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Intercambio por AkikoYaoi

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Notas del fanfic:

Basado en el manga/anime Slam Dunk de Inoue Takehiko, cuyos derechos de autor le pertenecen a él y solo a él.

1.- Una extraña bienvenida


 


Rukawa Kaede, un muchacho pelinegro de 1,87 metros se encontraba en el aeropuerto internacional esperando la llamada para abordar. Con 19 años seguía siendo tan inexpresivo como en la preparatoria y aunque no lo demostrara se encontraba muy emocionado por la oportunidad que se le presentaba.


A los 17 años terminó la preparatoria en Shohoku, con la esperanza de conseguir una beca para partir a Estados Unidos a jugar a la NBA. Lamentablemente para sus planes, el representante que se encontraba por esas fechas en Japón consideraba que solo necesitaban a una persona y el elegido no fue él sino que Sawakita Eiji.


No se rindió y al año siguiente entró a la Universidad a estudiar Arquitectura y aunque no consiguió una beca para ir a jugar a la NBA si consiguió una beca de intercambio estudiantil a Estados Unidos para su segundo año universitario. Estando allá le sería más fácil darse a conocer.


No sabía muy bien qué es lo que haría una vez que llegara, pero ya lo iría viendo así como se le presentaran las cosas. Lo que si sabía es que una vez allá lo recogería un representante de la Universidad para presentarle al muchacho que lo acogería en su hogar, se le dijo que era de su nacionalidad, por lo tanto se le haría más fácil el trato con él. Aunque en el fondo, lo tenía bastante claro, fuera quien fuera no se le haría nada fácil, seguía siendo tan parco en palabras como siempre.


-Pasajeros con destino Los Ángeles, Estados Unidos, favor dirigirse a la terminal 2.


Bien, ese era su vuelo. Suspiró, esta era su oportunidad para conseguir lo que tanto deseaba. Tomó sus bolsos y con paso seguro se dirigió a donde lo indicara la señorita del altoparlante.


 


˜*˜


 


Acababa de tomar asiento, estaba nervioso, nunca había viajado en avión. Y para más remate no solo sería su primer vuelo, sino que sería uno sumamente largo. Intentó tranquilizarse, se abrochó el cinturón y esperó a que el avión despegara. Una vez que estuvo seguro de que había sido un despegue totalmente normal se calmó y se lanzó a los brazos de Morfeo.


Cada cierto rato despertaba y se dedicaba a leer una revista deportiva que llevaba, cuando consideraba que nuevamente tenía sueño se lanzaba a dormir. Así se mantuvo durante todo el viaje hasta que una azafata le informó que estaban por aterrizar. Se desperezó para estar medianamente presentable cuando encontrara al representante de la Universidad y se hizo a la idea de que pisando tierra firme tenía que aprovechar hasta la última oportunidad que tuviera, por tanto tenía que dar una buena primera impresión.


 


˜*˜


 


Luego de tomar sus maletas se dirigió a migraciones, cuando estuvo listo salió del lugar. Un hombre se le acercó con cuidado para hablarle.


-¿Kaede Rukawa? -preguntó el hombre.


-Sí -se sintió incomodo al escuchar que lo llamaba primero por su nombre, como si se conocieran de siempre. Tendría que acostumbrarse a eso acá.


-Soy Carl Smith, representante de la Universidad de California, Los Ángeles. Bienvenido -se presentó.


-Mucho gusto, señor Smith -dijo respetuoso.


-Si me acompaña, joven Rukawa, el chico de su familia de acogida ha venido al aeropuerto a buscarlo. Está en la cafetería esperando.


-Por supuesto.


El programa de intercambio de la Universidad en el que se había inscrito consistía en que mientras durara su estadía allí residiría con una familia de acogida voluntaria, al igual que lo haría el chico que había viajado de Estados Unidos a Japón.


Caminaron hasta la cafetería manteniendo una conversación simple y más que nada de cortesía. Cuando entraron al lugar, casi se fue de espaldas. Carl Smith se dirigió a paso firme a una mesa al final del local donde estaba nada más y nada menos que Sakuragi Hanamichi. Su burbuja de ensueño se había reventado, ahora que el pelirrojo sabía que él era el estudiante de intercambio no querría que su familia lo acogiera, tendría que volver a Japón y desistir de sus sueños.


Aún así, temeroso de lo que pudiera pasar, caminó hasta la mesa donde se mantuvo de pie, aún sin creer que su mala suerte fuera tanta.


-Kaede Rukawa, él es Hanamichi Sakuragi. Durante tu permanencia en Estados Unidos permanecerás con su familia.


-Yo no… no podré quedarme -le sorprendía que el pelirrojo no hubiese dicho nada aún, quizás ya sabía que era él el estudiante de intercambio y solo quería burlarse.


