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HAIR STYLE por sherry29

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Notas del fanfic:

Disclaimer: Los personajes de este fanfic no son de mi propiedad, pertenecen en su totalidad a Ryūhei Tamura, el cuál espero, nunca se entere de esto xp.

La pareja protagonista de este fic es la formada por los personajes secundarios del manga Beelzebub, Tatsuya Himekawa y Hajime Kanzaki, y los acontecimientos (los porno por desgracia solo en mi imaginación T.T) se desarrollan en medio de los capítulos 32 y 33 del anime.

 

Capitulo 1

 

Un sencillo cambio de look, forzoso además, parecía ser un acontecimiento fortuito que poco o nada podía alterar la vida de un par de maleantes que luchaban por no ser expulsados de una preparatoria de categoría en Japón. Sin embargo, aquella mañana las cosas parecieron ser un poco diferentes, y lo que comenzó como una simple necesidad practica terminó por convertirse en un asunto… un poco más enredado que una cabellera copiosa.

El asuntó había empezado realmente días atrás, cuando varios de los ex alumnos de la Escuela Ishiyama, la cual había sido destruida por sus mismos alumnos (ya nos podemos hacer una idea de la clase de joyitas con las que tratamos), se enfrentaron a los Rokkisei, un grupo élite de su nueva preparatoria, San Ishiyama, a la que habían sido enviados mientras reparaban la destruida.  El enfrentamiento se había producido en la azotea de la escuela, dejando como resultado la expulsión de todos los alumnos de la antigua preparatoria, cuya fama de maleantes pesaba demasiado.

Los chicos fueron llevados a dirección donde se les impuso el castigo y se les informó que los Rokkisei, a diferencia de ellos no recibirían ninguna reprimenda. Esta resolución, injusta a modo de ver de los afectados, terminó en un acuerdo algo extraño entre el director y los renegados alumnos: Se efectuaría un nuevo enfrentamiento entre ambas bandas, pero esta vez dentro del marco de lo deportivo. Un partido de Voleibol lo definiría todo. Si los antiguos chicos de Ishiyama ganaban, se salvaban de la expulsión y los Rokkisei perderían su liderato, de lo contrario a buscarse otra escuela o en el peor de los casos un trabajo.

Era por eso que en ese momento estaban todos en el gimnasio practicando y organizando sus estrategias. Oga Tatsumi, el líder de la banda de los posibles expulsados, no lucía muy entusiasmado; él quería luchar a mano limpia, como el delincuente juvenil que era, y no a balonazos como niñitas. Su mejor amigo, Furoishi Takayuki, tampoco colaboraba mucho en los ánimos, más interesado en cualquier atisbo de ropa interior femenina que se colara ante sus ojos, mientras el resto solo deambulaban de aquí por allá sin concentrarse demasiado en el asunto.

— ¡Bueno, ya basta! — gritó de repente Aoi Kunieda, líder de una banda buscapleitos de chicas, bastante fastidiada por el tedio de sus compañeros —. ¡¿Es que no piensan tomarse en serio esto?! ¡¿Quieren que seamos expulsados?! — siseó tirando un balonazo que terminó en toda la cara de Furoishi.

El grupo enteró bufó, pero solo fue Hajime el que replicó.

— Kuneida sempai, no es que no queramos practicar, lo que sucede es que con este tipo y su cabellera retro es imposible jugar —.Y remató su gestó mirando de mala forma el excéntrico copete de Tatsuya.

— ¿Y tú que tienes contra mi cabello, imbécil? — le contestó este muy enfadado. Que le criticaran el estilo era de las cosas que más le enfadaban y más si lo hacía el desaliñado de Hajime.

— ¡Lo tengo todo! ¡Tu estúpido copete de tubo se enreda en las mallas cada vez que vas a bloquear la pelota! ¡Córtatelo idiota!

— ¡Ven y córtamelo tú, si te atreves, grandísimo hijo de puta!

— ¡Lo haré con gustó!

