Estaba rodeado por todas partes, no tenía escapatoria alguna y aun así su cerebro se negaba a aceptar del todo lo que estaba pasando, dio una calada más al cigarro entre sus dedos y expulsó el humo con tranquilidad, como si aquella no fuera una situación peliaguda, pero ya sabía cómo iba a terminar todo aquello incluso lo supo mucho antes de que empezara, seguir a Mello en su estúpida e irracional batalla contra Near le traería problemas, problemas como ese y aun así no se arrepentía en absoluto, una voz distorsionada por un megáfono le exigía que saliera del coche, se apoyó levemente en el volante, las luces de fuera le cegaba dándole en el cristal de las gafas que cubrían sus ojos, los cuales cerró dejando que la ceniza de su cigarro cayera entre sus piernas hasta perderse en la sucia y roída alfombrilla del coche.
Y aun y en esos momentos solo pensaba una cosa, solo deseaba algo…
Que Mello estuviera a salvo.
Y podía pensar que si, su trabajo era distraer a toda aquella policía para que el rubio pudiera llevar a cabo su propio trabajo y él había cumplido bien con su parte, aunque tal vez llevara a un final algo trágico, pero estaba bien, no se arrepentía de nada, si moría lo haría feliz porque al menos había servido de ayuda al otro, como siempre.
Siempre se consideró como una ‘mascota’ para Mello, desde el primer día en que este le robó su videoconsola supo que nunca podría salir de detrás de él, y no le importaba, porque le gustaba cuidar de él cuando se metía en líos, le gustaba ver su sonrisa cuando se le ocurría cualquier plan disparatado incluso le gustaban sus gruñidos cuando se le acababa el chocolate, no podía quejarse al fin y al cabo Mello era un chico bastante antisocial y él podría enorgullecerse de haberse hecho un hueco en su vida de una u otra forma.
Nunca supo si de verdad llegó a amarle o solamente sentía pena por él, no le guardaba rencor de ser así, Matt supo desde un principio como era Mello y aun así como idiota que era decidió volcarse totalmente en él, amistad, empezó siendo más a esas alturas podía afirmar férreamente que había llegado a amar al rubio.
Nunca se lo dijo.
Porque siempre tuvo miedo de decírselo, aun y en la de infinidad de noches que Mello le buscaba, hasta arriba de alcohol solamente para pasar la noche, divertirse o solamente olvidar todo. Matt había guardado en su cabeza cada beso normalmente algo violentos, cada embestidas y cada gemido, incluso en esos momentos dentro de aquel coche lleno de humo por el cigarrillo le parecía oír la voz de Mello a su lado.
No iba a negar que tenía miedo, todo el mundo tiene miedo a morir, pero estaba bien, moría por Mello y no había mejor forma de morir, solamente temía por saber quién se encargaría del rubio ahora, tal vez y siguiera sus consejos y trazara una tregua con Near, nunca le cayó mal Near, a pesar de decirle a Mello que si solamente para que no le gritara y pegara más.
Suspiró pesadamente abriendo los ojos de nuevo, era la hora, sonrió suavemente, tal vez debió echarle agalla esa mañana, al despertar y decirle Mello todo, ambos sabían que no iban a salir de allí, Matt sabía que Mello era consciente de eso, al abrir los ojos y verle sintió la presión en el estómago, la misma que sintió cuando se enteró del paradero de Mello tras el orfanato, cuando se enteró de aquella explosión y no pudo más que ir a buscarle, verle en el suelo le congeló las venas, Mello siempre se había quejado de esas cicatrices pero Matt siempre las ignoró, besándolas a veces con ternura, solamente ganándose algún que otro golpe por culpa del otro, había sido tan estúpido…. Tan jodidamente estúpido.
Abrió la puerta del coche con lentitud, saliendo con las manos en alto, la luz le dio directamente en la cara, no podía ver casi nada más que sombras.
Sonrió.
No pudo evitarlo, sus ojos se empañaron de lágrimas en ese momento pero sus labios sonreían levemente con aquel último cigarro sobre estos, fue a abrir la boca y no pudo más que oír aquel primer disparo, los demás fueron totalmente borrosos, el dolor, el dolor le hizo paralizarse, aun con las manos en alto y su última sonrisa en los labios, gracias a las gafas nadie pudo ver las lágrimas que caían de sus ojos en esos momentos cuando su cuerpo cayó hacia atrás, sintió el choque contra el vehículo y el dolor empezaba a ser demasiado lejano, la sangre estaba caliente, tan caliente que parecía estarle quemando, no podía moverse y aun así solo pudo pensar en él en esos momentos. No quería que se sintiera culpable, no quería que se sintiera solo, solo quería verle sonreír una última vez pero sabía a ciencia cierta que eso no iba a ser posible, cerró los ojos exhalando su último aliento esforzándose en mantener esa imagen de rubios cabellos en su mente, aferrándose a ella como última voluntad. Si tan solo se lo hubiera dicho…
Lo siento Mello…
Te he fallado.
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