciones?

- Muy bien- dijo de forma cortante. El ambiente era tenso y Harry quería irse de allí.

-No me enviaste las cartas como me prometiste- se podía notar el dolor en la voz del ex profesor.

- se me olvidó- dijo con indiferencia.

-¿Colocaste nuevos hechizos de protección en la casa?- preguntó. Harry le miró con burla.

- Un poco difícil si no puedo hacer magia fuera de la escuela.- él y el rubio soltaron una risita despectiva al ver como el licano se sonrojaba ligeramente.

- Dijiste que mi seguridad era lo más importante, y yo te tomé la palabra.

- Así no podemos protegerte si te sucede algo.

- Puedo cuidarme solito, gracias.- Hermione, dolida por el cambio que vio en su amigo y la forma despectiva en que los estaba tratando, no pudo evitar un sollozo. –Tsk, ¿tienes que llorar siempre?

- Oye, Potter- Harry se giró hacia el rubio- ¿entramos? Es que me estoy aburriendo.

- Me parece perfecto.- dijo enfatizando la última palabra.

Los dos chicos subieron al vagón y llevaron las cosas de Harry al  compartimento de Draco para estar juntos. Aunque al principio fue un poco tenso y solo hablaban de temas sin importancia y los silencios incómodos aparecían con frecuencia, a lo largo del viaje fueron cogiéndose más confianza.

Harry le contó a Draco lo del profesor Slughorn y estuvieron debatiendo, pues no lo veían como profesor de DCAO, además Dumbledore le había dicho que era profesor de pociones, pero Snape no iba a dejar la escuela, ¿no? Estaban enzarzados en sus deducciones cuando llamaron a la puerta de su compartimento. Era una pequeña de cabello cobrizo, algo tímida.

- Esto… el profesor Slughorn pidió por ustedes. – sus mejillas se sonrojaron cuando ambos chicos clavaron su inquisitiva mirada en su pequeña figura. – Está en el compartimento especial del primer vagón para profesores.- y se fue corriendo antes que pudiese decir nada.

- Vaya, ¿qué te parece?¿Vamos?- su sonrisa dejaba claro que quería divertirse, y Harry no iba a chafarle esa ilusión que brillaba en sus ojos. Igualó la sonrisa y ambos se levantaron la mismo tiempo y enfilaron hacia el compartimento.

La gente enmudecía al verlos pasar, los dos rivales más consagrados de Hogwarts andaban con la misma mirada maliciosa uno al lado del otro. Cuando entraron en la pequeña habitación todos se giraron hacia ellos, para toparse con la imagen de un Harry apoyado contra el marco de la puerta y la mano derecha en el bolsilla y Draco con los brazos cruzados en su pecho y su cuerpo apoyado hacia el otro lado de la puerta. Los dos juntos, allí parados, esperando para entrar parecían estar envueltos en un aura que decía a gritos que no te acercases. Pero había dos personas aún más sorprendidas. Ginny estuvo a punto de salir corriendo cuando Harry, su gran amor, clavó su mirada en ella y sonrió de forma burlona. Blaise Zabini miraba sorprendido hacia su mejor amigo, sopesando las posibles causas que lo habían llevado a aliarse con Potter.

- Bienvenidos chicos. Pasad por favor.- el hombre parecía no darse cuenta de la tensión que inundaba el vagón de lo entusiasmado que se veía de tenerlos allí.

-Claro, señor- respondió Harry educadamente, y ambos chicos tomaron asiento.

-Vaya Harry, has cambiado desde el día que nos vimos en casa, y para mejor, si me permites el atrevimiento.

-Gracias, señor.

-Profesor-dijo Draco- ¿qué clase dará usted?

-Pociones, hijo, eso para lo único que vivo y sirvo.

- Entonces, ¿qué pasará con el profesor Snape?- preguntó Draco alarmado, cosa que captó enseguida Draco, mas no el resto.

- Ah, eso es una sorpresa- dijo con una sonrisa, pero se estremeció al ver el rostro frío que pusieron ambos chicos.

-No me gustan mucho las sorpresas, profesor.- dijo con desdén el ojiverde.

-Oh bueno- se removió incómodo, pero ese par de ojos seguían fijos en él. Tomó un pedazo de papel y escribió algo en él.  Luego lo dobló y se lo pasó a Harry. – Tomad.

Harry lo cogió con una sonrisa de agradecimiento y tomó eso como una invitación de abandonar el lugar. Se levantó y vio como Draco había hecho lo mismo. Cruzaron la puerta y salieron al pasillo. Harry oyó agradecer y despedirse a Draco, pero él ya había empezado a andar. Jugaba con el papel entre sus dedos y pensaba en la reacción de Malfoy. Él adoraba a Snape, Harry lo sabía. Él también se había encariñado con Lupin  y le había entristecido su marcha, pero lo del rubio parecía más exagerado.

-¿Qué pone en el papel?- Harry levantó sus ojos y se percató que estaban de nuevo en su compartimento. Vio el ansia brillar en los ojos grises de su compañero. Sabía que esas emociones eran difíciles de percibir para la gente, casi imposible, pero no para él, que también escondía sus emociones.

-¿Qué te pasa con Snape?

-A mi nada pero es mi profesor favorito y el jefe de mi casa, es obvio que me preocupe.