— ¡Bueno, ya párenla ustedes dos! — Aoi intervino de nuevo al ver que los dos chicos se rugían mutuamente como perros de caza. Suavemente los apartó, sonriendo tímidamente a Tatsuya como quien no quiere la cosa. Para su desgracia Hamije tenía razón y era mejor resolver el asunto por lo sano.

— ¡¿Qué?! — preguntó Tatsuya al verle la sonrisita tonta con la que lo miraba —. No me digas que…

—Kanzaki- kun tiene razón, tu cabello se está convirtiendo en un gran problema.

— ¿Lo ves? — Hajime sonrió con satisfacción, pero como respuesta solo obtuvo un gracioso movimiento de cabeza de Tatsuya, mostrando todo el orgullo que sentía por su fragante peinado. Y así sin mediar más palabra les dio la espalda a todos con intención de abandonar el gimnasio.

— ¡Alto allí! ¿A dónde crees que vas? — intentó detenerlo Aoi, pero fue inútil, Tatsuya partió sin mirar atrás dejando el equipo incompleto.

— Déjalo — apuntó  entonces Hajime —. El solo nos estorba.

— ¡Kanzaki! — le reprochó otra de las chicas sin lograr inmutarle en lo más mínimo, y sin hacerle reparar en el rostro de desanimo que se le formaba a Aoi.

— Pensé que se estaban tomando esto en serio — susurró la chica cabizbaja, provocando con su reacción que dos de sus amigas se fueran detrás de Tatsuya.

 

 

Lo encontraron ya casi a la salida de la escuela, y le llamarón alto. El chico, soberbio en su andar, giró sobre sus talones sintiéndose muy fastidiado. No iba a regresar, ya no soportaba que el infeliz de Kanzaki siempre le estuviera criticando. Por supuesto, ¿Qué podía saber aquel marginal muerto de hambre de estilo? Con ese pircing de la oreja al labio y esas ropas militares, era la persona menos calificada para criticarlo, así que no pensaba dar su brazo a torcer.

— ¿Qué quieren? — dijo entonces a las chicas con tono acido. Pero ellas con rostro de pocos amigos y sonrisas macabras no se dejaron amedrentar.

— Vamos a arreglar tu pelo — dijeron a coro blandiendo peine, secador y plancha como si de afilados cuchillos se tratase.

— ¡Tienen que estar bromeando! — Tatsuya puso cara de espanto, pues conociendo a aquellas chicas aquello no parecía cosa de broma.

— No estamos bromeando. Hablamos muy en serio — corroboraron estas — Nuestra querida Nee- san está muy deprimida por culpa de esto y no lo vamos a permitir — remataron estrechando las miradas.

Un grito sin ilación se escuchó en toda la preparatoria San Ishiyama; grito tras el cual se vio aparecer en el gimnasio la figura de un sujeto alto, de flamante cabellera plateada y enormes ojos melados. Los chicos que entrenaban le miraron confundidos preguntándose unos a otros de quien podría tratarse, pero el chico sin enterarse de que no lo reconocían, solo atinó a mirarlos a todos muy extrañado.

— ¿Qué están mirando? Vamos a practicar — dijo colocándose en posición.

El resto de la banda coreó estupefacta:

— ¡¿Pero, quién rayos eres tú?!

— Ahhh... — el susodicho los miró irritado — ¿Pero de qué hablan? Soy yo, Himekawa. ¡¿Por qué no lo notan?!

A todos se les quedó una cara de cuadro.

— ¡Imposible! ¡Pareces otra persona! — informaron al unísono.

— ¡Bah! — bufó Tatsuya — Son todos unos pesados — se resignó colocándose en su posición delante de Hajime. Desde aquella posición no podía darse cuenta pero este no dejaba de mirarlo, hipnotizado por aquel espectacular cambio de look. A ojos de Kanzaki, Himekawa había pasado de ser el buscapleitos millonario de copete raro, a un increíble y fascinante chico extremadamente sensual que de momento lo tenía muy, pero muy confundido.

