Kurogane había despertado; vio que Syaoran dormía al igual que Mai, quien abrazaba a Mokona; vio a su lado, aquella cama estaba vacía. Recordó lo ocurrido y se extrañó el no tener marcas ni cansancio alguno; pero no ver al mago, le entró la preocupación.
Bajó y divisó la silueta rubia sentado viendo la luna; estaba un poco pálido, con una mirada nostálgica y tortuosa, como si sintiera un gran dolor. Ese espectáculo no era lo que esperaba ver.
-Deberías dormir, te ves cansado.
-¿En serio? Estoy bien, dormí bastante. –volteó a verle y le sonrió, una sonrisa algo triste pero sincera, de esas que había dejado de ver.
-¿Qué pasó con las marcas? –Preguntó. Pero el rubio volteó.
-La luna esta tan hermosa… pero me da pena ya que en este mundo no hay estrellas que la acompañen… debe sentirse tan sola allá arriba.
-¿Qué me diste?
-No te di mi sangre así que quédate tranquilo. Has bebido sangre de dragón.
-¿Nani?
-La tenía hace un tiempo guardada para casos como este… Pronto habrá que partir, es mejor que estés bien ¿ne? –sonrió. –Tengo algo de sueño, pero por alguna razón… quisiera dormir haciéndole compañía a la señorita luna. –Se recostó en aquella silla. –Estar solo es tan triste…
El moreno se sentó en el suelo apoyándose en la pared, Fay le miró con asombro y luego le sonrió. Era agradable poder sentir que ya todo estaba bien entre ellos, o por lo menos aquello que les distanciaba. Sintió como era volver a aquellos días en los que eran dos grandes amigos; quiso fastidiar un poco al moreno, pero tampoco quería terminar esta tranquilidad que había en el ambiente; ¿sería buen momento para llamarle con aquellos apodos? ¿quizás muy pronto?.
-Ya; escúpelo.
-¿Eh?
-Lo que querías decirme.
-¡Kurorín eres tan guay! –No pudo contenerse.
-¡tsk! –Le alegraba oír ese apodo de sus labios.
El silencio nuevamente les invadió… Ambos miraban aquella luna.
-Sakura-chan… Espero que donde este, no sea como esta luna…
-Buscar a esos dos mocosos… Cada vez me convenzo mas de que les daré una paliza.
-Esa es la típica forma en que les demostrarás lo mucho que los extrañamos ¿ne? …Kuro-sama.
-¿Tu que harás cuando les veas? Nunca te lo pregunté.
-Yo… quiero abrazarla… decirle que ya todo ha terminado y que no está sola; al igual que tu con Tomoyo-chan, mi única princesa es ella.
-Lo dijiste en Tokio.
-¡Que guay! ¡y eso que lo dije en otro idioma! ¡Kuro-sama es muy listo!
-¡tsk! –Aun que extrañaba oír aquellos apodos, ya había vuelto a molestarle un poco.
-Cuando termine todo… ¿qué vas a hacer?
-¿Nani?
-De seguro volverás a Nihón.
-Hice un juramento.
-Ya veo. –Sintió algo de pena oír aquello.-Tu tienes un lugar al que volver; yo estoy como Syaoran-kun.
-El mocoso tiene que volver a donde la princesa; tu no tienes un lugar porque no quieres tenerlo.
-¿eh?
-Puedes quedarte con ellos, hasta en la tienda, e incluso en Nihón un hechicero y guerrero como tu serían necesitados.
-Kuro…
-Todo depende de que decidas o que quieras. –Se puso de pie. –Ya es hora de prepararse para trabajar.
Sin darse cuenta, estaba terminando la noche; Fay vio la luna como se escondía y atrajo su atención ver como por un pequeño instante, tanto el día como la noche se encontraban. Pensó en que quizás se había equivocado, la luna no estaba sola, a el sol siempre aparecía un instante a saludarla o a despedirla, de seguro Sakura tenía a su Syaoran por instantes, así como él tenía a Kurogane.
Ya no quería volver a arruinar esta relación, no quería alejarlo de su lado nunca más. Llevó su dedo a sus labios y lo mordió hasta sangrar.
-¿verdad?… Kuro-sama… -Susurró mientras veía aquel momento.