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El poder para destruirlo era él por draco_potter

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Notas del capitulo:

Bien pos aquí voy con el nuevo cap. Me he adelantado pero no tenía nada mejor que hacer XD.
La historia se situa en el sexto libro, por lo que habrá algunos spoilers.
Disclaimer: todos los personajes y lugares le pertenecen a J.K. Rowling, yo solo los uso porque tengo demasiado tiempo libre.
Parejas: la principal sera Harry/Draco. Lucius/Narcissa; Blaise/Pansy; Severus/Remus; Ron/Hermione
Aclaraciones: - diálogo; -"pársel"; -Hechizos ; -#pensamientos#.

Ahora sí, que lo disfruten!

Capítulo 1

No sabía cuanto rato había pasado. Había perdido la noción del tiempo absorto en los descubrimientos que cada nuevo libro le ofrecía. Nunca pensó que pudiese llegar a sentir curiosidad por esa rama de la mágia, pero lo cierto era, que ahora había empezado a conocer cosas sentía unas enormes ganas de saber más acerca de esa materia que siempre le había sido vetada. Cabe decir, que en la semana que hacía que había obtenido su nueva adquisición, ya había devorado dos libros, algo que, para alguien como él que no sentía particular gusto por la lectura, era admirable. Ahora mismo se encontraba debatiendo consigo mismo sobre cuál sería el próximo tema en el que le interesaba ahondar sus conocimientos. Había leído los dos libros del mismo tema, Artes Oscuras, pero la verdad era que sentía curiosidad por las otras variedades. Miró los títulos de los que le caían más cerca: "Magia de la mente: protégete y ataca"; "Pociones para las cosas más increíbles"; "Nuestra historia: tradiciones y costumbres". Curiosamente el que más le llamó la atención fue el de historia. Siempre había querido saber más acerca de su mundo, pues como había sido criado como un muggle, para él era casi desconocido.

Así pues, y sin perder ya más tiempo, tomó el libro, sintiendo el ya conocido cosquilleo por la anticipación, y se sumergió en ese nuevo mundo.

Sin que Harry se diese cuenta, y mientras poco a poco se iba convirtiendo en un experto sobre los temas que abarcaban sus lecturas, fueron pasando los días hasta el 31 de julio, su cumpleaños y el día que por fin abandonaría la casa de sus tíos.

Harry se levantó esa mañana como si de cualquier otra se tratara. A sus 16 años, ya había aprendido que en esa casa su cumpleaños era ignorado, para los Dursley, el 31 de julio no figuraba como un día especial en el calendario.
Dumbledore le había enviado una carta durante las vacaciones para informarle que pasaría por él para llevarlo a "La Madriguera" a pasar el resto del verano. La señora Weasley se había empeñado en hacer una fiesta por su decimosexto cumpleaños, evento que podría celebrarse siempre y cuando el director no se retrasase.

Ese año no quería levantarse. Quizás habían sido sólo un par de años, pero se había acostumbrado a recibir regalos y cartas de Sirius, y sabía que este año no llegaría nada de él, ni una triste nota.

Oyó como Vernon le llamaba desde abajo y, en contra de su voluntad, se levantó para empezar a vestirse. Sobre su escritorio había dos lechuzas, pero no tenía ánimos aún de ponerse a mirar el correo, así que las ignoró y se acabó de arreglar para bajar y ver que quería su tío.

- Buenos días- saludó con un tono plano e indiferente.

- Este año te quedarás hasta el 1 de septiembre?- preguntó su tío.

- No, esta tarde vendrá el profesor Dumbledore a buscarme- informó.

- ¿Y cuándo pensabas decírnoslo? ¿Cuando ya estuviese en la puerta?- le recriminó su tía, visiblemente asustada, al igual que el resto de la familia.

- Lo siento, tía, se me pasó- dijo el joven con fingido arrepentimiento mientras tomaba algo de comer y se sentaba en su sitio en la mesa.

