Nunca nos separaremos, fue lo que ella dijo, que ese amor rompería las barreras y que lograríamos estar juntas como deseábamos en un no muy lejano tiempo.
Nada de eso sucedió, al poco tiempo de un año terminamos y se marcho como si yo nunca hubiera existido, como si el amor simplemente se desvaneciera, creo que eso sucedió, pero solo para ella, yo aun la amaba y demasiado.
Me costo días, meses y un año para acabar con aquel dolor, aquella sofocante ansiedad por ella, por su ausencia, cuando se fue, parece que algo de mi fue con ella.
El Amor no es Eterno
Estaba escrito al final de mi cuaderno, adornado con un bolígrafo de color negro dándole el toque sombrío a la frase.
Guarde mis cosas dentro de mi bolso y con las pocas energía que me quedaban me lo pase por el hombro y me dispuse a ir a mi hogar.
Te amo demasiado lo sabes ¿cierto?
¿Porque?, no lo entiendo, ¿su amor era diferente al mío? ¿Todos los sentimientos son iguales? En una relación, siempre esta el que ama mas y como consecuencia, el que saldrá mas herido.
-Que hace una dama tan bella como usted, tan sola.-Mi mirada perdida se fijo en el dueño de esa voz.
Apenas lo vi me di cuenta que era un pandillero, desvíe mi vista de el apresurando mi paso, tratando de salir de ese lugar que normalmente estaba desabitado de casas y gente, era un atajo que tomaban unos pocos, y yo era una de esos pocos.
-No seas maleducada.-Dijo divertido caminando a mi lado.-¿Quieres divertirte?-Sonrío sádicamente y no pude evitar abrir mas los ojos.
-Déjeme en paz, por favor.-Volví a evitar su insistente mirada de mi busto.
-Pero quiero divertirme.-Susurro pasando un brazo por mi hombro y sentí que mis piernas temblaban.
-Sara.-Ambos nos exaltamos, y miramos para atrás.-¿Porque no me esperaste?-Sonrío ampliamente llegando a mi lado.
-Yo.-Tartamudee demasiado confundida y relajada de ver a esa extraña.
-¿Quien es tu amigo?-Miro al chico a mi lado que me soltó y ella aprovecho para pasar su brazo por mi hombro atrayéndome hacia ella, sentí, como si estuviera reclamando algo que era suyo con tomarme de esa forma.
-No lo conozco.-Respondí sin pensar aforrándome a su polera.
-Solo pasaba y acompañaba a la dama, para que no este sola.-Sonrío inocente a la mujer quien me tomaba posesivamente.
-Entonces puedes seguir.-Sonó cortante.-Porque yo la voy a acompañar.-Trague saliva.
Con responder de esa forma podía crear una pelea, pero no sucedió eso, el chico lo miro sorprendido y levanto los hombros haciendo un corto ademán con la mano para dar a entender que ya se iba.
Aliviada observe como se alejaba de nosotras, y solté un suspiro apoyando mi espalda en el torso de aquella desconocida.
Apenas volví a razonar abrí los ojos de golpe y me aleje de ella apenada, sintiendo como su mirada se clavaba en mi persona, analizando cada parte de mi.
-¿Te asusto?-Escuche como rió suavemente.-No deberías andar por pasillos como estos.
-Si, lo se.-Respondí torpemente.-Bueno, a pesar de que lo se, no pensé que me pasaría algo.-Dije infantil.
-Para la próxima, use la calle principal, ¿quieres?-Sonó muy amable y no pude evitar sonreír.
-Gracias por preocuparte y por ayudarme.-Le extendí la mano.
No sabia si debía extenderle la mano, pero fue lo primero que se me ocurrió, ella en cambio sonrió y acerco su mano sellando la mía.
Suave y Calido
Solo era un apretón, pero fue muy calido y agradable, hasta sentí como mi rostro tomaba un calor diferente.
-¿Como te llamas?-Su voz me saco de mis pensamientos.-A no ser que si te llames Sara.-Se toco la mejilla.
-No lo es.-Reí bajo.-Me llamo Daiana.-Sus ojos atentos en los míos, me sentía extraña.
-Un gusto, el mío es Katherine.-Hizo una extraña mueca.-Pero puedes llamarme Kathe, es mas corto.-
Kathe
De alguna manera ese nombre iba con ella, a pesar de que no la conocía, me había gustado ella, digo, su extraña y despreocupada apariencia.
Su atlético cuerpo y su gran altura a comparación del mío que era baja, creo que debería empezar a aceptar que no creceré mas de los 1.60 centímetros, con mis ya dieciochos años cumplidos.
Lo único que habían crecido eran mis pechos, algo que en realidad me daba igual pero a veces trataba hasta de ocultarlo con poleras. Invierno era mi clima preferido ya que podía usarlo sin sufrir el calor de llevarlo en verano.
Llegar a eso fue el constante acoso de los hombres y el continuo odio de algunas chicas en preparatoria y ahora en la universidad.
Aun no había logrado hacer una verdadera amistad, era difícil.
Y aquí estaba yo con esta chica que apenas acababa de conocer, yo como era costumbre en mi mundo, y antes de ser conciente de esta extraña realidad, ya me había encariñado a su presencia.
-Llegamos.-Sonó divertida observando a uno que otro pasar enfrente de nosotras.
Este era el final del largo pasillo que había sido testigo de nuestro encuentro.