-¿Qué dices? -preguntó confundido.


-Nosotros nos conocemos y… -iba a decir que se llevaban pésimo, pero fue interrumpido.


-Zorro, cállate. A mí no me incomoda recibirte en mi casa. Pero si a ti te molesta vivir con mi familia es problema tuyo -dijo en japonés Sakuragi.


-¿Qué ocurre? -preguntó Smith algo molesto por ser excluido de la conversación.


-Nada -contestó el pelirrojo- nos habíamos visto un par de veces, pero no éramos amigos.


-Ahora podrán serlo -dijo el hombre.


-Por supuesto, señor Smith -contestó el pelirrojo con una sonrisa.


-Bien, tengo que irme. Rukawa, aquí están tus documentos para la Universidad. Sakuragi puede acompañarte y ayudarte a ambientarte, espero que no te sea difícil. Un gusto conocerte -le tendió la mano.


-Un gusto -dijo algo reticente a tenderle la mano de vuelta, finalmente lo hizo.


Una vez que ambos estuvieron solos, Hanamichi habló.


-Siéntate y pide algo, Zorro.


-Si -estaba confundido con la actitud del chico frente a él.


Luego de un rato en el que el pelinegro se tomó el tiempo de leer la carta para pedir y que le trajeran lo solicitado, retomaron la conversación.


-¿Qué pretendías diciéndole a Smith que no podías quedarte?


-Pensé que me odiabas y no me querrías en tu casa.


-No te odio, Zorro.


-¿A no? -preguntó confundido.


-No, sé que empezamos mal y que fue por mi culpa. Pero no te odio. Quise arreglar las cosas desde que estábamos en segundo de preparatoria, pero no supe cómo. Supongo que esta es una nueva oportunidad.


-No te sorprendiste al verme ¿sabías que yo era el estudiante de intercambio?


-No, no lo sabía. Pero los vi por la ventana -indicó con la mano- por eso me mantuve tranquilo cuando aparecieron aquí.


-Ya veo.


-¿Estás listo para irnos? -preguntó cuando vio que terminaba de comer.


-Sí, aunque no lo creas estoy ansioso -dijo más calmado sabiendo que a partir de ahora las cosas con Sakuragi serían diferentes.


El pelirrojo solo le sonrió para tranquilizarlo. Canceló la cuenta con una tarjeta de crédito y luego se dirigieron al estacionamiento mientras ayudaba al pelinegro con sus maletas.


Rukawa se sorprendió. Sakuragi poseía un reluciente mercedes descapotable rojo. Luego de dedicarse unos segundos a admirar aquel vehículo guardaron los bolsos en el maletero y se subieron.


-Creo que será entretenido hacer de guía turístico. Es un lugar hermoso. Si te parece bien primero iremos a casa, pero pasaremos por la Universidad para que sepas más o menos donde queda.


-Me parece bien.


-Tan comunicativo como siempre -dijo divertido.


-No molestes -dijo ocultando una sonrisa.


-No lo hago, Zorrito.


Salieron del aeropuerto y Hanamichi condujo por la autopista por unos 20 minutos, luego de los cuales tomaron una salida para llegar a la Universidad.  Aún dentro del vehículo recorrieron las instalaciones mientras el pelirrojo le iba indicando los lugares por donde pasaban. Finalmente salieron del lugar y después de unos 5 minutos llegaron a la casa de Sakuragi.


Rukawa pensó que era una broma. No tenía idea de que su compañero fuera rico, pero frente a sus ojos estaba la prueba. Acababan de entrar a Bel-Air, un barrio residencial exclusivo en el que solo se apreciaban distintos tipos de mansiones.


Luego de llegar al final de una calle, Sakuragi se detuvo frente a una hermosa mansión blanca de tres pisos de estilo moderno. Sobresalían los bordes rectos y la presencia de ventanales.


-Esta es mi casa, Zorrito.


-Es hermosa -dijo sincero.


-Sí, el tercer piso es mío -dijo con una sonrisa-. Mi habitación, baño, sala de estudio y sala de estar. Nos están esperando, deberíamos entrar.


-Si… -había vuelto a ponerse nervioso, suspiró.


-Tranquilo, Zorro. Nadie te va a comer -dijo riendo mientras entraba a la casa.


El pelinegro se armó de valor y se dijo que si el pelirrojo no se había molestado de que fuera el estudiante de intercambio y además habían hecho el recorrido hasta la casa totalmente en paz, ya había pasado lo peor. Con esta idea comenzó a caminar hasta la entrada donde Sakuragi lo esperaba con la puerta abierta para permitirle el paso.


-Joven Hanamichi -saludó una mujer mayor.


-¡Em! -dijo mientras la besaba en una mejilla-. Él es Rukawa Kaede, el estudiante de intercambio.