El desayuno pasó aburrido para Harry, y en cuanto acabó se fue a su habitación para acabar de arreglar el baúl. Cuando entró en su cuarto notó que el número de lechuzas había aumentado considerablemente. Reconoció algunas al instante, mas otras no lograba identificarlas. Suspirando se sentó en su cama y decidió empezar por las que sí sabía de quien eran. Así pues, alargó su mano hacia la lechuza de Ron y empezó a leer.

Al final, resultó que le habían escrito Ron, Hermione, Ginny, los gemelos, Remus y Hagrid para felicitarle, y aún así todavía le quedaban tres lechuzas más, de las cuales reconoció dos que eran de Hogwarts. Tomó una de estas dos últimas, que resultó ser una carta del mismísimo director en la que le deseaba un Feliz Aniversario y aprovechaba para recordarle su cita. La otra del colegio era la lista de libros que necesitarían para el nuevo curso junto con todo el material.

La última lechuza se acercó a él cuando hubo dejado la última carta sobre la cama. Harry tomó el sobre y se percató que venía del Ministerio, así que, supuso, debían ser las notas de los OWL’s. Sintió como los nervios se intentaban apoderar de su cuerpo, pero se obligó a si mismo a pensar con la cabeza fría. Al fin y al cabo, no le habían ido tan mal así que no tenía sentido perder los nervios. Con manos algo temblorosas pese a toda su autorelajación, empezó a desenrollar la carta:

ORDINARY WIZARDING LEVEL RESULTS
(Título Indispensable de Magia Ordinaria)

Notas de aprobado: Excelente (E)
Supera las expectativas (S)
Aceptable (A)
Notas de suspenso: Pobre (P)
Deficiente (D)
Troll (T)

Harry James Potter obtuvo:


Astronomía:N
CCM:E
Encantamientos:E
DCAO:E
Runas Antiguas:N
Herbologia:E
Historia de la magia:N
Pociones:E
Transformaciones:E

Dejó la carta a un lado y suspiró dejando así marchar la tensión que había acumulado. Viendo sus notas no pudo evitar recordar cómo había vivido los días anteriores a los OWL’s.

FLASH BACK
Harry iba caminando a paso rápido por el corredor rumbo a su Sala Común después de sus clases de occlumency. Le dolía horrores la cabeza y se sentía frustrado porque era incapaz de cerrar su mente. Cuando por fin llegó, Ron y Hermione estaban en el sofá, discutiendo, y no pudo evitar sonreír ante tan cotidiana imagen.

- Llegué- dijo mientras iba directo al sillón que quedaba justo frente al sofá.

- Llegas muy tarde, te has perdido el entrenamiento y Angelina se ha puesto como una moto y lo ha pagado con el equipo. Dijiste que hoy podrías entrenar, cambiamos el día por ti.- le recriminó el pelirrojo, mirándolo con el ceño levemente fruncido.

- Eso es lo de menos, habíamos quedado para estudiar. Primero esta mañana, que no viniste porque dijiste que tenías que acabar un ensayo, y con lo tarde que es ahora, no podemos ponernos a estudiar. Te hemos estado esperando toda la tarde, pensábamos que vendrías. ¿Tanto te costaba avisar?- le regañó la chica sin ser consciente del efecto que estaban causando sus palabras en su amigo. Harry vivía actualmente un momento de estrés, y que su amiga le riñera por no dar abasto, no ayudaba para nada. – Al menos espero que las clases con Snape te estén yendo bien, para sacarle algún beneficio. ¡Quedan dos semanas para los exámenes y no estás estudiando nada! Y además-

- ¡Bueno, basta ya! ¿Os pensáis que lo hago por gusto? ¿Qué me encanta encerrarme con un profesor que me odia, durante horas, en su despacho? ¿Con alguien que ni siquiera me respeta? ¿Qué no preferiría escaparme para pasar el rato con vosotros ni que fuese estudiando? ¡Pero no! ¡No-tengo-tiempo! Angelina está constantemente agobiándome con los entrenamientos, contigo secundándola, Ron. Y tú, Hermione, me atosigas constantemente con los estudios, ¡como si no fuese consciente de lo que me juego en ellos! Y luego está el ED, porque nadie quiere que las clases se acaben, y eso son horas que yo pierdo para hacer mis tareas, y luego tengo que recuperarlas cuando pueda. Así que, lo siento mucho Hermione, pero no, no he pensado en avisaros para que pudieseis estudiar tranquilamente sin mí, ¡ya que en mi mente tenía un concepto de vosotros en el que os consideraba lo suficientemente listos como para no quedaros dos horas cruzados de brazos a esperar si llegaba en algún momento! Y estoy harto de que cada vez que discutís sea yo quien me tenga que comer los mocos y a quien usáis para desahogaros. ¡Estoy harto!

