Ahí está. Ahora comprendo porque algunos caballeros han caído bajo su embrujo. Esa imagen angelical adornada por el agua. Qué figura tan hermosa.
Desearía ser el agua para poder rozar esa piel blanquecina y pura. Dejarme resbalar por tu espalda hasta encontrarme con tus nalgas, esas nalgas perfectas que piden ser devoradas. Más no es ahí donde reposaría mi eterna estancia. Ese pecho firme y moldeado, esas tetitas endurecidas por la temperatura del agua. Ahí es donde estaría un rato, para descender hasta tu entrepierna, donde me perdería la eternidad infinita, si yo fuera esa agua.
Y mírame aquí, escondido entre los árboles. Espiándote sin ser visto, más he de ser cuidadoso o me quedaré embelesado y seré descubierto. Te miro y te deseo. Levantas tus brazos para domar el agua que cae por tu rostro y poder acomodar tus cabellos. Si yo fuera esa cascada, no permitiría que me quitaras el roce de tu cuerpo.
No son pocos los caballeros que te han pretendido, más tu nunca te has decidido, pues según cuentas, hay alguien en tu corazón, pero nadie sabe quién es su dueño. No puedo decirte lo que siento, pues tu dulce mirar ya no sería el mismo. Que pensarías de mí, de aquel al que siempre pides consejo, si te dijera que no quiero darte consejos, sino enredarme en tu cuerpo.
Abres los ojos y miras hacia el bosque, más yo espero que no me hayas visto. Te levantas de donde estás sentado y comienzas a nadar en esta dirección. ¡Por Atenea que si te presentas así ante mí, no respondo! Tengo la sangre acumulada en una zona concreta, impidiendo que el cerebro me funcione como es debido.
Mirando de nuevo al bosque, paras de nadar y te levantas en donde estás,, paras un momento y vuelves a nadar recorriendo el camino, por el que has venido. Mi corazón vuelve a su sitio y hasta los pulmones realizan de nuevo su ardua misión. ¡Que ojos más intensos! Por un momento he jurado que se cruzaban con los míos y me miraban con deseo. ¡Por Atenea que me tienes loco! ¡Qué diría mi maestro si me viera tan inquieto! “Sé la cascada” me dijo más de una vez. ¡Qué más quisiera en esta ocasión! ¡Serla de verdad y rozarte a voluntad!
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Qué bien se está bajo esta agua. Si el fuera, en verdad la cascada, le entregaría hasta mi alma. ¡Por Atenea que no duermo! ¡No puedo descansar! Esos ojos negros se me clavan, incluso en mi más privada intimidad. Cierro los ojos y ahí está mirándome con deseo, acariciándome con sus manos, provocándome con su lengua y yo me dejo… ¡Y tanto que me dejo!
Como desearía que él fuera esta agua. Aquí me quedaría inmóvil bajo su dominio y voluntad. Tanto deseo siento, que estoy empezando a reaccionar. ¿Eh? ¿Es posible? He sentido una presencia, en el bosque, no cabe otro lugar, voy a mirar a ver si fuera verdad. No cabe duda es él, está en este lugar, más no se quiere dejar mostrar, ¿Será que está interesado o solo que me ha venido a buscar? ¡Por Atenea! Si esos ojos negros me quisieran mirar con la mitad de deseo que yo lanzo en mi mirar, no cabría duda que me quiere, y no precisamente adorar.
Acabo de verlo, está tras ese árbol, se ha ocultado al verme mirar. ¡Zeus! Como deseo rozar ese cuerpo. Rozarlo, acariciarlo, mimarlo, besarlo, tocarlo, abrazarlo… ¡Ah! Y entregarme a él, porque no hay otro igual.
No negaré que no faltan pretendientes, hasta la misma Saori se me insinuó, más no son ellos los que nieblan mi razón. Solo él consigue lo que nadie ha conseguido y es dejarme sin aliento y con el miembro endurecido. Necesito enfriarme, volveré a la cascada, que seguro consigue ese efecto. Pero si está aquí, ¿Por qué no sale y se oculta en ese lugar? ¿Será lo que creo, cierto de verdad? Pues no me voy a quedar con la duda y lo voy a averiguar.
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Sale del agua mostrando toda su integridad y que bien formada está, no lo voy a negar. Incluso con la toalla parece que me quiere provocar. ¡Por Zeus que es tan perfecto! Como quisiera arrancarle esa dulzura y hacerlo mío, ¡mío y de nadie más!. Quisiera arrancarle esa toalla y marcarle el cuerpo entero, rozar esos labios y perderme en su cuerpo. ¿Será verdad que he sido visto? Pues se dirige a este lugar. ¡Por Atenea que le debo mentir! No puedo decirle que he venido a entretenerme con su visión.
- Hola Shiryu, ¿Me has venido a buscar?
Claro que he venido a buscarte, a buscarte para hacerte mío chiquillo. Que calores me están entrando al verte como tu madre te trajo al mundo. Quítate esa toalla y muéstrame tu cuerpo, que te voy a hacer mío.
- Sí. ¿Te apetece que vayamos al pueblo?