-Mucho gusto, joven Rukawa -saludó respetuosa con una inclinación.


-Zorro, ella es Emma, la ama de llaves. Cualquier cosa que necesites te puede ayudar.


-Un gusto -saludó de igual manera a la mujer.


Rukawa se sorprendió que lo llamara por su apellido y lo saludara con una inclinación. Seguramente al trabajar con japoneses había tenido que aprender ciertas cosas de sus costumbres. Pero le sorprendió que Hanamichi la tratara con tanta familiaridad.


-Vamos, Zorro. Te mostraré la habitación mientras esperamos que llegue mi madre.


Siguió al pelirrojo hasta el tercer piso. Le sorprendía el nivel de luminosidad de la casa, prácticamente todo era blanco, y con tanto ventanal la luz natural inundaba todos los rincones posibles. Cuando llegaron, se sorprendió de ver solo dos puertas.


-Esa es mi habitación y esta la tuya -dijo abriendo una puerta.


Era simple, blanca como el resto de la casa, con una gran cama y un amplio closet, a un costado una puerta daba a un baño con ducha. También había unos grandes ventanales que daban a una terraza desde donde se veía una gran piscina rodeada de mucho verde y flores.


-Espero que te guste -dijo el pelirrojo esperando su reacción.


-Creo que… es más de lo que esperaba -fue sincero-. ¿Puedo conocer tu habitación?


-Sí, vamos.


Salieron al pasillo y entraron a la otra habitación. Lo primero que había era una sala de estar con un par de sillones, una mesa de centro y un televisor. Habían dos puertas, la de la derecha daba a una amplia biblioteca que hacía las veces de sala de estudio y la puerta de la izquierda daba a la habitación similar a la anterior, desde allí se llegaba a un amplio baño con jacuzzi.


-Cuando necesites la biblioteca o quieras usar el jacuzzi no dudes en pedirlos.


-Gracias por todo, Sakuragi. La verdad no esperaba que nos fuera posible alguna vez estar tan cerca sin pelear, te has comportado realmente como un buen anfitrión.


-No tienes nada que agradecer, Zorrito. Ya te dije, quiero arreglar lo que no pude en la Preparatoria… -un golpe en la puerta interrumpió la conversación-. Adelante.


-Hana, cariño -dijo una hermosa pelirroja de rulos que usaba un ajustado vestido negro. Se veía aún más alta y delgada de lo que era.


-Madre -la saludó con un fuerte abrazo-. Él es Rukawa Kaede.


-Un gusto, Rukawa -dijo con una reluciente sonrisa semejante a la de Hanamichi-. Soy Erizawa Meiko -se presentó.


-Lo mismo digo, señora Erizawa -le sorprendió que se presentara con su apellido de soltera.


-Por favor, llámame Meiko -pidió.


-Solo si usted me llama Kaede -contestó.


-Por supuesto, cariño -le sonrió.


Rukawa estaba sorprendido, la mujer era realmente bella y tenía una sonrisa resplandeciente. Además era amorosa, se imaginaba que una madre debía de ser como ella.


-Mamá, ¿por qué no bajamos a comer?


-Por supuesto, Hana.


-Vamos, Zorrito. Debes de tener hambre y estar cansado. Luego de la cena podrás dormir todo lo que quieras. Es viernes, tendrás tiempo de recuperarte antes de ir a la Universidad.


Mientras cenaban, Meiko aprovechó el tiempo de preguntarle a Rukawa cosas simples sobre su vida. Así se enteró que aquel muchacho, al igual que su hijo, provenía de Kanawaga y que ambos se conocían, pero no hicieron mención a su antigua rivalidad en ningún momento. Era una especie de acuerdo implícito en esta oportunidad de volver a empezar de que gozaban. Luego de eso, cada uno se dirigió a sus habitaciones.


Rukawa estaba cansado con el viaje y pensó en la oferta del pelirrojo. Decidió cobrarle la palabra y fue hasta su habitación donde golpeó la puerta. Luego de unos momentos, Sakuragi apareció frente a él con una bata de baño que dejaba ver claramente su musculoso pecho. Se turbó.


-Lo siento… -dijo desviando la mirada-. Iba a pedirte el jacuzzi, pero veo que lo vas a ocupar.


-No seas exagerado. Nos vimos mil veces desnudos en los vestuarios de la Preparatoria -dijo arrastrándolo hacia dentro-. ¿No me digas que ahora te molestará compartir el jacuzzi conmigo? -dijo con una gran sonrisa.


-No.


El pelinegro fue preciso, no podía decir más que eso. El pelirrojo tenía razón, se habían visto desnudos en las duchas muchas veces, solo que en ese entonces él no sabía que era gay.