 

 

 

Tatsuya no entendía porque desde hacía un par de días Hajime no le hablaba. Le bajaba la mirada, se sonrojaba extrañamente cuando lo descubría mirándole en silencio y a veces huía de él. Entendía que tal vez siguiera disgustado por el enfrentamiento que habían tenido en el gimnasio pero él ya lo había olvidado y no le parecía un asunto muy importante. Por eso resolvió dar él el primer paso y buscar de nuevo alianza con Hajime. En aquella escuela, y siendo ellos unos delincuentes juveniles con tantos enemigos, siempre era bueno saber con quién podías contar para establecer alianzas, y bien o mal Kanzaki siempre había sido uno de sus mejores aliados.

— Kanzaki. ¿Podemos hablar? — Tatsuya se paró frente  a la escalera de las graderías donde Hajime reposaba de la práctica. Con una sonrisa de oreja a oreja le tendió con amabilidad un vaso de yogur, el favorito de Kanzaki.

— Gra… gracias — Hajime perdió los nervios y parte de la voz no más verlo. Desde que Himekawa se había hecho aquel cambio de look cosas muy raras le estaban sucediendo. Cada vez que lo miraba ya no veía al repelente sujeto con el que se aliaba para peleas callejeras y pleitos de patio. Ahora era una sensación de paz y bienestar lo que le invadían al ver aquellas brillantes hebras de plata extenderse hasta la espalda de su compañero y enmarcar unas facciones que juzgaba totalmente angelicales.

— ¿Qué te pasa Kanzaki? Te has puesto muy rojo de repente ¿Tienes fiebre? — le preguntó Tatsuya viendo el rostro sonrojado de su amigo. Extendió una mano con toda la intensión de tocar la frente de Hajime, pero este de un manotón la apartó dejando a un lado el vaso de yogur antes de salir corriendo del gimnasio.

— ¡Kanzaki kun! — gritó Tatsuya abrumado dispuesto a seguirle. ¿Qué rayos estaba pasando?

 

 

 

— ¡Rayos! ¡Rayos! ¡Rayos! — Hajime se escondió dentro de uno de los salones desocupados y comenzó a patear los pupitres. No sabía qué rayos le pasaba pero tenía que controlarlo. Himekawa no se podía dar cuenta de lo que le sucedía pues las consecuencias podían ser desastrosas. A pesar de que ahora su amigo luciera como un querubín, estaba seguro que por dentro seguía siendo un demonio sin escrúpulos que no perdería ocasión en humillarlo y regodearse en su desgracia si llegaba por lo menos a sospechar lo que le estaba ocurriendo. No, definitivamente tenía que organizar sus ideas, tal vez solo estaba un poco shokeado por el cambio de look del chico y nada más. A él nunca le habían atraído los hombres e incluso la sola idea le producía arcadas hasta… ¡Hasta que había visto el nuevo look de Himekawa!

Muy confundido se restregó el rostro fuertemente, lastimándose un poco incluso, con el pircing que conectaba su labio a su oreja izquierda. Resoplando, se sentó sobre el pupitre del maestro intentando hallar calma, cuando la puerta del aula fue ligeramente descorrida, y la hermosa figura del dueño de sus pensamientos se asomó preocupada.

— Kanzaki… — el tono de Tatsuya parecía verdaderamente consternado. Era raro porque a ojos de Hajime, Himekawa siempre había sido un niñato egoísta al que solo le importaba su pellejo, aunque en una ocasión durante un ataque callejero había sentido que había un poco más de humanidad detrás de esa fachada de frivolidad. Era esa misma sensación lo que sentía de nuevo, aunque esta vez mucho más cálida, más sincera. Esa fue la razón que le impidió no estremecerse cuando Tatsuya se sentó a su lado sobre el pupitre, con su típica pose de desentendido: brazos cruzados al frente y jugueteando con el móvil.