- No intentes mentirme, que no cuela. –giró su cabeza y la apoyó contra el cristal dejando vagar su mirada. – te asustaste cuando Slughorn dijo que daría pociones.

- Porque era una clase donde Slytherin siempre teníamos favoritismos.

-Slughorn es Slytherin y también tiene más simpatía a los de esa casa.

- Ya, pero no es lo mismo –giró el rostro hacia la puerta y cruzó los brazos sobre su pecho.

- Le han dado un puesto para ir a enseñar pociones a la “Universidad para la maestría de Pociones” y la ha aceptado- Draco se volteó al acto y se levantó para enfrentarlo.

-¡Es mentira!- Harry centró su mirada en él, examinándolo

- No lo sabrás hasta llegar a Hogwarts.

- Si eso fuese cierto me lo habría dicho.

-Solo eres un alumno más, no tendría por qué. – sonrió triunfante- ¿o sí?

- Pues sí que has cambiado, Potter.- dijo sentándose y relajándose ante la mirada divertida del chico frente a él. – No me dirás lo que pone en el papel hasta que te cuente la verdad, ¿no?

- La curiosidad siempre ha sido lo que me ha llevado por el camino de la amargura.

- Es mi padrino. Siempre está bien tener a alguien cerca cuando estás lejos de casa.

- Sí, supongo- aceptó tendiéndole el papelito.

- ¿No lo habías leído?- preguntó, sorprendido.

- No era para mí.  No es que me importe mucho, sería más feliz si desapareciese de mi vida.

-¿Por qué os lleváis tan mal?- preguntó mientras desdoblaba el papelito y lo leía- no puede ser…

-¿Qué pasa?

-¡Severus es el nuevo profesor de DCAO!- Harry se volteó hacia el bruscamente y endureció sus rasgos.

-Genial- dijo desalentado.

Después de la euforia inicial porque su padrino había conseguido al fin el puesto que siempre había querido, se dio cuenta que la alegría no era compartida. Se calmó y dejó el papelito por algún lugar.

-¿Qué os pasó para que os odiaseis tanto? Recuerdo que en primero ya os llevabais mal.

-Digamos que juzgó sin conocer- sabía que su mirada era retadora, así que la apartó.

- ¿Qué quieres decir?

- Mis padres y Snape fueron juntos a Hogwarts, y digamos que mi padre y Sirius no eran amables con él precisamente. Así que cuando me vio dijo “mira vamos a vengarnos de Potter y Black con Harry, que no puede quejarse y seguro que es igual a ellos”. Y se le metió en la cabeza y ya está. Yo llegué a Hogwarts y lo primero que hizo fue ridiculizarme, así que decidí que no me iba a caer bien. Con el tiempo fue empeorando.

Draco lo miró fijamente, sopesando lo que acababa de descubrir.

-¿Qué tan malos eran con él? –preguntó pensativo.

-Eran unos bastardos, creídos y prepotentes.- Draco le miró sorprendido- Pero yo no hice nada, no tengo que pagar las burradas que hacían cuando eran unos inmaduros.

- Y si pruebas a hablar ahora con él, tal vez…

- No gracias. Me gusta sacar mis nervios en pociones y ver como se esfuerza en mantener la compostura. – y soltó una risita divertida.

-Pero has cambiado, este verano. Te ves… diferente. –

Draco estaba contento de poder estar con Potter hablando tranquilamente, eso ayudaría  a su plan. Pero había algo en ese Harry que no le gustaba. Hicieron ese plan porque sabían del instinto de protección hacia los demás, pero, por lo que había oído, había vivido aislado todo el verano y en el andén había dejado a sus amigos tirados. Al principio había pensado que era un plan para que él creyese que Harry quería ser su amigo para sacarle información. Pero el llanto de Granger había parecido tan real, la cara de Weasley, los ojos de Potter… ahora dudaba que el plan pudiese funcionar porque Harry parecía haber decidido alejarse de la gente, como si no quisiese ligarse a nadie. Era como si al perder a su padrino se hubiese roto por dentro y se hubiese resignado a repararse.

- Tú también has cambiado- dijo a la defensiva- ¿algún acontecimiento interesante, estos últimos días?

Draco se dio cuenta que Harry sabía algo. Esa sonrisa de complicidad le estaba diciendo que él sabía su secreto pero iba a guardarlo. Eso le sorprendió. Harry sabía que era un Death Eather y aún así estaba allí, sentado en su mismo compartimento, sonriéndole mientras le decía que sabía que se había unido a su peor enemigo, tan tranquilo. Y pensó que ese era el momento, que en esa complicidad él le creería, y le ayudaría a salir de ese marrón. Pero algo le decía que no lo hiciese, que ese no era el Potter al que debía confiarle su vida y la de su familia. Y se calló, sin saber si había hecho lo correcto y con dudad respecto de su decisión. Pero él era fiel a su instinto, y este le decía que, ahora mismo, Potter no era alguien en quien pudiese confiar.

 

 

Notas finales:

Pues bien aquí está, espero que os haya gustado el nuevo capítulo! Espero sus comentarios para saber que les pareció! Nos vemos en una semana! Actualizaré entre viernes y sábado que no tengo clase ni trabajo ;)


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