Harry aprovechó ese momento para sacar todo lo que había estado conteniendo en sí mismo durante largo tiempo. El hablar tan alto no ayudó para nada a su dolor de cabeza, y sintió como si ésta fuese a partírsele. Sin esperar a ver la reacción de sus dos amigos, se levantó y se fue a la habitación donde, sin quitarse la ropa, se tiró en su cama, cerrando las cortinas, y cayó dormido al acto.

Esa noche estaba tan agotado que no soñó nada. Y así descubrió que, cuando se forzaba mucho durante el día, llegaba tan exhausto a la hora de dormir, que parecía que su mágia creaba unas barreras propias para defenderlo. Y con esa teoría en mente, Harry empezó aplicarse como nunca en sus estudios: se levantaba antes para mirar la lección, en las clases siempre estaba atendiendo y tomando apuntes, por las tardes siempre repasaba las cosas que habían dado, el quidditch, el ED, las clases de Snape y, por último, estudiar para los OWL’s.

Sin planearlo ni proponérselo, en esas dos semanas, Harry se convirtió en uno de los alumnos más eficientes del curso, y para cuando llegaron los días de las pruebas, se sentía totalmente preparado para afrontarlas. En ese momento se alegró enormemente de haber hecho caso a Hermione y cambiar Futurología por Runas Antiguas, pues, aunque la profesora Trelawney era muy fácil de engañar, sabía que con los examinadores del ministerio otro gallo cantaría.

La semana después de los OWLS, Harry vivió una época de tranquilidad y relajación total. Tras pasar la época de tensiones, el trío volvió a ser el de siempre, inseparable, y Harry pudo disfrutar de las tardes de comienzo de verano en los terrenos del castillo junto a sus amigos. Pero esa paz no duró mucho, pues, sin dominar la occlumency realmente, a Voldemort no le tomó mucho tiempo para meterse en la mente del muchacho ahora que este había bajado la guardia. A partir de este momento, todo se torció.
FIN FLAHS BACK

Harry no pudo evitar sentirse triste al pensar en su padrino, y la culpabilidad volvió a él al pensar que si se hubiese aplicado más en las clases de Snape, quizás todo eso se hubiese podido evitar. Desechando esos pensamientos, miró de nuevo sus notas, satisfecho por lo que había logrado obtener, y luego las dejó sobre la mesa.


Por fin había acabado de leer toda la correspondencia. Cansado, se dejó caer hacia atrás, sobre la cama. Fijó su vista en el techo y se quedó ahí tirado, no dormía mucho porque se pasaba las noches leyendo, así que ahora estaba cansando. Preferiría quedarse ahí durmiendo el resto del día hasta que Dumbledore viniese por él, pero sabía que aún no había acabado de arreglar sus cosas para el viaje. Suspirando, se levantó y fue hacia su baúl.

Casi todo el contenido eran libros, todos los de Hogwarts des de su primer curso y, en el fondo, los que el Lord le había dado. El único que había dejado arriba junto los demás era el que ahora se estaba leyendo, justo el único escrito en lengua pársel. Además de todos los libros, en su baúl sólo había algunos utensilios para escribir, el caldero, el uniforme e ingredientes para pociones. En cuanto a ropa se refería, sus provisiones eran escasas. Había decidido que no pensaba llevar más esas horribles ropas de su primo. Era absurdo que siendo un mago tan rico y famoso como era en su mundo, tuviese que ir por ahí con esas pintas. Si algo había aprendido de esos libros, era que un mago debía sentirse orgulloso de lo que era y no dejarse humillar, en su caso, por sus tíos. Aún no había empezado con los libros de protocolo, pero la verdad era que cuando empezara no le disgustarían para nada.