El recién llegado no dijo más nada, solo se puso allí al lado del otro chico, pensando quizás que este empezaría a hablar en cualquier instante. Por un rato solo se escuchó el ruido de las teclas del móvil de Tatsuya y el ring tone de mensajes de texto, ahogando la respiración entrecortada de Hajime, pero entonces, varios instantes después, cuando Tatsuya pensaba que le estaban tomando el pelo de nuevo, un movimiento brusco, casi calculado y muy veloz, lo sorprendió repentinamente.

Hajime se inclinó agarrando a su amigo con todas sus fuerzas y de improviso, con el corazón bombeándole en los oídos, acercó sus labios a los de Tatsuya, y sin más miramientos le planto un beso lleno de intensidad. Tatsuya abrió los ojos espantado al sentir aquella boca sobre la suya y el cuerpo de Kanzaki aplastándolo contra el pupitre. Todo había sido tan veloz y tan sorpresivo que no tuvo tiempo de reaccionar, de hacerse ninguna pregunta y mucho menos de evitarlo. Consternado, solo se dejó besar por varios instantes hasta que la conciencia y los reflejos llegaron de vuelta, permitiéndole tomar de nuevo el control.

— Pero… ¡Pero qué demonios haces, maldito! — le apartó con todas sus fuerzas escupiendo en el suelo — ¡¿Te has vuelto loco?!

Hajime lo miró con los ojos tan abiertos como dos lunas llenas. Despavorido, sin dar crédito a lo que había hecho solo logró, en otro arrebato de locura, estrellar su puño desnudo contra la madera del pupitre volviéndolo añicos, y de paso, lastimándose los nudillos.

— Kanzaki… — volvió a llamarlo Tatsuya al ver como el otro sangraba por su diestra, con pedazos de astillas de madera incrustados en la piel de su mano y los ojos inyectados en sangre.

Se acercó lentamente tomando aquella mano entre las suyas y lentamente, aun con el cuerpo tembloroso y la mente estupefacta, fue retirando uno a uno los restos de madera, antes de cortar una tira del suéter de entrenamiento que llevaba, para con esta improvisar un pequeño vendaje.

— Vayamos a la enfermería — propuso en tono bajo — Se que esto no es nada para ti pero teniendo en cuenta que mañana debemos jugar un partido de Voleibol sería mejor que un medico te viera.

Hajime aceptó sin replicar, dejándose conducir como un desvalido por los corredores que conducirían a la enfermería. En el trayecto por fin pudo darse cuenta de lo que acababa de pasar, y lo peor de todo, de cuanto deseaba que ocurriese de nuevo.

                                                                                                                                        

 

 

La feria escolar que comenzaba aquel día los tenía a todos muy distraídos. Hajime se encontraba en el gimnasio preparándose para el partido mientras se preguntaba una y otra vez que rayos iba a hacer ahora. El día anterior Himekawa lo había acompañado hasta la enfermería y luego de eso lo había dejado solo con él medico, marchándose sin mirar hacia atrás ni siquiera una vez.  No estaba seguro de que acudiera al partido aquel día y para completar el panorama nublado, ni Aoi ni Oga se veían por ninguna parte. Tampoco el idiota de Furoishi, pero ese importaba más bien poco.

Se terminó de colocar el hielo que le recomendó el doctor y se puso de pie. Estaba bien jodido, no sabía por qué rayos había hecho lo que había hecho el día anterior, y lo más probable era que aquel día perdieran aquel partido de Voleibal y fueran expulsados definitivamente de aquella escuela. Era terrible. De ocurrir aquello lo más probable era que tuviese que irse a otra ciudad donde no lo conocieran para buscar escuela, mientras que Tatsuya seguramente podría lograr con el dinero de su padre, ser admitido de vuelta en San Ishiyama.

¡Joder!, bufo sintiéndose muy, muy irritado. No sabía por qué mierda la idea de no ver más a Himekawa le afectaba tanto. Sentía un nudo en el estomago de solo contemplar la posibilidad y eso lo alteraba. Nunca había sentido necesidad de nada ni de nadie, por lo menos no una necesidad física tan evidente. Durante todos esos años su único propósito de vida había sido cultivar respeto, o más bien temor, como uno de los líderes del Toujoushink en su antigua escuela, y por supuesto, liarse a golpes con algún otro pobre imbécil de vez en vez.

