Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

No queremos y no podemos evitar herirnos por madamechan

[Reviews - 34]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Nuevo capi, espero les guste.

Kurogane esta extrañando al rubio mago

Un reencuentro feliz?

- ¿Cuántos mundos van? Quiero ver a Fye. –comentaba triste la pequeña. – ¿Fay estará bien? ¿Y si se siente solo? Syaoran, mei, Kurogane.

- Ya lo veremos Mokona; ni cuenta te darás cuando Fay-san aparezca con su sonrisa. Ahora tenemos una misión que cumplir. –dijo la pelinegra

- Me pregunto si este mundo tendrá gente. –comentó el moreno al castaño.

- De seguro están en algún pueblo; si caminamos podríamos dar con algún lugar. –comentó el castaño mientras miraba hacia los alrededores en busca de civilización.

- Quizás aquí no encontraremos nada. – miró  hacia su alrededor. -tsk

- Kurogane-san… ¿puedo preguntarle algo?

- ¿qué?

- ¿Lo extraña? Me refiero a Fay-san

-¡¿Nani?!

- Últimamente su estado de humor ha cambiado… nosotros solo estamos algo preocupados. Pero parece de peor humor cada vez.

- no es nada; estoy bien. Solo necesito dormir en un buen futón.

Admitir que extrañaba al mago no era algo que iba a reconocer; ansiaba acariciar ese  dorado cabello, sentir aquella pálida piel y ver esa cálida sonrisa que mas no fingía ante él. Se preguntaba cada vez que llegaban a un nuevo mundo si el rubio estaba bien, si no le extrañaba también o si la oscuridad había  vuelto a rondar su alma. Tenía un nuevo futuro, cuidar de su mundo; pero también sabía bien que tendrían que verse, más que mal, Fay seguía siendo un vampiro. Otra cosa, por más que quisiera escapar, Fay era suyo y deseaba tenerlo entre sus brazos otra vez.

-          <<tal vez ese idiota se aguante con tal de no dar problemas… pero si llega a morir por ello, me encargaré de ir a buscarlo al mismísimo infierno solo para darle una paliza>>

Aquel mundo poseía mucha nieve, tanto que sentían que se congelaban los pies. Mokona sentía tanto frio que se refugió en la capa del ninja; Syaoran  sabía bien que tanto él como Kurogane  serían capaces de soportar el frio; pero no sabía si Mokona y Mei lo soportarían. De todos los mundos fríos, este era el más helado.

Kurogane  tomó en brazos a la muchacha que por más que se negaba a ser ayudada, no tuvo más remedio que admitir que se le era complicado y terminó por aceptar que  el moreno la cargara. La nieve ya era una tormenta y poco a poco nuestros amigos se vieron en serios aprietos.

No se percató cuando el castaño cayó al suelo ni el momento en el que su hombro sintió el peso del metal añadido a él, menos cuando cayó junto a Mokona y Mei al suelo.

Su vista se nubló cayendo bajo la tormenta de nieve.

Creyó que había muerto congelado; se preguntó si el mocoso y el resto habrían muerto también. Le había fallado a la princesa, a Tomoyo, al mocoso, y a Fay. No pudo proteger lo más preciado para el esta vez; no había muerto en batalla, sino por una maldita tormenta de nieve.

 

“nee Kuro-rin… tu brazo parece algo problemático…”

Le pareció oír al mago idiota… ¿una ilusión?

“Kuro-baka… debiste avisar que no lo sentías bien… sabes que puedo oler tu sangre…”

Ya le molestaba un poco aquella ilusión.

“Kurgane, Kurogane” –algo le estaba llamando

“Kurogane” –sintió el sollozo de la pequeña y de repente abrió los ojos. Mokona estaba en su pecho llorando.

Una enorme alegría sintió la pequeña que se acercó a darle un abrazo. -¡Pensé que morirías! ¡Kuro-pon! ¡Mokona estaba muy triste!

-          ¡tsk! –gruñó. –No voy a morir por algo como eso. Tonta.

-          Demo… kuropon parecías muerto cuando Fay nos encontr---

-          ¡¿Nani?!  -no sabía si había escuchado bien. – No me digas que ese mago idiota est-- -se sentó tan rápido como pudo y vio que el cuarto era familiar. –Valeria. –Sintió algo distinto en su cuerpo,  su lado izquierdo se sentía más liviano. -¿Dónde está mi brazo?

 

En eso se escucharon pasos que entraban al cuarto. Venía Syaoran usando un abrigo negro con bordes azules. Traía algo de beber.

-          Será mejor que beba un poco Kurogane-san, es para el frío.

-          Veo que estas mejor.

-          Hai,

-          ¿y la mocosa?

-          Esta durmiendo aun, pero está bien.

-          ¿me dirán de una maldita vez donde esta mi brazo?

-          Tranquilo, tranquilo… -se  oyó una voz. –Debes  calmarte Kuro-rin sino te saldrán arrugas en la frente. –dijo en el momento en que se asomó al cuarto

-           Tu… -dijo al recordar el sueño del que hace poco había despertado. –tsk… sabía que eras demasiado molesto para ser un sueño.

-          Fueron apresados por la defensa del reino, últimamente hemos sido asechados por  algunas cosas muy feas y la tormenta los aleja.

-          Si es que no las mata –respondió en tono de queja.

-          Demo, en cuanto sentí la presencia de Syaoran-kun, partí en su búsqueda. Kurorin parecías una enorme paleta helada.

-          …  -deseó que no hubiera nadie más en aquel cuarto salvo el mago y el. –Déjenme solo con el idiota este.

Cuando quedaron solos sus miradas se encontraron; pero no las palabras. Fay se había sentado a los pies de la cama y le miraba; Kurogane sintió que el mago le ocultaba algo.

-          ¿Dónde está mi brazo? –preguntó en seco.

-          Lo eh llevado a Pifle.

-          ¡¿Nani!? 

-          Te estaba molestando, puedo olerlo en tu sangre, ¿creías que no notaria que te estaba lastimando? No olvides que en Clow también lo noté

-          ¡tsk! Podía vivir con ello, además no pienso pagar por ello.

-          Descuida, no se lo pedí a Kimihiro-kun, yo mismo fui a dejarlo… más tarde iré por él.

El silencio nuevamente invadió el cuarto.

-          ¿Cuánto tiempo ha pasado?

-          10 años.

-          ¡¿nani?! P…pero tú.

-          Mi poder mágico y la sangre de vampiro.

-          Cierto…

Podía sentir como el rubio le miraba con cierta ansiedad, mirándolo fijamente y atento a que haría. Entendió que Fay no se lo diría y que debía tomar la iniciativa.  Tomó el muño donde había estado su brazo antes y extendió su herida hacia el rubio.

-          No has bebido en diez años…  si no te digo que lo hagas…

-          Lo sé, demo…debe dolerte

-          No es nada. –acercó el rostro del mago hacia su hombro y acarició aquella cabellera rubia que tanto extrañaba. –solo hazlo.

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).