Así que, con esa idea en mente, Harry había sacado todo el dinero muggle que tenía ahorrado desde que era chiquito, y al que nunca le había encontrado una utilidad, y se había ido a comprar una ropa nueva. Quizás no era de la más cara y buena del mercado, pero desde luego, el hecho que no le fuese tan grande, ya era un paso. Tenía pensado, en cuanto llegase al mundo wizard, de ir a Diagon Alley a Madame Malkin y renovar su vestuario, y en ese momento, sí que dispondría de fondos que le permitiesen comprarse ropas de mejor calidad.

El resto del día pasó, en opinión de Harry, muy lento hasta la hora en que su profesor llegaría. Cuando faltaban 5 minutos para la hora, se dio una última mirada en el espejo. Llevaba unos pantalones algo anchos con un polo azul turquesa que resaltaba su moreno, unos tennis blancos y llevaría una chaqueta por si más tarde hacía frío. Dándose el visto bueno, se fue al baño donde se lavó la cara y los dientes, se mojó un poco el pelo para acomodárselo y se puso colonia.

Antes de bajar volvió a revisar que no se dejase nada: llevaba la Saeta de Fuego, a Hedwig, la Capa de Invisibilidad, el Mapa del Merodeador, su varita y todo lo que estaba en el baúl. Bien, todo listo. Viendo que ya solo faltaba un minuto para la llegada del profesor, se dispuso a bajar para recibirle. Aún no había puesto un pie en el rellano cuando alguien llamó a la puerta. Los Dursley asomaron la cabeza desde la cocina con el terror presente en cada rasgo de su cara. Sonriendo arrogante por ello, Harry abrió la puerta para recibir al docente.

Dumbledore se sorprendió cuando vio a su alumno. No solo había cambiado físicamente, pues se veía más alto, con el cabello algo más largo y con un poco más de peso, sino era algo en él, lo que emanaba. Todo a su alrededor era una aura distinta, no era la de tristeza que le rodeaba a finales del curso pasado, pero tampoco era la que tenía cuando lo vio cruzar por primera vez las puertas del Gran Comedor. Había algo distinto en el joven frente a él, algo que se reflejaba claramente en sus ojos verdes, esos ojos que años atrás se habían caracterizado por ese brillo tan peculiar y que ahora restaban vacíos. Dejando sus hipótesis para más tarde, decidió romper el hielo.

- Buenas tardes, Harry, feliz cumpleaños.

- Buena tardes, gracias señor. ¿Nos vamos ya?- preguntó, impaciente.

- Aún no, debo hablarte de algo. ¿Crees que a tus tíos les importara que usemos su sala?- el chico negó con la cabeza y guió al anciano hasta la salita y le instó para que se sentase en el sofá.

- ¿Y bien?- Dumbledore suspiró, sabiendo que el tema que debía tratar era delicado.

- Harry, debo hablarte sobre Sirius, y el testamento que dejó.- el profesor esperó expectante alguna reacción por parte de su alumno, pero nada, ni siquiera un atisbo de tristeza se reflejó en su rostro. Por su parte, Harry sintió un pinchazo en su interior pero se obligó a sí mismo a controlarse, sabiendo que no debía mostrar ninguna debilidad frente a otros.- Como supongo que ya debes haberte imaginado, te nombró a ti su único heredero, así que todo lo que le pertenecía, ahora es tuyo. Eso incluye la sede de la Orden, solo que por circunstancias ajenas, ya no vamos a usarla; y a Kreatcher. Dados los acontecimientos sucedidos el año anterior, creo que no estaría de más probar la lealtad del elfo, pues al no ser tú un heredero de sangre, quizás no te respete como su amo.- Harry escuchó atento todo el discurso del director hasta que llegó a esa parte. Había leído en algún lugar algo sobre eso, sabía que lo único que debía hacer era mandarle una orden. Si la acataba, bien, si no, ya podía decirle adiós.