Con tales pensamientos tiró la toalla empapada del hielo derretido y se retiró a los lavabos que estaban tras el gimnasio. Sus piernas temblaron cuando lo vio y el dolor en su muñeca pareció cobrar vida de nuevo punzando con locura debido a la intensidad con la que su sangre empezó a bombear por todo su cuerpo.

Sentado en medio de dos bebederos de agua, estaba Tatsuya apoyado a un muro, cambiándose los zapatos. Alzó la mirada cuando notó la presencia de Hajime, volviendo rápidamente a su quehacer haciéndose el desentendido.

Hajime se estremeció ante aquel gesto y no pudo evitar acercarse varios pasos. Los rayos de sol caían sobre toda la cabellera de plata de Tatsuya, dándole un aspecto sublime, pues sus cabellos estaban de momento sueltos desparramándose hasta la media espalda del chico.

— Himekawa — habló esta vez Hajime mirando a su compañero fijamente.

— Kanzaki — respondió este en un tono mortalmente frio sin levantar la mirada—… no me vuelvas a hablar en toda tu jodida existencia.

— Q ¿Qué?... — Hajime se quedó frio ante aquella reacción. Le pareció tonto pues debía ser lo único que podía esperarse  luego de su estupidez del día anterior, pero aun así le fue imposible no sentir como si le acabaran de dar un puñetazo directo en el estomago, uno violentísimo como los de Oga, por ejemplo.

Sin embargo se recuperó rápidamente. Con su carácter típico de fanfarrón se acercó completamente hasta el sitio donde se hallaba Tatsuya y se colocó a su altura cubriéndolo con la sombra que producía su cuerpo contra el sol.

En ese momento Tatsuya terminó de atar sus agujetas y se paró plantándole cara.

— Debería partirte la cara por lo que me hiciste ayer, grandísimo imbécil — escupió lleno de ira con un destello de furia en sus ojos melados — ¿Por qué te burlaste de esa manera de mi?

— ¿Burlarme?... — Hajime se quedó de cuadros de nuevo pero esta vez por una razón muy distinta. ¿Por qué Himekawa pensaba que con aquel beso él había intentado burlarse de él?

La explicación llegó casi en seguida. Tatsuya apretó los puños con fuerza agachando la mirada y llevando su mente a recuerdos que creía olvidados.

— Siempre he parecido una nena con estos cabellos lacios y platinados — comenzó a decir en voz baja, como si realizara una confesión — De pequeño los niños del kínder se burlaban y me trataban como otra niña más. Cuando cumplí los doce y cambié de escuela, unos chicos me atacaron y me maquillaron sacándome fotos…

— Himekawa…

— ¡Fue por eso que me convertí en un delincuente! ¡Quería vengarme de todos los que me habían humillado y lo conseguí! ¡Cambié de peinado y me convertí en un brabucón consiguiendo respeto! ¡Y ahora tú! ¡Tú desgraciado! — levantó un dedo señalando a Hajime en todo el centro de la frente — ¡Tu intentas burlarte de mí de nuevo! ¡Eres un hijo de puta!

— ¡No! ¡Himekawa, no es así! ¡Déjame explicarte!

— ¡No quiero oír nada!

Tatsuya tomó impulso y con su diestra le clavó un puñetazo seco en toda la cara, cortándolo ligeramente con la cadena de su pircing. Hajime retrocedió un par de pasos llevando su mano a la mejilla lastimada. Como maleante consumado le era casi un reflejo natural responder a las agresiones, así que sin muchos miramientos le devolvió una patada en todo el estomago a Tatsuya dejándolo si aire.

— Hijo… de puta — resopló este con el poco aliento que le quedaba, lanzándose de inmediato con todo su peso contra Hajime.