¿Al pueblo? Yo me voy donde tú me digas Shiryu, siempre y cuando me tomes, pues te deseo tanto que ya comienza a ser difícil el respirar estando a tu lado. Lanzaré una indirecta, a ver cómo reacciona.
- ¿No te apetece bañarte? El agua está muy buena y no hay nadie alrededor.
¿Qué si me apetece bañarme? ¡Por Atenea Shun! Claro que quiero bañarme, en tus labios y en en tu cuerpo y perderme bajo esa toalla que tanto deja al descubierto.
- Tampoco es mal plan, pero ¿podrías prestarme tu bañador?.
¡Pícaro! He visto que me mirabas y sabes que no llevaba nada. ¿Es eso una indirecta para que me quite la toalla? Ahora si voy a saberlo y ¡es más! Tú vas a ofrecérmelo.
- Pero te advierto que quizá no sea de tu talla y te venga estrecho.
¿Me venga estrecho? ¡Zeus! Yo si quiero que seas estrecho y quiero estar dentro, no sabes cuánto me provocas Shun. ¡Se ha quitado la toalla y me la entrega sin reservas! ¿Será posible una indirecta para adornarme con ella? ¿Se va?
- ¡Vamos Shiryu! ¡Te espero en el agua!
¿Así sin más? Me deja con la toalla en la mano y más duro que una piedra. Pues bien, si quiere guerra, la tendrá. ¡Seré la cascada y no te dejaré escapar!
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Parece que ha sabido reaccionar tras la indirecta, pues ha lanzado la toalla mientras con deseo me miraba. ¡Zeus! Que cuerpo tan perfecto. Ese pecho moreno y marcado, esa espalda siempre adornada y siendo rozada por su azabache cabellera, que me llama para ser arañada y esos glúteos, esos glúteos que son perfectos y marcados. Se ha girado para entrar en el agua. ¡Por Atenea que está bien dotado! Como quisiera probarlo y notarlo en mis entrañas. ¡Shiryu! ¿Qué pensarías si supieras que el “santo más dulce“ tiene estos deseos contigo? Deseo entregarme a ti, deseo que me abraces fuerte y deseo que me hagas tuyo como si fuera lo último que hacemos en este mundo. ¡Me ha rozado los labios en un beso intencionado!. Que beso más tierno y a la vez que apasionado.
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Solo verlo me provoca. ¿Qué tendrá este chiquillo que se mete en mi alma y hasta el respirar me trastoca? Está tan cerca y tan accesible, que no voy a poder contenerme. Le deseo con locura, una locura mal sana que tiene en vela cada noche, más cuando cierro los ojos, lo veo bajo mi cuerpo y lo poseo con deseo. ¡Zeus! No me contengo y ahora mismo si se deja, lo hago mío aquí mismo.
¡Ha correspondido a mi beso! ¡No ha sido una equivocación! ¡Lo de antes, era una provocación! Que dulce su sabor y que loca su lengua, que me amansa los sentidos y hasta me arrebata el alma.
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- ¡Shun! ¿Estás aquí?
¡Zeus! ¡Ikki!. ¿No había en la faz de la tierra, otro momento menos oportuno, que ahora que estaba disfrutando de un sueño sin estar dormido? Me debo separar, pues Ikki no nos debe ver así. ¡Que mirada más afligida! Nunca había visto algo así en Shiryu. Le abrazo por el cuello, como queriendo fundirme con él y le susurró al oído, lo que siempre he deseado.
- Tú eres el dueño de mi corazón. Mi cuerpo puede esperar un poco más.
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¡Bendito Fénix! ¡Qué oportuno y que pesado! No se aleja ni un segundo de su hermano pequeño, aunque es comprensible, es bastante deseado. ¡Que ojos ha puesto al notar que le llama su hermano! Creo que de mi sueño, me toca ser despertado. Ikki se hará presente y Shun se alejará de mi lado, dejándome, no solo necesitado, sino haciéndome sentir solo y abandonado. ¡Atenea! Lo que daría por ser Ikki en este momento, que va a ser abrazado por este cuerpo que me tiene loco. ¿Eh? ¿Es cierto lo que oigo? ¿Soy yo el dueño de su corazón? Si eso es cierto, podría enfrentarme al mismo Zeus sin armadura alguna. Ser el dueño de este ser, es un sueño del que no quiero despertar. Le devuelvo el abrazo y le apretó fuerte. No quiero alejarlo nunca más de mi lado.
- Shun, no sabes cuan loco me tienes. No duermo ni siquiera por las noches. No solo te deseo, sino que te llevo dentro. Aquí, en mis entrañas.
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¡Vaya! ¡He llegado en mal momento! No pensé que Shiryu por fin, se le habría declarado. Será mejor que desista de mi empeño y me vuelva por dónde vengo.
- ¡Déjalo Shun! ¡Ya no es necesario!
Espero no haber sido de mucho impedimento. Más me alegro por mi hermano, que por fin ha conseguido estar con su enamorado. ¡Atenea, qué terco es el dragón! Más de un año le ha costado acercarse a mi hermano y mi Shun que reservado, al no decirle nada a ese loco enamorado.
Será mejor que les deje asolas, pues ya es de razón que este disfrute del dragón. Mi ángel será bañado por el amor de esa cascada.