- Kreatcher- dijo, sintiéndose algo estúpido por hablarle a la nada. Ante él se apareció de repente esa criatura sucia y roñosa que recordaba, haciendo renacer en él esos sentimientos de venganza. El pequeño ser no tardó ni dos segundos en empezar a quejarse sobre todo y todos. Harry permaneció en silencio hasta que empezó a criticarlo a él, eso sí que no lo iba a consentir.- Cállate, no voy a obligarte a ir en contra de lo que piensas, pero no voy a permitir que me faltes al respeto, ¿entendido?- el elfo parecía sorprendido, pero no tardo en reaccionar.

- Claro, amo Harry Potter, Kreatcher hará lo que el amo le pida.

- Ves a Grimmauld Place y arregla completamente la casa, quiero que la dejes impoluta, ¿entendiste?

- Claro amo Harry Potter! Kreatcher está feliz de poder volver a servir a la noble familia Black como se merece. – dijo mientras hacía reverencias.

- Bien, puedes retirarte- dijo, y girándose hacia el director preguntó- ¿algo más, señor?- Albus estaba sorprendido por lo bien que se había manejado Harry, sin que él hubiese tenido que ayudarlo en ningún momento. Además que mientras había hablado al elfo, había oído en la voz de Harry una autoridad que no había reconocido nunca antes.

- Nada- dijo con una sonrisa triste. Harry se alzó con un toque de elegancia que antes de ese verano no había tenido y se dirigió escaleras arriba para tomar sus cosas y así poder marcharse. Cuando bajó, el director hizo un hechizo reduciéndolo todo para que Harry se lo guardase en los bolsillos. – Despídete de tus tíos, Harry, no volverás hasta el verano que viene.

Harry vio a su profesor con una ceja alzada, pero supo que no sacaría nada de discutir, así que se giró hacia sus tíos y dijo, con una sonrisa sarcástica en sus labios:

- Adiós tíos, adiós Dudley. Nos vemos para las vacaciones de verano – e hizo un gesto con su mano parecido a un saludo. Se dirigió hacia la puerta donde le esperaba el director: - Podemos irnos.

Se dirigieron hacia un parque cerca de la casa y entonces Albus habló:

- Antes que vayamos a la Madriguera debo pedirte que me acompañes a un sitio, por favor.

- Claro profesor – realmente no quería, pero no podía llegar a casa de Ron de ningún otro modo.

- Nos desplazaremos por aparición conjunta, puede que sea un poco molesto para ti. Ven, tómame del brazo. – Harry vio entonces que su profesor tenía una mano negra, muerta, y levantó la mirada, interrogante. – En otro momento, Harry – le sonrío con dulzura. Harry asintió y tomó el brazo que el anciano le ofrecía. De repente sintió como si se elevara y tuviese que pasar por un pequeño agujero que le impedía respirar. Y entonces todo pasó, y sintió el suelo bajo sus pies de nuevo. El mayor le miró con una sonrisa conciliadora y dijo – Tranquilo, sé que es un poco molesto pero se pasa rápido.

- #¿Pero qué le pasa al viejo este? Un poco molesto dice…#- pensó Harry, sorprendiéndose a sí mismo – #Tsk, ¿a qué vino eso? Dumbledore siempre me ha tratado bien, así que a callar, Harry.#

Profesor y alumno empezaron a caminar por un senderito hasta llegar a una casa. Albus dio unos golpecitos y un hombre rechonchito, medio calvo y bajito abrió la puerta.

- Horace, cuanto me alegro de verte – dijo el director con una sonrisa. Harry vio como el otro hombre hacia un gruñido.

- #Pues parece que él no# – pensó divertido el muchacho.

- Albus fui muy claro cuando te dije que no pensaba volver a dar clases en Hogwarts.

- Lo sé, solo te he traído a alguien que creo te gustará conocer. – entonces Horace se fijó en Harry por primera vez. Mientras lo repasaba de arriba abajo con la mirada iba abriendo más los ojos hasta clavarlos en los verde esmeralda del chico. – Te presento a Harry Potter, el hijo de James y Lily.