Rodaron ambos por el pasto cercano a las canchas, dando vueltas sobre sus cuerpos mientras intentaban agredirse sin mucho éxito. Hajime no quería lastimar a Tatsuya, comprendía su enojo y solo quería hacerle entender que el beso del día anterior no había sido con motivo de burla. Le fastidiaba mucho que no le dejaran explicarse, pues era la primera vez que algo diferente a una pelea no se la traía completamente floja, así que no se iba a ir sin que Himekawa lo escuchara.

— No debiste burlarte de mí — le decía este gruñendo como una animal herido — No de esa forma.

— ¡ME GUSTA TU PELO!

El grito de Kanzaki paralizó a ambos chicos. Tatsuya que había quedado debajo resoplaba incrédulo mientras su amigo le miraba desde arriba igual de jadeante. Su mirada era intensa, a pesar de su siempre rostro inexpresivo. Tatsuya conocía a Hajime y sabía que no mentía, todo lo contrario, gustaba siempre de hablar con la mayor sinceridad posible con tal de fastidiar más, el muy cabrón. Por eso le pareció increíble lo que le decía… que le gustaba su pelo… ¡Su pelo!

— ¿Qué te gusta mi pelo? — replicó entonces, casi con vergüenza.

Hajime asintió tomando una gruesa hebra entre sus dedos como si de un fino y hermoso hilo de plata se tratase.

— Es hermoso — susurró contemplativo—, como el de un ángel.

— ¿De… de que estás hablando?

— No creo que luzcas como una niña — le interrumpió Kanzaki —, creo que luces como un ser de otro mundo, un ser que me confunde y al mismo tiempo me llena de paz.

— Hajime…

Era la primera vez que Tatsuya le hablaba a su amigo por su nombre, y era la primera vez que este cambiaba su expresión para dejar ver un lado menos indiferente. Hajime enredó sus dedos entre aquellas suaves y sedosas hebras buscando de nuevo los labios tibios y dulces de Tatsuya. Esta vez el contacto fue diferente. Por alguna extraña razón, el otro chico no creó resistencia en ningún momento y al contrario relajó sus músculos respondiendo luego de un rato a la impulsiva caricia.

Duraron así varios minutos hasta que ambos se dieron cuenta de que podían ser descubiertos. Este pensamiento los hizo ponerse de pie y buscar amparo en uno de los pocos salones que había quedado libre durante la feria.

Entraron en este cerrando las cortinas para ser cobijados por la inmensa penumbra. Hajime que había colocado a Tatsuya sobre el pupitre del maestro volvió a él luego de clausurar las ventanas y se volvió a apoderar de su boca. Himekawa por su parte no sabía qué rayos estaba haciendo. Nunca había sentido atracción por otros hombres y la verdad era que las chicas, con excepción de algunas pocas, tampoco le representaban tanto interés. La verdad era que siempre había sido un solitario, y si alguna vez había obtenido atención de la gente eso era solamente por su dinero.

Correspondió entonces ahora ya sin reparos a las caricias de Hajime. Por primera vez alguien le había halagado con sinceridad, sin esperar una retribución económica, y tampoco una indulgencia. Por primera vez alguien le brindaba completa atención sin intención de burlarse o aprovecharse de su posición, y era por este motivo que Tatsuya se dejó usar de nuevo, esta vez sin ese horrible vació que quedaba en su interior.

Hajime lo desnudó de cintura para abajo, alzándole solo un poco la camiseta. El cuello de Tatsuya era lo más suave que hubiese encontrado en su vida y para ser un peleador callejero estaba verdaderamente bien cuidado. Se sintió incluso indigno de tocar esa porcelana de piel, él todo un ampón, pero se le pasó rápido cuando las elásticas y firmes piernas de Tatsuya quedaron frente a él.

Se las manoseó sin reparos mientras volvía a besarlo. Tatsuya le mordisqueó el pircing enredando sus lenguas mientras sentía las manos de Kanzaki jugueteando entre sus muslos. Separó más las piernas permitiéndole mejor acceso, al tiempo que  llevaba sus manos a la retaguardia de su amigo bajándole ligeramente los calzones hasta encontrarse sorpresivamente con dos voluminosos glúteos.