Esperaba no tener reacciones indebidas estando en el jacuzzi con su compañero, si no se equivocaba tenía un cuerpo bastante deseable. Inconscientemente pasó la lengua por sus labios. Cuando lo vio desprenderse de su bata pensó que ya no estaba como antes, estaba mejor. Su ancha espalda llevaba al final del camino a un respingón y bien formado trasero desde el cual se apreciaban dos largas y fuertes piernas. Con un poco de pesar levantó la vista para comprobar que sus brazos estaban tan firmes como el resto del cuerpo. El endemoniadamente sexy pelirrojo se metió lentamente al baño con un insinuante movimiento de caderas. Tragó pesado.


Intentando calmarse se despojó de sus ropas y con toalla en mano se dirigió tras los pasos de Sakuragi que ya estaba dentro del agua tranquilamente. Hizo como si nada y entró. Estuvieron en silencio unos momentos y finalmente decidieron conversar


-¿A qué te referías con que quisiste arreglar las cosas cuando estábamos en Shohoku? -preguntó Rukawa.


-A eso. Solo que nunca encontré el modo, cada vez que estaba cerca de ti me parecía más fácil insultarte o golpearte que intentar ser tu amigo. Así se me pasó el tiempo hasta que terminamos la Preparatoria, luego de eso me vine para acá y no volví a saber de ti.


-¿Por qué nunca dijiste que tenías tanto dinero?


-Por la misma razón que vivía en Kanagawa en lugar de hacerlo acá. Al principio quería una niñez tranquila y normal, decidí aplazarlo hasta que terminara la Preparatoria.


-¿Y por qué haces la Universidad acá?


-A esta edad creo que ya soy lo suficientemente inteligente como para saber quien se me acerca por interés y quien por amistad.


-¿Por qué tu madre usa su apellido de soltera?


-Esa fue la condición que le puso mi abuelo para darle la herencia.


-¿Tu padre no se molestó?


-No. Entendía que mi abuelo creía que intentaba aprovecharse de mi madre, él era un simple trabajador que no tenía forma de estar a la altura de su hija.


 -Aún así se casaron.


-Pero se separaron cinco años después.


-¿Por culpa del dinero?


-No, por culpa del tiempo. Mi madre estaba constantemente de viaje y dejó a mi padre de lado por eso. Cuando se separaron mi padre se fue a Kanawaga y yo lo seguí, supe que esa era la oportunidad de tener mi vida normal.


-¿Y ahora lo dejaste allá?


-Más o menos. Mi padre falleció poco antes de terminar la Secundaria.


-Lo siento.


-No tenías forma de saberlo.


-¿Por qué me contaste todo esto?


-Tú me lo preguntaste, si lo hiciste es porque te interesa saber. En verdad quiero una nueva oportunidad contigo -dijo mirándolo fijamente.


-No creo que sea difícil, me sorprende que nos hayamos mantenido sin pelear. Parece que era más fácil de lo que parecía.


-Ojala lo hubiera sabido antes.


-¿Eh? -no entendió a lo que se refería.


-No importa. Mejor cuéntame tú qué es lo que te impulsó a venir.


-Bueno, hasta el momento no había conseguido llamar la atención de ningún representante de la NBA y supuse que estando acá me sería más fácil.


 -No te rindes, pero aún así pensabas irte cuando me viste.


-Pensé que me odiabas -se justificó


-Sí, ya me lo dijiste -dijo algo apenado.


-Pero ahora las cosas están claras. Tú no me odias y yo no te odio. Podemos tener una buena relación como debió ser desde el principio.


-Si -dijo con una sonrisa.


Se mantuvieron unos minutos en silencio, cada uno sumergido en sus ideas. El agua se mantenía tibia y estaban completamente relajados. Esta vez fue Sakuragi quien rompiera el silencio.


-Cuéntame de tus padres… por favor.


-Mi madre falleció al darme a luz, por eso mi padre me odió toda su vida. Falleció cuando acababa de entrar en la Universidad.


-Lo siento.


-No tenías forma de saberlo -repitió sus palabras.


-Creo que es suficiente para mí -dijo el pelirrojo unos segundos después saliendo del agua.


-Mmm… -estaba más preocupado de mirar por última vez el perfecto cuerpo de Hanamichi antes que se colocara la bata.


-No te vayas a quedar dormido, Zorrito -y con su característica risa, salió del baño.


Cuando Rukawa estuvo seguro de estar solo y de que su cuerpo no había reaccionado de manera involuntaria, salió del agua para secarse y colocarse el pijama que había llevado. Salió del baño y se sorprendió de ver al pelirrojo sobre un sillón leyendo.


-Buenas noches, Torpe -se despidió.


-Buenas noches, Zorrito. Que duermas bien y descanses -le sonrió.

Notas finales:

Espero que les guste esta nueva historia (a pesar de que aún no termino la otra) y que dejen sus Review para saber qué opinan :D


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