Después de que el profesor dijera el nombre del chico, el hombre se apartó poco a poco de la puerta para permitirles entrar en la casa. Fueron hasta la salita, donde Albus empezó una conversación que, aunque podía parecer trivial, Harry pudo ver la verdadera intención del viejo director.

- Él es Horace Slughorn, era el profesor de pociones en la época de tus padres. Apreciaba mucho a tu madre, ¿verdad Horace?

- Eres igual que tu padre – dijo el ex-profesor, que parecía no salir de la sorpresa – excepto por…

- Excepto los ojos, lo sé. Profesor, ¿podría decirme para que hemos venido? Digo, me alegro de conocer al señor Slughorn, porque conoció a mis padres y podría hablarme mucho de ellos, pero tengo ganas de ver a Ron. Además, él tampoco parece muy contento de nuestra visita. – De todo lo que había dicho, lo único que era verdad era lo último. No era que no quisiera ver a Ron, sino que empezaba a entender el motivo por el que estaba él allí, y no le gustaba que la gente lo usara.

- Está bien, Harry, entiendo. Aunque antes de marchar, me pregunto si serías tan amable de dejarme usar tu baño, Horace. – cuando recibió una respuesta afirmativa por parte del anfitrión, el director desapareció de la salita.

Harry clavó su mirada en la del otro hombre, que se encogió ante la dureza que reflejaban esas esmeraldas que él recordaba siempre cálidas.

- El profesor Dumbledore me ha traído aquí para que le convenza de que vuelva a dar clases, pero no pienso pasarme el día de mi cumpleaños en un caso perdido. Así que, ¿hay alguna posibilidad de que usted vuelva a Hogwarts?

- No lo sé – suspiró el mayor – Sé que si vuelvo a Hogwarts estaré en el punto de mira, y mi apoyo hacia ese vejete chiflado hará que los Death Eather vayan en mi contra, y a mi edad, me apetece ya una vida tranquila.

- La otra vez, en la primera guerra, usted luchó del lado de Dumbledore?

- Sí

- Pues entonces permítame decirle, que ya está en su punto de mira y, en ese caso, el lugar más seguro que encontrará es Hogwarts, de eso no hay duda.

El hombre se quedó mirando fijamente al chico, evaluándolo:

- Eres astuto chico, usas la lógica, la cabeza, y no las emociones. Un perfecto Slytherin, sin duda, aunque dudo que vistas los colores verde y plata, ¿cierto?

- Cierto – respondió con una sonrisa de medio lado – no soy miembro de su casa.

- ¿Cómo estás tan seguro que soy una serpiente?

- La mentalidad de Slytherin es hacer lo que sea necesario para conseguir aquello que queremos, incluso si eso es protegerse a uno mismo de un peligro obvio e inminente.

Ese fue el momento que el director escogió para entrar de nuevo en la sala.

- Bueno Harry, creo que llegó el momento de irnos.

- Albus, he reconsiderado tu oferta, y creo que estaría bien volver este año, si es posible

- Claro, Horace, sabes que eso es lo que yo quería, pero, ¿a qué se debe el cambio?

- Digamos que el Señor Potter ha tenido algo que ver.

- Bien pues entonces nos vemos en Hogwarts, será un placer tenerte de nuevo entre mis profesores.

- Adiós profesor Slughorn - se despidió cortésmente Harry.

- Nos vemos en Hogwarts, Harry – le respondió guiñándole un ojo.

Con una leve inclinación de cabeza, Harry salió al exterior y fue hasta donde el director le esperaba con una sonrisa.

- Vaya Harry, debo decir que esta visita salió más productiva de lo planeada. Te traje porque Horace, además de adorar todos los alumnos famosos o que pueden llegar a serlo, tenía especial aprecio a tu madre y su muerte le afectó mucho. Pensé que se alegraría de conocerte y, mira por donde, has conseguido convencerlo para que aceptase una propuesta que ya daba por perdida. Creo que debo agradecerte eso, Harry.