Era de esperarse, pensó luego. Entre esos pantalones camuflados que Hajime siempre usaba, era lógico que no hubiese reparado en su generoso trasero, aunque lo mejor, por lo que empezaba a sentir entre sus muslos, se encontraba adelante.

— ¿Tatsuya?— preguntó jadeante Hajime, tuteándolo por primera vez y abandonando por un momento la boca de su amigo — ¿Me la vas a chupar, o me dejaras metértela por el culo?

La pregunta tomó por sorpresa a Himekawa, quien con esa mirada estupefacta que antes siempre solía camuflar tras sus lentes verdes, no supo que responder.

— Yo… no se chuparla — dijo luego de un rato encogiéndose un poco de hombros.

Aquello fue suficiente para despertar una mirada de total lascivia como nunca la hubiera visto antes en Hajime. Y este usando un poco de fuerza bruta de nuevo, lo levantó del pupitre reclinándolo boca abajo contra este, hundiéndole el rostro en la madera con su mano.

Tatsuya resopló un poco, antes de sentir como el otro cuerpo caía levemente sobre el suyo, separándole las piernas y empujándose en toda la extensión de su virilidad dentro de su cuerpo abierto y expectante.

Gritó entrecortadamente al sentirse invadido, pero los dedos largos y gruesos de Hajime se hicieron espacio en su boca, permitiéndole que lo mordiera como compensación al placer que su trasero le estaba regalando.

Hajime resoplaba de puro placer, perdido entre las carnes de su amigo. Tatsuya estaba tan estrecho como una doncella y su trasero parecía una fibra elástica que cedía ligeramente pero también lo presionaba a cada empuje.

— Tatsuya, tatsuya… — resoplaba sobre la nuca del susodicho a cada embate, lamiéndole el cuello y aspirando el dulce aroma de sus cabellos. Enredó su nariz entre ellos, sabiéndolos los culpables de aquel desliz.

Mientras tanto Tatsuya cerraba los ojos perdido entre las magnificas sensaciones de las que era objeto. No sabía que ser tratado como una mujercita pudiese resultar tan divertido y mucho menos tan placentero. Se rindió por completo a los deseos de su amigo y no se arrepentía, todo lo contrario, deseaba con todo su corazón que no terminase.

Pero por desgracia terminó. Hajime abrazó a su amante por la cintura incorporándolo ligeramente en un vaivén más acelerado como preludio al clímax, estaba ardiendo de pies a cabeza, abrumado por la tierna piel que besaba y la deliciosa calidez que abrigaba su miembro. Dos empujes más le bastaron para correrse y hacer correr a Tatsuya. Lo demás solo fue languidez y jadeos, seguidos de miradas cómplices y una sonrisa torcida.

— Como le cuentes a alguien sobre esto te mataré — advirtió Himekawa incorporándose mientras se acomodaba el pelo sudoroso y la ropa ajada.

Hajime lo imitó reacomodándose la ropa interior y sus pantalones, mientras le dirigía una mirada cargada de deseo.

— Yo te mataré si aprendes a hacer sexo oral… me encantó tu culo.

— Imbécil.

Y diciendo esto partieron juntos hacía el gimnasio donde en pocos instantes comenzaría el partido de Voleibol que lo definiría todo. Ahora Hajime se sentía más confiado y relajado ante esta situación, pues ganaran o perdieran, él por lo menos ya había ganado.

 

Julxen 2012.

Notas finales:

Gracias a todos por leer. Este es el primer fanfic que escribo, ya que todas mis otras historias son originales, y me siento realmente satisfecha con el resultado. Sé que no es una pareja típica pero a mí me mola mucho y quizás escriba a futuro algo más sobre ellos. En fin un besote a todos y gracias por leer.

PD: Les dejo un enlace con un video donde aparecen nuestros dos protas en la escena del cambio del look.http://www.youtube.com/watch?v=L5uzzXEBm9U&feature=related

Besitos gigantes.


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