- #¡Pero será hipócrita! ¡¿ Cómo tiene la barra de decirme eso?! ¡Pero si desde el principio me ha traído aquí para eso! ¡Me ha utilizado a su antojo, y aún se piensa que me tragaré ese rollo de abuelito sorprendido!# -Harry estaba realmente sorprendido y no podía evitar pensar cuantas otras veces el profesor le abría usado de la misma forma y él no se habría dado ni cuenta. 

Aún con esos pensamientos rondando su cabeza, le sonrió falsamente y cogió su brazo, listo para sentir esa horrible sensación de agobio con el aparecimiento conjunto (n/a: no sé realmente como es en castellano, en catalán es aparetre, pero no creo que en castellano sea aparetraje, o sí?). Cuando aterrizaron, se despidió de su profesor y se fue hacia la Madriguera, aún con esa sensación de odio que se le había despertado al ver la verdadera cara del que hasta hacia poco había sido como un abuelo para él.

Se paró antes de llegar y miró de frente la casa. Realmente Malfoy tenía algo de razón cuando decía que, ciertamente, eso no era una casa. No que antes no se hubiese dado cuenta, pero como el siempre había vivido en una alacena, al menos hasta que se supo que era mago, pues no podía críticar. Pero es que… ¿La Madriguera? ¿A quién se le ocurría poner un nombre así a una casa? Normal que se riesen de ellos. Viendo la casa por fuera, y sabiendo cómo era por dentro, era muy evidente que los Weasley eran pobres. Harry paró en seco de pensar cuando se dio cuenta del rumbo que estaban tomando sus ideas. ¿Cómo podía pensar eso? Los Weasley siempre le habían tratado estupendamente.

- ¿Qué me está pasando? – susurró mientras se masajeaba las sienes.

- ¿Harry?- oyó a alguien preguntar delante de él. Levantó la cabeza y vio como la señora Weasley recorría los pasos que faltaban y lo envolvía en un cálido abrazo.

- Buenas noches, señora Weasley – dijo Harry, más educado y frío que normalmente, cosa que hizo a Molly separarse y fijarse en la expresión seria y mirada vacía del joven.

- Ven, entra, debes tener hambre. Nos hemos reunido unos cuantos para celebrar tu cumpleaños. Empezábamos a preocuparnos porque no llegabas. – mientras hablaban, caminaban hacia la casa. Cuando Harry entró en la habitación, pudo ver como un espeso y tenso silencio era roto por suspiros de alivio al ver que estaba bien.

- Buenas noches, siento haberlos preocupado, pero el profesor Dumbledore me llevó a conocer a un nuevo profesor. – dijo el muchacho a manera de disculpa y con una sonrisa que satisfizo a todos los presentes.

Poco a poco la gente se fue acercando para felicitarle y darle la bienvenida. Al final sólo quedaron Hermione, Ron y Lupin. La chica fue la primera en darle la bienvenida, y lo hizo tirándose sobre Harry y envolviéndolo en un abrazo de oso. Harry, no obstante, se sentía incómodo ante el gesto y sólo pasó uno de sus brazos alrededor de la cintura de la chica mientras ponía lo otra mano en el bolsillo y giraba la cabeza hacia un lado.

Cuando la chica se separó, Lupin pudo ver como Harry veía asqueado a los dos chicos que ahora se abrazaban, pues Ron intentaba calmar los sollozos de Hermione con una sonrisa bobalicona en la cara. 

En cuanto Harry se dio cuenta de la mirada sorprendida del licántropo, le ofreció una sonrisa que hizo al ex-profesor olvidar sus preocupaciones. Cuando este le hubo devuelto la sonrisa, Harry desvió su mirada hacia el oscuro jardín y, suspirando, no pudo evitar pensar que esos días se le iban a hacer realmente largos.

Notas finales:

 

En fin, pues espero que les haya gustado y les haya servido para hacerse una mejor idea de que irá pasando a lo largo de la historia. Se aceptan comentarios y críticas (constructivas) :D 
Espero sus reviews para que me animen a seguir escribiendo y gracias a los que ya me dejaron en el primer cap.
Esta vez sí, hasta la proxima semana!!


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